

El puerto de Manta es uno de los sitios de referencia para el mercado internacional del atún. Fotos: Fermín Vaca / PlanV
Hay poco movimiento en el puerto de Manta, cuyo espigón se interna en el oceáno Pacífico. En la bahía frente al malecón, los barcos artesanales están fondeados junto a los buques de pesca industrial, que principalmente capturan atún en alta mar.
El puerto de Manta. Ante el fracaso del puerto artesanal todas la naves pesqueras anclan ahí.
En uno de los fondeaderos del puerto se encuentra el buque pesquero Lizi, una de las naves que realiza la faena de pesca del atún en el oceáno. Se trata de una de las seis naves de un grupo económico manabita que posee, además, su propia planta de procesamiento, con lo que el atún es completamente aprovechado y enviado en latas o frascos a mercados internacionales.
Con una eslora (largo) de 67.29 metros y una manga (ancho) de 12.07 metros, el Lizi tiene capacidad para capturar hasta 900 toneladas de atún en sus bodegas, en donde es congelado en un proceso químico con sal que permite que el pescado llegue fresco a puerto.
El buque Lizi es uno de los pesqueros con mayor capacidad en el puerto de Manta
La tripulación del Lizi está conformada por 25 hombres, parte de los 4000 que navegan en estos barcos en el Ecuador. En ninguno de los barcos atuneros se embarcan mujeres, pero por lo menos 18 mil de ellas trabajan en las plantas de procesamiento, en tareas manuales de limpieza del atún cocinado en hornos industriales.
La tripulación del Lizi está conformada por 25 hombres, parte de los 4000 que navegan en estos barcos en el Ecuador. En ninguno de los barcos atuneros se embarcan mujeres, pero por lo menos 18 mil de ellas trabajan en las plantas de procesamiento, en tareas manuales de limpieza del atún cocinado en hornos industriales.
El barco ha vuelto a puerto pero saldrá nuevamente en pocos días. Típicamente, la autonomía de la nave le permite un viaje de hasta 60 días, o menos, si es que se logran llenar las bodegas de atún. Por medio de grandes redes y maniobras envoltentes, estos barcos capturan cientos de toneladas de atún que luego son subidas a los barcos y colocados en las bodegas refrigeradas.
Una antena satelital permite a los marineros conectarse por internet y conversar con sus familias por Whatsapp un par de horas a la semana. En las cubiertas de la nave pesquera, hay varios camarotes y un comedor, decorado con una reproducción de la Última Cena, y una cocina industrial así como varios congeladores. Cerca de ahí, una bodega almacena víveres de todo tipo, desde galletas hasta aceite y café, pasando por el papel higiénico. En los frigoríficos llevan pollo, carne, legumbres, pulpo, calamar y helados para el postre. En el área de camarotes, los marineros tienen sus propias duchas.
Las redes del Lizi son operadas por grúas hidraúlicas controladas desde el interior de la nave
Alguna vez, el Lizi fue un barco científico, pero la nave, de fabricación norteamericana, fue convertida en pesquero. Se estima que un buque de esas características puede llegar a valer, nuevo, 40 millones de dólares, y usado no menos de 12 millones. A pocos metros está amarrado otro pesquero de la misma empresa. En el pasado pescaba centolla en los mares del norte.
Un barco como el Lizi puede necesitar para operar un viaje de pesca no menos de 140 mil galones de diésel, actualmente subsidiado por el Estado, y sobre el que se ha planteado la posibilidad de retirar el subsidio, lo que preocupa a los atuneros. El combustible les llega a los barcos por medio de tanqueros en el puerto. Con un subsidio de 50 centavos de dólar, la operación del Lizi recibiría $70.000. La propuesta la realizó el movimiento indígena durante los diálogos con el Gobierno. Ahí se cuestionó que industrias como la camaronera o la del atún reciban el subsidio al diésel, pero los diálogos se cerraron sin definiciones. Entre los pescadores, hay temores también de que los sectores del Gobierno más opuestos ideológicamente a los subsidios puedan suscribir la crítica indígena.
La cabina más grande es la del capitán, ubicada justo detrás del puente, junto a un cuarto de monitoreo en donde la nave recibe información de sistemas satelitales sobre su ubicación y también datos de sus propios instrumentos, que sirven para encontrar los cardúmenes de atún.
Saúl Sánchez, jefe de flota de Pesdel, explica el funcionamiento del puente del Lizi.
En el cuarto de control, un cuadro de Cristo guiando a un marinero tiene un lugar relevante. Los marineros son muy religiosos, destacan, y en los paneles de instrumentos se pueden ver imágenes católicas: la Virgen Dolorosa o el Divino Niño comparten lugar con los botones y las luces que controlan la maquinaria del Lizi. En el puente, junto al timón, equipos electrónicos y pantallas de computadoras conviven con una brújula magnética que indican la dirección en la que está orientada la nave. Desde lo alto, un Divino Niño extiende los brazos sobre los controles.
En el cuarto de máquinas, las imágenes religiosas forman parte del papel de instrumentos.
En el puente, junto al timón, equipos electrónicos y pantallas de computadoras conviven con una brújula magnética que indican la dirección en la que está orientada la nave. Desde lo alto, un Divino Niño extiende los brazos sobre los controles.
A pesar de la tecnología en el puente de mando y de las cámaras en toda la nave (la señal en vivo de cada cuarto es monitoreada también en tierra por el armador) antiguas supersticiones marineras persisten en la mente de los pescadores. Como aquella que dice que es mejor no salir al mar ni los martes ni los viernes. O que, de preferencia, no suban mujeres a las naves, porque creen que podrían afectar la suerte en la pesca. Como en tiempos pasados, los marinos destacan que su ausencia en momentos clave de sus familias, sigue siendo lo más duro de la vida en el mar.
Abordo viaja un observador pesquero, que debe constatar que se evite pescar tiburones, ballenas, rayas y tortugas que a veces caen también en las redes. Las tortugas y otras especies no deben ser pescadas por lo que los propios tripulantes se encargan de devolverlos al mar y también se hace por medio de buzos. Otros peces como el dorado o el wahoo sí pueden ser capturados. La industria tiene especial cuidado con el delfín, que en otras latitudes tiene la costumbre de nadar junto a los atunes y por ello puede ser atrapado en las redes, pero en los mares ecuatoriales no se ve ese fenómeno. Hay inclusive, una maniobra para liberar los delfines, que se cree han aprendido cómo salir de las redes mientras los atunes se quedan en ellas.
El Lizi pesca en aguas territoriales ecuatorianas y también en aguas internacionales cercanas a Galápagos, respetando, según destacan, los límites de la reserva marina de 40 millas en torno al parque nacional y la nueva área llamada Hermandad. En su operación aseguran que tratan de evitar plásticos que contaminen el mar.
Saúl Sánchez, jefe de la flota de Pesdel, la armadora de la nave, explica que en el mar ecuatoriano hay una fuerte competencia entre las naves nacionales, por lo que tratan de mantener en reserva su ubicación a los otros atuneros. A diferencia de la flota china que llega a las cercanías del mar ecuatoriano para pescar calamar, los atuneros no navegan en grupos sino solos, en busca de los cardúmenes de atún. Esto implica la necesidad de amplia experiencia e instinto de los capitanes para orientar las naves en busca de los cardúmenes. Además de eso, hay ayudas tecnológicas, como los radares que detectan aves marinas que vuelan sobre los cardúmenes indicando su posición, o hasta un pequeño helicóptero que despega y aterriza de un minúsculo espacio en la cubierta y que hace un reconocimiento aéreo del mar para orientar al pesquero.
Las naves pesqueras ecuatorianas tienen un helicóptero como este, que sirve para reconocimiento áéreo de la zona de pesca.
Hay ayudas tecnológicas, como los radares que detectan aves marinas que vuelan sobre los cardúmenes indicando su posición, o hasta un pequeño helicóptero que despega y aterriza de un minúsculo espacio en la cubierta y que hace un reconocimiento aéreo del mar para orientar al pesquero.
Varias angostas escaleras conducen a las entrañas del Lizi, en donde se puede ver la maquinaria. Aunque la nave está anclada, algunos de los motores y generadores siguen funcionando y no se apagan nunca, pues la electricidad y los equipos electrónicos y de ventilación depende de ellos. Uno de los motores más importantes, explica Sánchez, es uno hidráulico que permite mover las grúas que extienden y recogen las redes de la nave. Otros motores, en cambio, controlan los cuartos fríos en donde se conserva el atún. Las bodegas refrigeradas son llenadas cuando los atunes pescados caen por gravedad en una escotilla. Sacarlos es más complicado: hasta 80 personas suben a la nave cuando vuelve a puerto, se introducen en las bodegas y sacan manualmente los atunes.
El ruido en el corazón del Lizi es intenso y permanente. Al que de suyo hace la maquinaría, se suma el que el produce un taller metalmecánico en donde también se fabrican piezas metálicas en caso de necesidad.
Las máquinas y generadores de naves como el Lizi están permanentemente encendidos.
En esa zona, en un cuarto de control a tan baja temperatura que da frío, trabaja Édison Chila, asistente de máquinas del Lizi. El hombre luce unas grandes orejeras y asegura que en el mar no hay soledad, sino sobre todo ausencia.
El marinero opera algunas de las maquinarías y tiene claro qué es lo más duro de la vida del mar: "no conseguir la pesca, que es el objetivo", afirma. Los marineros tienen cábalas y amuletos en sus camarotes, esperando que los protejan del mal tiempo, de accidentes y de que las bodegas lleguen vacías.
La mayor parte de los marineros tiene un sueldo base, pero recibe un incentivo adicional relacionado con cuántas toneladas han sido capturadas. Para el incentivo hay una tabla que establece los valores por tonelada, teniendo en cuenta el rango y la experiencia de cada marinero.
Muy pocas veces han ocurrido catástrofes a los marineros ecuatorianos del atún, que aún recuerdan la pérdida del Jorge IV, una nave pesquera que desapareció en junio de 2002 sin que se haya podido encontrar, hasta el momento, 20 años después, ningún rastro ni del pesquero ni de sus 18 ocupantes.
La misteriosa pérdida de la nave lleva a recordar a algunos de los armadores que el narcotráfico también se ha convertido en un peligro en el mar. Aunque en alta mar no hay piratas, algunos de los pescadores consultados recordaron que en ocasiones se puede ver en el océano balsas que flotan con cargamentos de drogas, que tienen un baliza satelital. Los narcotraficantes las dejan ahí a propósito, dicen, para que sus socios las recojan. Así que las naves pesqueras se alejan rápidamente, poniéndose a buen recaudo del ilícito cargamento y sus dueños.
Mercados internacionales
En los últimos días, las capturas de atún están bajas, por lo que hay pocas naves desembarcando pescado en el puerto de Manta. La escasez se siente también a unos kilómetros de ahí, en una planta de procesamiento del mismo grupo económico, cuyos grandes congeladores están relativamente vacíos, pues es poco el pescado que está llegando en esta temporada a la planta de de procesamiento.
En la cercana localidad de Jaramijó, escenario en el siglo XIX de un combate naval entre liberales y conservadores en el que Eloy Alfaro salvó la vida con las justas, la planta procesadora del grupo económico recibe la pesca de sus barcos.
En la cercana localidad de Jaramijó, escenario en el siglo XIX de un combate naval entre liberales y conservadores en el que Eloy Alfaro salvó la vida con las justas, la planta procesadora del grupo económico recibe la pesca de sus barcos.
Los atunes, complemente enteros y congelados, son descongelados, abiertos para retirarles las vísceras y luego cocinados en hornos industriales, desde donde pasan a un gran espacio en donde hasta 800 mujeres se encargan manualmente de sacarles la piel, las cabezas y los huesos y dejar solamente los lomos de atún que luego son enlatados en aceite de oliva traído de España o en aceite de girasol hecho en Ecuador, si bien han tenido dificultades para obtener la flor pues provenía, sobre todo, de Ucrania.
Los atunes son peces de gran tamaño que llegan congelados a las plantas procesadoras.
Ángelo Ianni, director de operaciones de la procesadora, destaca la producción de planta, que abastece a mercados regionales como Colombia y también a países europeos como España e Italia, según precisa Cristina Saltos, la gerente comercial, encargada de colocar el producto en el extranjero y quien realiza constantes viajes a Europa. Se calcula que en 2021 las exportaciones de lomos y conservas de atún alcanzaron $1.177,7 millones.
Los productos de atún nacional son exportados a mercados regionales y a países europeos como España.
Los países mediterráneos y Alemania son algunos de los consumidores del atún ecuatoriano, que deben cumplir estrictos requisitos para el acceso a la Unión Europea. Uno de sus productos se envía a Italia en frascos de vidrio. Minnelly Falcones, gerente de compras y asistente de la presidencia de la empresa, destaca algunas innovaciones en especial en empaques que son enviados a nuevos mercados. Curiosamente, los productos de esta empresa no han podido ser comercializados en supermercados nacionales.
Las plantas de Manta producen varios tipos de enlatados y conservas de atún.
La Asociación de Atuneros
Muy cerca de donde está anclado el Lizi está la Asociación de Atuneros del Ecuador (Atunec) un gremio que aglutina a por lo menos 65 de los 107 barcos que pescan atún de forma industrial en el Ecuador. El otro gran puerto atunero es Posorja, en Guayas, en donde está la otra parte de la flota y las plantas atuneras nacionales.
Luigui Benincasa es un manabita de ascendencia italiana, cuya vida ha estado vinculada al atún, tanto a la pesca, cuando a los procesadores. Es el director ejecutivo de la Asociación, un gremio que acabó de cumplir 28 años. La presidencia la ejerce Ricardo Buehs, quien representa a las empresas armadoras de los barcos atuneros.
Benincasa no tiene barcos, pero uno de sus hijos es capitán de una nave pesquera, y conoce de cerca la industria. El director ejecutivo muestra la preocupación del gremio por el anuncio de que se retiraría el subsidio al diésel que usan los barcos pesqueros, que en el gobierno de Lenin Moreno ya sufrió un incremento del 100%.
Luigui Benincasa es el director ejecutivo de la Asociación de Atuneros del Ecuador.
Benincasa no tiene barcos, pero uno de sus hijos es capitán de una nave pesquera, y conoce de cerca la industria. El director ejecutivo muestra la preocupación del gremio por el anuncio de que se retiraría el subsidio al diésel que usan los barcos pesqueros, que en el gobierno de Lenin Moreno ya sufrió un incremento del 100%.
Según las cifras que maneja el sector, en el país se consumen al año 1380 millones de galones de diésel, de los que el 69% van al sector automotriz, el 4% a los pesqueros y el 2.8% a los atuneros, que estiman el consumo de su flota en 38 millones de galones. El subsidio, dependiendo de en cuánto se calcule por cada galón, podría ser de entre 19 y 66.5 millones de dólares al año. En la industria estiman que entre el 30 o 35% de sus costos pueden estar atados al combustible. Para Benincasa, la industria del atún produce más de lo que recibe de subsidios al combustible, pues estiman que los sueldos de sus 4000 pescadores fácilmente alcanzan los $90 millones al año. También precisa que por lo menos 18 mil mujeres trabajan en las plantas de Jaramijó, Montecristi y Manta lo que les significa 144 millones en sueldos. Solo en Manabí se estiman 30 mil empleos directos y otros 100 mil en Guayas.
Benincasa destaca que otras potencias pesqueras tienen incentivos para la industria, sin mencionar la presencia china que cuenta con recursos y logística ilimitada también en la captura del atún. Hasta el 65% del atún es procesado en Manta, que junto con Vigo en España y Bangkok en Tailandia son consideradas las capitales mundiales del atún y los referentes de los mercados. El líder gremial sostiene que el esquema de subsidios debe mantenerse pues, de lo contrario, algunos de los barcos podrían irse a operar en otras costas. El competidor más cercano del Ecuador en el mercado del atún es México, que tiene su base en Mazatlán, en el Pacífico mexicano.
Para Benincasa, es importante que se realice una mesa técnica con el Gobierno con el fin de analizar la situación del sector y su impacto en la economía nacional, que ellos estiman podría ser de hasta $357 millones en consumo para su operación.
Por el aniversario del gremio, llegó a Manta desde California Arnulfo Franco, quien representa a la Comisión Interamericana del Atún Tropical, con sede en San Diego. Es una organización que conforman 21 países del Pacífico oriental, pero también cuentan con países observadores del Asia. Ecuador forma parte de esta Comisión desde 1999. A nivel global, hay cinco organizaciones que regulan la explotación del atún y velan también por proteger a otras especies, como los delfines. La Comisión tiene un equipo científico, que ha determinado la necesidad de dos vedas de 72 días para cada uno de los barcos al año. Además, la protección de una extensa zona marítima llamada "El Corralito" que se encuentra en el interior del Oceáno Pacífico, mucho más al occidente de Galápagos, en donde se ha podido determinar que los atunes se reproducen y crecen, por lo que se evita la pesca en esa zona.
Arnulfo Franco es representante de la Comisión Interamericana del Atún Tropical
Franco destaca el liderazgo de la flota ecuatoriana en las capturas de atún en el Pacífico. En 2021, los barcos nacionales capturaron el 43.5% del atún de la región, estimado en 275 mil toneladas. Destaca también la posición geográfica privilegiada del Ecuador, la infraestructura portuaria y la cercanía de la pesca a la costa.
Se estima que entre enero y agosto de 2022, la flota ecuatoriana ha capturado 181.081 toneladas de atún, el 38% de las capturas en el Pacífico Oriental. La espacie más pescada es el atún barrilete, seguido del de aleta amarrilla y del patudo. El segundo país en capturas es México con el 23.4% del total, seguido de Panamá 14,2% y Venezuela con el 7.2%.
Los capitanes de la flota
La flota de atuneros de Manta tiene varias figuras destacadas, algunas de las cuales asistieron a la conmemoración de los 28 años de Atunec, un evento realizado en el hotel Oro Verde de Manta. Uno de ellos es Ivo Cuka, un croata que llegó a América en los años 60 y se estableció primero en Posorja y luego en Manta, convirtiéndose en armador y procesador de atún y cuyo emporio familiar incluye una flota pesquera de seis naves y una planta procesadora.
Es similar la historia de Bernardo Buehns, conocido como Don Berny, quien también inició como pescador en Manta y durante una carrera de 50 años se convirtió en armador y en propietario de procesadoras de pescado. O de la Dionicio Chopitea, quien también empezó en Manta como mecánico de una procesadora. En el evento se destacó también el rol de Lucía Fernández, quien ejerció la presidencia del gremio de armadores entre 2002 y 2007. Junto con Fernández, otras figuras de la industria son Bartolo Fernández y Jaime Nebot Bohrer (hijo del ex alcalde de Guayaquil).
[RELA CIONA DAS]



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