

Fotos: Luis Argüello
César Montaño
Abogado, rector de la Universidad Andina, catedrático del Programa de Maestría Internacional en Derecho con menciones en Derecho Constitucional, Derecho Tributario, Derecho Internacional Económico y Derecho de la Integración. Dicta Constitucionalismo Contemporáneo, Derecho e Instituciones de la Integración, Derecho del Comercio Exterior, Derecho Material Tributario, Derecho Tributario Local.
Hay un discurso del Gobierno sobre medidas en pro de la libertad, y una de ellas sería limitar la regulación estatal sobre las universidades. ¿Cómo encontrar el equilibrio entre la regulación estatal y una mayor libertad para las universidades?
Estos son temas muy importantes. En la reunión a la que fuimos convocados por el presidente Guillermo Lasso, el mandatario insistió en universidades libres -mientras hablaba miraba al secretario de la Senecyt y disponía que se cumpla- y luego libertad de los jóvenes para elegir sus carreras y universidades. En la época del correísmo se dictaron políticas y normas de manera unilateral, es decir, sin la participación de los actores del sistema. Yo pongo como ejemplo que si quiero regular el emprendimiento debería contactar con las personas del sector, las que están en ese ámbito, pero no ver desde lejos, desde un escritorio burocrático y definir como si fueran expertos. Esa fue la época del señor René Ramírez en la Senescyt, alguien que no ha de haber dirigido un seminario de una semana en toda su vida, y que exigía PhD a los profesores sin tener ese título. Se establecieron demasiados controles y cortapizas a las universidades a la hora de diseñar programas, y se trataron de implementar en el Ecuador una serie de exigencias que no respondían a la tradición y la historia de la universidad ecuatoriana y en lo que, sobre todo, no participan los universitarios.
"En la reunión a la que fuimos convocados por el presidente Guillermo Lasso, el mandatario insistió en universidades libres -mientras hablaba miraba al secretario de la Senecyt y disponía que se cumpla- y luego libertad de los jóvenes para elegir sus carreras y universidades".
Efectivamente, pero ¿cómo lograr un equilibrio?
Creo que no hay que seguir viendo las cosas desde lejos, no imponer sino contar con los actores del sistema. Cuando hablamos de la libertad para las universidades debemos evitar que eso signifique una desregulación, que podría llevarnos a un esquema de libertinaje en donde las universidades hagan lo que quieran, y por otro lado no debe caer la calidad en el sistema universitario. Es necesario regular con elementos mínimos y más autonomía, aunque siempre en el marco de la ley. Mientras más alto grado de esa autonomía relativa podamos experimentar, las universidades podrán ofrecer más a la sociedad y responder a lo que necesitan el país y la juventud. El equilibrio pasa por contar con los actores del sistema, mantener una regulación mínima y no sacrificar la calidad.
El correísmo copió algunos estándares de la academia norteamericana como los PhD para los profesores, o crear un pequeño MIT en un paraje de Imbabura. ¿Fracasó el correísmo en su intento de transplantar ese modelo en el Ecuador?
En la época correísta se impulsaron una serie de políticas y regulaciones inconsultas, que más bien maniataban a las universidades. Pero se avanzó en espacios como la autoevaluación, en la mirada crítica interna para cuidar la calidad, lo que es muy sano. Se deben afinar aún esos mecanismos, tomando en cuenta el cambio en indicadores que solo miran cantidad antes que calidad. Hubo luces y sombras en ese periodo y las sombras pesan más. Sin embargo, hay universidades que sí han ido avanzando y no podemos considerar un retroceso en este sentido.
"El correísmo causó muchos problemas por su visión faraónica, como pensar en esas universidades emblemáticas con un gasto público que nunca se había visto en el sistema de educación superior".
El correísmo causó muchos problemas por su visión faraónica, como pensar en esas universidades emblemáticas con un gasto público que nunca se había visto en el sistema de educación superior. Se pensó en implantar experiencias extranjeras y lejanas que no estaban sintonizadas con la realidad del Ecuador. En el país tenemos universidades públicas muy buenas, que necesitan más apoyo, mientras gastaron mucho dinero en proyectos como Yachay que no han despegado. Los supuestos mecanismos para que las universidades se vuelvan de primer mundo en poco tiempos también se aplicaron de manera inconsulta. La exigencia de las publicaciones indexadas no tomó en cuenta la diferencia entre las universidades que desarrollan carreras en el ámbito de las humanidades y los productos de investigación en ciencias, que es en donde más se han desarrollado esos esquemas. No se entendió la situación ni la evolución de nuestro sistema. Hay universidades públicas emblemáticas como la Universidad Central del Ecuador o las universidades de posgrado que no recibieron apoyo. Hubo marcas de origen personal de algunos funcionarios, que crearon un esquema antidemocrático sin la presencia de las universidades.
¿El correísmo dejó implementado un esquema clasista y excluyente para la educación superior? Lasso dice que prefiere un estudiante "mediocre" estudiando que jóvenes a la deriva sin trabajo ni estudios. ¿A cuántas personas dejó en el camino el correísmo con esa supuesta retórica de meritocracia y excelencia?
Las políticas siempre fueron inconsultas y eso llevo a dejar fuera del sistema a mucha gente. Los cupos son insuficientes en la universidad pública sobre todo para atender la demanda de los jóvenes y empieza a haber gente que no puede acceder a la educación superior. Además se cerraron institutos técnicos, pedagógicos, de artes, normales... fue un conjunto de malas decisiones y el paso de los jóvenes a la universidad se volvió un embudo.
Se formaron bachilleres generales y se les quitó una especialización que les permitía una visión más clara de su futuro. Las universidades carecen de recursos y no pueden recibir a todos. Hay un problema de exclusión por malas políticas y malas decisiones. Hubo un programa de becas que benefició a cercanos al proyecto político de ese entonces. La justificación debió ser si capacidad y su situación socioeconómica. Otro cosa similar fue el proyecto Prometeo, que no sabemos ni cuánto costó ni a quienes beneficio ni qué dejó al Ecuador. Yo conocí el caso de un gran experto en derecho constitucional al que mandaron a una universidad donde no había carrera de Derecho y tuvo que dedicarse a un proyecto acuícola. De ahí pueden salir sapos y culebras. La meritocracia se usó para manipular concursos y selecciones y también se expidieron títulos de manera irregular.
"Se cerraron institutos técnicos, pedagógicos, de artes, normales... fue un conjunto de malas decisiones y el paso de los jóvenes a la universidad se volvió un embudo".
El presidente Lasso ha anunciado una reforma a la Ley de Educación Superior que enviará al Legislativo en el mes de julio. ¿Cuáles cree usted que deben ser los ejes básicos de esa propuesta?
Tenemos claro que cuando el presidente Lasso habla de más libertad se refiere a más autonomía, que nos permita desenvolvernos en el marco de cada proyecto académico. Que haya menos control del Estado sobre la sociedad y las instituciones. El Estado debe generar las condiciones para el desarrollo para apoyar y abrir el caminio con financimientos. Entonces aspiramos a una autonomía en serio, que no sacrifique la calidad, pues la pandemia ha hecho que la competencia universitaria sea ahora global, pues en el país hay oferta de universidades extranjeras en línea que entran a competir de manera desleal con las universidades ecuatorianas. Es clave la autonomía que no sacrifique la calidad. Debe haber recursos públicos suficientes, más cupos y más carreras. Otro elemento es desburocratizar el manejo del sistema de educación superior. En nuestro caso, un programa de PhD en administración ha tomado dos años de aprobación. Hay que revisar las regulaciones para el funcionamiento del sistema.
Hay que recuperar el rol de las instituciones y de los universitarios, trabajar con los actores del sistema y con personas que conocen a fondo el sistema de educación superior. Hay que trabajar con los universitarios. Las universidades sabemos qué es lo que necesita el país. El Plan Nacional de Desarrollo no puede ser una camisa de fuerza para las universidades, pues son un gran condensador de varias señales de la sociedad. Que haya recursos públicos en algunas universidades no significa que deben responder al gobierno de turno.
¿Cómo evitar que las universidades se vuelvan islas, feudos? Porque en el país ha habido casos de universidades que a santo de la autonomía daban títulos no reconocidos en el Ecuador... u otras que se han dedicado a especular en el mercado bursátil...
Este regulación mínima construída desde la participación evitará que haya abusos. No podemos volver a las universidades de garaje. No podemos botar por la borda algunos avances que se han logrado para fortalecer la calidad. Podremos ver quiénes pueden seguir porque son centros de calidad, y las universidades deben rendir cuentas respetando el esquema de organización en cada caso. Si hay apoyo económico del Estado la Contraloría debe tener un rol importante. Hay que marchar de aquí en adelante, y saber qué se valora como algo positivo para no retroceder. También saber qué debe cambiarse. Todas las instituciones de educación superior queremos cumplir nuestro rol con regulaciones mínimas y cuidando la calidad. El presidente Lasso quiere incidir, pero eso significa apoyar para mejorar, no retroceder en donde ya se ha avanzado.
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