Karma político: Verónica Abad, durante la campaña 2023, emitió polémicos comentarios sobre los derechos de las mujeres. Ahora sabe en carne propia lo que es la violencia política contra ellas. Archivo Cristina Vega. Reuters
Las declaraciones –y más bien, los silencios– de Verónica Abad, Vicepresidenta de la República, son el vértice donde confluyen inconfensables pretensiones tanto del oficialismo como del correísmo. Al final, todos los “ismos” se parecen más de lo que se aborrecen mutuamente.
La Segunda Mandataria mantiene una nutrida presencia en medios, en días en que el país discute sobre la obligación constitucional que tiene el Presidente de pedir licencia, si se presenta a las presidenciales de 2025, y encargar el poder a la Vicepresidenta (ver Mesa de Análisis, martes 4 de junio de 2024).
Pero ayer se cayó un árbol y todos llevaron leña a sus hogueras, cuando Lenin Artieda, entrevistador principal de Ecuavisa, le preguntó a Abab si, de asumir la Presidencia, otorgaría o no indulto al expresidente Rafael Correa, prófugo por el caso Sobornos.
Desde Israel, adonde el presidente Daniel Noboa la envió supuestamente por tareas diplomáticas, el silencio de Abad fue una golosina para bandos en apariencia antagónicos. No fue determinante, circunvaló varias veces la pregunta, no clavó un no perentorio: un no al indulto al expresidente sentenciado.
Abad se enredó en sus propias palabras y en un mismo ovillo retórico metió el caso de su hijo, procesado por supuesta oferta de tráfico de influencias, la trama de Jorge Glas y la posibilidad de revisión sobre cómo actuó la justicia en el caso Sobornos. “No se trata del expresidente, sino de que la justicia funcione”, dijo.
¿Mejor tarde que nunca?
Ya a la noche, la Vicepresidenta se dio cuenta de los galones de gasolina que había derramado en una coyuntura pirotécnica. Y trató de apagar los ardores en una entrevista con Infobae. “En mi proyecto político no está dar indulto a nadie, porque eso no propusimos”, dijo a la periodista ecuatoriana Yalilé Loaiza.
Entre tanto, todos los “ismos” ya habían cosechado lo que más pudieron. El correísmo, en modo exprés cuando detectan debates útiles a los intereses de su movimiento, mostró una manzana envenenada. Pidió que el Pleno legislativo discuta sobre los derechos políticos de Abad, en un escenario en que no pocas voces –y desde diversos espectros ideológicos– opinan que el Presidente hace “bullying” político a su compañera de fórmula.
Paola Cabezas, Jahiren Noriega, Jhahaira Urrestra, Patricia Núñez, Ana Herrera, Rosa Mayorga y Augusto Clavijo, asambleístas del expresidente Correa; Sofía Sánchez, de Gente Buena, y Rosa Baltazar, de Pachakutik, pidieron a inicios de semana que el Pleno exhorte a Daniel Noboa a respetar la Constitución y encargar la Presidencia a Abad, en caso de presentarse a la reelección.
Dichos legisladores pertenecen al Grupo Parlamentario por los Derechos de las Mujeres y quién pudiera dudar de las nobles intenciones de quienes dicen garantizar la participación política de las mujeres y el respeto irrestricto a la Carta Magna de Montecristi…
Como no hay puntada sin dedal, rápidamente los voceros de Carondelet y los “influencers” afines al Gobierno vieron una oportunidad maravillosa para olvidarse de la Constitución y echaron a correr la idea de que la carta tapada de Abad para hacerse de la Presidencia era un pacto velado con el correísmo. De hecho, la propia Vicepresidenta empujó ese carro con sus silencios y ambigüedades.
Y sí: hay mucha audacia en el oficialismo al satanizar, hoy, supuestos nuevos pactos con los legisladores del expresidente prófugo. Esos pactos eran bueno y “cool” solamente al inicio del periodo de Noboa, para aprobar un par de leyes que daban algo de oxígeno político y fiscal al joven mandatario. Pero no lo queda más que tragar esas espadas, porque ser presidente y candidato bien merecen la pena.
Un elefante en la vitrina
El correísmo, hábil en meter elefantes en cabinas telefónicas, escenificó en pleno junio una procesión de Viernes Santo, lleno de golpes de pecho: que no, que la Revolución Ciudadana nunca ha pedido el indulto a Correa; que no, que si Abad se ha transformado súbitamente en correísta varias asambleístas se desafilian…
Oficialistas y correístas ahoran cuentan cuántas barajas ganaron y por lo pronto las sumas no cuadran. El país estaría a puertas de otra torcedura de la Constitución en época electoral y mientras las miradas se clavan en la Procuraduría –pues es el ente al cual Carondelet ha consultado sobre si Noboa debe o no pedir licencia–, los centros infantiles, las escuelas y los murales del país se pintan de violeta, a vista y paciencia del Consejo Nacional Electoral.
Quienes ven a Verónica Abad como una potencial presidenciable para 2025 aún deberán esperar sentados. Pese a que el propio oficialismo la ha ofendido, victimizado y erigido como contradictora política, la ambigüedad no es carne ni nervio de un outsider.
[RELA CIONA DAS]
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