Fotos: Luis Argüello / PlanV
Rubén Darío Buitrón es escritor, periodista y poeta. También es consultor en comunicación política.
Rubén Darío Buitrón presenta "Oscuridad de las luciérnagas", su nuevo poemario, bajo el sello de El Ángel editor. El periodista y escritor, ha publicado diez libros de poesía, periodismo, cuentos y crónicas, ha ganado varios premios nacionales de periodismo y literatura. En 2014, su libro de crónicas "Batallas personales" fue escogido por el Diario El Comercio entre los mejores de ese año.
En la obra destacan poemas como éste:
La insignificancia
Después del naufragio supe que aún estaba vivo.
Desde entonces lloro si debo llorar,
amo con la sangre y hago poco ruido.
Camino despacio, soy más curioso,
me visto de niñez, he dejado el poder
y soy insignificante.
Ahora el hundimiento
solo es un recuerdo pedagógico,
soy más imprudente y menos cuidadoso.
Soy, en realidad, yo más que yo.
Y los años van haciéndome sabio.
Conversamos con Buitrón sobre su nueva obra poética.
¿Qué significó para usted este libro?
Creo que es fundamental para mí y para mi momento creativo, pues es el primer libro, a pesar de que he publicado dos antes, donde me siento cómodo, donde me siento yo. Este libro, puedo decirlo con todas la palabras, me representa, representa mis deseos, mis amores, mis angustias, mis obsesiones. Es un libro que es producto de tres años de trabajo, en las cuales escribí como 800 poesías, que finalmente quedaron publicadas 270.
"Es un libro que es producto de tres años de trabajo, en las cuales escribí como 800 poesías, que finalmente quedaron publicadas 270".
Oscuridad de las luciérnagas fue publicado por El Ángel Editor.
¿Quién fue su editor?
El Ángel editor, de Xavier Oquendo, con quien estoy muy agradecido. Les envíe el total de los poemas y fuimos decidiendo cuál publicar y cuál no. Fue un trabajo de seis meses, yo diría que es un poemario que recoge mis últimos cuatro años.
¿Qué es lo que dice tu nuevo libro a un lector?
Que es muy difícil encontrar otra persona que piense y sienta lo que yo siento. Eso es lo que le diría a un lector.
¿Dónde te sientes más cómodo, en el periodismo, en la consultoría o en la poesía? Ryszard Kapuściński decía que un buen periodista debe sobre todo leer poemas.
Yo diría que en los tres, hay quienes opinan que pueden ser excluyentes, pero no es así. Kapuściński dejó dos libros de poemas. En el periodismo hay un espacio que no puedes invadir, que es el de la sensibilidad y la subjetividad. Ahí entra la poesía. Hay cosas que con periodismo nunca voy a poder decir pero también pasa al revés.
¿Cómo miras la situación de la poesía y las editoriales en el Ecuador?
Pienso que en el mundo editorial es difícil seguir adelante sin políticas de Estado claras. Muchos poetas hacen sus propias ediciones, sin que el Estado trabaje con ellos. Quiero llamar a quienes administran el Estado a dejar la demagogia, a promover el libro. Una sociedad sin libros es una sociedad analfabeta, como decía Monsivais en México. Creo que hay que exigir una política de libros y de formación de escritores que sea auspiciada por el Estado. La sensibilidad solo te la da la poesía.
En el Ecuador todo el mundo se cree poeta, porque ha escrito algunos versos cojos. He visto que en la Casa Morada de Guayaquil Paulina Briones convoca a que se vote por lo mejor del año en literatura, y la categoría de poesía es la más concurrida. Creo que no hay mucho rigor en la poesía en el país.
¿Ecuador dejó de ser un país de poetas? ¿Qué pasó con el legado de Jorge Carrera, César Dávila, los Decapitados, los talleres, de los movimientos culturales de poetas? ¿Qué posibilidades tiene la poesía hoy en este mundo de las redes sociales?
Estoy de acuerdo en que vivimos una sociedad líquida. Las cosas no perduran, es difícil que algo resista, a menos que te vendas a cualquier postor. Me parece que ahora los poetas estamos aislados unos de otros, este es un país chiquito en donde algunos son sobredimensionados y otros invisibilizados. Mi maestro más querido, Miguel Donoso, recibió el premio Eugenio Espejo cuando ya estaba con Parkinson. Eso es parte de la no política del libro. Mi libro cuesta USD 20 gracias a un cálculo que me sugirió Mónica Varea. Hasta en nuestras librerías la poesía tiene un mínimo espacio, y hay pequeños premios en Quito, Guayaquil y Cuenca. No pido auspicios ni protección económica, pero el Estado debería saber qué hacer, al igual que instituciones privadas. La empresa privada tampoco parece tener entusiasmo por la poesía, y eso se evidencia en la falta de apoyo. El país debe ser el que más poetas produce per cápita y creo que hay buena poesía. El lector deberá valorar el libro. Hace pocos días una joven me pidió una entrevista y vi que su estado de Whatsapp era un poema mío. Ese es el tipo de cosas que pagan nuestros libros.
"Me parece que ahora los poetas estamos aislados unos de otros, este es un país chiquito en donde algunos son sobredimensionados y otros invisibilizados. Mi maestro más querido, Miguel Donoso, recibió el premio Eugenio Espejo cuando ya estaba con Parkinson. Eso es parte de la no política del libro".
¿Este libro fue lanzado en Rayuela, de Mónica Varea, uno de los pocos libreros que toman en serio el trabajo de la gente? ¿Hay un problema de monopolios editoriales?
Sí, es un problema este de los monopolios. En mis talleres siempre digo que los periodistas deben leer, pero para leer en el país hay que pagar libros de USD 20 que no todos tienen. No hay suficiente acceso a libros más baratos. Ni lo público ni lo privado aprecian la poesía. El Estado debe hacerles leer a los niños, poner la poesía en el pénsum. Por ausencias como esas hay periodistas ecuatorianos que piensan que Medardo Ángel Silva era colombiano. La poesía es un fuego que llevas adentro, que sino lo sacas explotas. Yo voy por la calle y le digo a mi grabadora mis versos. Yo no creo en la inspiración, creo en el trabajo, no en musas ni en hadas. Hay que vivir en la metáfora, como decía Hemingway, y que la inspiración, si es que viene, nos encuentre trabajando.
[RELA CIONA DAS]
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