
Director de Plan V, periodista de investigación, coautor del libro El Gran Hermano.

Foto: Reuters Media Express
Guzmán es presentado en México luego de su recaptura por las autoridades de ese país.
Portada del libro que investiga y analiza el poder político del narcotráfico en México y Colombia. Abajo, el autor, Gustavo Duncan.
A las celebridades de Hollywood les encanta, los Castro, Chávez, y puede ser un bandido pero lo que se trata es de desafiar la visión que se la entregado sobre el otro.
"El narcotraficante exitoso es aquel que logra protección suficiente para colocar mercancía en el mercado sin ser capturado, asesinado o expropiado. Sin embargo, la protección es costosa. Una parte significativa de las ganancias se va en pagos a políticos, policías, jueces, mafiosos, señores de la guerra, guerrillas y demás actores que tienen el poder suficiente para poner en riesgo las actividades de los narcotraficantes, pero al mismo tiempo con la capacidad de protegerlas". La cita es de Gustavo Duncan (Cartagena, 1973), autor de los libros Los señores de la guerra y de Más que plata o plomo, y columnista de El País, de Cali, y El Tiempo, de Bogotá. Duncan se ha especializado en la investigación de la relación entre el crimen organizado y los procesos de construcción del Estado.
Para Duncan, la gran contradicción del narcotráfico como empresa no está entre el capital y el trabajo, sino entre la protección y el trabajo. El valor agregado de la droga se origina no solo en la producción de la droga como una empresa económica, sino en la producción de poder como una empresa política. Y la forma cómo se produce poder para proteger el capital de quienes producen drogas, y cómo se distribuye el poder resultante en el proceso son la base de la economía política del narcotráfico.
A la luz de sus teorías e investigaciones, el autor habló con Plan V dada la coyuntura de la recaptura del Chapo Guzmán y su affaire con estrellas de la pantalla. Para Duncan, para leer el fenómeno del narco en Colombia y México (¿y en toda la región?), hay que preguntarse cómo las necesidades de protección de una actividad ilegal afectan la estructura de poder de una sociedad. En otras palabras, dice el investigador, ¿de qué modo, hasta qué punto y en qué circunstancias las organizaciones criminales, la clase política y las autoridades estatales que regulan los riesgos en el narcotráfico adquiere poder en el proceso para extender su capacidad regulatoria sobre la sociedad?
¿Cuáles son sus reflexiones de la entrevista realizada al Chapo Guzmán por el actor Sean Penn?
Lo interesante de la entrevista de Sean Penn es que una celebridad entra a cuestionar la imagen de villano que han hecho del Chapo Guzmán. Con la idea de que los capos de la droga no solo son criminales que matan a otros por competir por el mercado, sino que también gobiernan sociedades, son una forma de realización de sectores periféricos; son también una oportunidad de poder, de inclusión económica. y esa faceta que ha sido olvidada o pasada por alto, la entrevista de Sean Penn tenía el propósito de iluminarla. Pero el tema era intuitivo; creo que él no tenía una gran teoría o una gran descripción de lo que era el Chapo en términos sociológicos, pero tenía esa intuición. Ahora, el sabía muy bien que si el hacía esa entrevista e iluminaba y resaltaba esos elementos , pues esa visión ofensiva iba a cambiar. A celebridades de Hollywood les encanta, los Castro, Chávez, y puede ser un bandido pero lo que se trata es de desafiar la visión que se la entregado sobre el otro. En este caso puede ser un bandido, pero en l os casos de Cuba y Venezuela se trata del dirigente comunista.
Pero una cosa es el rebelde y otra el criminal.
Claro, pero en este caso, el del Chapo, se está mostrando que el criminal juega una función política. A raíz de que el mercado de la droga ofrece una oportunidad de inclusión. Puede ser muy violento, con muchas cosas, pero te ofrece una oportunidad. Eso es lo interesante de la entrevista de Sean Penn. El reportaje es malo, es más bien pobre, pero la entrevista en sí se convirtió en un hecho político.
La foto que hizo historia: El actor Sean Penn estrecha la mano de Guzmán durante la entrevista que le hizo en la clandestinidad para la revista Rolling Stone.
Penn decía que la intención de la entrevista era que se debata el tema del narcotráfico…
Él quería replantear el debate de las drogas. Eso es lo que él dijo.
¿Y se puede replantear de ese modo?
Creo que hasta ahora, el tema a nivel internacional pasa por la criminalización de los capos de los carteles. También en algún momento les han dado algún tipo de actoría política y cuando se la dan es estrictamente local, y se da con ciertas negociaciones, por ejemplo el caso de Pablo Escobar, de los paramilitares en Colombia y en México se lo da de manera política, pero es clandestino, es decir en las negociaciones que hacen los operadores políticos locales, alcaldes, gobernadores, con los jefes de los carteles. y hacen algún pacto; y en algunos casos se los hacen a nivel de gobierno central, pero ya son sobornos, solamente. Por ejemplo, el caso de Salinas de Gortari es el caso que ha recibido mayor atención ahora, el más sonado.
El narcotráfico ha sido muy pobre en la capacidad de construir un discurso coherente para todo un Estado-nación. Lo de ellos está centrado exclusivamente en una comunidad, un sector, un espacio muy concreto de la sociedad.
Usted sostiene que el narcotráfico es ante todo una empresa para reducir riesgos, cuyo mayor negocio es generar protección para sus empresas. Y para eso adquiere poder político, ¿es el narcotráfico actor político?
El asunto es que cumple funciones de Estado y en ese sentido se convierte en un actor político. Por eso insistía tanto en el factor político. En ciertas regiones el narcotráfico cobra impuestos, administra justicia y vigila. Y eso en esencia es lo que hace un Estado. En ese punto le otorgo una categoría política. Ahora bien, hay que ver en qué se diferencian. Por ejemplo, el narcotráfico ha sido muy pobre en la capacidad de construir un discurso coherente para todo un Estado-nación. Lo de ellos está centrado exclusivamente en una comunidad, un sector, un espacio muy concreto de la sociedad.
Que son los sectores periféricos...
Claro, esa es su fortaleza. Esa misma precariedad es una oportunidad para gente bien humilde, que sin mcha preparación pueden ocupar cargos de poder dentro de la organización de narcotraficantes, que es una organzación que poroduce poder. Por eso es que muchos jóvenes prefieren el narco que la guerrilla. La guerrilla es un sacrificio, nunca vas a llegar a ser un mando porque no tienes educación, en cambio en el narco, pues sí, hay que hacer un sacrificio pero al mismo tiempo tienes una recompensa que no tendrías en otro tipo de organización.
En la periferia, donde el narcotráfico adquiere un poder político, puede llegar a acuerdos con el Estado, eso lo plantea como tesis en su libro.
Para el Estado es muy costoso meterse en regiones que dependen del narcotráfico, donde hay una estructura política alrededor del narcotráfico; entonces el Estado dice: mientras me mantengan cierto orden o límites, yo no me meto pero si los traspasan tendré que intervenir. Eso es lo que ocurría en Colombia, pero es un equilibrio muy inestable y en un momento dado algún actor lo traspasa y comienza a generar demasiada violencia, entonces el Estado tiene que responder. Pasó en México y en Colombia.
Otro de los elementos sobre el Chapo es la capacidad de su organización para el lavado de dinero; Sinaloa tiene incidencia en la región, incluso el Chapo habría sacado una cédula falsa en Ecuador, ¿qué conoce del tema?
Sí, se ha escuchado mucho sobre el Ecuador, sobre el tema de la droga de Colombia que sale por el Ecuador, también que hay mucho lavado porque la economía está dolarizada, es lo que se dice. En Ecuador lo que él tiene son negocios como cártel de drogas, pero lo que no tiene -y no hay información al respecto- es que como tal tenga un asiento en el poder en Ecuador; no hay un grupo armado, no hay datos de que controle una región del país. Eso no existe. La información se remite a sobornos, a clandestinidad, pero la gran mafia ecuatoriana no existe o por lo menos no he oído hablar de ella.
Kate del Castillo, involucrada en el affaire del Chapo Guzmán y Sean Penn. El poder del narcotráfico está también resaltado por artistas que ven con buenos ojos a quienes desafían el statu quo.
En términos del negocio del narco, cómo ve su evolución; la presencia de los cárteles, su desarrollo en América Latina.
Conozco mucho los casos de Colombia y México. En Colombia el Estado ha avanzado mucho. En Colombia sí hay narcotráfico, se sigue traficando droga pero el gobierno ha logrado recuperar mucho control contra la sociedad. En ese sentido, los narcos ya no son tan poderosos como lo eran hace 15 o 20 años. Ahora, los mexicanos tienen un problema muy grave, pero a pesar de todas las malas noticias hay una buena noticia, y es que el Estado logró, finalmente, poner límites a las grandes organizaciones de narcotraficantes que iniciaron la violencia en el 2000, hablo de los Zetas y el Cartel de Sinaloa. Sinaloa sigue, se trafica, pero ya cártel de Sinaloa ya no es lo mismo en términos de guerra y poder de lo que era al principio del gobierno de Felipe Calderón. Sí veo que hay mucho problema en Argentina. Hay mucho narco y ya se empiezan a mover en términos internacionales. Rosario es una ciudad que tiene muchos problemas y en Buenos Aires se trafica aún más.
El tema de la guerra contra las drogas en Colombia y México no pasa tanto por el tema de las drogas en sí o de la criminalidad; pero hay un problema en el hecho de que los actores criminales alcancen la posibilidad de desafiar al Estado.
Es evidente que el narcotráfico, por su condición misma de negocio, adquiere mucho poder, hay una relación con actores politicos. En ese marco, cómo ves el tema de la guerra contra las drogas desde la visión de Estados Unidos o las propuestas que hacen las naciones sudamericanas a través de Unasur.
Mi opinión es que el tema de la guerra contra las drogas en Colombia y México no pasa tanto por el tema de las drogas en sí o de la criminalidad; pero hay un problema en el hecho de que los actores criminales alcancen la posibilidad de desafiar al Estado -no en capacidad de combate, porque en eso el Estado les gana- en la capacidad de gobernar la sociedad. El problema para el Estado en la guerra contra las drogas, en Colombia y México, es cómo poder hacer cumplir su orden en el territorio, cuando ya otras organizaciones criminales lo están haciendo. Cómo lo recupera, sin irse contra la propia población que acepta el orden de los narcotraficantes. El presidente Calderón decia que la guerra contra las drogas en México no era solo para evitar que la droga llegue a los Estados Unidos sino para evitar que los narcos asuman las funciones propias del Estado. No cabe solo preguntarse sobre las drogas en sí, sino cuáles son los problemas estructurales en esos Estados para que unos criminales adquieran suficiente legitimidad para gobernar a la población y no afecten al Estado como tal, que en teoría es una democracia, es una estado de bienestar y de derecho, promueve y dá servicios públicos; sobre todo si no son Estados tan débiles. No estamos hablando de Liberia o Sierra Leona, no, son Estados con muchos recursos; el colombiano no es un Estado pobre, es de un ingreso medio, tienen una numerosa fuerza de seguridad... Ahora, en Estados Unidos este no es un tema importante, porque la guerra contra las drogas a ellos no les toca en el sentido político; no hay nadie mandando en un territorio de los Estados Unidos para vender drogas. El asunto para Estados Unidos es si esa mercancía va a llegar al consumidor final, cosa que tampoco han podido evitar, por los problemas de gheto, problemas raciales y demás; pero es un problema de otra naturaleza, más de salud pública, de convivencia, no de índole politico tán fuerte como pasa en Colombia y México.
Si es el narcotráfico una empresa de redicción de riesgos, y se busca el poder político para la protección, ¿se puede decir que el narco es un negocio de protección?
El narcotráfico, más de que protección, es un negocio de producción de poder. Porque en realidad el negocio, como tal, no es tan difícil ni tan competitivo en su parte operativa. Los precios finales son muy superiores a los costos, sin embargo hay demasiado riesgo y, paradógicamente, el que ofrece el antídoto contra esos riesgos, es decir la protección contra esos riesgos, es el que es capaz de ejercer esos riesgos. Por ejemplo, las autoridades o la clase política, que son los llamados a perseguir a los narcotraficantes, eventualmente pueden pedir dinero a los narcos para dejarlos traficar, ¿por qué? Por que tienen el poder, son recococidos además por un sector de la sociedad para tener eso poder. O un narco o señor de la guerra, que tiene el aparato cohercitivo y gobierna un pedazo de la sociedad es reconocio como tal y a cambio puede ofrecer protecció, puede venderla y puede imponer incluso las condiciones del mercado. Entonces, el negocio del narco como tal no es tanto un negocio operativo ni competitivo sino que es un negocio de producir poder, bien sea a través de la coherción propia o a través de la política, para vender protección y reducir los riesgos del negocio. El negocio exitoso es reducir los riesgos; un buen narcotraficante es el que reduce los riesgos al mínimo. Y los riesgos se reducen con el poder, bien sea con el poder político o con el poder cohercitivo directo o indirecto.
Hay una paradoja, si el éxito consiste en reducir los riesgos al mínimo, lo lógico sería que los capos del narcotráfico traten de pasar de agache, pero quieren ser diputados, quieren hacer una película, como el Chapo.
Está bien por que hay aspiraciones y vocación de poder. A Pablo Escobar lo que le motivaba era el poder como tal. Pero la plata es fácil de esconder, pero el poder es un poco más difícil, hay un manejo más directo de gente. En el caso del Chapo es un poder, tiene poder, es una autoridad, lo mismo que el Mayo Sambada, pero en Sinaloa, en una parte de la Sierra. Ya en Culiacán, que es la capital de Sinaloa, está el Estado. El Chapo tiene mucho poder, vigila algunas calles, pero las vigila en asocio con la policía local con la clase política. Pero cuando vas a zonas más desarrolladas, más pobladas, el Chapo es insignificante en términos de poder, es decir en el ejercicio de gobierno. Hay zonas en que los narcos no mandan. En Tepito, México D.C. los narcos quisieron entrar pero los comerciantes informales no los dejaron. Hay que tener cuidado cuando alguien afirma que en México hay dos presidentes (el Chapo y el Presidente); puede ser presidente el Chapo, pero en la sierra de Sinaloa. Creo que están exagerando porque están sobreestimando el poder real del Chapo, tomando en cuenta el espacio social donde él ejerce su dominio.
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