

Foto: Twitter La Historia
En Ecuador, ya se sabe, las fiestas patrias no pegan. Si en Chile se reúnen las familias los 18 de septiembre para hacer un asado por la independencia y en México las masas se vuelcan ante el Palacio Nacional la noche del 16 de ese mismo mes para observar cómo el presidente recrea el grito de Dolores, en nuestra tierra casi nadie pone ni la bandera.
Los actos por el bicentenario de la independencia conseguida en el Pichincha tuvieron dos agendas: unos pocos actos públicos, siendo el más destacado el informe a la nación en el Palacio Legislativo y otros privados, a los que concurrieron las élites políticas y empresariales.
Estos eventos privados, que ante el poco interés de las multitudes congregaron a las élites estatales y sociales, tuvieron lugar en la Catedral Metropolitana y el Palacio de Carondelet. Primero se ofreció un Te Deum, o misa de agradecimiento a Dios por la independencia en la Catedral, en donde reposan los restos del mariscal Antonio José de Sucre, recuperados de un paraje de la selva colombiana donde fue asesinado en 1830 y escondidos en Quito hasta 1900, cuando el gobierno de Eloy Alfaro los trasladó a la Catedral.
En la capilla del mausoleo, el presidente Lasso depositó una ofrenda floral al gran mariscal de Ayacucho. Mientras sonaba el toque de silencio, se persignó.
Luego él y sus invitados pasaron a los salones y patios de Palacio, que habían sido embanderados por dentro, mientras ni en la Plaza de la Independencia ni en la fachada de Carondelet se colocó nada especial.
El presidente y su esposa recibieron a sus invitados, que llenaron los salones Amarillo y de Banquetes con una larga fila de saludos. El mandatario se había quitado la banda presidencial, mientras su esposa se cambió del traje corto de la mañana a uno largo de color rojo. Ambos ofrecieron un brindis en el Salón de Banquetes.
Entre los invitados estuvieron políticos, empresarios, miembros de las cámaras, y representantes extranjeros del cuerpo diplomático.
Estuvieron varios de los ministros de Estado, entre ellos, Eduardo Bonilla. Algunos gobernadores como Pablo Arosemena de Guayas. Fueron también legisladores de CREO, como Juan Fernando Flores y María José Plaza, y otros de sectores de oposición, como Cléver Jiménez. Sin embargo, al cóctel no asistió ningún correísta ni socialcristiano. La presidenta de la Asamblea, Guadalupe Llori, no fue. No se vio a nadie de la Función Judicial pero en el cóctel estuvieron los cuatro consejeros de mayoría en el Consejo de Participación: Hernán Ulloa, María Fernanda Rivadeneira, Francisco Bravo e Ibeth Estupiñán.
Entre las figuras del empresariado se podía distinguir a Tommy Schwarzkopf, Michel Deller o Santiago Gangotena. Asistieron también dueños de radios capitalinas y periodistas.
El Gobierno no difundió ninguna imagen ni información oficial sobre el cóctel, que terminó en los claustros de Palacio en horas de la noche.
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