Foto: Gianna Benalcázar
Sebastián Donoso investigó en archivos de Ecuador, Perú y Europa sobre las aventuras de los piratas en Galápagos.
Sebastián Donoso Bustamante (Quito, 1976), abogado y escritor, publicó su segundo libro sobre piratas en el Ecuador colonial: Piratas en Galápagos.
Sebastián Donoso Bustamante es un abogado serio y atildado que, a pesar de contar con sólo 37 años, tiene ya algunos rizos canos. Su despacho, en un conocido bufete de Quito, está lleno de papeles y carpetas de trámites de propiedad intelectual, que es el área de su ejercicio jurídico.
Luce un traje gris y tirantes, que se adornan con una corbata roja. Al mirar de cerca la corbata, sin embargo, se tiene el primer indicio de una de las grandes pasiones de este letrado: el motivo que la decora es el de la clásica calavera con dos tibias cruzadas, el símbolo de los piratas.
A Donoso le gustan las historias de piratas. Por ello, en el 2006, publicó su primer libro sobre la incursión pirática que saqueó a Guayaquil en 1687. En ese libro, narró como una expedición de bucaneros remontó el golfo de Guayaquil y asaltó el Puerto Principal, llevándose las riquezas de los guayaquileños y, también, contagiándose con la peste que en esos días asolaba la ciudad.
Ahora, siguiendo con su línea de investigación, ha publicado su segunda obra: Piratas en Galápagos (1680-1720), en la cual cuenta cómo nuestra región insular fue, durante por lo menos 50 años, el remoto refugio de expediciones de piratas ingleses, franceses y holandeses, que tras atacar las costas de la Real Audiencia de Quito y el Virreinato del Perú, se refugiaron en las remotas Islas Encantadas, donde -hasta hoy- hay quienes creen que pudieran haber enterrado parte de lo robado.
Primera edición de "Piratas en Galápagos" a la venta en Librimundi, Mr. Books y Supermaxi.
Son varios los nombres de los bucaneros que menciona Donoso en su obra: desde los primeros ingleses que llegaron a las Galápagos, como Bartholomew Sharp y John Cox, quienes dieron sus nombres anglosajones a las islas; pasando por el francés Pierre Le Picard; el famoso holandés Franz Rools, y finalizando con el inglés John Clipperton.
Los piratas usaban nuestras islas como refugio y, en muchos casos, se cree que fueron los primeros seres humanos en recorrerlas íntegramente, pues los españoles casi no las visitaron y no había ni población ni guarnición fija en ellas.
-Galápagos era una de las últimas fronteras del Imperio español. En tu libro narras las correrías de los piratas del Pacífico que usaron Galápagos como refugio. ¿A qué se debía el abandono de Galápagos en aquellos tiempos?
El Imperio español era inmenso. Tenemos que pensar que en esa época el Imperio inglés apenas abarcaba las costas de Nueva Inglaterra, pues la Florida era española, todo el Golfo de México, el delta del Misissipi, el Imperio era enorme en términos nominales. Pero la conquista como tal no terminó nunca, y fue un proceso que se produjo durante todo el período colonial hispánico. Había muchas zonas nominalmente españolas, como la Amazonía o la Patagonia o la Araucanía en Chile, que no estaban bajo control efectivo de los españoles.
En el Caribe, a pesar de las pugnas entre ingleses, franceses, españoles y neerlandeses, existían islas donde no había guarniciones españolas. Ese era un problema que tenían los españoles: la falta de control sobre su propio territorio.
-¿Cuáles eran las diferencias entre los piratas del Caribe y los que llegaron a nuestras costas?
A diferencia del Caribe, en el Pacífico no había puertos amigos donde los piratas pudieran conseguir provisiones, comida o gastar el fruto de sus robos. En el Caribe sí tuvieron bases para ello, hasta cuando fueron perseguidos y ejecutados hacia la tercera década del siglo XVIII. Pero en la época del bucanerismo, a la que me refiero en el libro, no había bases en el Pacífico, sino islas abandonadas como Galápagos o la isla Juan Fernández en Chile, las islas Lobos, o las islas Marías. El problema de Galápagos es y siempre fue la falta de agua y alimentos. Por eso la isla que tanto los piratas cuanto sus perseguidores buscaban era la que los españoles llamaron Santa María de la Aguada, que hoy se llama Floreana, donde había la única fuente de agua dulce. A pesar de esa dificultad, estaban lo bastante cerca de las rutas de navegación como para realizar ataques y luego retirarse a un lugar seguro.
-Tú mencionas en el libro que no había una flota permanente en el Mar del Sur y los virreyes tenían que improvisar armadas para perseguir a los piratas. ¿A qué se debía esa pobre defensa?
Básicamente a que el Pacífico era un mar distante, su mejor defensa era su aislamiento. No es el caso del Caribe, donde los españoles tenían fortificaciones y guardacostas. Pero para entrar al Pacífico había que hacerlo por el Estrecho de Magallanes o cruzando por tierra Panamá o Nicaragua. En el Darién, en particular, los indígenas apoyaron el cruce por tierra de varios corsarios. Esto hizo que las llegadas de piratas fueran intermitentes. Por ello, las respuestas defensivas españolas se hacían en caliente, cuando los piratas ya atacaban. Además, en esa época, el Imperio español ya no era tan rico, estaba en decadencia y España empezaba a perder sus riquezas, por lo cual la defensa de América se redujo en beneficio de la seguridad de la metrópoli, en especial en esa época de luchas contra Francia.
Un capitán español, Peralta, les dijo que estaban "encantadas" porque aparecían y desaparecían en el mar. Y cuando llegaron, les sorprendió su aspecto volcánico, sus extraños reptiles, sus acantilados.
-¿Por eso Guayaquil no tiene ningún vestigio de fortalezas defensivas a diferencia de Cartagena?
Guayaquil siempre tuvo defensas incipientes. Su principal defensa era la gran selva de manglar que la rodeaba y los 80 kilómetros que la separan del mar abierto. Sortear eso era difícil y por ello los piratas no llegaron más veces. Los virreyes del Perú solicitaron que el gremio de comerciantes de Lima, llamado El Consulado, financiara la defensa de la zona, ya que la flota española era sólo de tres galeones, que navegaban desde Arica hasta Panamá, llevando una vez al año el tesoro de plata de Potosí hacia Portobelo. Por ello, frente a las costas de Quito los piratas atacaban barcos mercantes sin armas y se iban a Galápagos con botines y prisioneros.
-Nos cuentas en el libro que los piratas se alimentaban de las tortugas... ¿afectaron al ecosistema?
Era difícil llegar a Galápagos por las corrientes de Humbolt y El Niño en barcos a vela. Cuando los bucaneros las buscaron, los prisioneros españoles no sabían exactamente donde estaban o las habían visto sólo de lejos. Un capitán Peralta les dijo que estaban "encantadas" porque aparecían y desaparecían en el mar. Y cuando llegaron, les sorprendió su aspecto volcánico, sus extraños reptiles, sus acantilados. Los bucaneros tuvieron problemas graves para conseguir comida, por lo cual al llegar a Galápagos se comían las tortugas gigantes, tanto de tierra, cuanto marinas. También comían iguanas y hasta lobos marinos, a pesar de que su carne es muy desagradable. Pero dudo que sus visitas hayan sido un golpe al ecosistema de Galápagos. Muchas especies de Galápagos que los bucaneros reportaron haber visto se han extinguido en algunas islas, como Pinta, pero creo que se debió a que las tortugas terrestres pueden vivir varios meses sin comida y sin agua en las bodegas de los barcos, por lo que es posible que se hayan llevado muchas de ellas para tener carne fresca. Pero no fueron los piratas quienes descubrieron eso, sino visitantes posteriores, como los balleneros que en el siglo XIX llegaron a Galápagos quienes fueron realmente los que diezmaron las poblaciones de tortugas en islas como Española y Pinta.
-En la parte final del libro cuentas que en el imaginario de los habitantes de Galápagos han quedado historias sobre tesoros enterrados. ¿Crees que hay tesoros en algún lugar de las islas?
Pienso que los piratas tenían un aspecto romántico. Son similares al bandido social: unos Naún Briones del mar. Sus mitos les preceden. Por eso en mi libro cuento la historia que dió origen a ciertos mitos en las islas. Hay varias representaciones de los piratas, desde el John Long Silver de La Isla del Tesoro hasta el Jack Sparrow de Piratas del Caribe. La verdad es que los frutos de los robos se los gastaban en vida, en mujeres, en alcohol, en las islas del Caribe. Hay mitos de tesoros escondidos por capitanes como Barbanegra, y la explicación es que no podían ir a un banco a depositar sus fortunas, sino que supuestamente las enterraban para poder volver por ellas en algún momento. Una inconsistencia sería que un pirata hubiera enterrado algo en unas islas a las cuales no pensaba volver nunca. Pero en el 90% de los casos, los tesoros enterrados son un mito. Creo que en Galápagos los piratas dejaron un tesoro, no necesariamente un cofre de lingotes de plata, pero sí lo dejaron. Hasta hoy, sin embargo, hay gente que afirma que se ha encontrado oro, que colonos se hicieron millonarios en Galápagos sin que se sepa cómo, pero son sólo leyendas. Si hay algún tesoro, puede ser de los corsarios argentinos que atacaron Chile y Perú durante las guerras de la Independencia, pero no son más que rumores.
[RELA CIONA DAS]
NUBE DE ETIQUETAS
- Arriba Ecuador
- Caso Metástasis
- Galápagos Life Fund
- No todo fue una quimera
- serie libertad de expresión
- serie mesas de diálogo
- Serie María Belén Bernal
- 40 años de democracia
- serie temas urgentes post pandemia
- coronavirus
- corrupción
- justicia
- derechos humanos
- Rafael Correa
- Lenin Moreno
- Correísmo
- Dólar
- Ecuador