
Cronista y ensayista. Máster en politícas ambientales y territoriales por la Universidad de Buenos Aires.

Ilustración: SCH
Este ensayo lo he dividido en cuatro partes, en primera instancia analizo el concepto de la civilización, juicio mal utilizado durante toda la historia universal y manipulado de forma arbitraria por los más poderosos para imponer y denostar a las minorías o a los conquistados. Después en los otros apartados expondré sobre el origen de los puruhaes y su ligación con la región de Cacha para luego tratar sobre la revolución de los yaruquíes que se dio en diciembre de 1871 durante el gobierno de Gabriel García Moreno (1821-1875).
La civilización bajo el ojo visor de José Emilio Burucúa
José Emilio Burucúa.
Según el historiador argentino José Emilio Burucúa (1943) en su ensayo ¿Civilización o civilizaciones? Choques y trabajos en común de la humanidad (2020), el revisionista francés, Fernand Braudel (1902-1985), en 1963, tuvo la genialidad idea de recuperar el concepto de civilización con la operación de enunciarla en plural y distinguir sus espacios para formar mentalidades colectivas:
“Las civilizaciones creía Braudel, se distinguen dentro del universo más amplio de las culturas porque se construyen en torno a ciudades y merced a las acciones atribuidas a héroes o personajes exclusivamente humanos, quienes se suceden en un esfuerzo continuo de generaciones cuyo resultado es un núcleo resistente de instituciones, prácticas sociales y creencias”.
Para el historiador polaco, Norbert Elias (1897-1900), la civilización surge a partir del concepto de autocontrol (finales de la Edad Media hasta el siglo XVIII) y del ejercicio exclusivo de una actividad (monopolio) en donde esta práctica social nos debería llevar a la estabilidad. Mientras que el académico británico, Peter Burke (1937), explica que la civilización es como una frontera del pudor, umbral de la vergüenza y ofensiva civilizatoria donde el otro es civilidad que significa transformarse en cortés.
En una entrevista para este ensayo, el profesor, José Emilio Burucúa explicó sobre la curialización del guerrero basándose en lo que analizaba Elias de cómo se pasa de la sociedad guerrera a la organización de corte. En el período feudal acontecieron las denominadas segundas invasiones de los normandos por el norte de Europa, la de los húngaros por el este, la de los árabes por el sur, todos estos asaltos habían acabado con las formas de vida y el ordenamiento social que todavía había permanecido con la formación de los reinos romanos-germánicos. Para Burucúa, la sociedad feudal fue una colectividad a la defensiva que comienza asentarse en el siglo X y lo mismo a lo largo del XI y ahí tuvo como mayor expansión la crueldad hacia el otro:
“Lo que entiende Elias es que a partir del siglo XII existió un proceso de pacificación que él va a llamar domesticación o curialización, en el sentido que los guerreros se van formando cortesanos alrededor de los señores feudales como podría ser el caso del Duque de Borgoña o directamente las monarquías. Ahí empieza ese proceso de dulcificación progresiva de las costumbres y de la subordinación de estos militares que dirimían todos sus problemas mediante la violencia”. (José Emilio Burucúa)
Entonces, para el revisionista argentino en ese proceso de pacificación, los nobles inician aceptar las normas o leyes impuestas por los reyes y emperadores y esa actitud garantizaba la paz social de cada pueblo. Esta nueva sociabilidad, según el historiador estableció raíces más fuertes en el individuo o persona en la Europa del siglo XII y XIII.
La curialización o la domesticación del guerrero sería la primera instancia del concepto civilización en occidente y arranca con la culminación de la organización monárquica.
La curialización o la domesticación del guerrero sería la primera instancia del concepto civilización en occidente y arranca con la culminación de la organización monárquica.
Sin embargo, durante los siglos venideros los procesos civilizatorios fueron aplicados por los imperios o los países con más poder y que conquistaron otros territorios lejos de su lugar natal. En occidente, por ejemplo, las repúblicas como Francia, España, Inglaterra y Alemania quisieron imponer su forma de ver y concebir la organización de una sociabilidad, según Burucúa recién en el siglo XX se comenzó a reflexionar sobre un concepto de civilización diverso y plural:
“Según Bárbara Cassin hay que aceptar que no existe una lengua superior a la otra, que cada lengua trae consigo un mundo particular, una experiencia humana diferente, es necesario apropiarse de ese instrumento para comprender el mundo de los otros”. (José Emilio Burucúa)
En lo que se refiere a la concepción de la barbarie, la palabra viene desde la Grecia antigua, el bárbaro era la persona de escasa vida ciudadana y también llevaban esta denominación los sujetos que venían del extranjero.
“La autopercepción de una civilización es muy soberbia, esas personas de esa civilización se perciben como excepcionales. Está tendencia de considerar bárbaros a los extranjeros, a los otros, eso tuvieron los griegos y los romanos con las personas que no hablaban el griego o el latín, la palabra bárbaro viene de balbucir, que era el que balbuceaba la lengua griega y la latina, más tarde, ahí aparece el concepto del otro que sólo puede balbucir, que solo puede aproximarse de una manera imperfecta a los valores y a la creación de esta civilización”. (José Emilio Burucúa)
La entrevista completa en video
Los religiosos dieron el cobro a unos infames individuos que se llamarán “diezmeros”
Había una vez un pueblo de las altas cimas nevadas denominados puruhaes según la historia narrada por el padre Juan de Velasco (1727-1792) que se asentó en una llanura que estaba rodeada de pequeños lagos y montes bajos al noroeste de Liribamba, ahí se ubicó la primitiva población de Riobamba. La planicie estaba acorralada de frondosos árboles y de todo tipo de mamíferos y aves.
Ahí Hualcopo (cacique que lleva u ostenta collar y zarcillos hermosos o también conocido como el previsivo) levantó una pequeña fortaleza y dentro de las lagunas construyó un palacete para su primer hijo llamado Cacha, padre de Pacha, madre de Atahualpa, hermano mayor de Epiclachima, general principal de los guerreros de Hualcopo y padre de dos ilustres generales como Calicuchima y Cori. Todo este clan Duchicela está conectado por la región de Cacha que adoptó el nombre del primogénito de “el previsible”.
Según Garcés en su libro Daquilema Rex, biografía de un dolor indio (1961) en 1640, Cacha fue succionada por una falla tectónica:
“Cinco mil habitantes fueron deglutidos por el monstruo. Nadie sabría dar razón donde estaría asentada Cacha. Las cicatrices lentas del tiempo reconstruyeron el valle entre el lomerío arisco. Y de la Cacha esbelta, no quedó sino la memoria palpitante”.
El autor también explica que cuando pasó Alexander Von Humboldt (1769-1859) contó que esta región tenía forma de caldera o de un agujero y que se encuentra bajo la imponencia de quebradas.
Cacha significa, “el flechero” con el signo de la zeta o la flecha estarán marcados los hijos de los engendros del cerro altísimo y brillante. En los siglos venideros afirma el ensayista todos los descendientes del pueblo Shyri-Puruhúa se manifestaron en esa región con apellidos como: Lobatos, Mayancelas, Duquis, Huaracas, Duchi o Zaquicelas, están también los Hualpa que vienen del emperador sacrificado en Cajamarca y los Daquilema.
todos los descendientes del pueblo Shyri-Puruhúa se manifestaron en esa región con apellidos como: Lobatos, Mayancelas, Duquis, Huaracas, Duchi o Zaquicelas, están también los Hualpa que vienen del emperador sacrificado en Cajamarca y los Daquilema.
Cuando llegó el siglo XIX y el Ecuador estaba en pleno proceso de formación republicana, diferentes grupos de indígenas del centro del país principalmente de las comunidades de Tungurahua y Chimborazo se alzaron algunas veces en protesta contra el gobierno y el latifundio.
Garcés en su análisis se cuestiona ¿qué hizo García Moreno cuando subió a la presidencia de la República? y responde que el primer mandatario gobernó para las oligarquías, se olvidó y utilizó a las minorías, y entregó los diezmos y los tributos a la Iglesia Católica. A los indígenas les ofrecía los trabajos más duros como la construcción de las carreteras u otros oficios en las haciendas y los que no cumplían sufrían castigos y multas. Cuando firmó el concordato con la Santa Sede, el diezmo fue el impuesto arbitrario que benefició a los clérigos e incluso un artificio de poder político.
“Los religiosos dieron el cobro a unos infames individuos que se llamarán “diezmeros” unas veces, “contratistas” en otras. Los indios fueron los únicos que pagaban con la intervención y complicidad de los curas y los tenientes políticos...”.
El ensayista aclara también que la fuerza policial o dueños de hacienda, en los huasipungos hacían trabajar gratis a los yanaperos (individuos que se obligaban a trabajar en una finca o hacienda por un número de días o semanas) basándose en el concepto de minga para colaborar con la comunidad.
En el país durante la década del cincuenta y hasta finales del siglo XIX se generó una ley general de tierras que trató sobre la intervención del Estado para modificar la tierra comunal, sobre todo entre 1865 y 1875, con la famosa ley de tierras baldías se aplicó el remate de territorios de comunidad.
Según el ensayo del historiador, Hernán Ibarra, La rebelión de Daquilema (Yaruquíes-Chimborazo,(1871) la otra legislación importante del Ecuador republicano se dio en el período de 1825 a 1896 y fue el trabajo subsidario: “o también subsidio en el lenguaje común utilizado en los documentos por las autoridades locales, era un impuesto de cuatro a cinco reales, que se podía pagar en dinero o devengar en jornadas de trabajo equivalente”. Estos fondos eran recaudados por los municipios para construir iglesias, escuelas, puentes, carreteras, este impuesto era una especie de trabajo esclavo solapado.
Ibarra explica también que entre las décadas del cincuenta y setenta de esa centuria en las comunidades aledañas a la ciudad de Riobamba, existían dos cargas eclesiásticas sobre los indígenas, el diezmo y la primicia. El primero era una recaudación del Estado ecuatoriano y del segundo estaban encargados los curas, por otra parte, los que cobraban eran los recaudadores bajo la dirección de un diezmero o primiciero, el abuso en el cobro fue su principal característica.
“Ha llegado a conocimiento del supremo gobierno qué en algunas provincias de la República, los rematadores de diezmos, los compradores de primicias y los recaudadores de la contribución subsidiaria cometen extorsiones y vejámenes con los infelices, al extremo de arrebatarles a sus hijos en prenda de la cantidad que quieren recaudar cuando no consideran suficiente el valor de la ropa o animales que han tornado de propiedad”.
En enero de 1872, un informe del gobernador de Chimborazo, Francisco A. Arboleda después de la rebelión de los yaruquíes expresaba lo siguiente al gobierno nacional:
“Ha llegado a conocimiento del supremo gobierno qué en algunas provincias de la República, los rematadores de diezmos, los compradores de primicias y los recaudadores de la contribución subsidiaria cometen extorsiones y vejámenes con los infelices, al extremo de arrebatarles a sus hijos en prenda de la cantidad que quieren recaudar cuando no consideran suficiente el valor de la ropa o animales que han tornado de propiedad”.
Además, y como valor agregado al abuso, los hijos y los nietos de los indígenas de las comunidades heredaban las deudas de sus padres y abuelos. Ibarra explica que en ese período existía un número considerable de comunidades indígenas que pertenecían a esos latifundios, por ejemplo, en 1871 en la parroquia Yaruquíes existían 93 haciendas y dentro de ellas 715 comunidades ancestrales.
La rebelión de los yaruquíes (1871)
A las cuatro de la tarde del lunes 18 de diciembre de 1871 cuando el sol ya se despedía del día en la parroquia Yaruquíes, la comunidad se organizó, capturó y asesinó a dos comisionados que estaban encargados en movilizar indígenas de la zona para la construcción de una carretera. Los cadáveres fueron arrojados a la quebrada, los funcionarios pertenecían al gobierno de Chimborazo que a su vez recibía órdenes enviadas desde Quito por el primer mandatario, Gabriel García Moreno, todo eso según la información de la gobernación de esa provincia.
El teniente político parroquial de Sicalpa, Darío Latorre, generó una versión que explicaba que los manifestantes se reunieron alrededor del cerro de Cacha y protestaron de manera alevosa con amenazas de incendiar el pueblo y cometer toda clase de arrebatos llenos de exceso. La autoridad redactó en una misiva al presidente de la República:
“Con lágrimas en los ojos anuncio a usted la catástrofe tan temida que ha acaecido en este pueblo. Yo puedo explicar a usted el conflicto en el cual nos encontramos amenazados de todita la indiada que ha cometido esta parroquia por dos ocasiones, pero felizmente han sido rechazados por todo el pueblo y como nos encontramos sin un arma de fuego, ni una lanza, espero que usted me remita una fuerza armada, unos fusiles, y municiones para conducir a los amotinados que se hallan presos y conducir también a Rudecindo Rivera que está muerto”.
Según la autoridad el cadáver de Rivera fue descuartizado y llevado a la comarca de Balbanera ubicada en Colta para amedrentar a los pobladores y al gobierno.
Entonces, después de leer esa misiva la mayor autoridad del país junto al gobernador de la provincia, organizaron a cincuenta hombres de la guardia nacional que estuvieron bajo la tutela del mayor José Antonio Laso para calmar a los manifestantes.
después de leer esa misiva la mayor autoridad del país junto al gobernador de la provincia, organizaron a cincuenta hombres de la guardia nacional que estuvieron bajo la tutela del mayor José Antonio Laso para calmar a los manifestantes.
Entre el 19 y 20 de ese mes, hubo enfrentamientos entre los gendarmes y los protestantes que cada vez aumentaba en los alrededores de Yaruquíes, Cajabamba y Sicalpa, así como Punín y Balbanera.
El 19 de diciembre el gobernador de Chimborazo, Rafael Larrea Checa, emite una carta al ministro de Estado en donde se puede revisar el agravio a los indígenas, y esa acción racista se puede observar en un apartado del texto:
“Es tan premiosa circunstancia, me ocupo con la actividad que demanda el caso de practicar toda clase de diligencias, a fin de restablecer el orden perturbado por los torpes indios de está provincia”.
El 21, García Moreno declaró estado de sitio en todo Chimborazo. Pero al día siguiente en Punín se produce una reyerta en el sector de Chacabamba. La caballería huye a Guamote y en esa trifulca mueren once manifestantes y es herido un comandante de apellido Orejuela. El 22, el presidente manda dos compañías del Ejército ecuatoriano, cuatrocientas municiones y doscientos fusiles. En el enfrentamiento del 24 en Yaruquíes, según Ibarra, fallecen cinco indígenas. La represión estatal fue implacable.
Primer punto del decreto emitido por García Moreno:
“1.- Que los indígenas de las parroquias de Yaruquíes y Punín en la provincia del Chimborazo, sustrayéndose de la obediencia de las autoridades legalmente constituidas han cometido atroces asesinatos y otros actos de feroz barbarie”.
Del 27 al 31 de diciembre los protestantes según las autoridades ocasionan el incendio de catorce casas en Punín, mueren cuatro soldados y en ese mismo poblado las fuerzas del orden capturaron veinte hombres y treinta y cinco mujeres entre esas personas algunas solicitaron indulto al gobernador. A pesar de eso, García Moreno, emite un decreto presidencial para impedir el abuso de los diezmeros. En Sicalpa y Punín todavía hay grupos sublevados y también se apresa a Manuel Vagua uno de los cabecillas de los manifestantes según el gobierno.
El primero de enero de 1872, en Cajabamba, milicianos capturan a cincuenta y cinco hombres y catorce mujeres, que según ellos participaron de la sublevación contra las autoridades. También lo apresan a Julián Manzano juzgado como otro cabecilla.
El ocho de enero Manzano fue ejecutado en la Plaza de San Francisco en Punín en presencia de 200 pobladores de la comunidad.
Por otra parte, con lo que se refiere al nombramiento de rey a Daquilema, el sacerdote, Félix Proaño en 1915 narró por primera vez el acontecimiento. El cura afirmó que no se comprobó sobre los descuartizamientos que indicó la gobernación del Chimborazo en su momento, en la revuelta de Yaruquíes. Además, expresó que las manifestaciones generaron una organización y en ella se nombró a Fernando Daquilema como rey de Cacha, para Proaño, el indígena era inteligente y valiente, pero también no se sabía si era descendiente directo del clan Duchicela, como algunos revisionistas contemporáneos lo han explicado, sobre la reina, el religioso no dio ningún nombre en ese manifiesto.
En el relato también aclara que cuando fue coronado Daquilema tomaron el manto y la corona de San José y construyeron un palacio real que fue un gran galpón de paja. Cuando los soldados llegaron por la vía de Ambato tomaron presos al rey y a unos doscientos indígenas. Según el preste, cuando fue capturado el monarca, él mediante una arenga expresó a sus seguidores para que jamás se subleven ya que siempre serían sometidos por los blancos.
En el relato también aclara que cuando fue coronado Daquilema tomaron el manto y la corona de San José y construyeron un palacio real que fue un gran galpón de paja. Cuando los soldados llegaron por la vía de Ambato tomaron presos al rey y a unos doscientos indígenas.
Daquilema fue juzgado y condenado a muerte y meses después fue ejecutado en la plaza de los Yaruquíes, como un acto de escarmiento por parte del gobierno para que no vuelva a ocurrir ningún otro tipo de levantamiento.
Después de la rebelión varios medios esbirros al oficialismo y a García Moreno mostraron en sus publicaciones discursos racistas, como por ejemplo, en el periódico de Los Andes, que tituló: Sublevación de indios y en su contenido utilizó palabras y sentencias xenófobas:
“Se atribuye a los indígenas sublevados la pretensión de restablecer la dominación de su raza”.
“Cómo quiera que sea, estos acontecimientos no han podido menos impresionar muy penosamente a la población civilizada de la provincia de Chimborazo, ya habían empezado a emigrar familias enteras, temerosas de la repetición, más o menos próxima, de tan horribles atentados”.
O en el caso de la publicación del diario La Prensa (11/01/1872) de correo sobre la terminación de la rebelión de los indígenas:
“Es cosa que angustia el corazón el considerar los males que va a llover sobre esa raza, harta desventurada ya, sobre toda la provincia. Causa cierta complacencia, sin embargo la manera como se han portado, en general, los habitantes de las poblaciones invadidas sobre los de Riobamba, en el pasado conflicto; pues que en contra, lo que en otras provincias se ha dicho, habido energía y actividad en la defensa, a pesar de carecer de armas y de demás elementos; y excepto la plebe, cruel y bárbara en todas partes, cada uno de los defensores de las poblaciones, lo ha sido también de los indios, a quienes no se ha muerto sino en los casos más extremos”.
Manuela León, mito o verdad
Garcés en su obra nombra a Manuela León como personaje importante en la rebelión de los yaruquíes contra el gobierno. Al contrario, en el ensayo de Ibarra no se da cuenta de que la hilandera existió y se propone que es una construcción ficcional.
Pues bien, para el primero la indígena si existió y fue importantísima para la revuelta. Garcés narra y construye un discurso rimbombante más cargado de emoción que de hechos. Según él, en la reyerta ocurrida en las alturas de Punín en la población de Lactasí, Manuela León tuvo una repercusión fuerte por su valentía y liderazgo y se transformó en la capitana del combate de miles de indígenas que se convirtieron en milicianos de ella y del rey Daquilema.
El ensayista perfila a la mujer indígena desde lo físico hasta en el temperamento, destacándola como una verdadera heroína no solo de las mujeres sino de la comunidad. Según el autor era hermosa, de una piel reluciente como el cobre y su figura recordaba a una estatua griega:
“Cualquier ventaja y prominencia que anidó en su cuerpo magnífico y en su intelecto un poco apartado de lo vulgar, no eran sino préstamos del Ayllu y de los “orígenes” para que cumpliera su misión”.
Para Garcés, el 22 de diciembre de 1871, León también participó de otro enfrentamiento y lo describe de la siguiente manera:
“Y de su lengua lanzó las balas procaces del insulto rebuscado en lo más profundo de su venganza”.
Ya en la escaramuza después de que los soldados del Ejército ecuatoriano hayan gastado las balas, la batalla tendría, que ser cuerpo a cuerpo, ahí está el teniente, Miguel Vallejo, quién ha sido desafiado por Manuela León y ambos están listos para el combate.
Esta versión de Garcés coincide con la crítica y análisis de Ibarra sobre la figura de León. Para el segundo también en el libro de Alfredo Costales, Fernando Daquilema (1956) explica que el ataque en Punín fue dirigido por Manuela León, pero comenta que ese relato tiene más características de ficción que de realidad porque carece de fuentes documentales.
Según Ibarra, Costales imagina a Manuela León violenta y la describe de una manera exagerada porque le atribuía e incluso que ingería alcohol:
“la cara descompuesta, inyectados y extraviados los ojos, el pelo alborotado como una choza vieja, desgreñado sucio, mezclado con polvo y chicha, las comisuras con montones de espuma y baba”.
Además, al igual que el relato de Garcés describe el enfrentamiento con un comandante de las milicias que la enfrentó con un sable y la capitana con una garrucha.
En el relato además de citar la presencia de Manuela León en la toma de Punín se refiere a un testigo que menciona un juicio criminal a cuatro milicianos capturados por la rebelión, pero Ibarra aclara que al revisar la lista de esos indígenas apresados por el gobierno no aparece nombrada León. Según él, la narración de Costales fue tan bien lograda que a pesar de ser inverosímil la figura de la hilandera fue elevada a heroína por una decisión de la Asamblea Nacional en el 2010.
Bibliografía
Braudel, Fernand, Grammaire des Civilisations. París, Flammarion, 1993.
Cassin, Barbara, Éloge de la traduction. Compliquer l'universel, Paris, Fayard, 2016 (ed.argentina de El Cuenco de Plata, 2019).
Costales,Alfredo. Fernando Daquilema.Quito. Revista Llacta,AñoI,Nro2,1956.
Elias, Norbert, El proceso de la civilización. Investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas, México-Madrid-Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1987.
Garcés, Enrique. Daquilema Rex. Quito. Casa de la cultura ecuatoriana,1961
Ibarra, Hernán. La rebelión de Daquilema (Yaruquíes-Chimborazo,1871)
Proaño, Juan Felix. Apéndice a la <<Memoria de cincuenta años de la Diócesis de Riobamba> >. Riobamba, Imp.Artística,1915
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