

Francisco Suárez (izquierda) y Rubén Diáz (derecha) están a cargo de No Lugar, una galería de arte en el centro histórico que busca reactivar el sector. Fotos: Luis Argüello / PlanV
La Tola está asentada en las faldas del cerro Itchimbía y algunas de sus casas pueden tardar años para ser modificadas de acuerdo a los permisos patrimoniales. Desde la galería No Lugar cuestionan el “peso del patrimonio”. El director del espacio, Francisco Suárez, comenta que “la conservación es un proceso que, así como mantiene los bienes, aprieta a los más necesitados, es así como vemos a agentes metropolitanos prohibir las ventas ambulantes ya que el suelo es considerado patrimonial. El uso del espacio en estos barrios tiene un debate sobre el verdadero “peso” del patrimonio.
Unos vecinos cercanos llevan 3 años gestionando permisos para adecuar un departamento en la zona. Por la antigüedad necesitan reparar el piso interior, para eso tienen que remover el piso original, hacer la adecuación, y volver a poner las baldosas antiguas. Este tipo de procesos es común en las casas del Centro Histórico. Hay categorías patrimoniales y bienes que no se pueden modificar. Generalmente las fachadas no se tocan e incluso hay una paleta de colores asignada por el Municipio para los barrios.
No Lugar es un espacio rectangular en profundidad. La fachada y el interior usan el blanco como color predominante. Su ingreso tiene unas puertas corredizas de vidrio. Lo que es hoy una galería, fue un parqueadero, también una electromecánica, luego una serigráfica y sublimadora de uniformes de ligas barriales, y hasta una bodega de materiales de un arquitecto.
El personal de la galería tuvo que adecuar todo el espacio, remodelar el piso, pintar las paredes y renovar la iluminación. Hoy la estructura del lugar, con ventanales a lo largo del pasillo, columnas y relieves le dan un aspecto natural como lugar de exposición de arte.
Francisco Súarez cree que La Tola avizora un proceso de gentrificación en el largo plazo. Ha llegado un nuevo proyecto inmobiliario moderno donde un departamento puede llegar a costar hasta USD 120.000. La Universidad Central compró la casa de la esquina para la carrera de música y algunas casas de la cuadra también han sido vendidas.
Según Francisco, parte de la atracción de nuevos habitantes se debe a que es más barato vivir en el Centro, en términos de renta y alimentos. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que muchas de las casas están en el inventario patrimonial y la más mínima adecuación deberá pasar un proceso que no es nada rápido.
La Tola avizora un proceso de gentrificación en el largo plazo. Ha llegado un nuevo proyecto inmobiliario moderno donde un departamento puede llegar a costar hasta USD 120.000. La Universidad Central compró la casa de la esquina para la carrera de música y algunas casas de la cuadra también han sido vendidas.
Arte en los barrios
El barrio es icónico por sus múltiples atracciones, tanto para la gente local como para quienes vienen de fuera. Hay bares y restaurantes como el Sereno Moreno, Secret Garden y La Oficina. La calle Don Bosco es otra atracción, una calle comercial y residencial, con huecas, negocios y que desemboca en el Coliseo Julio César Hidalgo. A dos cuadras de La Marín, no hay que recorrer mucho para encontrarse con la Plaza San Blas o la calle Valparaíso que también tiene una oferta gastronómica y paisajística.
La galería No Lugar está ubicada en la calle Vicente León, que colinda con el Mercado Central y todos los bares, restaurantes y viviendas sencillas del barrio. En la pandemia han visto difícil atraer a la audiencia ya que el mismo entorno artístico se ha digitalizado.
En la calle Vicente León, Francisco Suárez y Rubén Díaz se preparan para la jornada de exhibición de "A Circle Called Zero".
Suárez habló de la situación de la galería en la actualidad: “estuvimos 4 meses cerrados, ahora estamos generando procesos colaborativos e invitando a la gente a que nos visite con los debidos procesos”, dijo. Durante el confinamiento, ayudaron cediendo la galería como espacio de vivienda por un tiempo limitado a artistas y acudieron a procesos de recaudación de fondos.
Durante la pandemia algunas exposiciones en el lugar se aplazaron. Hoy con la actividad más normalizada atienden con citas y visitas guiadas. Francisco comenta que el lugar es seguro ya que es amplio y ventilado. Cuentan con termómetro y gel antibacterial.
La galería no es ajena al barrio: “siempre invitamos a los vecinos, algunos se animan a entrar a ver las exposiciones”, añadió el director. Actualmente está abierta una exposición en colaboración con el artista neozelandés David Rickard, con la curaduría del ecuatoriano Rubén Diaz.
“Un círculo llamado Cero”
La propuesta, titulada “A Circle Called Zero” aborda la importancia de la comunicación en tiempos de pandemia. Una obra que se ha desarrollado completamente a distancia y que es una prueba de las nuevas modalidades de trabajo.
Arriba la circunferencia hace referencia a los "ceros" latitudinales sobre los que se encuentran Quito y Londres. Abajo un bloque de ladrillos es la equivalencia al peso del aire en la galería.
Rickard trabajó durante meses a distancia con el país. Ha hecho varios trabajos de este estilo, cuenta: “he trabajado hasta con 27 países para un solo trabajo. La premisa de la exhibición trata sobre conectar lugares” dijo el neozelandés. Su propuesta incluye pinturas, esculturas, videos y objetos que tratan sobre las conexiones latitudinales del mundo.
La exposición del artista neozelandés estará disponible hasta el 17 de julio, la entrada es gratuita.
El artista envió material para que sea ensamblado y presentado al público en Quito. Una de las piezas es una simulación de la red submarina de internet que conecta el continente europeo con el americano. El diseño fue concebido por Rickard y se concentró en una impresión 3D hecha en nuestro país.
Un diseño de impresión 3D sobre las conexiones submarinas de internet que conectan el continente americano con el europeo.
No Lugar se presenta como un proyecto que invita a los artistas ecuatorianos a exponer sus obras. A través del arte contemporáneo, busca aportar nuevas visiones al medio local. Enmarcada en un barrio icónico de Quito, todavía espera mayor acogida ante una audiencia recelosa de visitar estos espacios culturales pero que acude a centros comerciales sin ningún reparo.
Sobre el artista
David Rickard (Nueva Zelanda, 1975). Artista visual. Ha realizado estudios en arquitectura y su trabajo se ha publicado en artículos y entrevistas en el The New York Times, The Times, The Independent, entre otros. Vive y trabaja en Londres, Reino Unido.
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