

Mónica Almeida (a la izquierda de la foto) y Ana Karina López, con el libro La revolución malograda. Fotos: Luis Argüello / PlanV
Es el segundo libro de investigación periodística con el que Mónica Almeida (Guayaquil, 1965) y Ana Karina López (Quito, 1968), abordan el fenómeno político del correísmo. Desde el periodismo, pocos lo han hecho con tanta rigurosidad y maestría literaria. Con El séptimo Rafael, ellas hacen una biografía no autorizada de Rafael Correa Delgado; un perfil que contrasta el mito creado por la propaganda con la realidad. Un libro que, están seguras, Correa lo leyó. Ahora, con La revolución malograda, descubren desde diez hechos (convertidos en capítulos) que se dieron entre el 2007 y el 2017, el mecanismo perverso con el que se sustentó el sistema político de poder llamado correísmo. En este libro de Editorial Planeta, ellas desmontan otro mito: que el correísmo no es sólo la expresión de un lider mesiánico, reaccionario y arrasador, sino, y sobre todo, es un mecanismo de poder, basado en cinco pilares, que ellas —y ese es uno de los grandes aportes de este libro— bautizan como PICIC: un engranaje perfectamente aceitado de Propaganda, Ideologización, Control, Inteligencia y Corrupción. Esta ecuación, que da como resultado el poder total, fue montándose mediante el ensayo y el error y cuajó en Montecristi, y el fruto es una institucionalidad que la sociedad política no correísta ha sido incapaz de comprender y menos desmontar y que ahora vuelve a ser funcional a sus creadores. Vale leer esta gran crónica política del correísmo. Eso dará luces sobre porqué estamos como estamos, y cuál es el futuro que nos espera.
El primer capítulo La balanza militar, debe ser un de los relatos más profundos y completos sobre la tutela militar en las decisiones de la democracia ecuatoriana en los últimos años. ¿Por qué empezaron por ahí?
ANA KARINA LÓPEZ (AKL): Porque nunca nadie lo había hecho antes. Muchas aportaciones académicas y periodísticas no toparon este punto, y cuando de las investigaciones nos salieron cuatro capítulos del libro, nos dimos cuenta de lo importante que era eso.
MÓNICA ALMEIDA (MA): Pero también porque lo primero que nos preguntamos es ¿dónde está el poder? ¿Por qué no le dieron golpe de Estado? ¿Y por qué se permitieron ciertas cosas que con otros gobiernos no?
¿Por qué duró diez años?
MA: Exacto. Mahuad, Bucaram, Lucio Gutiérrez, con cuatro cosas en la calle y los militares salieron a decir “ya no tiene nuestro respaldo”. Por eso dijimos que debíamos ver el factor militar, algo que no entendíamos ninguna de las dos.
AKL: Antes de empezar el libro alguien nos dijo que nos fijemos en que los militares estuvieron en el control electora, y comenzamos a seguir esa pista y de pronto se nos abrió un mundo, porque, además, ninguna de las dos había cubierto una fuente militar. Fue necesario ganar la confianza de gente que no nos conocía.
¿Cómo abordaron esas fuentes militares, que suelen encapsular la información?
MA: Hay que ir poco a poco. Nos ayudaron algunos amigos periodistas para abrir ciertas puertas, también por relaciones personas. Acudimos también a documentos, libros como los de Alberto Molina y del Gral. Ernesto González. En septiembre del 2018 ya nos habíamos pasado unos buenos seis meses investigando el tema de los militares. Fue lo más difícil de esto, pero de ahí nos salieron los cuatro capítulos que son La balanza militar, Armas y muerte (el asesinato del Gral. Gabela), FARC y narcotráfico y sobre el 30S.
AKL: Un tema esencial fue ganarnos la confianza de hombres. Los del alto mando son hombres, nosotros mujeres y en el mundo militar esa diferencia importa. Y lo hicimos mostrando nuestro trabajo, hablando mucho.
MA: Claro que teníamos la carta de presentación de El séptimo Rafael, porque no éramos unas desconocidas las que pedíamos hablar con ellos.
Ahí estaría una de las explicaciones de porqué el correato duró diez años, luego de venir de un periodo de mucha inestabilidad de una década.
MA: Nosotros aprendimos. Por ejemplo, uno había escuchado el caso de la chatarra, luego lo de las empresas militares. No solo estaban las fuentes militares, sino también leer informes de Contraloría, de otras entidades, los balances del Issfa, las pensiones.
Una lectura atenta del libro se hace desde el presente. Mucho de lo que vivimos ahora tiene su explicación en La revolución malograda
AKL: Siempre lo vemos, tenemos por ahora unas seis referencias. Una es el tema de la influencia militar. Lasso no se iba a la muerte cruzada si no tenía el sólido apoyo militar.
Es más, él hace algunos cambios estratégicos a favor de los militares, como cuando les entrega la dirección política de la guerra contra el crimen organizado.
AKL: Lenín Moreno hizo la primera parte. Les devolvió la seguridad presidencial, mantuvo al alto mando en sus periodos.
MA: Con Correa ya hubo una reconciliación luego del 30S. O sea, se reconcilian, se vuelven a pelear y luego ya la relación es irremediable cuando Correa empieza a destituir a los mandos por Twitter.
AKL: Además del tema militar, para explicar el presente, tenemos el tema de la Asamblea Constituyente, que ahora ronda en las intenciones del correísmo, la propia muerte cruzada, la seguridad. Y el tema de Jan Topic, candidato a la presidencia, también está en el último capítulo del libro, que es sobre Odebrecht.
Una figura clave en la relación con los militares fue el ministro de Defensa, Javier Ponce.
MA: Creo que Ponce fue una figura clave. Desde una militancia anti militar sabía muy bien dónde estaba el poder. Él sabía cómo ir apagando o moviendo las piezas: los cambios en Inteligencia para crear la Senain, desbaratar la Honorable Junta de Defensa, y lo que finalmente se revierte contra él y es la adquisición de los helicópteros druhv. Hay también un concepto de seguridad nacional que para ellos es algo impuesto desde el “imperio” y que hay que desarmar. Por eso había que sacar al FOL de la Base de Manta, implementar la seguridad ciudadana, en cuestiones de seguridad nacional las decisiones debían ser políticas y no militares y quitan la Inteligencia a los militares. Luego del ataque a Angostura (2008) hacen una comisión para quitar la Inteligencia, crear la Senain y que todo esto dependa de la voluntad de Correa.
AKL: Ponce y su equipo descubren dónde está el cerebro de todo este control. En 1979 los militares dejaron una ley en la que el Consejo de Seguridad Nacional, conformado por todas las autoridades, pero quien manejaba era la Secretaría del Cosena, en manos militares. A partir de eso se impone una forma de control que no aparece, pero del otro lado se hila fino también desde las leyes, porque antes de que suba Correa, dejan armado todo. Tanto del lado del correísmo como de los militares, eran gente que estaba muy consciente de cómo era la estructura estatal.
Y se presenta una disputa del poder real.
MA: Exacto. Y nos parece que una democracia madura no debe depender tanto de los militares.
Ellos dicen lo mismo, pero al revés: sin los militares no hay una democracia madura, porque los civiles, los actores políticos, destruyen la democracia.
MA: Entonces, como nosotros tenemos el uniforme entramos a resolver las cosas. Eso es parte de esta malograda revolución, que empieza a hacer estos cambios estructurales y luego resulta que para tener democracia debemos agradecer a los militares otra vez. Es triste.
Esto supone decir que, en este punto, el de los militares y su poder ¿Correa tenía razón?
AKL: Creo que en el tema de consolidar una democracia había un claro diagnóstico, no desde el enfrentamiento, sino que los militares ocupen el lugar que tengan que ocupar en una democracia civil. Pero eso, igual, se malogra.
¿El 30S es clave en esto? Los militares finalmente deciden rescatar al Presidente. Pero antes presentan un pliego de peticiones ¿hubo una extorsión?
MA: No creo que hubo una extorsión, sí creo los militares se tomaron su tiempo para actuar. Y con eso demostraron a Correa quién tiene el poder. Esa fue una de las lecciones que Correa aprende en ese día. Es después que llega la euforia de que no pasó nada, se inventa que esto fue un golpe de Estado y luego devuelve ciertas cosas a los militares. Creo que ahí hubo otra negociación también. Ponce fue un personaje clave ese día.
Esta sucesión de ministros civiles de Defensa ¿era una muestra de desprecio de Correa y Ricardo Patiño a los militares?
MA: Sí, es como una disputa por el poder, es un constante desafío. Pero acordémonos que antes del 30S había ocurrido lo de Angostura. Luego de eso, Correa ya sabía que no controlaba el poder militar y era algo contra lo que él no podía irse de frente, pero sí podía aprender a manejarlo.
¿Cómo se sostuvo Correa?
AKL: Nuestra primera pregunta para el libro fue ¿cómo fue este poder? ¿Cómo llegó a tal poder? Para contestar esa pregunta desarrollamos lo que llamamos el PICIC. Es un sistema que responde a una ecuación cuyas variables son la Propaganda, Ideologización, Control, Inteligencia y Corrupción. En la base está el control y la vigilancia, desde cualquier contexto e institución estatal, sea el SRI o el control a la prensa, con una Inteligencia que abandona la persecución del narcotráfico y al crimen organizado para controlar y vigilar a políticos, disidentes, periodistas, ONG… Y la Corrupción, que tiene muchas variables como una forma de rentabilidad política y económica. Es en estas cinco facetas que Correa construye su red de poder.
MA: Llegar a esto es lo que más nos costó. Reflexionar sobre cómo lo hicieron. Son los cinco pilares sobre los que fraguaron su poder y está en todos los relatos, como una constante. Lo que teníamos ante nuestros ojos al principio era la propaganda y la inteligencia y cuando identificamos los otros pilares, pudimos escoger nuestros relatos porque ahí es donde siempre vamos a encontrar el sistema del poder. Es un sistema.
¿Es un sistema que permanece y no ha sido desmontado?
MA: Ha sido desmontado muy parcialmente. Fue muy bien armado en Montecristi. Es necesario regresar los ojos a Montecristi, ahora que los mismos quieren hacer una nueva Constituyente. La creación del quinto poder, más la creación del poder electoral, más haber gobernado ocho meses con un “congresillo” a su servicio, hizo que todo esto se convierta en un mecanismo, en un sistema. ¿Cómo desmontas el Consejo de Participación? El único momento no lo controló fue cuando hubo dos consejeros “disidentes” del correísmo en la época de Julio César Trujillo. El resto del tiempo siempre han controlado las instituciones, y eso le permite controlar todo el Estado con nueve vocales del CPCCS, porque controlas las entidades de control. Y el otro elemento clave es la Función electoral, porque hay un vaso comunicante entre el Consejo de Participación y el Consejo Electoral porque entre ellos mismos se eligen, entonces se pagan los favores.
AKL: Pero, como en todo, tus mayores virtudes son tus mayores defectos, y muchas veces las cosas que tú creas se vuelven contra ti. Ellos impusieron en la constitución los derechos de la naturaleza y hablaron del poder de la ciudadanía. Correa gana las elecciones en el 2013 de forma avasalladora y de inmediato anuncia el fin la iniciativa para conservar el crudo en el Yasuní y no explotar el ITT, que había sido una bandera de lucha ante los jóvenes y el mundo, sobre todo de Alberto Acosta. Y hay una enorme decepción, porque sobre todo los jóvenes habían sido convencidos de que los derechos ciudadanos y de la naturaleza eran una realidad. Entonces aparecen los Yasunidos, un colectivo de colectivos que se posesionan del ideal, que se hace una bola de nieve y crece tanto que ellos se convierten en la verdadera oposición y por eso son perseguidos con tal fiereza. Correa no cayó en esa década también porque la oposición es un vacío absoluto. Creo que la gente no se dio cuenta del poder de esa idea de los Yasunidos y lo que significó para que menos de un año después, en el 2014, el correísmo pierda abrumadoramente en las elecciones seccionales. Y empieza su declive.
MA: Correa en el 2013 había llegado a lo más alto de su poder, y se tumba lo del Yasuní, lanza el proyecto de las herencias y la plusvalía y es el inicio de su declive.
AKL: Pero además se queda sin plata, por la caída de las materias primas, y desde ahí hasta el final de su periodo gobernó con deuda.
MA: Nos endeudó hasta el 2026, que es algo que debemos acordarnos. Lenín Moreno renegoció, pero en las condiciones que nos había dejado Correa teníamos que entregarle nuestro petróleo a China hasta el 2026, con una plata que ya se había gastado, petróleo que una parte salía del Yasuní.
AKL: Pero a través de la propaganda, que es el primer pilar del PICIC, se presenta a su régimen como que entonces estábamos mejor, pero fue nada más que un despilfarro que recursos que nunca habíamos tenido. En el 2015 Correa ya tenía clara la dimensión de su desgaste.
Pero plantea la reelección indefinida
MA: Lo que él dice es que no le daban los números. Eso lo hemos confirmado para el libro. Y él tenía que ganar con el 57% como fue en el 2013, no podía ganar con menos. Y eso hace que él ponga esa salvedad, de que la reelección indefinida no se aplique desde el 2017 sino en la siguiente elección. Claro, pero era con su plan de que iba a regresar. Por eso los diez relatos de La revolución malograda se atan de tal manera que al final fue el caso Odebrecht el que aguó la fiesta. Porque si bien la gente sabía sobre la corrupción, el tema Odebrecht era la evidencia, con las pruebas de las transferencias bancarias. Y esto fue una investigación de las fiscalías de Brasil, Estados Unidos y Suiza, y no es que yo les voy a mentir a tres fiscalías al mismo tiempo.
AKL: Además, ya antes estuvo el tema de los Panamá Papers, y ya comenzaba a transparentarse la corrupción, que hasta entonces se basaba en denuncias de una oposición floja y desacreditada. Era (y es) una oposición al correísmo sin estrategia, sin norte, que no supo comprender al Estado, y en el medio estaban los socialcristianos que tuvieron un acuerdo de sobrevivencia durante el gobierno del correísmo y se mostró claramente como una alianza en la oposición a Guillermo Lasso. Ese pacto se mostró, por ejemplo, con la falta de acción de la Contraloría sobre la gestión de Nebot y del socialcristianismo en Guayaquil.
MA: Ahora, si se analiza este panorama en el Ecuador, con el poder militar, un presidente arrollador y trabajador, con un verbo camaleónico más la propaganda, y tienes esa calidad de oposición, con partidos políticos debilitados que no lograron rearmarse frente al ataque de la revolución ciudadana. El correísmo atacó a los partidos para reinar en solitario.
¿Y pudo hacerlo al fin?
MA: Vale aquí una reflexión: ante ese gobierno arrollador y el vacío de la oposición política, los ecuatorianos no nos dejamos avasallar. Los que salieron y salimos a la calle defender derechos, nosotros la libertad de expresión, otros al Yasuní, el movimiento indígena, el agua, contra las herencias, contra la reelección indefinida…
AKL: Me pregunto, en toda esta época terrible, un partido como la Izquierda Democrática, ¿qué hizo? Colaboró. Tenía al hermano del presidente Borja de embajador en Chile, varios militantes que se hicieron cargo del IESS, por ejemplo, o embajadores. Nunca hubo una sola palabra de la ID contra el abuso, colaboraron con la revolución o se presentaron para hacer partidos funcionales al correísmo.
MA: Quienes se dieron cuenta más rápido y hubo el quiebre temprano fue el MPD y también el movimiento indígena, con la Conaie. Se luchó por la educación bilingüe, la ley de aguas y todo ese tipo de lucha.
¿Por qué volver a tratar el tema del correísmo en este libro?
MA: Porque sabíamos algo de estos temas, pero en este libro está profundizado rigurosamente. Porque esta historia no ha terminado, el futuro del Ecuador está en juego y nosotros queremos decir a los ecuatorianos: esto es lo que nos pasó, así nos país, así se armó el poder en estos diez años. ¿Ustedes lo quieren volver a repetir?
AKL: No somos políticas, somos periodistas, pero entendemos que el buen periodismo es una de las bases de la democracia. El presidente de Brasil, Lula da Silva, dijo que lo que pasa en Venezuela es una narrativa de la prensa. Nosotras creemos que no se trata de la disputa de relatos, sino de, como en este libro, estar basados en evidencias, en hechos, lo cual nos ha costado sangre, sudor y lágrimas. No decimos que no hay interpretación, pero hemos contado una historia que nosotras mismas tendemos a olvidar.
Habrá quien piense que se quedaron cortas
MA: Claro, esto no es la biblia. Sabemos muy bien que nos faltan al menos otras cinco historias, pero no íbamos a publicar mil páginas. La idea era también hacer una buena historia, bien contada, bien armada y sustentada, sabiendo que no puedes citar a la gente con la que hablamos. Es una gran crónica política.
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