El mantenimiento de las zonas cercanas al Río Machángara fue uno de los temas que el Municipio dejó descuidado en la pandemia. Los vecinos han optado por medidas urgentes. Fotos: Luis Argüello. PlanV
Las aguas residuales de Quito van a parar sin ningún filtro a los ríos que atraviesan el Distrito. El sistema de alcantarillado cuenta con colectores, que deberían enviar las aguas a un sistema de saneamiento. Pero, actualmente, los colectores solo sirven como un canal de conducción. Solo llevan las aguas contaminadas directamente a los ríos y quebradas de la ciudad. Un sistema adecuado llevaría las aguas de los colectores a una planta de saneamiento, como por ejemplo la que tiene Cuenca, pero en Quito no es una prioridad. Las consecuencias de estas prácticas se ven en varios sectores del norte y sur de la capital e, inclusive, afectan a las provincias del lado occidental de la Cordillera, como Esmeraldas, pues los ríos de Quito son afluentes de los ríos que desembocan en el mar en esa provincia.
Las aguas residuales son solo una parte del problema que afecta a los ríos de la capital. Con el paso del tiempo, el desarrollo urbano y la pavimentación fueron impermeabilizando el suelo y con eso el agua de lluvia no ha podido permear de forma uniforme en la superficie. Los espacios naturales han quedado relegados y son pocos para todo el flujo de agua que recibe Quito. Esto aumenta el caudal de los ríos y produce un ciclo erosivo que ha puesto en alarma a quienes viven en un tramo descubierto del río Machángara, al sur de Quito.
En Valle del Sur hay casas al borde de la quebrada. Los vecinos han puesto láminas para evitar que la lluvia se siga llevando la ladera.
Desechos sólidos, laderas inestables, descargas informales, infraestructuras públicas sin mantenimiento por años, árboles a punto de colapsar y asentamientos informales en las quebradas son los problemas que han llevado al Municipio a declarar en emergencia 15 zonas de las orillas del río Machángara.
Desechos sólidos, laderas inestables, descargas informales, infraestructuras públicas sin mantenimiento por años, árboles a punto de colapsar y asentamientos informales en las quebradas son los problemas que han llevado al Municipio a declarar en emergencia 15 zonas del Río Machángara.
Una de las zonas está en el sector de Caupicho, al extremo sur de la capital. Hay gente que vive en riesgo de derrumbes desde hace años, mientras otras mediaguas ya se las ha llevado el río. En 2021, se hicieron enrocados provisionales y trabajos de limpieza, para proteger las construcciones precarias del sector, pero han sido trabajos superficiales. De octubre del 2020 a octubre de 2021 no se hicieron intervenciones integrales, y en palabras de la secretaria de Seguridad, Daniela Valarezo, “no hubo mayores gestiones en este tema”.
El tema fue tratado en una sesión municipal. El concejal Juan Manuel Carrión se pronunció: dijo que en Quito hay una cultura en torno a los botaderos que se debe cambiar, no solo con exhortos sino con sanciones. Se manifestó en contra de la medida que tiene el Municipio de cortar el arbolado y agregó que se debe dar una restitución inmediata de árboles cortados. Además, menciono que el arbolado mismo genera redes que sostienen los taludes y que la tala de árboles debería ser una medida excepcional.
El concejal Carrión habló sobre el proyecto Vindobona, que busca descontaminar los ríos de la capital. Mediante plantas donde se procese las aguas servidas el proyecto devolvería las aguas descontaminadas a los ríos en Quito. Pero el proyecto incluye la construcción de hidroeléctricas y el monto para su desarrollo asciende a los USD 1200 millones. Se necesitaría de una alianza público-privada que no ha dado señales de suceder.
Al límite
Un recorrido por los barrios aledaños a esta zona del río Machángara evidencia la extrema situación que viven los vecinos. En lo alto de las quebradas hay casas de varios pisos que están al borde de caerse. Otras que fueron construidas cerca al nivel río tienen “muros” hechos de llantas. Hay casas de las que solo queda un rastro de ladrillos, pues se las ha llevado el río. El Machángara se nota contaminado, hay un olor desagradable y se ve basura por todos lados.
El río Machángara tiene un comportamiento peligroso en épocas de lluvia. El Municipio hizo un estudio en el que calculó que hay al menos 18 mil predios aledaños al río con algún riesgo.
En Valle del Sur, uno de los barrios afectados, Fernando Páez teme por su casa. Dijo que han venido autoridades municipales a ofrecerles una reubicación. Pero para ellos no es tan fácil. El Municipio exige ciertas condiciones que no todos los vecinos pueden cumplir. Deben tener sus pagos al día, sus terrenos y construcciones deben ser legales, y sus casas no pueden sobrepasar el valor de USD 40 mil. Fernando no se irá, y advierte que los barrios pueden entrar en resistencia.
El abandono en las inmediaciones del río es tal que algunos vecinos han actuado por su cuenta. En varias casas ubicadas en lo alto de las quebradas han colocado largas láminas de plástico para evitar que las lluvias sigan permeando la montaña. Los rastros del bravo caudal se pueden ver en las laderas, que tienden a erosionarse.
En varias casas ubicadas en lo alto de las quebradas han colocado largas láminas de plástico para evitar que las lluvias sigan permeando la montaña. Los rastros del bravo caudal se pueden ver en las laderas, que tienden a erosionarse.
Silvana Lara, directora de Riesgos de la Secretaría de Seguridad, confirmó que hablaron con representantes del barrio Valle del Sur. “Ellos quedaron de que iban a conversar con su población y nos iban a comunicar una fecha para empezar el trabajo de difusión” dijo Lara. El Municipio está esperando la confirmación, pero saben que la reubicación es un proceso voluntario. Las nuevas viviendas han sido coordinadas con la Empresa Metropolitana de Hábitat y Vivienda. Hay urbanizaciones de interés social listas para la entrega, con departamentos desde los USD 20 mil en Victoria del Sur, Bicentenario, La Mena, Pueblo Blanco, entre otros.
Una vez que la persona cumpla con los requisitos, el Gobierno central y el Municipio otorgan bonos, que sumados al proceso de expropiación funcionan como parte de pago. La Dirección de Riesgos confirmó que las viviendas están terminadas y que de existir una diferencia se llegará a acuerdos de pago. Mientras tanto, en los predios próximos aledaños al río se sigue observando grandes cantidades de desechos. Lara declaró que “no debe ser un Estado paternalista en el que solo pedimos y pedimos, sino también uno en el que damos. Es un Estado de derechos y obligaciones”.
Un oleoducto cruza un tramo del río que se declaró en emergencia. En este tramo podría existir un derrame petrolero.
Los hogares y las empresas desechan su basura directamente en las quebradas de Quito.
Quito sigue sin sistema de saneamiento
La situación de Caupicho y Valle del Sur no es un problema aislado. La política de planificación de la ciudad y el uso de suelo han influido en la situación actual del río Machángara. “Quito no tiene sistema de tratamiento de aguas residuales, apenas tenemos una planta en Quitumbe que abastece a 100 mil personas” afirmó Ricardo Buitrón, vocero de Acción Ecológica. Buitrón se preocupa de que todos los desechos y aguas residuales van a parar sin ningún filtro a los cuatro principales ríos que atraviesan el distrito.
Según el vocero de Acción Ecológica, la Empresa Metropolitana de Agua es la que da los permisos para las descargas y construye la infraestructura necesaria para que los desechos vayan a los ríos. “Los ríos están convertidos en cloacas, estas aguas causan problemas en Esmeraldas, en Manduriacu o en el noroccidente producto de lo que sucede en Quito” afirmó Buitrón. Según el activista, el fenómeno en Caupicho se puede ver en todas las quebradas del Distrito.
Al norte también hay problemas
El ciclo natural del agua hace que la lluvia permee en las laderas y montañas. El desarrollo de urbes impermeabiliza el suelo, impide que la lluvia permee en las superficies y aumenta el flujo de agua que va a los ríos. Esas fuentes de agua, sumadas a las aguas residuales contribuyen a un fenómeno conocido como escorrentía. El término viene de las palabras escurrir y corriente, y se produce en los ríos cuyos cauces naturales son rebasados por el flujo de agua. A su vez la escorrentía abre socavones en las quebradas. Con el paso del tiempo, en Quito se observan las consecuencias; socavones, derrumbes, casas a la deriva, inmensos árboles caídos e infraestructuras colapsadas.
El caso del río Machángara no es el único que registra este tipo de problemas en Quito. En el río Monjas un socavón de 40 metros crece cada año. En el sector de El Condado, quebrada de Carretas, al norte capitalino hay un pasaje cercano que permanece cerrado por las grietas y riesgo de derrumbe. Nelson Guachimin vive a lado de este barranco. Los vecinos en el área recuerdan cuando la quebrada era pequeña, la conocían como la quebrada “El Colegio”. El paso estrecho los dividía de la Casa de la Marquesa de Solanda, una casa patrimonial que está en riesgo de derrumbe. Antes cruzaban por la pequeña quebrada a coger frutas de la Casa de la Marquesa.
Según el activista ecológico Ricardo Buitrón en esta quebrada había preñadillas, peces nativos de los Andes ecuatorianos. Ahora la situación ha cambiado. La gente comenta que en las noches las aguas que vienen de los colectores son de colores. Los vecinos sospechan que las empresas hacen descargos durante las noches ya que están obligadas por ley a tener sistemas de pretratamientos de aguas residuales.
El concejal Carrión ve con preocupación desde hace décadas la situación del Machángara, “es el río emblemático de la ciudad, el más grande” dijo. “A inicios del siglo XX había registro de aves propias de aguas puras, en los 60 habían desaparecido. No tenemos consciencia del valor como tesoro natural que tienen estos espacios. Hay que ir aguas arriba, desde El Atacazo se ven las irregularidades” agregó Carrión. Para el concejal el punto clave es conseguir el financiamiento y actualizar los estudios. “Confío que Guarderas pueda dejar esto como legado para Quito”.
Carrión ha constatado que en todo tipo de barrios hay desechos en las quebradas, independientemente de su clase socioeconómica. Para el concejal los colectores solo hacen sentido si llevan las aguas a una laguna de tratamiento. “El gran caudal es básicamente por las aguas residuales de la ciudad. Es de ripley, Quito para abastecerse de agua trae de los ríos de la Cordillera Oriental, de las provincias amazónicas. Estamos trayendo esa agua y descargándola contaminada hacia el Océano Pacífico” concluyó.
Las acciones del Municipio
Tras el cese a las actividades por la pandemia, el Municipio confirmó que se harán obras de protección a interceptores en las 15 zonas afectadas. El Municipio coordinó la ejecución de las obras reparativas a través de la EPMMOP, la EPMAPS y EMSEGURIDAD. Ésta última aportará con recursos para hacer un estudio del tramo para que las obras de protección no se alteren mutuamente. Así lo confirmó la directora de Riesgos de la Secretaría de Seguridad, Silvana Lara: “suele suceder que hacen una obra en una parte del cauce que afecta al otro lado” dijo. Bajo el aporte técnico de los profesionales de la EPMAPS se hará un estudio hidráulico del sector para que las obras no causen efectos erosivos.
Pero los estudios tomarán seis meses y el inicio de estas obras están planificadas para el segundo trimestre del 2022. En Caupicho, la EPMAPS hará el diseño de las obras de protección del interceptor y la construcción del mismo. La EPMMOP estabilizará una calle y el reforzamiento estructural de un puente. El presupuesto para estas obras es de USD 600 mil. Ese presupuesto es solo para la zona de Caupicho, una de las 15 zonas afectadas. El monto para las 15 zonas ascendía a los USD 2 millones, pero con los efectos erosivos recientes la cifra podría ser mayor, según confirmó Lara de la Dirección de Riesgos.
Mientras tanto, se están haciendo obras de mantenimiento, se limpió de escombros una de las zonas mediante EMASEO, se harán enrocados estructurales para proteger puentes y colectores, están en proceso mallados que han sido solicitados por la población y se crearán áreas verdes que serán coordinadas en mingas con las comunidades.
“El gran caudal es básicamente por las aguas residuales de la ciudad. Es de ripley, Quito para abastecerse de agua trae de los ríos de la cordillera oriental, de las provincias amazónicas. Estamos trayendo esa agua y descargándola contaminada hacia el océano pacífico” JUAN MANUEL CARRIÓN, CONCEJAL.
A pesar de los problemas de desechos y aguas residuales, Silvana Lara aseguró que los problemas erosivos en las quebradas se dan por el agua fluvial, que es recolectada por el crecimiento urbano y la impermeabilización del suelo citadino. Finalmente, todo se convierte en un ciclo en el que las aguas de lluvia que no permean donde deberían, terminan acrecentando el caudal del río y acelerando la erosión.
Paralelamente hay una obra de control de erosión de agua fluvial que la Dirección de Riesgos propuso al alcalde Guarderas, quien deberá llevarlo al Concejo. Vindobona sería un proyecto solo para aguas residuales. Lara asegura que las aguas fluviales son el 97% de lo que entra a un cauce. El cronograma se está desarrollando en acciones generales que están planificadas hasta el 2025.
La Dirección de Riesgos confirmó que dentro de las 15 zonas afectadas hay 7 viviendas con problemas por la erosión y 60 familias en zona de riesgo. Silvana Lara indicó que de acuerdo a un modelo que elaboraron hay alrededor de 18 mil predios dentro de la zona de protección de la zona declarada en emergencia.
[RELA CIONA DAS]
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