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Los cofanes se asientan en el borde del río Aguarico, en Lago Agrio. Sus pobladores han vivido de su agua y peces. Pero ahora dicen que el río está contaminado.
La comunidad Cofán Dureno está asentada al borde del río Aguarico, a 30 minutos de Lago Agrio. Es uno de los principales asentamientos indígenas de la zona. Su población es de 400 personas que mantienen su lengua y costumbres. Pero en sus últimos 50 años de historia, su cotidianidad ha estado presionada por el ingreso de las petroleras. Primero fue Texaco ahora es Petroamazonas. Esta última, dicen sus habitantes, tiene la intención de operar 30 pozos dentro de su territorio. Esta es una de las comunidades a las que el anterior gobierno les construyó una ciudad del milenio, como compensación de las actividades petroleras. Pero esa ciudad, de casas mixtas y estilo más occidental, ha chocado con su cosmovisión. Al tiempo temen que Petroamazonas abra 30 nuevos pozos en su territorio. Esta es la vida en Dureno contada por dos de sus habitantes.
‘Nosotros logramos tener un título de nuestro territorio; igual nos han invadido’
Abdón Yumbo, presidente de la Comunidad Milenio Cofán
Las provincias de Sucumbíos, Napo y Orellana son territorios ancestrales de los A'i conocidos como cofán. Los historiadores hablan de 4 millones de hectáreas. Cuando llegó la petrolera en 1963, la Texaco, no teníamos idea qué es lo que estaba pasando. Había explosiones, helicópteros,
motores fuera de borda, motosierras, tractores. Alteró nuestra vida normal. Ahora ya sabemos qué pasa. En 1969 inició la colonización y esta va detrás de las petroleras porque construyen vías de acceso. Solo estábamos las comunidades indígenas de Sinangoe, Dureno y Puerto Libre, de colonos. Eran los únicos poblados.
"Pero logramos encerrar 9.571 hectáreas, gracias al gringo Randy Borman, un misionero que nos ayudó. Nos entregaron como comuna cofán, como colonos".
En 1971 se abrió la vía Quito-Lago Agrio. En ese año empezó la avalancha de colonos. Yo digo que allí comenzó el desastre porque se posesionaron de las tierras y no sabíamos qué hacer. El Instituto Ecuatoriano de Reforma Agraria y Colonización nos dijo que tenemos que posicionarnos en las tierras, que nos darían 50 hectáreas por cada familia. En ese entonces no pasábamos de 20 familias. Era absurdo con eso tener un gran territorio. Pero logramos encerrar 9.571 hectáreas, gracias al gringo Randy Borman, un misionero que nos ayudó. Nos entregaron como comuna cofán, como colonos. En ese tiempo no había leyes que protejan a los pueblos indígenas. En ese territorio hemos vivido 56 años.
Pero tenemos un pozo que está dentro de nuestro territorio, el Dureno, que se abrió en 1979 con Texaco. Cuando empezó la producción entre 1980 y 1981, allí inició el problema para nosotros. Porque todos los desechos de ese pozo pasan por un río del que vive toda la comunidad. Los peces desaparecieron. Antes había derrames, entonces los animales se morían. Nosotros somos cazadores, recolectores. Nosotros no tenemos cultivos de café y otros productos agrícolas.
A pesar de que tenemos este territorio con título de propiedad, en 1987 la Texaco entró con una vía de 8 kilómetros para perforar un pozo. En ese tiempo yo era profesor. Y empezamos a pensar que ellos no podían entrar así no más porque nosotros teníamos un título de propiedad. No pueden entrar sin consultarnos. Sacamos a la compañía petrolera. No llegamos a ningún acuerdo. En 1998, se cerró el pozo Dureno 1. Pero en el 2013, ya en manos de Petroamazonas estos campos, porque estamos dentro del Bloque 57, la petrolera logró llegar a un acuerdo con la comunidad: la ciudad del milenio. Tal vez un poco engañándonos, se firmó un convenio de compensación social. Es algo de recompensa porque si no hubiera sido por Rafael Correa no habríamos tenido nada. Ningún gobierno ha dado algo.
Pero la compañía se metió. Nos dieron la ciudad del milenio, pero nos dijeron: 'tienen que facilitarnos para ingresar a trabajar dentro de su territorio'. Los dirigentes en ese tiempo aceptaron. El convenio sigue vigente por las becas que tenemos para ir a la Universidad. Pero el convenio ya se acabó en 2018.
¿Qué es lo que está pasando ahora? Petroamazonas está haciendo un estudio de impacto ambiental para ampliar el pozo Dureno, entrar a esta comunidad y construir tres plataformas. Y cada plataforma tiene 10 pozos. Son 30 pozos que se perforarían dentro de la comunidad. Incluye 12 kilómetros para carreteras. Hemos pedido a la Defensoría del Pueblo que haga una investigación. Primero, no hubo una consulta previa, simplemente han socializado el proyecto. Y ellos dicen que la comunidad ha aceptado. Pero nosotros decimos que no. Es necesario hacer una consulta previa porque nosotros somos indígenas, tenemos derechos colectivos.
Aquí en la comunidad estamos divididos. Hay un grupo que quiere que la compañía entre. Dicen que darán trabajo, que nos darán tantos miles de dólares. Para nosotros, si la compañía entra, acabará con nuestro territorio. Se acaba nuestra selva. Se acabaría nuestra cultura e historia. Para nosotros la selva es nuestra vida. ¿Qué queremos?, ¿plata o vida?
Hay algunas afectaciones. Primero el Estado no nos reconoció como pueblos indígenas. Dijo que estas eran tierras baldías. Sinangoe fue encerrada en la selva en 1972. Cuando reclamamos, ellos (el gobierno) nos dijeron que nos estaban protegiendo. Nos veían como una planta o un animalito que nos encerraban dentro de una reserva. Lo nuestro es distinto a Sinangoe. Nosotros sí logramos tener un título. Pero igual nos han invadido. No lo han respetado.
En 1967, los trabajadores de GSI (filial de Texaco) mataron a nuestro dirigente. Lo ahogaron en aguardiente. Es un crimen que nadie reclamó porque en ese tiempo no sabíamos nada de leyes. Pero la mayor afectación, es la reducción de nuestro territorio. En lo social, ¿qué ha hecho el Gobierno? Nada. En 56 años de explotación petrolera deberíamos tener ingenieros de petróleo. Pero aquí la mayoría son bachilleres. Es la selva la que nos he protegido.
La ciudad del milenio es un cambio drástico porque vivíamos en nuestras casas al lado del río. Nos levantábamos e íbamos a cazar. Ahora acá tenemos luz, hay que tener plata para pagar la luz. Hay agua potable, no hay plata para pagar el agua potable. El primer problema es pagar los servicios básicos que nos dan. De aquí a 20 o 30 años vamos a tener cofanes con otra mentalidad. Lo que no queremos es perder nuestra cultura, nuestra lengua. Pero la escuela intercultural está aportando mucho. Hay días que los niños van con su traje típico. El idioma es fundamental.
‘Las viviendas están muy cerca, es un choque para nuestra cultura’
Ramiro Ortiz, joven cofán
Había gente que quería y gente que no quería (la ciudad del milenio). El presidente Correa visitó la casa de los mayores, que vivían en casas hechas de hojas, como se vivía tradicionalmente, donde había muchas goteras. Entonces él dijo: ‘cuando sea presidente voy a construir unas casas bonitas’. Las casas no son feas. El diseño se hizo como los cofanes querían. Porque hemos visto las casas en Cuyabeno, Pañacocha, donde todo es cemento, todo es metal. Esa sí es una ciudad dentro de una selva. Quisimos que las casas sean de materiales mixtos: caña y cemento. El objetivo era conservar nuestros árboles.
Pero el problema que hasta ahora se discute es lo tan cerca que tenemos las viviendas. Nosotros siempre vivíamos alejados de nuestra familia. Eso es un choque muy fuerte para la cultura cofán. Ver a alguien que no sea parte de tu familia es incómodo. Hay mucha bulla para los mayores. La música. Estas construcciones no nos ha afectado, porque mantenemos la lengua, la gastronomía y nuestra tradiciones. No hay agua, pero se mantiene la costumbre de ir a buscar agua a los riachuelos. En la vida occidental todo lo quiere fácil, los cofanes somos personas que trabajamos duro para conservar.
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