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7 de Mayo del 2018
Historias
Lectura: 12 minutos
7 de Mayo del 2018
Redacción Plan V
‘En la frontera norte también hay grupos ecuatorianos que se han reconfigurado’

Fotos: Luis Argüello

Iván Roa con la organización Save the Children Internacional adelantó investigaciones en Esmeraldas en torno a la palma aceitera y la población vulnerable.

 

Del lado colombiano al menos 12 grupos ilegales se disputan el territorio metro a metro. Pero ¿qué está pasando del lado ecuatoriano? Iván Roa, académico e investigador colombiano, sostiene que en Esmeraldas se han dado luchas históricas de bandas. Pero, ¿qué está pasando en la actualidad? Roa visitó Quito la semana pasada y dio algunas pistas.

Iván Roa 

Es profesor de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas de Bogotá y profesor del Centro de Educación para el Desarrollo de la Universidad Minuto de Dios. Es investigador den temas de frontera, narcotráfico y grupos ilegales con la Corporación Nuevo Arcoíris. Ha publicado sobre las problemáticas fronterizas relacionadas a raza, capital y grupos armados en la expansión transnacional de la palma aceitera en Nariño y Esmeraldas.

¿Qué hace que exista este estallido de violencia en la frontera norte?

Son varios factores. El Estado se configura con un actor más del conflicto. Sabemos que en esa zona confluyen los cuatro carteles mexicanos. Tenemos esos grupos ilegales (yo no le digo disidencias) que surgen después del proceso de paz con las FARC y coinciden con la desaparición de Los Rastrojos que también tenían presencia en Ecuador desde hace mucho tiempo. Yo hice un rastreo de noticias de incautaciones y golpes de estructuras de narcotraficantes en Ecuador y se ve que el año pasado fueron golpes muy duros. Por ejemplo el robo de botes, la detención de cientos de pescadores en cárceles de Estados Unidos.

Esto nos estaba diciendo que algo estaba muy álgido estaba pasando desde el año pasado. Yo me quedo con la misma duda. Algo muy puntual debió haber pasado para que estas estructuras se vuelvan visibles, específicamente la de alias ‘Guacho’. No me atrevo a decir qué pasó. Pero sí están confluyendo todas estas fuerzas y el Estado también es una más en disputa del territorio.

En septiembre hubo una emboscada a un grupo antinarcóticos de la Policía. Ya había pasado. Lo de enero quizá ya se veía venir. En el 2008 había una guerra entre Los Templados, que era una banda ecuatoriana de César Vernaza, y el sicario Látigo. Ahora puede haber otra guerra que no es visible. Debe haber mucha gente disputando algo. Lo que sí hemos visto que históricamente en el lado ecuatoriano hacían alianzas, no había disputa.

¿Quiénes hacían alianzas?

Si vemos las detenciones de ecuatorianos en los últimos 10 años, todos eran enlaces de sectores diferentes del lado colombiano. Por ejemplo, alias ‘W’, que fue uno de los que se detuvo acá, era el enlace entre la columna móvil Daniel Aldana y Los Rastrojos. Muchos de esos detenidos, de esos pequeños narcos, esos emisarios como los llamaban, también son la conexión entre un grupo y otro en Ecuador. Entonces los grupos armados no tenían que hacer tanta presencia, sí en frontera pero no entraban tanto porque habían emisarios.

Pero como se empezaron a detener a esos emisario, a Sinaloa, Zetas, el Cartel del Norte del Valle les tocó enviar sus propios emisarios. Existieron redes desde Ecuador hacia grupos colombianos que permitían que ellos movilizaran por aquí las cosas sin ningún problema. ¿Hoy qué habrá pasado? Del lado colombiano se están disputando metro a metro el territorio, de pronto de este lado también se pueden estar disputando metro a metro.

¿Qué grupos han operado del lado ecuatoriano?

Entre 2007 y 2009 veíamos que había presencia de la Columna Móvil Daniel Aldana, pero estaban en sectores muy fronterizos y estratégicos hacia Esmeraldas. Porque la frontera y la ciudad de Esmeraldas están conectados. Porque en Esmeraldas es más fácil camuflar lo ilegal porque es un ciudad más grande. La gente en Esmeraldas me decía: ‘sí aquí hay gente de las FARC que negocian sus cosas’. Los Rastrojos coincidieron con la presencia de Sinaloa en la Tola y Borbón. Pero vuelvo a un punto: no eran visibles. Son una o dos personas que son el contacto, por eso es difícil rastrearlos. Entre 2007 y 2009, las Águilas Negras tenía una alianza con Látigo que era el sicario ecuatoriano. Los Águilas Negras actuaban más como sicarios, no tanto como narcotraficantes. Porque en Esmeraldas hay un mercado de sicariato y en todo el Ecuador. Es un mercado no visible.

Pero estos sicarios operan con las bandas narcotraficantes...

Claro. Ellos les suministran las armas y demás. Ellos también cambian los lugares desde donde se mueven. En el 2005 operaron en San Lorenzo, después se fueron a Borbón, pero allí también les hicieron presión. Después fueron a Limones, que vivió una época muy oscura. Se movilizaron por el territorio y al final terminaron en la Tola. Allí los Águilas Negras ya se disputaron el territorio con (César ) Vernaza y Los Templados. Estos no solo son narcotraficantes, sino que tienen estructuras sicariales y tienen alianza con los carteles mexicanos.

"Los Templados existieron hasta el 2012 cuando detienen a la cabeza del grupo que era el empresario César Vernaza. Ellos se disputaron por años el territorio con Látigo".

Látigo ya fue asesinado. ¿Aún existen Los Templados?

Ya se acabaron. Creo que los que quedaron se unieron a otros grupos como los Choneros o a la banda de alias ‘Gerald’. No sé a quién más, pero es obvio. Los Templados existieron hasta el 2012 cuando detienen a la cabeza del grupo que era el empresario César Vernaza. Ellos se disputaron por años el territorio con Látigo. Inclusive se dice que la muerte de Látigo tuvo que ver con esa disputa. También en la frontera entre Carchi y Esmeraldas se mueven un montón de cosas. En el 2011 me decía la gente que estaban apareciendo nuevos sicarios, pero no sabían quiénes eran. Desde el 2011 ya se venía atomizando la presencia de grupos del lado ecuatoriano. Por eso es necesario hacer un estudio de las violencias estructurales en el Ecuador. Este estudio que hice es hasta el 2015. Después hubo un cambio impresionante porque Los Rastrojos desaparecieron y se fortaleció el Clan del Golfo.

¿Nadie ha hecho en Ecuador una investigación así?

Yo digo que la gran investigación está en los medios de comunicación. Los periodistas son los que sacan todo esto, pero no hacemos la conexión. El asesinato de alguien no es algo aislado. Cuando me siento a mirar prensa estoy haciendo una cartografía de todo esto. Pero en el 2015 cuando fui a las comunidades, la gente es la que sabe. Hay que saber cómo acercarse a la gente, porque los puedo exponer. Pero eso fue en otra época. Si voy ahora a hacer lo mismo sería muy complejo porque estarían exponiendo a las personas y mi vida misma. Lo que sí está claro es que en los últimos 10 años han pasado muchas fuerzas. Hay colombianos y mexicanos, pero también fuerzas ecuatorianas que se han reconfigurado por las detenciones.

Usted sostiene que esa zona también hay una relación de la violencia con la presencia de las palmicultoras. ¿Por qué?

En los mapas se ve la presencia (de las palmicultoras) en todo el norte y la costa de Esmeraldas. Pero hicimos un mapa con las comunidades sobre la expansión de los cultivos de palma entre 2007 y 2011 en zonas como Mataje, San Lorenzo y Borbón. En el espacio donde actúan las economía legales de la palma actúan también las economías ilegales. Lo que la gente denunciaba era la presión que se valía de la violencia para que la gente vendiera sus predios. No iba el dueño de la palmicultora. Una persona una vez me dijo: ‘vea si no me vende usted, me vende su hijo porque usted va a estar muerto’. Otro señor que se resistía a vender así el tractor le rompa la cerca para intimidarlo. Si vives en un contexto donde hay violencia, sicarios, pues tienes miedo. La violencia estructural en parte es usada por este sector industrial. Y por eso la gente al no tener ingresos se va a la minería, al narcotráfico. Es un círculo vicioso. Mucha gente también vendió tierras porque no querían vivir allí.

Esa es una de las razones para que esas zonas sean de disputa por grupos armados.

Total. Además hay otro elemento. En el norte de Esmeraldas está la comuna Santiago Cayapas, que es un territorio afro ancestral y comunitario, que no se puede vender. Pero a través de la figura del arriendo logró entrar la palma en ese territorio. Estas comunidades tenían un sistema de organización en torno a alguna dirigencia y estos empezaron a ser coptados por parte de empresas palmicultoras para expandir la palma en ese territorio. Les vendieron la idea del progreso, pero no ganan mucho. La gente cuenta historias trágicas dentro de los cultivos de palma. Han matado y desaparecido gente. Alguna vez se denunció que estaban trayendo colombianos a trabajar allí en condiciones muy precarias, eran desplazados del conflicto. ¿Qué control tiene el Estado? Ninguno. En Colombia vez que mucha empresa extractivista está en zonas de alta conflictividad y lo mismo está pasando en Ecuador. No solo hablo de Esmeraldas, sino también de Sucumbíos.

¿Lo que ha sucedido en San Lorenzo puede ocurrir en Sucumbíos?

Yo creo que ya está pasando. Porque en el 2013 la gente decía que había presión. Y tu vas a Shushufindi y ves un mar de palma. Esa es la ruta de la trata de personas.

¿Pero hay la posibilidad de coches bomba como en San Lorenzo?

No creo. Porque cuando un grupo visibiliza su violencia los otros se ven beneficiados porque no les vana a ver.

Lo que ha pasado con alias ‘Guacho’.

Lo estamos viendo solo a él y se nos ha olvidado todos los demás. En las noticias del último mes se mencionan incautaciones de droga por Lago Agrio. Es una ruta que siempre ha existido aunque no movilicen lo mismo que en la Costa.

¿Cómo se viene el postconflicto colombiano en la frontera con Ecuador?

Ya no hablamos de conflicto armado sino de un conflicto por narcotráfico. Estamos viendo la rearticulación de varios grupos que antes eran guerrilleros y ahora son narcotraficantes. Algunos siguen con el ideal guerrillero, pero la gran mayoría se está volcando al narcotráfico que es fuerte históricamente. Si el Estado colombiano no garantiza un proceso de paz duradero y estable entonces estas personas van a ir a parar a estos grupos ilegales.

Ya han denunciado que Colombia no les dio garantías.

Y se vuelven víctimas también porque quedan en un estado de vulnerabilidad.

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