

Ecuador no tiene cifras actualizadas sobre la producción del arroz ni de los actores del sector. El último censo agropecuario es de hace 22 años. No hay un balance sobre la actividad agropecuaria y por tanto no hay una planificación sobre la seguridad alimentaria del país. Foto: FLAR
Las primeras movilizaciones sociales que se dieron en el gobierno de Guillermo Lasso fueron las de los arroceros. Pararon las vías y cuestionaron la política de precios de la graminea. Casi al final de su gestión, el problema se repite, aunque en el intermedio se dio el paro nacional indígena y social, cuyo motor fueron los problemas estructurales del campo ecuatoriano, agudizados por la pos pandemia y las políticas públicas respectivas.
El Ecuador es el primer consumidor de arroz de América Latina. Según datos del 2019, el consumo promedio per cápita de los últimos cuatro años que se tomaron como referencia es de 43 kg, y representaba el 15% de la ingesta calórica, siendo una de las principales fuentes alimenticias para alrededor de 17 millones de consumidores.
Sin embargo, el Ecuador no tiene cifras actualizadas sobre el arroz. Los últimos datos integrales sobre el sector, así como de todos los otros sectores, datan del 2001, con el censo agropecuario. Los que se han emitido en los siguientes años se basan en informes y encuestas parciales.
Lo más actualizado y completo, en esos datos parciales, proviene de un informe del Ministerio de Agricultura, y varias agencias de cooperación internacional, llamado Caracterización del sector arrocero en Ecuador 2014-2019: ¿Está cambiando el manejo del cultivo?, al cual se integraron entidades como el INIAP, CGIAR, FLAR, CIAT y Biodiversity International.
El último informe integral sobre el arroz ecuatoriano. Ver PDF
Este es un resumen de este informe y de informes del INEC y de la Superitendencia de Control de Poder del Mercado:
El área sembrada de arroz en el 2018 representa un porcentaje considerable del área total destinada para cultivos, con el 13%. Es en Guayas, Los Ríos y Manabí, donde se concentra el 98% de la producción a escala nacional. No obstante, la productividad del arroz a nivel nacional ha mejorado históricamente, pasando de un promedio de 2,2 toneladas por hectárea, t/ha, en la década de los 60, a un promedio de 4,1 t/ha en la última década. Pero este valor se ha mantenido constante durante las dos últimas décadas, evidenciando un estancamiento en la productividad nacional promedio. La productividad del Ecuador se ubicó por debajo del promedio mundial en el año 2019, que está en 4,7 t/ha, e incluso por debajo del rendimiento promedio regional de 4,9 t/ha.
4,1 toneladas por hectárea, t/ha, es la productividad del campo ecuatoriano. este valor se ha mantenido constante durante las dos últimas décadas, evidenciando un estancamiento en la productividad nacional promedio. La productividad del Ecuador se ubicó por debajo del rendimiento promedio regional de 4,9 t/ha.
Comparando con países vecinos, las brechas de rendimiento se incrementan aún más. En Colombia, el rendimiento promedio por hectárea en 2019 fue de 5,7 toneladas, mientras que en Perú alcanzó las 7,7, según la FAO.
Según el INEC, a escala nacional en el 2019 había 5,1 millones de hectáreas en producción agropecuaria. El 28% de esta área estaba destinada a cultivos transitorios y barbechos. El arroz era (y continúa siendo) el principal cultivo, con aproximadamente 260 mil hectáreas cosechadas. Pero entre el 2015 y el 2019, esta área se redujo en aproximadamente un tercio. Sin embargo, los datos del INEC del 2022 reportaron una cosecha de 337 hectáreas de arroz, verificándose una recuperación sustancial en cuatro años.
Históricamente, el área sembrada y la producción fue afectada por años de como El Niño y La Niña. De acuerdo al Banco Central del Ecuador, dicha reducción durante el 2018 fue atribuida al bajo precio de venta recibido por los productores, que llevó a varios de ellos a dejar el cultivo e incluso a sustituirlo por maíz duro. Algunos de ellos justificaron este cambio al considerar al maíz más resistente a los efectos del cambio climático. Además, las condiciones climáticas como las inundaciones en la región Costa, han sido otros factores que influyeron en la reducción de las hectáreas de arroz.
La producción de arroz en cáscara en el 2019 fue de 1,1 millones de toneladas, lo que representa una reducción del 18,5% en comparación con el 2018. Pero en el 2022 la producción fue de 1,5 millones. Guayas era entonces, y sigue siendo, la principal provincia productora, y concentraba el 68% de la producción total. Si bien hubo una recuperación, la productividad promedio en las últimas dos décadas no presentó mejoras significativas, oscilando entre 3 y 4,5 t/ha a una tasa de decrecimiento promedio de -0,8% según datos de la FAO del 2020. El valor estimado de la producción para el año 2018 alcanzó USD 395 millones, y representó 4% del PIB agrícola nacional, el cual, a su vez, tiene una participación del 9% en el PIB nacional, según datos del Banco Mundial del 2020.
El uso de semilla certificada no supera el 31% del área sembrada, siendo las variedades SFL 011 (61%), FERON (9%), SFL 09 (7%) e INIAP 14 (7%) las de mayor uso, según el Rice Observatory, 2021. Ecuador está entre los países con menor porcentaje de adopción de esta práctica. En Colombia y Perú, las áreas sembradas ocupan el 48% y 45%, respectivamente, mientras que en Uruguay, alcanza hasta el 95%.
El uso de semilla certificada apenas alcanza el 31% del área sembrada en el 2020. En Colombia y Perú esta es cercana al 50% Foto: FLAR
Un informe de la Superintendencia de Control de Poder del Mercado, señala que el rendimiento por hectárea producida de arroz en Ecuador, depende mucho del nivel de tecnificación, es decir: no tecnificado, semitecnificado y tecnificado, cuyo rendimiento varia en: 30, 50 y 60 sacas de 205 libras, según corresponda.
Un informe de la Superintendencia de Control de Poder del Mercado, señala que el rendimiento por hectárea producida de arroz en Ecuador, depende mucho del nivel de tecnificación, es decir: no tecnificado, semitecnificado y tecnificado, cuyo rendimiento varia en: 30, 50 y 60 sacas de 205 libras, según corresponda.
Con estos datos, dice el informe, “se concluye que en promedio el rendimiento del arroz por hectárea es de 4,33 Tm/has, cantidad que sigue siendo baja en comparación con otros países que llegan a tener hasta 6 Tm/has, e incluso al promedio de Latinoamérica que es de 5Tm/has”.
En Ecuador, según la FAO (2018), el consumo de arroz per cápita era de 42.3. El consumo promedio mundial, que según la FAO (2019), fue de 58,4 kg, el cual es alto en comparación con el consumo promedio en Latinoamérica de 38 kg. En 2019, el consumo aparente de arroz en Ecuador fue estimado en 997.000 t, equivalente a USD 937,18 millones pagados por el consumidor.
La cadena de valor del arroz es una de las de mayor importancia en el sector agropecuario ecuatoriano. El valor económico de la producción de arroz en el país equivale al 19% del PIB agropecuario. Hay 76 mil unidades de producción agropecuaria (UPA) de acuerdo al III Censo Nacional Agropecuario del año 2000, y alrededor de 55 mil UPA en el 2019 según estimaciones del Rice Observatory, 2021, de los cuales el 65% son considerados pequeños productores (áreas de 1 hasta 10 ha), 28% son medianos (áreas entre 10 y 50 ha) y 6% son grandes (áreas de más de 50 ha) según este censo. Ecuador no tiene datos actualizados por 22 años.
La información del Rice Observatory, 2021, la clasificación cambió: 92% de pequeños productores, 7% de medianos y 1% de grandes. Quiere decir que la actividad del cultivo del arroz está concentrada en pequeños productores con extensiones de área menores a 10 ha.
Productores de arroz en plena cosecha, en la región Costa. Foto: Ministerio de Agricultura
En el 2014 existían 933 piladoras, de las cuales 375 eran de primera categoría y 558 de segunda categoría. Las provincias del Guayas y Los Ríos concentraban el 95% del total de piladoras del país. Dentro de la cadena de valor, el gobierno interviene y define un nivel de precio al productor.
La producción generalmente se comercializa como arroz en cáscara, y solo unos pocos productores lo venden pilado. En el canal de distribución hay intermediarios, que en ciertos casos, imponen precios de compra por debajo de lo establecido, ampliando el margen de diferencia entre lo que paga el consumidor final y lo que ha recibido el productor.
En el 2014 existían 933 piladoras, de las cuales 375 eran de primera categoría y 558 de segunda categoría. Las provincias del Guayas y Los Ríos concentraban el 95% del total de piladoras del país. Dentro de la cadena de valor, el gobierno interviene y define un nivel de precio al productor (precio mínimo de sustentación) por la saca de 200 Lb de arroz en cáscara con 20% de humedad y 5% de impurezas. En abril de 2020, el precio mínimo de sustentación se fijó en USD 29 para arroces de grano corto, y USD 31 para arroces de grano largo (MAG, 2020).
ANÁLISIS
Carlos Pastor. Investigador
"El problema del arroz es parte de un problema estructural"
Lo que podemos ver es que hay bastante espacio de cultivo de arroz. Los pequeños productores en la Costa, en Santa Lucía, Daule, en Guayas, organizados en cooperativas productoras de arroz, también se dedican a la pelea por el acceso al agua y al crédito. Hay una estructura de inequidad en las piladoras, las que están concentradas en pocas familias y son estas las que terminan dando el valor agregado a los productores.
Sumadas a estas condiciones estructurales, tenemos que considerar los posibles efectos del Fenómeno de El Niño. Estos dos factores se articulan para, nuevamente, tener un problema con los pequeños productores de arroz.
El otro tema fuerte es la comercialización y con este son los tres factores estructurales que se van articulando en junio del 2023. Y a esto se suma la acción de los gobiernos de turno, que compra arroz no a los pequeños y medianos, sino a los dueños de las piladoras, que además se quedan con el producto y lo comercializan al por mayor. La Unidad Nacional de Almacenamiento, UNA, termina comprando a los grandes industriales y el pequeño y mediano productor terminan siempre perdiendo.
El discurso de la importación gradual de 30.000 toneladas de arroz desde Colombia, de la que habla el gobierno, tendrían en realidad un peso fuerte en cuanto a la balanza de los pequeños productores, que venden muchas veces por libras el arroz, y rompería la oferta que ellos tienen en el país.
El problema son las grandes piladoras, porque tienen cautivo este arroz en bodegas y termina siendo una especulación.
Desde las acciones políticas no se miran esta situación estructural. No se habla del problema de la intermediación, que viene acarreándose durante décadas. La Universidad Andina hizo un estudio que demostró que por cada centavo que gana un productor, el intermediario gana tres centavos. Es una acumulación por despojo. En el país hay aproximadamente 150 mil hectáreas que se dedican a la siembra de arroz. Hay que ver esos elementos para saber si una importación afectarán a los pequeños productores.
"El problema son las grandes piladoras, porque tienen cautivo este arroz en bodegas y termina siendo una especulación. Desde las acciones políticas no se miran esta situación estructural. No se habla del problema de la intermediación, que viene acarreándose durante décadas".
Hay que proteger los intereses de los pequeños productores, y lo que se hace es beneficiar a las grandes familias arroceras del país.
Aunque otras fuentes atribuyen 370 hectáreas de producción de arroz, el censo agropecuario del 2001 es lo más actualizado que se tiene sobre producción en Ecuador.
Lo que hacen las piladoras es procesar el arroz, limpiarlo de la cáscara, de las impurezas y clasificarlo. Si no se tiene acceso a una piladora, no es puede vender el arroz sino a un precio muy barato.
Hay que reconocer también que hay procesos que se pueden ir construyendo a través de asociaciones, unidades productivas comunitarias, cooperativas, que puedan gestionar una piladora, para romper esos procesos de intermediación.
Las élites vinculadas a la producción en la Costa ecuatoriana, son reconocidas por algunos autores, como Pablo Ospina, como “´élites señoriales”, que vienen desde la Colonia, que están en varias actividades. Una es la del arroz y las piladoras, pero la misma estructura está en el café, en el cacao, en el banano. Son tan diversificados que estas logran tener presencia en varios productos y ramas económicas de manera simultanea. Lo que no pasa con los pequeños productores, que se dedican a una sola rama económica, lo cual no les permite la diversificación ni tener otro tipo de mercado.
Una política pública responsable sería realizar un inventario de toda la producción de arroz que tenemos el país. Una de las propuestas que se habían planteado desde hace décadas es hacer un balance agroalimentario en el Ecuador. No solamente la producción y el consumo de arroz, sino todo lo que producimos y consumimos, con esta perspectiva de poder alcanzar la soberanía alimentaria. Porque nosotros no comemos solamente arroz, sino verduras, frutas, carne, lácteos. Ese es un tema pendiente: la construcción del balance alimentario del Ecuador. Por ello, en estos momentos tener certezas de si existe una sobre producción, tocaría llegar al territorio para mirar las bodegas de las grandes piladoras, una por una, y contabilizar las existencias y la producción de arroz, para saber si nos hace falta o no importar. Pero implica que este arroz que se importa debe pasar los controles de agrocalidad, mirar si tiene o no gorgojo, mirar el precio y los costos para el país. Se deben romper las estructuras oligopólicas, que terminan dominando el mercado en la producción de arroz y el resto de productos agroalimentarios.
La falta de soberanía alimentaria indica que los sectores rurales no puedan dedicarse a incrementar la producción ni a la búsqueda de una vida digna. La acumulación es tan fuerte que el Índice de Gene de la tierra sigue siendo de 0,81 y para el agua es de 0,91 (mientras más se acerca a 1 más desigual y concentrada es en pocas manos). El agua está mucho más concentrada que la tierra. El acceso a los mercados se puede ver que solo 28 familias deciden lo que consumimos, producimos, importamos y exportamos. Este proceso de concentración es el que nos desvía de la meta de alcanzar la soberanía alimentaria. En el campo cada vez vemos menos personas jóvenes y se quedan las personas mayores de edad, porque en el sector rural no hay una perspectiva con la que se pueda avisorar un vida digna.
Hay muchas organizaciones como el CECA, Heifer y otros que se dedican a la construcción de alternativas para el campo. O como cooperativas que tienen una línea de crédito para productores. Estos, mayormente están dispersos y el mercado exige una cierta capacidad de abastecimiento y por ahora esto no es posible, pero tiene que ver con los problemas estructurales mencionados.
Si queremos alcanzar una soberanía alimentaria, y tener en nuestra mesa alimentos sanos, localmente producidos, libres de agroquímicos, implicaría considerar este balance alimentario y que la política pública se construya desde los territorios. En el Instituto estamos construyendo el concepto de territorio cooperativo que intenta alcanzar la soberanía alimentaria a través de esfuerzos organizativos, el acceso a crédito productivo, la profesionalización de los jóvenes en los territorios y, todo esto articulado, genera mejores condiciones de vida para los productores.
Para salir del círculo vicioso del arroz, lo sensato sería hacer el balance alimentario del grano. Constatar en territorio si existe o no la producción que se dice, para saber si necesitamos importar, cuánto y durante qué tiempo. Si la política está pensada sin un tiempo y sin un espacio territorial y sin considerar a los beneficiarios, cualquier medida termina siendo un tiro al aire. ¿Cuál es la existencia de arroz? ¿Cuánto vamos a necesitar para fines de este año? Necesitamos tener claras las respuestas.
[RELA CIONA DAS]




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