

Foto: Wladimir Torres
Las protestas en todo el país, pero en especial en Quito y Guayaquil, evidencian el desgaste del modelo de Estado impuesto por Rafael Correa y Alianza PAIS.
Gabriela Panchana Briones
Guayaquileña de 42 años, es comunicadora, trabaja en marketing político y de causas, activista en defensa de los derechos y las libertades. También es abogada. Columnista invitada de diario El Universo, mantiene el blog envozaltaec.com y en la red Twitter es @envozaltaec.
¿Cómo interpretar la presencia de la gente en las calles en las principales ciudades del país?
Es evidente el hartazgo de la ciudadanía frente a la cadena de atropellos y abusos de parte del Estado, con el agravante de una actitud soberbia que bloquea el diálogo, al prejuzgar y discriminar a las personas, en función de su sumisión o no al proyecto correísta.
¿El Gobierno ha dicho, al menos en el caso de Guayaquil, que las convocatorias no tendrán un efecto en el mediano plazo, cree usted que en Guayaquil es posible una mayor presencia de manifestantes?
Me parece que el jueves 25 de junio de 2015 vimos la marcha más multitudinaria de la historia de Guayaquil, y, tal vez, del Ecuador.
¿Más allá de las protestas, hacia dónde debe ir la oposición? ¿Es posible un diálogo al interior de la propia oposición, que defina una agenda mínima?
Una cosa es la oposición, que por supuesto debería de sentarse a dialogar y construir una propuesta de unidad y de concertación para la ciudadanía, que –vale decirlo– a falta de que los políticos de oposición hagan algo que los represente y logre frenar el autoritarismo del gobierno, han tenido que salir a las calles por dos semanas consecutivas, para hacerlo por sí mismos. Pero, otra cosa es la resistencia ciudadana, la gente que está activándose políticamente para rechazar los abusos, ese grupo humano también debe de dialogar entre sí, y llegar a una agenda de puntos mínimos que sean las exigencias para el régimen actual, y luego, los requisitos para votar por un candidato de oposición. La tarea es lograr una articulación entre la ciudadanía y los políticos sensibles a nuestro llamado, para lograr el desmontaje del Estado totalitario.
¿Cómo toman en Guayaquil las declaraciones de los sindicalistas e indígenas de la Sierra que afirman que no se van a prestar a hacerle el juego a la "derecha" de Nebot y Lasso?
Sinceramente no lo sé. Personalmente creo que ese es el discurso que nos trajo hasta aquí, más lejos que nunca de un país más equitativo y capaz de albergar a ciudadanos de cualquier ideología. Nunca vamos a ser un país uniforme –qué bueno– por tanto debemos de aprender a coexistir y a respetarnos, a pesar de todas las distancias. Lo otro, la polarización y el maniqueísmo es la fórmula más rentable para caudillos populistas y autoritarios, ¿qué tiene que sucedernos para que aprendamos?
¿Si es posible una plataforma nacional de oposición, cuáles deben ser los acuerdos mínimos?
Creo que la lista que ha puesto a consideración el colectivo ciudadano ResistenciaEC es un buen resumen de lo que un frente de oposición debería de comprometerse a cumplir, para empezar. Luego debería de proponerse una Asamblea Constituyente que deshaga el Frankenstein de Montecristi, y siente las bases de una República con separación de poderes, pesos y contrapesos, garantías de las libertades civiles y los derechos humanos, libertad de prensa y de expresión, alternancia en los cargos de elección popular, respeto por la propiedad privada, etcétera.
¿Cómo evalúa usted el anuncio del diálogo nacional del Gobierno y los vetos a ciertos sectores que ya se han producido?
Pienso que es una jugada que solamente intenta ganar tiempo, es una desconexión de la realidad de los ciudadanos que han despertado del letargo. El tiempo de la manipulación se agotó.
"El régimen correísta ha demostrado que la única forma de pronunciamiento que respeta, y que genera algún efecto es la manifestación en las calles. Insistir en el CNE sería necio".
¿Debe la oposición seguirse pronunciando sobre el tema de las enmiendas constitucionales y de qué forma?
El régimen correísta ha demostrado que la única forma de pronunciamiento que respeta, y que genera algún efecto es la manifestación en las calles. Hemos visto que todas las iniciativas de consulta popular y revocatoria de mandato han sido rechazadas por los tentáculos del régimen totalitario, tanto en el CNE como en la Corte Constitucional, de modo que me parece necio insistir en esos caminos.
En las marchas, al menos en Quito, la consigna es "fuera Correa fuera", ¿significa esto que se debe pensar en una revocatoria como ha planteado el Gobierno o en una candidatura fuerte con miras a las elecciones de 2017?
Ese es el gran dilema, cómo canalizar las protestas en una salida del régimen dictatorial, sin que la salida deje abierta la puerta a algo igual o peor. Creo que debemos de mantenernos en movilización y en alerta permanentes hasta conseguir esa salida, concertada, legítima y pacífica. No hay marcha atrás.
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