
Director de Plan V, periodista de investigación, coautor del libro El Gran Hermano.

Foto: API
El ex candidato presidencial Guillermo Lasso analizó el escenario de las elecciones seccionales.
Guillermo Lasso, ex candidato a la presidencia de la República, ex presidente del Banco de Guayaquil y líder del movimiento opositor CREO. Casado, tiene cinco hijos.
juancarlos.calderon@planv.com.ec
A las 12 del día esperaba la llamada de Mauricio Rodas para generar un pacto que permitiera llegar a la unidad entre Suma y CREO para la Alcaldía de Quito y la Prefectura de Pichincha. NO llegó esa llamada. Luego, la retirada de su cuadro, Juan Carlos Solines, y la no presentación de candidato para la Prefectura aparecieron como una derrota política. No es fácil, para quien se proclama la segunda fuerza política del país, renunciar a disputar la Alcaldía de la capital de la República con toda la fuerza que esto tiene. Pero Lasso no lo cree así. Quiere dar mensajes de una política que no disputa cargos sino que defiende ideas con pragmatismo y coherencia. Qué tan efectivo será esto para el futuro suyo y de su joven movimiento sólo lo dirá la historia. Por lo pronto, dio un paso que puede ser una ventaja a largo plazo, dadas las circunstancias: Rodas renuncia a ser candidato a la Presidencia en el 2017 en caso de ganar la Alcaldía de Quito. Con eso podría consolidarse la candidatura de Lasso como única en la tendencia. Además, el candidato de la centroderecha da señales de tolerancia, en temas que le pueden ser espinosos, como el aborto.
CREO quedó como la segunda fuerza política tras las elecciones presidenciales del 2013, desde esa perspectiva ¿cómo ve usted la participación del movimiento en las seccionales del 2014?
Un antecedente. CREO es un movimiento político nuevo, joven, que tuvo vida jurídica recién en enero del 2012. Tan pronto ocurrió esto tuvo que enfrentar el desafío de una carrera presidencial y de asambleístas, la cual convirtió al movimiento en la segunda fuerza política del Ecuador. Y antes de cumplir los dos años de vida tenemos que cumplir un segundo desafío, las elecciones del 2014. Quisiera decir que este movimiento, además de ser joven, pretende ser institucional, con estructura, estatutos y principios y que no es personalista, integrado por gente con gran vocación política y de servicio por el país. Es un movimiento que espera gravitar en la política ecuatoriana en el largo plazo. Y cuando uno define estas características hay que mantener una coherencia con su línea de acción, independientemente de los resultados electorales que coyunturalmente pueda lograr en un momento dado. Muchos dicen que la manera de fortalecer la estructura es participando con sus propios cuadros en todos los lugares del Ecuador. Y eso es cierto, pero no es menos cierto tampoco que se construye institucionalidad y se construye un proyecto tomando decisiones correctas, incluso aquellas que en la coyuntura no parezcan las más adecuadas, pero que en el mediano y largo plazo se demostrará que son una decisión correcta.
¿Cómo plantea la coherencia sin que aparezca como una política de silencio y de respuestas débiles frente al gobierno actual?
Creo que la coherencia se demuestra no sólo siendo fiel a los principios sino a través de las acciones, no sólo de las declaraciones. Se la demuestra con actitud y en la manera en cómo se enfrenta la adversidad, de cómo se toma el triunfo y se defienden ideas y conceptos. En su pregunta me envía un pequeño misil al decir que lo que mucha gente dice, que es una oposición débil o poco activa o poco bulliciosa. El pueblo ecuatoriano se pronunció el 17 de febrero. Y mayoritariamente escogió a Rafael Correa como el Presidente del Ecuador y adicionalmente le dio poder absoluto en la Asamblea. Esa es una realidad. Para quienes tenemos convicciones democráticas, y queremos defender el Estado de Derecho y actuar dentro del respeto a la Ley. Por ejemplo, en el tema del Yasuní, hemos ratificado nuestra propuesta de no explotación en el Yasuní y esto no es sólo por razones ambientalistas, que no es mi tradición. Mantengo la propuesta sobre la necesidad de que la sociedad ecuatoriana revise su modelo de desarrollo. En el actual (gobierno) no hubo nada de nuevo, no hubo cambio de época en el Ecuador, 30 años de lo mismo: vivir del petróleo y del endeudamiento público. Me ratifiqué en esa posición. Los asambleístas de CREO votaron en contra de la explotación del Yasuní. Públicamente manifesté mi solidaridad y respaldo frente al ninguneo del Presidente de la República con las izquierdas y los movimientos sociales, al decir: apenas sacaron el 3 por ciento. Ese mismo día salí a los medios y dije: cuidado señor Presidente, ellos pudieron haber sacado el 3% pero no están solos, yo saqué el 23 y eso hace 26, entonces podemos recoger firmas para proponer a consulta popular y oponernos a la explotación del Yasuní. Pero veo cierta inmadurez de la izquierda. La izquierda dijo no: Lasso no tiene tradición de ambientalista y dijeron, es mi discurso, y por tanto no queremos ese apoyo.
¿Hay prejuicio ideológico contra usted?
El Gobierno se pasó seis años hablando en contra del modelo extractivista. Aun quienes no somos partidarios del Gobierno lo consideramos adecuado. Yo compré esa idea y construí una propuesta al respecto, cambiando incluso una postura original, acepté la propuesta del Gobierno. Si el Gobierno cambia de idea, me mantengo en la coherencia, y entonces la izquierda qué dice que no, que ese es un tema que sólo habla la izquierda, del que Lasso no puede hablar. Es como si yo, que mantengo el discurso del emprendimiento y mañana aparece alguien de la extrema izquierda diciendo: el emprendimiento es correcto porque genera empleo y hay que fomentar la inversión, tuviera el derecho a decirle que no puede hablar de eso porque es mi discurso. Eso es una característica de inmadurez de la sociedad ecuatoriana. Como no quisieron que CREO apoye en la recolección de firmas, nos hicimos a un lado. Qué nos queda, como somos demócratas aceptamos que el Presidente ganó la batalla en la Asamblea. Y que él asuma los beneficios que esa decisión pueda causar a la economía ecuatoriana, pero que también asuma la responsabilidad sobre el impacto al medioambiente y a la vida de las personas, de los pueblos no contactados, que viven en la zona donde se va a explotar el Yasuní.
"Tenemos una voz fuerte y firme, pero los canales de difusión de esa voz, que son los medios de comunicación, están copados en su mayoría por el control del Gobierno y otros llenos de miedo, y eso no es bueno para la sociedad ecuatoriana".
¿Qué quiere decir con todo esto?
Que CREO y yo hemos tenido posturas muy claras. También tenemos que reconocer que hoy hay limitación a la libertad de expresión. No existe, como en el pasado, tantos medios donde uno puede expresar una opinión. Hay miedo, hay temor a dar espacios a las personas que pensamos diferente al proyecto del gobierno, y eso hace creer o que no tenemos posiciones o que es una voz débil. No, tenemos una voz fuerte y firme, pero los canales de difusión de esa voz, que son los medios de comunicación, están copados en su mayoría por el control del Gobierno y otros llenos de miedo, y eso no es bueno para la sociedad ecuatoriana. Como lo dije el 17 de febrero, queremos llevar adelante una oposición responsable, no quiero ir a tirar piedras ni bloquear carreteras y calles ni obstruir la acción del Gobierno. No creo en eso. Creo en un accionar en el marco de la ley. El arma que yo tengo, que para mí es muy poderosa, es mi capacidad de generar ideas, propuestas, de hacer críticas constructivas. Ese es para mi el poder, el arma más potente en una democracia.
Pero ¿de qué sirven las mejores ideas si esto no está calando ni difundiéndose. Usted está haciendo recorridos para difundir esto?
Yo capté casi un cuarto de la votación de los ecuatorianos. Por lo tanto nuestro discurso llega y es nuestro primer intento, no es el último. Creo que hay un eco en la población ecuatoriana, que sería mayor si gozáramos de una plena libertad de expresión. Creo que la libertad de expresión está limitada en el Ecuador, y no solamente por las acciones del Gobierno o una Ley de Comunicación, sino también por el otro actor importante en la comunicación, los medios, están actuando guiados por el temor hasta un punto en el cual yo creo –y deberán reflexionar- están hasta renunciando, capitulando a los principios fundamentales de la defensa de la libertad de expresión.
Pero, más allá del derecho de los medios a expresarse está el derecho de los ciudadanos a informarse. ¿Los medios están negando a los lectores ese derecho?
Ese es el valor esencial de los medios de comunicación. El derecho de sus lectores. Por limitaciones de una ley o por excesivo temor, eso se está limitando. Por ejemplo, es pública mi posición en el tema del aborto. Yo defiendo la vida desde la concepción, sin excepciones. Pero pienso que en el Ecuador hace falta que debatamos el tema, con libertad y tranquilidad. Resulta inaceptable que el Presidente de la República se haya molestado con una de sus asambleístas por emitir una opinión distinta a la suya en la Asamblea Nacional. Opinión, la de ella, que tampoco comparto. Pero es que ya pasamos de un tema, el del aborto, al tema de la libertad de conciencia, que no puede ser acallada por el poder. Y me parece que en pleno siglo XXI resulta inaceptable que a una asambleísta se le imponga una sanción, que la obliga a estar en silencio un determinado tiempo por haber emitido una opinión distinta. ¡Eso es una barbarie! Y por eso he expresado mi solidaridad con Paola Pabón, con Gina Godoy…
¿Ellas aceptarían su solidaridad?
Es un problema de ellas. Mi solidaridad es con el derecho que tiene todo ser humano a expresar su punto de vista. Es mi solidaridad con la mujer ecuatoriana, que si se siente afectada inclusive por las cosas que yo diga, tiene todo el derecho de decir lo que piensa. No podemos construir una sociedad escondiendo los temas, como tampoco se puede vivir en una sociedad escondiendo la pobreza.
¿Cree que hay un acto de violencia –simbólica- contra la mujer con lo que pasó con Paola Pabón y sus compañeras y compañeros?
Los actos de violencia contra la mujer en el Ecuador son graves.
Creo que el tema de la violencia contra la mujer e intrafamiliar es grave. He recorrido muchas provincias y he conversado del tema. Y como vengo de una familia de once hermanos y tengo una familia con cinco hijos, no digo que tenga una sensibilidad especial pero me interesa mucho el tema de la familia, la relación entre esposos y entre padres e hijos, y he visitado muchas familias y la violencia es una espiral que pasa por lo verbal, llega a lo físico y luego llega a la violencia sexual de esposos contra sus esposas, de padres contra sus hijas, de hermanos contra sus hermanas, o del padrastro, los tíos o los primos y se ven situaciones demasiado complicadas. Creo que debemos tratar estos temas, hacer un diagnóstico y saber por qué sucede. Haber acallado a estas asambleístas es también una expresión de violencia. Y no diría contra la mujer sino que es violencia contra quien piensa diferente a mi. Sea hombre y mujer y así no se construye democracia.
"Hay otros movimientos que hacen mucha alharaca y se concentran en una sola ciudad. Y no son movimientos con dimensión nacional como es el caso de CREO".
Volviendo a la política, ¿cómo se ve CREO a escala nacional en función de las elecciones locales?
El primer paso de un movimiento político es tener candidatos. CREO va a tener candidatos en todas las provincias del Ecuador, en todos los cantones excepto dos o tres donde estamos apoyando a otras fuerzas. Tenemos candidatos en todas las juntas parroquiales. Ya eso es muy importante para un movimiento joven y es la expresión de que somos un movimiento con una estructura organizada. Hay otros movimientos que hacen mucha alharaca y se concentran en una sola ciudad. Y no son movimientos con dimensión nacional como es el caso de CREO. Ahora, esperamos lograr buenos resultados. Vamos a trabajar muy duro en favor de nuestros candidatos. Veremos los resultados. Nos va a ir bien.
Esta es una elección distinta a la Presidencial…
Así es y por eso no vamos a comparar peras con manzanas. Una cosa distinta es elegir presidentes de Juntas Parroquiales, prefectos o alcaldes. Ya el primer paso está dado, vamos a presentar candidatos en la mayoría de las dignidades, que son 5000 aproximadamente.
¿Cómo imagina CREO a las ciudades del Ecuador?
Es una pregunta interesante. El discurso que estamos construyendo para las distintas ciudades del país contiene dos elementos. El primero, que son las ideas generales, relativas al convivir nacional, lo que entendemos como modelo de desarrollo, apoyamos al emprendimiento, la inversión, la generación de empleo, como una herramienta para luchar contra la pobreza. El respeto a la democracia, por ejemplo. No solo se vive la democracia en la relación entre el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, no. También se vive la democracia en los concejos cantonales, cuando no es el alcalde el que tiene el poder total sino que hay un contrapeso. Luego tenemos a las asambleas barriales y populares, donde debe ser promovida, en primer lugar, la participación ciudadana como una expresión de democracia y respeto al Estado de Derecho. Los alcaldes y concejos, dentro de un marco de racionalidad, deben respetar las decisiones de las asambleas populares.
Eso lo manda la Ley de Participación…
De acuerdo, pero no se cumple.
¿Hay dos perfiles, entonces, candidatos que promueven el empleo y el emprendimiento y la consolidación de la participación ciudadana?
Por supuesto. El discurso para las ciudades tiene ese carácter general y se acoplan con los elementos particulares de cada ciudad. En lo general hemos hablado de principios económicos, las libertades, el emprendimiento, la democracia, la transparencia y que los presupuestos y obras nazcan desde los barrios y se aprueben en los concejos cantonales, luego se rinda cuentas. Libertad, democracia y solidaridad son aplicables en el discurso local. Pero hay ciudades en el país donde no hay agua potable, alcantarillado, donde no hay mercados, terminales terrestres, donde se requiere un municipio que apoye a la educación y a la salud. Porque una cosa son las ciudades netamente urbanas y otra son las ciudades con gran influencia agrícola, por lo tanto hay que aterrizar el discurso en todas las localidades.
"En términos de movilidad no hay que comparar el Quito de hoy con el del pasado, sino con el Quito del futuro que logramos imaginar".
¿Cuáles son las características de ese discurso?
Lo que queremos proyectar es una imagen de modernidad. No es cuestión de compararnos con el pasado. Lo que queremos plantear con nuestros alcaldes es que la comparación es con el futuro y nosotros en el 2050 queremos estar allá. Por ejemplo, Quito tiene un problema de movilidad y se plantea el metro como solución. Recuerdo mucho una frase del alcalde bogotano, (Enrique) Peñaloza, quien dijo que una sociedad desarrollada no es aquella donde cada pobre tiene un auto, sino donde hasta los ricos usan el transporte público. En ciudades como Nueva York, grandes empresarios y ejecutivos usan el metro. Esa es una ciudad desarrollada. En términos de movilidad no hay que comparar el Quito de hoy con el del pasado, sino con el Quito del futuro que logramos imaginar.
¿Y cómo imagina a Quito?
Como una ciudad ultramoderna, con un servicio de transporte público usado por el 100 por ciento de los quiteños. No me imagino una ciudad llena de autos sino con un gran servicio de transporte público, incluido el metro, utilizado por todos los quiteños, pero conservado su esencia de Patrimonio de la Ciudad, conservando el Centro Histórico. Una ciudad que no pierde sus valores pero que se proyecta con modernidad. Me preocupa también un Quito que recupere su liderazgo nacional. Quito era una ciudad que ejercía un liderazgo en Latinoamérica y creo que lo ha perdido. Y necesitamos una propuesta llena de audacia para proyectar a Quito hasta el 2050 y más. Hay que comparar a las ciudades del Ecuador no con el pasado sino con lo que seamos capaces de imaginar.
En torno a esto no se ha logrado la unidad para potenciar esa imaginación…
La unidad es un valor positivo e interesante, que estimula cuando uno habla de unidos somos más, por ejemplo. Pero a veces la unidad puede ser una limitante. Creo que una expresión audaz de libertad individual puede también jalar una sociedad. Una sociedad que avanza sobre la base de una idea, empujada por alguien que esté convencido de lo que está planteando. Creo que el Ecuador vive ese momento. Este no es un país unido. Está fragmentado, unos con Correa y otros que no lo están y de alguna manera reconozco que la capacidad de trabajo y ejecución del Presidente y su hasta terquedad y vehemencia lo lleva a empujar un proyecto con el cual no todos los ecuatorianos nos sentimos identificados ni partícipes. Y el Presidente dice, hasta con sarcasmo, que los hospitales que construye son para todos los ecuatorianos. Y no es eso lo que se reclama, nadie está pensando que a los hospitales solo se deje entrar a los de Alianza País. No, lo que se quiere decir es que debiera ser un proyecto incluyente, que acepte el debate y el cuestionamiento, la discusión. Así que no solamente con la unidad se logra el desarrollo, también hay un modelo alternativo que se basa en la capacidad de perseverancia en el cual cree un sector del país y otro no. Ahora, unirnos ¿para qué? En Quito, para resolver sus problemas, para proyectar con audacia ese futuro que debemos ofrecer a los quiteños. Pero pensando que la solución al problema debe ser incluyente, que involucre a toda la sociedad. Y que todos los quiteños comprendan que no todos van a tener carro en el 2050 y que vamos a tener que usar transporte público. Y que las soluciones no van a pasar solo por un nuevo puente sobre el río Chiche y que debemos pensar en un tren bala que llegue a Tababela. Esas ideas audaces mueven a la sociedad. Si la unidad produce esas ideas, me parece bien, pero si hay un hombre solitario que produzca esa idea, también me parece bien.
Yo no conozco al alcalde Barrera. Vivo en Guayaquil, pero ¿unidad para quitarle el puesto a Barrera? Me parece una perversidad con un ser humano. No tiene sentido. ¿La unidad para decir que nos oponemos a un gobierno? Tampoco tiene sentido. Para mi, el sentido de la unidad se logra cuando nos sentamos a juntar tu idea y la mía para solucionar problemas de los ciudadanos. Hablar de unidad para catapultar un nombre o un proyecto político o quitar el empleo al alcalde Barrea o para oponerse al gobierno, no tiene sentido alguno.
¿Y en Guayaquil cómo ve el proceso?
En Guayaquil las bases de CREO que decían que es necesario tener un candidato a alcalde de Guayaquil. Porque de esa forma nosotros podemos ir construyendo la estructura del movimiento. Creo que esa posición tiene valor y la respeto. Pero he dicho que en mi opinión una organización política también se construye, en el mediano y largo plazo, siendo coherente y tomado decisiones adecuadas. En Guayaquil hay un proceso que ha dado valor a la ciudad. No es un modelo perfecto ni se trata de una administración perfecta, pero ha recuperado la institucionalidad de la ciudad, ha recuperado el orgullo de los guayaquileños, que responde con obras a las necesidades de los guayaquileños.
¿Qué no es lo perfecto?
Hay cosas que faltan por hacer, por supuesto. En mis conversaciones con el alcalde Nebot, que es mi amigo, le he dicho que el Guayaquil del futuro debe ser aún más audaz. Eso significa desarrollar ideas y proyectos de gran envergadura, que jalen la economía de la ciudad y que generen empleo. El modelo del municipio de Guayaquil es un contrapeso del modelo del gobierno actual, donde el Estado es protagonista del desarrollo y se limitan las libertades individuales. Por tanto, creo que vale la pena apoyar la reelección del alcalde Nebot. No quiere decir que la aplicación del modelo que haya sido impecable.
¿Qué no es impecable?
El tratamiento a los informales. Creo que la pobreza no se esconde. Es mejor verla todos los días, evidenciarla, para encontrarle soluciones.
¿Pero no es sino un problema de organicidad de la ciudad?
Sí, hay que organizarla, estoy de acuerdo con ese principio, pero la organización de la ciudad no puede tener como consecuencia el acallar el espíritu emprendedor de muchos padres y madres de familia que la no conseguir empleo, al negárseles una oportunidad en la sociedad, ellos toman la iniciativa de procurarse para sí mismos la solución para mantener a sus hijos. Y no es una solución organizativa decir que para poner orden deben salir del centro de la ciudad e irse a la periferia, y en la periferia no tienen cómo hacer negocio. Muchos de los informales que trabajaban en Guayaquil, en mis recorridos los encontré en Durán. Y estaban ahí porque en Guayaquil no podían vender. Todo proceso de organización no puede ser un proceso excluyente. O la negación de una realidad como es la falta de oportunidades y empleo en el Ecuador. Para mí un informal es un emprendedor y hay que reconocerle heroicidad frente a la adversidad. Por eso es que Guayaquil requiere un ajuste en su modelo para incluir a esta gran cantidad de guayaquileños y ecuatorianos, que merecen una oportunidad.
El gobierno cuestiona el modelo de Nebot, precisamente por excluyente…
No participo de esa idea, pero tampoco creo que el modelo sea perfecto. Creo que Nebot ha demostrado tolerancia para aceptar opiniones y criterios cuando llegan de gente como yo, con la mayor buena fe. Lo apoyo pero también hago observaciones a una administración con la cual he colaborado, como fue con el terminal terrestre, de rescate al transporte nacional y provincial.
Ahora se va a renovar el llamado poder local, pero lo que plantea el gobierno es la subordinación al poder nacional, al gobierno central…
Lo que plantea es un poder total. Es decir, el poder central que controle a los gobiernos autónomos descentralizados.
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