

Uno de esos lujos que no se dan Estados Unidos, Rusia y China que tienen con qué. Poco después de las protestas de octubre de 2019, la Cancillería emitió a todas las misiones ecuatorianas a lo largo del globo una orden urgente e insólita: todos los embajadores del Ecuador en el mundo debían retornar a Quito para una reunión en Palacio de Gobierno.
La cita sería con el presidente Lenin Moreno, el canciller José Valencia y el secretario del Gabinete, Juan Sebastián Roldán. Era obligatoria, presencial, inexcusable y todos los embajadores del Ecuador acreditados ante el resto del mundo debían reportarse en Quito al término de la distancia.
La orden de la Cancillería, que mencionaba que la disposición provenía de Roldán, precisaba que los embajadores no estaban de trabajo, sino que los días que se emplearan en venir debían cargarlos a sus vacaciones y, además, que los pasajes no los iba a pagar el Estado sino que debían comprarlos de su bolsillo.
La poco común reunión se produjo antes de la pandemia, pero a muchos de los asistentes, que relataron a este portal el ambiente en los salones de Palacio durante la cita, no les quedó claro qué era tan importante como para no resolverlo con una vídeoconferencia o un email.
Pero ante el tono terminante de la orden del Ministerio, los embajadores fueron llegando de urgencia a Quito. Al final, cuando la reunión se instaló, en ella no estuvo presente Lenin Moreno. Fue Roldán quien, acompañado de Valencia pidió a los embajadores que informaran personalmente qué habían hecho con los medios y la opinión pública de los países acreditantes para posicionar la narrativa del régimen sobre las protestas de octubre.
Para algunos, relató un exembajador del régimen de Moreno presente en la reunión, la pregunta de Roldán fue muy complicada de contestar, sobre todo, por la escasa o de plano nula cobertura mediática que los sucesos del Ecuador tienen en países lejanos. Tuvieron mejor suerte los acreditados en países latinoamericanos, donde las protestas despertaron mayor interés de los medios.
Cada embajador tuvo unos pocos minutos para rendirle cuentas a Roldán, y luego se regresaron por las mismas a sus embajadas sin haber visto al presidente Moreno.
[RELA CIONA DAS]


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