
Periodista. Ha escrito para Revista Vanguardia, La Barra Espaciadora, Diario El Comercio y revista Plan V.

Esta nueva película nacional se aleja del realismo social y de los conflictos adolescentes, que han marcado las temáticas de producciones anteriores.
Que no vea, que cierre los ojos, le dice Segundo a Sara mientras usa las manos para oscurecer su visión. La niña de 10 años es testigo de un momento angustiante, doloroso, que involucra a uno de sus seres más queridos. Segundo trabaja en la hacienda de los padres de ella y la cuida, la protege, de todo aquello que pueda dañarle. Sara está ciega desde ese momento, no quiere, no puede ver.
Sara es el personaje principal de Sed, la ópera prima de Joe Houlberg. El quiteño estrenó su primer largometraje el pasado 1 de julio en Quito y Cuenca. Ello refresca lo que ha sido, hasta el momento, la cinematografía nacional; se aleja del realismo social y de los conflictos adolescentes. El cineasta apuesta por el ‘thriller’ psicológico, un género que ahonda en el suspenso, la tensión y la experiencia sensorial. La película nació de una cuestión personal, de la fascinación de Houlberg por la vida que sucede en las haciendas latinoamericanas, de ese miedo que producen esos sitios al caer la noche. Al mismo tiempo reflexiona sobre el poder y la jerarquía de esos sistemas, en donde el patrón se impone al ‘indio’, como una secuela postcolonial.
Ana Cristina Barragán, también cineasta, es la actriz que da vida al personaje central de una historia que juega y se retuerce con los deseos guardados, reprimidos; que se mira a través de la mirada del otro; que desenmascara las vicisitudes de lo desconocido. Para el director, usar la ceguera como un eje en el filme representa su necesidad personal de ver algo en él que no podía ver, algo así como una manifestación inconsciente. “Trabajé con los personajes en un espacio, un contexto diferente (la hacienda). Esos sitios que sacan a la luz cosas más guardadas y psicológicas: frustraciones, miedos. Se explora su psiquis y su vulnerabilidad”. Iván Alzate (Jota), Fernanda Barragán (Carolina) y Enzo Macchiavello (Pedro) son los otros tres pilares de una cinta que desentraña el lado oscuro y hace visibles los fantasmas propios de la condición humana.
Sed llega a carteleras en un momento complejo para la producción del cine nacional, así como para su consumo. La crisis se siente en el sector cultura, el desembolso de los Fondos de Fomento otorgados por el Consejo Nacional de Cinematografía se realizan a cuentagotas y, como se ha publicado en reportajes anteriores, la cinematografía local no es la favorita del público cuando de ir a una sala comercial se trata. Sin embargo, su director comenta que la recepción de la audiencia ha sido positiva. De hecho, se presentó en mayo de 2014 en el Marché du Film, de Cannes; y en abril de este año se estrenó en el Chicago Latin Film Festival, en donde se proyectó dos veces, ambas con taquilla agotada. “El público fue variado. Había latinos, norteamericanos, cinéfilos y no. Es una película difícil y fuerte, pero la gente se quedó, les afectó y se quedaron curiosos de conversar”, dice el director. En ese mes, Sed también se llevó una Mención de Honor en La Casa CineFest, festival de cine latinoamericano organizado por la Casa de la Cultura Ecuatoriana, en donde fue apreciada por gente de edades diversas que, en su mayoría, también conectó, se impresionó y emocionó con la historia.
El actor y guionista ecuatoriano Andrés Crespo fue uno de los asistentes a la función de preestreno del filme que dura 75 minutos. Para el guayaquileño, protagonista de Pescador, “Sed finalmente ataca al animal primigenio del humano ecuatoriano. Hace rato que no salía feliz de una película nacional. Creo que Joe tiene más bajo la manga y creo que con el tiempo será un cineasta primitivo y refinado que tanto necesita la patria y el planeta”. La película llegará a Guayaquil en agosto.
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