
Historiador. Investigador social. Profesor principal e investigador de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Central del Ecuador.

Los resultados de las seccionales y del referendo dieron un golpe demoledor al frente político del gobierno del presidente Guillermo Lasso. Fotos: Luis Argüello / PlanV
Las campanas doblan por el gobierno neoliberal del banquero Guillermo Lasso, que acaba de sufrir una durísima derrota política: casi no ganó nada en las elecciones seccionales o, más bien, lo perdió casi todo; y la votación popular lo castigó en la consulta popular. La debacle electoral de CREO, el partido del Presidente, prácticamente le ha borrado del mapa electoral.
En la consulta popular Lasso sufrió una gravísima derrota. El antecedente más cercano fue la derrota del gobierno de Sixto Durán Ballén en la consulta popular de 1995, que buscaba la aprobación de sus reformas neoliberales. Sin embargo, la opción por el Sí en este 2023 ganó en tres de las cuatro circunscripciones electorales más grandes: Pichincha, Guayas y Azuay, donde a su vez triunfaron los candidatos correístas en las seccionales. Perdió, y de largo, en la provincia de Manabí, donde ganaron también los correístas. El No, en cambio, arrasó en las provincias pequeñas, especialmente donde tiene mayor presencia política el Movimiento Pachacutik.
Las preguntas de la consulta se centraron en seguridad, ambiente y en reformas políticas. El Gobierno buscaba obtener con la victoria del Sí un capital político del que carece, y ha fracasado de manera estruendosa. La victoria del No es un castigo a Guillermo Lasso, por su incapacidad para atender cuestiones de seguridad, por la ausencia de una agenda social, por la crisis del empleo, y por recientes denuncias de corrupción que involucran a personas muy cercanas al Presidente.
También hay responsos por los resultados obtenidos el Partido Social Cristiano, el más organizado y fuerte de la derecha. Desde la derrota de la candidatura presidencial de Jaime Nebot en el año 1996 los socialcristianos no habían tenido resultados electorales tan negativos. Lo más grave: la pérdida, luego de 31 años, de la alcaldía de Guayaquil. Han perdido también la Prefectura de la provincia del Guayas y han sido derrotados en las provincias de El Oro y Manabí, antiguos bastiones costeños. Conservaron las Prefecturas de las provincias de Esmeraldas y de Los Ríos y han conseguido victorias en 35 alcaldías.
También los aliados menores del Gobierno de Lasso como la Izquierda Democrática, otrora el gran partido de la llamada centro izquierda, ha sufrido una grave derrota. Donde ha ganado algo, como en la Alcaldía de Loja, ha sido con candidatos prestados.
También hay responsos por los resultados obtenidos el Partido Social Cristiano, el más organizado y fuerte de la derecha. Desde la derrota de la candidatura presidencial de Jaime Nebot en el año 1996 los socialcristianos no habían tenido resultados electorales tan negativos.
Pero las campanas también tocan a rebato por la importante victoria política del correísmo: ganó 62 alcaldías de 218, y 7 prefecturas provinciales de un total de 23. Debe destacarse que alcanzó imponerse en las ciudades y provincias más grandes del país: Alcaldía de Quito y Prefectura de la Provincia de Pichincha; Alcaldía de Guayaquil y Prefectura de la Provincia del Guayas; Prefectura de la provincia de Manabí, Prefectura del Azuay. El correísmo llevó adelante su campaña con el mensaje “antes estábamos mejor" que canalizó el descontento popular con el Gobierno.
La victoria del correísmo en Guayaquil se explica por varias razones: la existencia de un voto duro en su favor; el desgaste de la alcaldesa Cinthia Viteri y su débil liderazgo; el hastío con décadas de administración social cristiana; la división de los social cristianos con varios candidatos a la alcaldía y la prefectura que habían salido de sus filas; el gran descontento con las multas aplicadas por la Autoridad de Tránsito Municipal, ATM; el apoyo de los cristianos evangélicos; el voto de la hinchada del Barcelona, club de fútbol del cual el candidato correísta Aquiles Álvarez fue hasta hace poco vicepresidente, y la imagen que proyectó de ser el líder autoritario que puede tomar el relevo del socialcristiano Jaime Nebot.
Aquiles Álvarez, alcalde electo de Guayaquil, por la RC5, protagonizó un giro histórico en la hegemonía político del Puerto Principal. Foto: Facebook de Aquiles Álvarez
En Quito, el voto de clase es muy claro. Los candidatos de la derecha a la Alcaldía, Andrés Páez y Pedro Freile, tuvieron el apoyo de los distritos de clase media y alta. Freile incluso de sectores populares de las periferias; Pabel Muñoz, el ganador correísta, y el ex correísta Jorge Yunda, ganaron en las periferias populares del norte y del sur de la ciudad de Quito.
Pabel Muñoz, alcalde electo de Quito, y Paola Pabón, prefecta reelecta de Pichincha durante los festejos en la noche del domingo 5 de febrero, desde el balcón en la sede del partido. Foto: Luis Argüello / PlanV
Hay música de banda de pueblo por los buenos resultados electorales del Movimiento Pachacutik en la Sierra central y en la Amazonia, que tienen una importante población indígena. Han vencido en cinco prefecturas: Cotopaxi, Tungurahua y Bolívar en la Sierra, y Morona Santiago y Zamora Chinchipe en la Amazonía. Han tenido además un avance significativo en Quito y la Provincia de Pichincha con su candidato indígena Guillermo Churuchumbi. Es sensible la derrota sufrida en la provincia de Chimborazo, pero también debe destacarse la victoria de la indígena Diana Caiza en la alcaldía de Ambato, una importante ciudad de la Sierra Centro. Tungurahua y Ambato fueron durante muchos años bastiones de los socialcristianos y de otras fuerzas de la derecha. En total, Pachacutik ha vencido en 5 prefecturas provinciales y en 18 alcaldías y se afianza como la principal fuerza de la izquierda no correísta y como la tercera fuerza política del Ecuador.
debe destacarse la victoria de la indígena, Diana Caiza, en la alcaldía de Ambato, una importante ciudad de la Sierra Centro. Tungurahua y Ambato fueron durante muchos años bastiones de los socialcristianos y de otras fuerzas de la derecha.
En la izquierda, la Unidad Popular, de raíz estalinista, ha sido derrotada en la provincia de Esmeraldas a la que había gobernado por varios períodos, y ha obtenido pobres resultados en el resto del país.
La derecha no ha logrado constituir una fuerza política partidaria sólida en los últimos años. Por eso es tan significativa la derrota del Partido Socialcristiano en Guayaquil y en la región costera. Como explicaciones pueden ser consideradas dos: una disputa por el liderazgo entre personajes que no alcanzan mayor relieve y que dividen la votación derechista; y la pesada carga política que significa para la derecha su devoción a las políticas neoliberales. En el caso de los socialcristianos, le ha pasado la cuenta su apoyo político a Guillermo Lasso.
El correísmo se perfila como la primera opción electoral para las presidenciales del 2025. Pero deberá realizar una gestión en los gobiernos locales que no le implique desgastarse. Esto no es tan fácil pues no cuenta con los inmensos recursos económicos de la época de Rafael Correa. En la palestra aparece el adelanto de las elecciones, pedido ya por Rafael Correa, como una de las posibilidades en la situación política pos electoral.
Bajo la mesa, tanto socialcristianos como correístas buscarán aprovecharse de la mayor debilidad del Gobierno de Guillermo Lasso que queda profundamente debilitado, casi liquidado. Hay funcionarios que buscan abandonar el barco y otros que ya lo han abandonado.
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