Es PhD por la Universidad de Pittsburgh y tiene una maestría en estudios de la cultura en la Universidad Andina Simón Bolívar y una licenciatura en historia en la PUCE. Es profesor en Whittier College, California, Estados Unidos.
Foto: Documental Descubriendo a Dolores
Dolores Cacuango (1881-1971), la dirigente indígena más importante del Ecuador en el siglo pasado.
Lizardo Herrera
PhD por la Universidad de Pittsburgh y tiene una maestría en estudios de la cultura en la Universidad Andina Simón Bolívar y una licenciatura en historia en la PUCE. Es profesor en Whittier College, California, Estados Unidos.
Dolores Cacuango (1881-1971), sin duda, la dirigente indígena más importante del Ecuador en el siglo pasado, dio un impulso decisivo a la organización indígena y a la lucha por los derechos de estos pueblos en el país. Fue fundadora y la primera presidenta de la Federación Ecuatoriana de Indios (FEI). También es importante mencionar que a más de ser un referente en el feminismo ecuatoriano, Cacuango junto con Luisa Gómez de la Torre fundó las primeras escuelas de educación bilingüe en donde se enseñaba en kichwa a los jóvenes estudiantes. En este ensayo, mi intención no es presentar la historia de esta gran dirigente indígena, sino comparar dos videos recientes sobre ella. El primero, el documental, Dolores Cacuango (2004), dirigido por Andrés Sánchez Reinoso; el segundo, el video, Descubriendo a Dolores (2015), subido a la plataforma de Youtube por el usuario A Tus Espaldas Película (en referencia a la película ecuatoriana dirigida por Tito Jara en el 2010).
Dolores Cacuango está dirigido por Andrés Sánchez Reinoso.
Empecemos por Descubriendo a Dolores. En el aspecto técnico, se aprecia que la iluminación y los enfoques son de alta definición, se usa diferentes tipos de filtros para cambiar la temperatura de la imagen y los colores, hay una gran diversidad de ángulos, el manejo de la profundidad de campo es extremadamente trabajado, vemos movimientos de cámara relativamente complejos, la posproducción juega un rol primordial en la construcción de la narrativa, etc. Las imágenes son sumamente estilizadas y en ellas, más que la historia de Cacuango, sobresale la belleza de la fotografía de los paisajes de la ciudad de Quito y de Pesillo, Cayambe, tierra natal de Cacuango.
Descubriendo a Dolores fue subido a la plataforma Youtube por A tus espaldas Película, en referencia al filme dirigido por Tito Jara.
Al inicio y al final del video, Teresita Ulcuango, una indígena de Pesillo, camina por un inmenso páramo. Estas imágenes son similares a las del paisaje del Chimborazo y de Baltazar Ushca Tenesaca, el último hielero del Chimborazo, que aparecen en la campaña turística All You Need Is Ecuador. En lo visual, la profundidad del páramo, en este caso y a pesar de las intenciones de los realizadores, no refleja la grandeza de la historia de Dolores Cacuango; al contrario, la inmensidad de ese paisaje maravilloso roba el protagonismo tanto a Teresita como a la misma Cacuango. Lo mismo sucede con los planos de la ciudad de Quito. La elección de lugares emblemáticos como el centro histórico, la Plaza e Iglesia de San Francisco o la Plaza Grande y la belleza de sus imágenes en lugar de complementar o fortalecer la historia de la gran dirigente indígena ecuatoriana, la desplaza a un segundo plano.
Teresita Ulcuango, quien supuestamente desconoce la historia de Cacuango, regresa a Pesillo y, en compañía de su padre, Neptalí, va a visitar a Luis Catucuamba, el hijo de Cacuango. Este último nos sorprende con la siguiente frase: “No me robarán, señores”. Los realizadores del video, por supuesto, no van allí para robar sus pertenencias u objetos materiales; pero, desde el punto de vista formal, Catucuamba tiene razón. El derroche tecnológico y la alta estilización de las imágenes roba algo mucho más preciado: la historia de Dolores Cacuango. La sacan del contexto de sus luchas políticas para insertarla en una campaña publicitaria que no se corresponde con el ideario de esta dirigente.
La tesis del guión es que Cacuango ha sido olvidada por la historia ecuatoriana y, por ello, se propone recuperarla. La narración abre con las siguientes palabras: “El viento agita la aparente tranquilidad del páramo y a veces parece llevarse consigo las luchas que cruzan su camino. Aquellas historias que le permitieron desde su inmensidad cambiar las vidas de quienes ahora las ignoran”. Y cierra así: “El viento regresa con fuerza y trae consigo lo olvidado”. Imagino que estas frases aluden a las comparaciones que hacía Cacuango entre el pensamiento con los cerros y la fuerza del espíritu con la fuerza de los altos páramos.
Me gustaría detenerme un poco más en la frase: “No me robarán, señores”, la cual aunque parece un detalle menor y accidental, desde mi punto de vista, es bastante reveladora.
En ambas escenas, Teresita Ulcuango, una de las beneficiarias de la luchas de Cacuango en tanto ha tenido la oportunidad de estudiar y ahora vive en Quito, la capital del Ecuador, se va empequeñeciendo ante la inmensidad del páramo. Esto significa que, desde lo visual, el páramo en lugar de sacar a la luz el ideario político de Cacuango, se lo traga y lo desparece. Al asimilar sus luchas a la fuerza del viento la intención es fortalecer la imagen de la gran dirigente indígena; pero sucede lo contrario, lo indígena se sumerge en lo natural. Así se pierde de vista la historia de vida de Cacaungo en favor de un paisaje estilizado, cuya meta principal parecería ser mostrar la belleza natural del Ecuador. Dicho de otra manera, Descubriendo a Dolores recurre a estereotipos comunes como la asociación de lo indígena con la naturaleza o lo primitivo borrando, de esta manera, la relevancia histórica y capacidad política de una activista tan comprometida y de la talla de Dolores Cacuango.
Teresita Ulcuango, Neptalí Ulcuango y el historiador, Juan Paz y Miño, a más de dar sus testimonios, se convierten en actores. Su actuación, sin embargo, en lugar de sacar el mejor partido de sus prácticas cotidianas, los vuelve artificiosos y poco creíbles. Paz y Miño, por ejemplo, aparece en una biblioteca caminando y buscando una revista académica, pero su actuación es deficiente y se lo ve inseguro. Cuando toma asiento y habla de la historia de Cacuango, está más seguro; pero es demasiado tarde, su aparición artificiosa ha arruinado su discurso académico. Lo mismo sucede con Teresita cuando entra en su casa en Quito y, peor aún, cuando nos da a entender que no conoce la historia de Dolores Cacuango, quien fue la mentora y compañera de lucha de su padre. En la casa de Luis Catucuamba, Don Neptalí Ulcuango da un discurso sumamente emotivo ante la mirada indiferente de Catucuamba, hecho que le hace perder credibilidad a sus palabras y al video en general.
Me gustaría detenerme un poco más en la frase: “No me robarán, señores”, la cual aunque parece un detalle menor y accidental, desde mi punto de vista, es bastante reveladora. Esta frase interrumpe el derroche tecnológico y, sobre todo, la campaña publicitaria que además de promover el turismo con sus paisajes espectaculares, nos da a entender, por medio de la historia de Teresita, que el Ecuador contemporáneo –¿el de la Revolución Ciudadana?- ha superado las contradicciones sociales más graves de su historia. El relato del video parte del supuesto de que las generaciones actuales al igual que Teresita gozan de más derechos y un mayor bienestar; razón por la cual, ignoran la historia de Dolores Cacuango.
Esto significa que Conociendo a Dolores presenta la actualidad ecuatoriana como el telos político de las luchas de Cacuango. “No me robarán, señores”, por consiguiente, denuncia este telos cleptómano e interrumpe una falsa idea de bienestar o progreso –tan artificiosa como la actuación de los personajes mencionados- que simplonamente da por superados problemáticas tan complejas y que aún vigentes en el Ecuador. Para las comunidades indígenas, la memoria de Dolores Cacuango siempre ha estado presente; es más, Teresita la conoce muy bien y seguramente desde su infancia. Nada más errado que presentar las luchas de Cacuango como cosas del pasado o un tiempo remoto tal como lo hace Conociendo a Dolores. La frase de Catucuamba, por lo tanto, saca a relucir la artificialidad del video y evita que una enorme maquinaria publicitaria se robe la historia de su madre y, sobre todo, que se dé por superados conflictos que aún llenan de sentido sentido las demandas y las luchas de las organizaciones indígenas en el presente.
El documental, Dolores Cacuango de Andrés Sánchez Reinoso, a diferencia de Descubriendo a Dolores tiene menos recursos técnicos y es de menor presupuesto; pero su estética recurre a la inventiva y creatividad, hecho que lo vuelve más interesante. Quisiera enfocarme en tres características formales del documental: las fotografías o material audiovisual de la época de Dolores Cacuango; las dramatizaciones de ciertos eventos históricos; las entrevistas o testimonios de historiadores, líderes políticos o gente que conoció a Cacuango. Empecemos por decir que al contrario del video anterior, este material no pone su énfasis en la belleza natural o los atractivos turísticos del país, sino que reconstruye la historia de vida de esta mujer desde su cotidianidad y los lugares por donde transitó. Las imágenes del paisaje, de este modo, no se roban el protagonismo, sino que ayudan a poner en su contexto tanto la historia como las luchas de Cacuango.
El testimonio de la otra gran dirigente indígena, Tránsito Amaguaña, compañera de lucha de Cacuango, le da mucho más fuerza al relato al contarnos cómo era la niñez de las mujeres indígenas en la sierra ecuatoriana y sus dificultades.
Don Neptalí Ulcuango también aparece en este documental, pero no cae en emotividad exacerbada. Nos narra cómo bajo el liderazgo de Cacuango fue posible fundar las escuelas bilingües en el Ecuador y cómo ella impulsó la organización de las comunidades o pueblos indígenas ecuatorianos. Aquí, las palabras de Ulcuango no se transforman en gestos demagógicos, sino que son informativas y relevantes. De la misma manera, el testimonio de la otra gran dirigente indígena, Tránsito Amaguaña, compañera de lucha de Cacuango, le da mucho más fuerza al relato al contarnos cómo era la niñez de las mujeres indígenas en la sierra ecuatoriana y sus dificultades (las violaciones sexuales de que eran objeto por parte de los patrones) o la permanente colaboración del Partido Comunista con las comunidades indígenas.
Las dramatizaciones teatrales tampoco son artificiosas; por el contrario, suplen la carencia de material audiovisual de la época. No se trata de dramatizaciones de personajes contemporáneos que actúan su propia vida, sino reconstrucciones de eventos históricos que apoyan y dan más agilidad al relato histórico. La historiadora Raquel Rodas Morales aparece en su oficina y, desde su escritorio, nos cuenta con firmeza y aplomo la excepcionalidad del liderazgo de Cacuango y los obstáculos que tuvo que salvar.
Aunque los dos videos señalan que existe un olvido de Dolores Cacuango por parte de la historia oficial ecuatoriana, aquí también hay diferencias importantes. Descubriendo a Dolores afirma que se ha olvidado a Cacuango porque el nivel de vida en la actualidad es mejor que antes. El documental, Dolores Cacuango, en cambio, no tiene una visión teleológica del presente. Más bien, presenta una distinción importante entre la historia oficial y la memoria cotidiana. La historia oficial ha dejado en el silencio la memoria de Cacuango porque como dice Rodas Morales se trata de una mujer pobre, indígena y analfabeta. Pero, desde el punto de vista de las organizaciones indígenas, Cacuango no fue olvidada y es uno de sus máximos referentes. Esto quiere decir que el documental de Sánchez Reinoso no se roba la memoria de Dolores Cacuango para insertarla en un aparato publicitario, sino que la recupera desde las luchas por los derechos de las mujeres y los pueblos indígenas, luchas que tienen una historia de varios siglos y continúan vigentes en lo que hoy es el territorio de la República del Ecuador.
[RELA CIONA DAS]
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