

La ministra de Educación, Monserrate Creamer, estuvo el fin de semana en los puntos de vacunación de los docentes. La secretaría de Estado recorrió varios sitios en donde se vacunaba a los profesores capitalinos, entre ellos, el coliseo de la Universidad Central.
Lucía una blusa de flores de tonos rojizos, y en el cuello llevaba algo que parecía una identificación. ¿Credencial de ministra? No precisamente. Se trataba de una tarjeta antiviral, un producto de origen chino que, supuestamente, ayuda a evitar el contagio del coronavirus. La tarjeta, de color azul y con huecos en su superficie, se puede conseguir en el país por poco más de un dólar, y se supone que emite dióxido de cloro, lo que supuestamente destruye los virus en el aire a un metro a la redonda y evita que las personas se contagien. Su eficacia ha sido puesta en duda en Occidente, aunque políticas como la ex presidenta interina de Bolivia, Jeannine Áñez, la usaban con frecuencia.
Pero la política boliviana parece ser la muestra de que la tarjeta no sirve: no solo terminó contagiada con covid, sino que actualmente está detenida en su país, acusada de un golpe de Estado.
Ariane Davison, viróloga e inmunóloga, citada por el medio argentino Infobae, dijo que el collar es una “completa estafa”. Y agregó: “El dispositivo se lleva alrededor de tu cuello, en ningún lugar cerca de tu nariz y boca que son los portales clave para la infección Covid. Si se acerca el dispositivo a la cara, el ingrediente activo, el dióxido de cloro, causaría graves irritaciones respiratorias y oculares y quemaduras en la piel, ya que es altamente corrosivo”.
Además de la tarjeta azul, la ministra de Educación lucía una mascarilla.
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