
Consultor político, experto en comunicación electoral y de gobierno. Docente de la Universidad Andina Simón Bolívar

Aunque al volver a Quito matizó sus declaraciones, el anuncio de Lasso de que aspira a la reelección sorprendió. Foto: Jonathan Miranda/Presidencia de la República
Guillermo Lasso siente que por fin ya no surfea. Diecinueve meses después de tragar agua salada y estilarse en las turbulentas aguas de la política, siente que al fin flota.
Luego de la cerrar exitosamente la segunda fase de la campaña de vacunación iniciada por Lenin Moreno (la 3ª y la 4ta fase aún no terminan), Lasso se había dedicado a surfear en cada coyuntura, chapoteando casi asfixiado por los gazapos de su equipo en la administración pública, y por los vendavales de su estrategia política ilusamente amalgamada entre resabios de la vieja DP, empresarios de viejo y de nuevo cuño ávidos de apertura comercial, y jóvenes “libertarios”.
Víctima de sus propias circunstancias Lasso y su equipo reensamblado en varios frentes, parece que están captando la distancia existente entre la política real, y aquella supuestamente predestinada desde la burbuja de Samborondón, y el árido espacio en el que millones sobreviven con lo justo lejos, muy lejos del banco del barrio.
Sus declaraciones en Washington, realizadas el día 21 de este mes, 567 días después de haber asumido el cargo, en las que afirma su disposición de correr por la reelección presidencial el 2025, muestran el modo en que cruza sus números de cara al futuro inmediato, y perfilan el carácter propio de quienes son capaces de levantar fortunas en medio de las adversidades, y de alcanzar el éxito que muchos envidian, subestiman o tratan de emular.
El arte del engaño
El camino que ha llevado a Guillermo Lasso a plantearse la posibilidad de ser candidato a la reelección presidencial en el 2025 es interesante.
Desde que en las pasadas elecciones, logró darse a conocer en el target de los jóvenes electores que no tenían idea de quién o cómo era, y de que su perfomance en el debate presidencial lo posicionó de entre el patético paquete de la mayoría de aspirantes, como el único candidato con posibilidades de derrotar al correísmo, Guillermo Lasso ha asumido su victoria y ha conducido su administración con devota dependencia a los artilugios de la publicidad política.
Son algunos años ya en Ecuador, de acción política desplegada desde la comunicación publicitaria consistente en un show de técnicas que distraen al elector desprevenido, para acomodarlo en la anhelada butaca de la ilusión electoral donde es capturado por trucos que eluden mostrar responsabilidades, ocultando los rostros de quienes podrían ser los culpables de su miseria, tras las amigables máscaras de la falsedad propia del espectáculo.
Se compite y se gobierna desde la maniquea apropiación de la frase de Maquiavelo tomada como axioma: “la política es el arte de engañar”, robándole su sentido y secuestrándola de su contexto para adecuarla a las mezquindades de la mediocridad estratégica.
La estafa política disimula, disfraza o encubre las desagradables marcas de la realidad para empaquetar y vender, con técnicas de marketing, candidatos y ofertas de campaña.
Se compite y se gobierna desde la maniquea apropiación de la frase de Maquiavelo tomada como axioma: “la política es el arte de engañar”, robándole su sentido y secuestrándola de su contexto para adecuarla a las mezquindades de la mediocridad estratégica. Solo una mirada entrenada y una sólida memoria social pueden evitar que el elector sea “comido al cuento” por una eficiente campaña electoral o de gobierno basada en el engaño como arma de ocultamiento de verdaderas intenciones agazapadas tras bastidores.
Foto: Bolívar Parra / Presidencia de la República
La edad de la inocencia (*)
¿Cómo mira Guillermo Lasso sus posibilidades electorales para reelegirse en el 2025?
Si descartamos la pulsión mesiánica o un deseo genuino del actual mandatario de sacrificarse cuatro años por más de 17 millones de ecuatorianos, para legarnos un futuro justo, equitativo, de bienestar, sin desempleo ni pobreza, un país de paz, libre de inseguridad pública y cárteles mafiosos transnacionales, un Ecuador con instituciones públicas independientes y eficientes, con jóvenes formándose en colegios y universidades de excelencia, un país con visa Schengen para “más mundo en el Ecuador y más Ecuador en el mundo”, un aparato productivo adecuado a los tiempos modernos, una patria unida tras un mismo objetivo, fortalecida por su diversidad, en la que no existan el correísmo, ni los socialcristianos, ni Leonidas Iza…, entonces vale escudriñar dónde se asientan tales ilusiones de reelección presidencial.
Pasada la mayor tormenta (hasta ahora), viene la aparente calma. El retorno a la Edad de la Inocencia por el que atraviesan la mayoría de políticos electos, consiste en acunar la sensación de que por fin, luego de tantos sinsabores de la ingratitud mancomunada, se rindieron para ellos los egoístas candados de la incomprensión ciudadana y de la mala prensa, se allanaron los caminos para revalorizar su gestión, rescatar del sótano de los sondeos de opinión su imagen y su credibilidad; perciben -solo ellos- la limpieza del acostumbrado aire enrarecido que respiraban, a uno limpio del cual repletan sus ansias con refrescantes bocanadas de amor propio -ese indispensable baluarte de vanidad y ambición sin el cual los políticos serían seres imposibles-, y por todo ello, es justo y necesario abrazar la idea de reelegirse, como tantos otros lo han hecho.
Si ellos pudieron, ¿por qué yo no? se atreven a pensar muchos más personajes y personitas de los que el ciudadano común se imagina; y en todo nivel de representación pública donde haya un asesor o al que tenga acceso un lobista cercano al político, se preguntarán: ¿por qué él no?
Si ellos pudieron, ¿por qué yo no? se atreven a pensar muchos más personajes y personitas de los que el ciudadano común se imagina; y en todo nivel de representación pública donde haya un asesor o al que tenga acceso un lobista cercano al político, se preguntarán: ¿por qué él no?
Pero más que una pregunta es un tema de cálculo político, factores a favor y en contra que deben cuadrar a favor en la contabilidad de campaña para acometer de nuevo tan azarosa empresa. El gobierno de un país es una empresa política muy ambicionada, y el presidente Lasso es un banquero, así que de cálculo debe saber muy bien.
La idiotez de lo perfecto (*)
Factores que podrían influir a favor de la disposición que a primera vista parece descabellada o inoportuna, para muchos:
El CNE. El cuestionado organismo encargado de llevar a cabo con transparencia y en igualdad de condiciones todo proceso electoral o plebiscitario en nuestro país. Luego de un apagón escandaloso en el 2017, resultados impugnados en provincias y a nivel nacional en sucesivas elecciones y que opera bajo un Código de la democracia nefasto que auspicia en el Ecuador la proliferación de mercados de pulgas electorales en cada contienda electiva, y hace que la opacidad acompañe cada contienda. Puede ser un factor aprovechable por quienes manejan recursos y tienen capacidad de generar acuerdos incluso antes de una elección.
La campaña anticipada. Todo gobierno local, provincial, o nacional tiene una enorme capacidad de utilizar su infraestructura institucional para correr con ventaja iniciando anticipadamente campañas, disfrazadas en frenéticas entregas de obras y actos “culturales” masivos contaminados de embrutecedora cadencia reguetonera; pan y circo que otros competidores no pueden realizar y que el CNE jamás ha sido capaz de controlar.
El reparto. Todo gobierno puede contentar a sus feroces opositores mediante la estrategia del reparto; en el Ecuador, desde participaciones en la explotación petrolera, la minería, las cuotas de exportación e importación, la fijación de precios, pasando por las cuotas políticas en embajadas, la entrega de recursos en elecciones de medio período, cargos en el sector público, y terminando, vaya uno a saber con qué otras impensadas tajadas y muestras de agradecimiento.
Los recovecos de la historia…de los acuerdos comerciales “reservados”. Lasso cierra el año 2022 luego de rendirse y negociar en los campos político y económico con lobos y corderos; siente que flota políticamente, ha renunciado a luchar contra corriente y como Pinzón en carabela atesora ya en los ojos la levedad de la tierra prometida. Aguarda a que los acuerdos reservados con China y México (países en los que el correísmo siempre ha encontrado aliados) y su buen comportamiento con el FMI, le ayuden a reflotar la economía hasta el 2025. Recursos frescos para planchar la desesperanza.
Lasso ha aprovechado los últimos meses del año para visitas internacionales. Se reunió con su homólogo mexicano, Andrés Manuel López Obrador. Foto: Bolívar Parra-Presidencia Ecuador
Las preguntas por su obviedad son aptas para cazabobos que gozan las ilusiones de la narrativa publicitaria -que ya nos anticiparon- tratará de convertir al presidente–candidato en objeto de “inspiración” sacrificio y patriotismo.
El plebiscito. El presidente paralelamente, apuesta en el plano político a manipular los resultados de la consulta ciudadana, para disfrazar el posible triunfo en el plebiscito como un espaldarazo a él y a su gobierno, consciente de que los primeros resultados del de la consulta empezarán a verse a partir precisamente, cerca del año 2025, y aunque sabe que nada o poco cambiarán la situación del país.
Las preguntas por su obviedad son aptas para cazabobos que gozan las ilusiones de la narrativa publicitaria -que ya nos anticiparon- tratará de convertir al presidente–candidato en objeto de “inspiración” sacrificio y patriotismo; promover la “escucha y diálogo” que alumbrarán acuerdos, nos abrirán a la gobernabilidad, atraerán inversión extranjera, y multiplicarán el libre emprendimiento; así como “informar” transparentemente sobre la gestión de gobierno, aunque los intríngulis sobre el uso de dineros públicos en seguridad y acuerdos comerciales, sean reservados.
Aunque parezca difícil de creer, parecería que los astros empiezan a alinearse en la hoja de cálculos, donde hasta La idiotez de lo perfecto cabe, si los datos ingresados cuadran en una estrategia manejada con inteligencia y sin sobresaltos.
La narrativa del régimen con la consulta popular intentará convertir al presidente en una muestra de inspiración, sacrificio y patriotismo. Foto: Bolivar Parra-Presidencia Ecuador.
Orgullo y prejuicio (*)
Pero también hay factores que representan riesgos. El apretado triunfo electoral logrado en abril del 2021, más por rechazo a su oponente que por los propios méritos de su campaña, develaron el orgulloso talante del mandatario cocinado políticamente desde los intereses de la plutocracia guayaquileña y de ciertas élites económicas serranas y costeñas.
Sueño o pesadilla. Llegar a Carondelet para algunas miradas se percibió al poco tiempo y tras una cola de desencuentros, como un capricho de niño rico, antes que como una victoria de la perseverancia y una coyuntura favorable bien aprovechada por Lasso luego de dos intentos fallidos.
La arrogancia para tratar de imponer su agenda económica y política pese a no contar con mayoría en la Asamblea, ni una estructura implantada en territorio, empujaron a Guillermo Lasso, a abrirse frentes con actores de alto riesgo, frentes que pueden abrirse en cualquier momento.
El apretado triunfo electoral logrado en abril del 2021, más por rechazo a su oponente que por los propios méritos de su campaña, develaron el orgulloso talante del mandatario cocinado políticamente desde los intereses de la plutocracia guayaquileña y de ciertas élites económicas serranas y costeñas.
El error de minimizar a sus contradictores. La estigmatizante y excluyente narrativa volcada sobre ellos, llevaron a Lasso a romper lanzas casi con todos los actores de la política real e incluirlos en el top de los enemigos de la patria y el progreso que él pretendía encarnar en base a una errática campaña de comunicación, que nunca pudo ni podrá elevarlo al nivel del liderazgo indiscutible de su némesis: Rafael Correa. Ahora ha vuelto a satanizar a quienes cuestionan o se oponen a su consulta.
El orgullo y el prejuicio. Lo movieron a contradecir a los indígenas organizados en la CONAIE que venían de un victorioso -para ellos y sus simpatizantes- levantamiento nacional en octubre del 2019, y que tenían a tiro de piedra la continuación de la insurgencia social, tal como ocurrió en junio de 2022, cuando el régimen de Laso repitió con igual torpeza el mismo error político de Lenín Moreno: tocar el ombligo híper sensible del subsidio a los combustibles.
Las calles. El movimiento indígena y social que protagonizó ambos levantamientos está intacto, en espera de que el presidente reavive la misma hoguera apenas toque el tema, tal como voceros del régimen dijeron meses atrás que lo harán.
La dependencia del FMI, carga como contraparte, el desprecio a las razones de sectores empobrecidos y de clase media desempleada o subempleada para mantener viva su incertidumbre y su rechazo a la política que los ha traicionado una y otra vez, y a la rigurosidad de las condiciones impuestas por los créditos internacionales. Ningún país, ningún gobierno han salido incólumes de políticas económicas que no atienden problemas estructurales de pobreza, insalubridad, educación, desatención social, y que por el contrario, suelen enriquecer a tenedores de bonos y a ensanchar la brecha de la desigualdad económica.
Aún quedan tiempo y aguas por pasar. Casi 24 meses son más que suficientes para sorprendernos a todos desde una realidad social en constante ebullición y descontento, desde una naturaleza que no se sujeta a los reportes del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional, desde los vaivenes de la política internacional.
El anuncio de Guillermo Lasso sobre su intención de reelegirse, puede sonar a inocentada o a un nuevo gazapo, típico de su gobierno visto desde la altísima impopularidad que arrastra hasta hoy en día, pero debe mirarse con atención, pues no peca de apresuramiento ni es improvisado. ¿Quién sabe? y resulta en un fracaso definitivo, o quizá, haya llegado a oídos de Santa Claus y si gana la reelección sea el presidente que no ha podido ser.
(*) La edad de la inocencia, de la novela de Edith Wharton.
(*) La idiotez de lo perfecto, de los ensayos de Jesús Silva-Herzog.
(*) Orgullo y prejuicio, de la novela de Jane Austen.
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