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27 de Febrero del 2023
Historias
Lectura: 12 minutos
27 de Febrero del 2023
Redacción Plan V
Mulas y caminos pavimentados en la selva sirven para trasladar la droga colombiana a Ecuador
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En la frontera entre Ecuador y Colombia se produce el 47% de la cocaína que el país vecino exporta hacia los distintos mercados mundiales. En la foto, un laboratorio hallado en el sector La Banquilla, en Sucumbíos, el pasado 18 de febrero de 2023. Foto: FFAA

 

En Nariño y Putumayo, departamentos de Colombia fronterizos con Ecuador, se producen 670 toneladas de droga. Es decir, casi la mitad de la droga colombiana sale desde estos dos departamentos hacia los mercados ilegales de la región, entre ellos Ecuador. Un agente antinarcóticos del país vecino cuenta cómo funciona esta economía ilegal en la frontera común.


La Policía Antinarcóticos de Colombia no se atreve a dar una cifra sobre cuánta droga pasa del país vecino hacia Ecuador. Pero sí comenta las estrategias más usuales que usan los grupos narcotraficantes para enviar los cargamentos ilícitos hacia sus socios ecuatorianos en la frontera norte y de ahí hacia el centro y los puertos del país.

Uno de ellas es el uso de mulas y caballos. Los narcotraficantes los entrenan para transitar solas entre Ecuador y Colombia. Les ponen dos cargas de 40 kilos a cada lado, es decir pueden llevar hasta 80 kilos en un solo viaje. Los animales transitan por la porosa frontera entre los dos países hasta fincas donde les esperan los cómplices del delito, según contó un agente de la Dirección de Antinarcóticos de Colombia, bajo la condición de anonimato, en una entrevista con Plan V. 

El pasado 23 de septiembre, se registró esta modalidad, en el sector de María Magdalena, en Tulcán. La Policía incautó 400 kilos de esta droga que habían sido transportados en caballos durante la noche. Los animales cruzaron el río fronterizo sin jinete. Los uniformados, que había seguido a los caballos, intervinieron cuando estos tomaron contacto con dos personas, que fueron detenidas.

Caballos y mulas son usados para el transporte de droga desde Colombia a Ecuador. Los envían sin jinete por los pasos fronterizos. Foto: Policía de Ecuador

También existen caminos de herradura, de un metro de ancho, que han sido pavimentados artesanalmente, en medio de la selva, sobre todo en zonas donde hay árboles de hasta 50 metros de alto. Esto para evitar que esos pasos sean detectados en sobrevuelos. Por allí transitan motos con costales llenos de cocaína. Pueden cargan entre 80 y 90 kilos. O trasladan insumos químicos -que compran en Ecuador- para llevarlos a los laboratorios. Estos motociclistas van a 50 o 60 km por hora en la selva, que es una velocidad muy alta.

Estas rutas, que son terrestres, se combinan a su ver con las fluviales. Los ríos también son una fortaleza para el tráfico de drogas, como el Putumayo, que permite movilizar grandes cargamentos de droga hacia Ecuador.

La droga y los grupos armados inundan la frontera

Los cultivos ilícitos que existen en los departamentos de Nariño y Putumayo, fronterizos con Ecuador, alcanzan las 84.700 hectáreas. Eso significa el 41% del área sembrada en Colombia, que es de 204.000 hectáreas. Es decir, casi la mitad de la droga que se produce en todo el país vecino está en esa zona. Por lo tanto, la oferta es muy alta en esta zona de frontera, dijo el agente antinarcóticos.

Se estima que la producción de cocaína en Colombia es de 1.400 toneladas promedio anuales. De ellas, 670 toneladas (47%) se concentran en esos dos departamentos. En 2022, Ecuador incautó 204 toneladas solo en ese año.

El agente colombiano, que ha hecho investigaciones durante cuatro años en esta frontera, dice que ese territorio es bastante extenso para hacer un control exhaustivo, además de que los habitantes conocen el terreno y las rutas, que son tradicionales en esas zonas para su diario vivir.

En esta frontera operan siete grupos criminales. Por un lado, están el Frente Carolina Ramírez y la Columna Móvil Urías Rondón, que pertenecen a una misma organización cuyo fundador fue alias Iván Mordisco, un disidente de las FARC, que no se acogió al acuerdo de paz. Por otro, están la Estructura 48, el Bloque Occidental Alfonso Cano, el Frente Óliver Sinisterra, el Frente Iván Ríos y el Frente Ariel Aldana. Estos cinco grupos hacen parte de la Segunda Marquetalia, una disidencia de las FARC liderada por alias Iván Márquez, y que están en confrontación con el frente Carolina Ramírez y la columna móvil Urías Rondón. Plan V contó a detalle sus operaciones en un reportaje anterior.

A estas disidencias, según el oficial colombiano, se suma la compañía José Luis Cabrales Ruales, del Ejército de Liberación Nacional (ELN), que tienen presencia en Nariño desde hace más de dos décadas. Esta facción ha sido acusada de plantar minas antipersonales en poblaciones próximas a la frontera con la provincia del Carchi. Además, el investigador confirmó la presencia de emisarios de carteles mexicanos en esa zona, que actúan como compradores y financistas, y que garantizan los envíos a sus pares extranjeros. Pero descartó la presencia de estructuras armadas de esos carteles en la frontera colombo-ecuatoriana.

También es difícil para la Policía colombiana, según la fuente, determinar qué grupo es el más poderoso económicamente en esa zona. Porque si hay incautaciones contra un grupo, no quiere decir que sean los que más trafican, sino únicamente que son los menos efectivos. “Es un mundo subterráneo... No sabemos a ciencia cierta las estructuras que están allí, las que más droga mueven, a qué precio lo mueven o por qué son indetectables”. Si fueran visibles, las autoridades ecuatorianas y colombianas habrían tomado acciones, asegura.

El oficial afirmó que no se puede asignar un rol específico a cada uno de estos grupos porque algunos están dedicados a la producción de coca y a los laboratorios; mientras que otras han avanzado al tráfico internacional a menor o mayor escala.  “Es muy difícil decir Iván Ríos está exclusivamente para la producción de drogas, no es así. O decir que Óliver Sinisterra se dedica exclusivamente al control de las rutas. No es así. Son estructuras que migran de una cosa a la otra”, explicó. Además, estas disidencias están relacionadas con la minería ilegal y al tráfico de migrantes.

Pero la droga que pasa a Ecuador no solo tiene como origen los departamentos de Nariño o del Putumayo. Según el agente colombiano, han conocido del traslado de marihuana producida en el Cauca pasa por Nariño hasta Ecuador y ahí sigue su curso hasta Chile. Si hay controles de autoridades en una zona y los grupos criminales necesitan mover los cargamentos, por ejemplo, desde el oriente colombiano a Ecuador, lo van a hacer, según la fuente. “Siempre van a encontrar la forma para evadir el control”.

O el alcaloide sale directamente desde el puerto de Buenaventura, del Valle del Cauca, directamente hacia las islas Galápagos, desde donde las lanchas toman rumbo hacia Centroamérica. En otras palabras, los negocios ilegales pueden no tocar el territorio continental ecuatoriano.

La violencia se irriga a Ecuador

El agente colombiano cree que las masacres que hubo en las cárceles ecuatorianas entre 2021 y 2022, o el aumento de las muertes violentas en Guayaquil tuvieron que ver con la dinámica de las economías ilícitas de la frontera y de los grupos criminales del país vecino. Aunque dijo no tener una información certera, dice que este pudo ser uno de los factores que disparó la violencia. “Se pudo evidenciar una tensión de esas fuerzas en un mercado violento”.

El agente afirma que no solo los puertos son atractivos para estas organizaciones criminales sino también el dólar, que facilita la inversión y simula capitales ilegales dentro de legales. Pero reconoce que existe limitaciones para este tipo de investigaciones. Por ejemplo, los miembros de estas organizaciones se comunican por datos para enviar o reclamar dineros en Ecuador o Colombia. Al usar este tipo de mensajería, que por lo general está cifrada, dificulta la labor de las autoridades.

En el caso de la frontera, dice que existe lo que llama como ‘paz mafiosa’, es decir que los actores delictivos prefieren “una aparente calma” para no entorpecer sus negocios ilegales. “Para ellos no es conveniente disparar delitos contra la vida, extorsión o desplazamiento para evitar intervenciones de las autoridades. No son máquinas de hacer la guerra sino de hacer dinero”, dice. 

Sin embargo, del lado ecuatoriano, sí se han dado estos episodios. Por ejemplo, a inicios de 2022 hubo una ola de asesinatos en Lago Agrio, en Sucumbíos, que conmocionaron a esta población fronteriza. Esto se produce, según el agente, a una reacomodación de fuerzas ilegales armadas. En Colombia, manifiesta, últimamente no se han registrado masacres o desplazamientos, pero sí extorsión. Siempre que estas dinámicas violentas aumentan, quiere decir -según el agente- que otras estructuras de menor calibre que usan el nombre de los grupos principales para obtener más recursos de sus víctimas.

La frontera moviliza a las fuerzas militares

El pasado 18 de febrero, las Fuerzas Armadas ecuatorianas con efectivos de inteligencia militar y en coordinación con la Policía, destruyeron un cristalizadero de refinamiento de pasta base de cocaína, en el sector La Banquilla, en la vía la Bonita, en la provincia de Sucumbíos.

El laboratorio podía albergar hasta 30 personas. El día del operativo solo detuvieron a una de ellas. Fotos: FFAA

En el operativo se aprehendió a un ciudadano y se decomisó 4.000 galones de acetona, 100 galones de destilado, nueve microondas, cinco canecas de ácido, cuatro balanzas, una empaquetadora al vacío, un generados eléctrico, una camioneta, dos cilindros de gas, dos poleas, 15 sacos de cloruro de calcio y 110 galones de diésel. Además, encontraron una carabina y cuatro cartuchos. El operativo dejó un detenido.

El cristalizadero tenía una capacidad de producción de dos toneladas mensuales aproximadamente y la capacidad de alojamiento para 25 o 30 personas.

Esta acción ocurre tras el encuentro entre los mandos militares y policiales de ambos países, que se llevó a cabo el pasado 28 de diciembre, en Ipiales. En esta cita, el general Nelson Proaño Rodríguez, jefe del Comando Conjunto de las FF.AA. del Ecuador, y el general Helder Fernán Giraldo, comandante de las Fuerzas Militares de Colombia, firmaron un acta de compromisos para la creación de un Plan de Protección de Fronteras.

Estas operaciones combinadas posibilitarán una coordinación de las Fuerzas Armadas de los dos países, en zonas consideradas de alto riesgo para “neutralizar” los enfrentamientos entre grupos irregulares armados por el tráfico de sustancias sujetas a fiscalización y otras acciones violentas. Este plan debía empezar a inicios del 2023. 

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