

Fotos: Luis Argüello
Para Solórzano, el Gobierno representa a todos, tanto a quienes lo apoyan cuanto a quienes no.
Marcelo Solorzano
Es técnico de la Empresa Eléctrica Quito, en donde ha desempeñado la dirigencia sindical desde la época de León Febres Cordero. Fue candidato a la Asamblea Nacional por Alianza PAIS. Es asambleísta alterno de Gabriela Rivadeneira.
¿Cómo fue el proceso de conformación de la CUT como la nueva organización de los trabajadores?
Cuando el Ministro de Relaciones Laborales, Carlos Marx Carrasco, asume el Ministerio en reemplazo de Francisco Vaca, plantea la constitución de la CUT a la sociedad ecuatoriana y en particular a los trabajadores. A día seguido, el Parlamento Laboral Ecuatoriano decidió dar una respuesta positiva. El Parlamento está formado por cuatro grandes centrales sindicales: la Confederación de Trabajadores de la Seguridad Social, La Confederación Sindical del Ecuador, que abarca a trabajadores del sector público y privado, la Confederación de Organizaciones Clasistas, y la Confederación de Trabajadores del Sector Público, que yo presido. Nosotros aceptamos el reto del Ministro de Relaciones Laborales para construir la CUT. Para ello, desde el mes de abril hemos venido trabajando sistemáticamente con otro tipo de organizaciones que tienen relación con el trabajo; por ejemplo, los grupos de mujeres, que tienen sus organizaciones, cooperativas, sus empresas pequeñas y tienen relación de dependencia entre ellas; también los trabajadores autónomos que no están debidamente organizados en el país; la Confederación Unitaria de Trabajadores Autónomos del Ecuador; la Red de Maestros, que aglomera a 80 mil maestros que se liberaron de la UNE; los trabajadores del sector privado, petrolero, agua potable. Todos estos grupos decidimos dejar de lado nuestras diferencias para crear el CUT, que era un anhelo desde hace más de 30 años.
¿El sueño de crear una Central Unitaria de Trabajadores es una quimera o en dónde está la unidad cuando vemos un sindicalismo fraccionado?
"Este fue siempre un anhelo postergado. En cada huelga nacional y cada plataforma de lucha había el ofrecimiento de crearla. Hay que preguntar a nuestros compañeros del Frente Unitario de Trabajadores por qué no lo hicieron".
Ya no es un sueño, es una realidad porque el CUT ya se constituyó. Más de 35 años, desde que yo entré a las filas sindicales ya se hablaba de crearla; pero este es un sueño de casi cinco décadas, creo que viene de 1922. Por distintas circunstancias, ligadas a los intereses muy particulares de los dirigentes, la construcción de la CUT no ha sido posible. Este fue siempre un anhelo postergado. En cada huelga nacional y cada plataforma de lucha había el ofrecimiento de crearla. Hay que preguntar a nuestros compañeros del Frente Unitario de Trabajadores por qué no lo hicieron. Nosotros también desde que salimos del FUT, unos 10 años atrás, hemos dejado pasar la construcción de la Central Única de Trabajadores. Hoy gracias a que estamos anteponiendo la organización sindical a los intereses de los dirigentes, ha sido posible la creación de la nueva organización.
¿Cuál es el sentido de existencia de la CUT, si está bajo la sombra del más grande patrono, que es el Estado?
La CUT no nace en relación de dependencia con los empleadores. No se han afiliado los empleadores sino los trabajadores. Estos han declarado la necesidad de construir la CUT. El Estado ciertamente es empleador pero el Estado es el gobernador de todo y nosotros no hemos recibido una afiliación del Estado, ni de ningún administrador del Estado. Lo único que hemos hecho es aprovechar una convocatoria que hizo el ministro Carlos Marx Carrasco, para crear la CUT, en el mes de abril. Por lo tanto, esta nace libre, con independencia de clase, con autonomía en sus decisiones.
¿Cómo se puede hablar de independencia y decir que la CUT no nace de la voluntad del Gobierno, como ha dicho usted, si hasta el ministro Carrasco dio su aval el 15 de noviembre y ustedes también participaron en la marcha oficialista?
El Ministro de Relaciones Laborales no es dios para dar un aval. Lo que ha hecho es lanzar una convocatoria para construir la CUT; y la lanzó para todos: al Frente Unitario de Trabajadores, al Parlamento Laboral y otros sectores. El Parlamento Laboral acogió esa propuesta. Nosotros enviamos una comunicación al Frente Unitario de Trabajadores pidiéndo una reunión y no recibimos respuesta porque no tenían interés en el tema, entonces trabajamos con otras organizaciones. Lo que hizo el ministro el 15 de noviembre en Guayaquil fue plantear las reformas que han sido discutidas y acogidas en su mayor parte de las propuestas del Parlamento Laboral Ecuatoriano. Nosotros venimos desde hace cuatro años discutiendo el tema con Francisco Vaca (ex ministro de RL. Ndlr), para hacer las reformas. Pero la CUT nace en el mes de abril y se la organizó muy rápido. La CUT no pertenece al gobierno. Desde el 2006 muchas de las organizaciones venimos apoyando al Gobierno nacional en su política a nivel nacional, eso no lo podemos ocultar. El apoyo político y hasta partidario que algunos dirigentes podemos tener es una cosa, otra distinta es la CUT, que es una organización netamente de los trabajadores. Los trabajadores necesitan tomar sus decisiones de manera independiente.
¿Qué decisión independiente han tomado estas organizaciones, si dentro hay correspondencia política con el régimen?
Por ejemplo, la de presentar todo un proyecto de reformas construido por los trabajadores para el Código Laboral. El Parlamento Laboral trabajó ocho meses en la construcción de su propia propuesta. Esta fue entregada de modo independiente al Gobierno, a través del Ministerio de Relaciones Laborales. Muchas de esas propuestas están ya recogidas en el documento que va a la Asamblea, porque tenían un sustento técnico y teórico. Trabajamos con expertos en Derecho comparado y laboral e hicimos una muy buena inversión para construir esa propuesta.
¿Quiénes participaron en ese Parlamento?
La Confederación de Trabajadores de la Seguridad Social, con Rosa Argudo al frente; la Confederación Sindical Ecuatoriana, con Jaime Arciniegas al frente; la CEDOC-CLAT, con Fernando Ibarra, que a su vez es presidente del Parlamento Laboral; y la Confederación de Trabajadores del Sector Público, que yo presido.
¿Se convocó a los sectores sindicales de la oposición?
No quisieron ir. Nosotros ya teníamos hecho un documento más fresco que del FUT, el cual presentó hace tres años atrás. He leído su documento y creo que ha perdido actualidad, frente a lo que ya se modificó con el propio ministro Vacas y con el ministro Carlos Marx Carrasco. Nuestra propuesta estaba un poco más a la altura de las circunstancias. Nosotros pedimos al Gobierno nacional, con independencia de clase, que no queremos solo estas reformas, que queremos un Código del Trabajo, integral y nuevo, para que las propuestas no hable de cosas aisladas sino de cosas concatenadas unas con otras, que vayan dando sentido al tema del trabajo, el empleo y la seguridad social. La relación que ahora debe haber entre empleadores y trabajadores y el Estado, debe ser proactiva y no de sanciones. Esta relación debe ser de proposiciones para mejorar el empleo.
La realidad es que hoy en el país hay dos sectores, uno puesto frente al otro ¿Por qué hubo la necesidad de crear un nuevo espacio de organización para los trabajadores?
Para Solórzano, el ministro Carrasco "no es un dios " sino que solo ha propiciado un proceso de organización.
Porque el Frente Unitario de Trabajadores perdió vigencia. El FUT desde hace muchos años atrás fue perdiendo poco a poco la representatividad de los trabajadores. La primera plataforma de lucha que nace más o menos en 1974 tenía entre tres o cuatro temas a demandar y eran de carácter nacional, relacionados con el precio de los combustibles, el precio del gas, en fin. Después fueron apareciendo otras huelgas nacionales y llegamos a octubre de 1982, en donde se declara el Gran Paro Nacional del Pueblo; esta fue una de las jornadas de lucha más gloriosas de los trabajadores y del Frente Unitario de Trabajadores. Pero en esa lucha también se gestó la traición más grande, porque cuando estuvimos a punto de cumplir con la consigna de que los obreros tomemos el poder, fuimos traicionados por esos dirigentes.
¿Quiénes?
Los dirigentes de ese tiempo. Ellos empezaron a perder poder porque el FUT se convirtió en una plataforma de negociación de intereses muy particulares.
¿Entonces ahora ustedes ya no se sientes representados por el FUT, pero sí por el Gobierno?
El Gobierno representa a todos los ecuatorianos. Todos lo hemos elegido, la gran mayoría que somete a una minoría. Por lo tanto, ganaron las elecciones y tienen el derecho de representarnos a todos, a los que estamos a favor y a los que están en contra. Pero no nos representa exclusivamente a nosotros. Como dirigentes sindicales representamos a colectivos organizados de trabajadores, debidamente electos. Ese es un conflicto que hay que resolver en el FUT. Hay que investigar quiénes son sus dirigentes y si tienen organización de base, si han sido electos de manera democrática con voto universal, directo y secreto como lo hacemos aquí. Nosotros tenemos hasta voto unipersonal; lanzamos listas y de ellas eligen los trabajadores. Nosotros tenemos legitimidad por sobre todo.
¿Y luego de la entrega de las reformas?
Como Parlamento Laboral hicimos esa propuesta que fue acogida por el Ministerio, porque hemos tenido muchas reuniones, muy fuertes algunas de ellas. Nuestro objetivo se traslada hoy a la Asamblea Nacional, en donde están tanto las enmiendas enviadas por la Corte Constitucional, como las reformas al Código Laboral entregadas el 15 de noviembre por el presidente Rafael Correa. Ahí vamos a dar la pelea, en la Comisión de Derechos Laborales para recuperar el derecho de los trabajadores a estar amparados por el Código del Trabajo y para plantear la necesidad de ir más allá de estas reformas, con la creación de un código laboral íntegro.
¿Para usted haya accedido a tan elevadas instancias de representación en la Asamblea Nacional, no se puede imaginar otra cosa como que hubo un pacto político entre el Gobierno y una fracción del sector sindicalista? De la misma forma, otros dirigentes sindicales gozan hoy de espacios de poder.
Nunca, no ha habido ningún pacto. Yo soy el producto de una decisión del Movimiento Alianza País, por mi representatividad y por lo que yo he logrado en nombre de las organizaciones sindicales. Yo tengo una trayectoria histórica de 35 años siendo dirigente sindical, de nunca haberle pedido nada a ningún gobierno, ni siquiera a este. Si algo hubiera pedido, yo ya no estuviera aquí. El buró político de Alianza País decidió que yo debía ser candidato en representación de los movimientos sociales. En esta sala nos constituimos el 30 de septiembre de 2010; nos reunimos organizaciones de todo tipo a escala nacional y creamos la Coordinadora Nacional por la Defensa de la Democracia. Ellos tuvieron la gentileza de designarme a mí como su vocero oficial. Por algo debe ser, alguna virtud o defecto debo tener. Entonces, en base a eso se construyó una relación con el gobierno, no una dependencia. Yo no tengo ningún problema de salir mañana de las instancias en las que estoy, porque no le debo nada a nadie. Trato de hacer que mis organizaciones estén debidamente representadas. El Comité de Empresa de la Empresa Eléctrica que yo represento es una de las organizaciones sindicales más emblemáticas del país. Va a cumplir 60 años. Nosotros fuimos los artífices de la defensa del patrimonio nacional en la lucha contra las privatizaciones. Uno no es dueño de sus propias decisiones cuando es dirigente sindical. La gente que está detrás me dijo que aceptara la candidatura. Yo soy un asambleísta alterno de Gabriela Rivadeneira y como cualquier asambleísta alterno busco la oportunidad de poder participar; pero solo tengo la responsabilidad de hacerlo cuando falte al cargo la principal.
¿Si se ha apoyado la tesis del Gobierno en materia laboral durante todos sus años en el poder, qué tipo de Sumak Kawsay han alcanzado los trabajadores en el país para estar tan contentos con los cambios?
"No ha habido ningún pacto. Yo soy el producto de una decisión del Movimiento Alianza País, por mi representatividad y por lo que yo he logrado en nombre de las organizaciones sindicales".
Por ejemplo, el trabajo doméstico es una forma esclavizante y subsumida de la sociedad que pagaba salarios a la conveniencia, sin seguridad social. Hoy ya los tienen. Existe un millón 300 mil trabajadores de servicio doméstico. Los trabajadores autónomos ya van tener derecho con las reformas planteadas para que puedan tener al menos el acceso a la seguridad social. En el sector privado hay reformas para garantizar la estabilidad laboral. Qué importante fue haber conseguido por parte del Parlamento Laboral el despido nulo. Ya no podrán despedir a los trabajadores por cualquier circunstancia. Ahora deben respetar a la mujer embarazada, al “ser humano trabajador de género”, al dirigente sindical. En el Ecuador, cuando un dirigente sindical se atrevía a crear un sindicato, lo despedían inmediatamente y los proscribían a través de los medios de comunicación. Eso se acabó. Son razones más que suficientes como para apoyar este proyecto, que tiene una política de eliminar el trabajo infantil. Lo han hecho al menos en un 90%. Se ha promovido el empleo para los jóvenes. Cómo es posible en un país que quiere producir más y mejor se ponga como requisito tener cinco y diez años de experiencia. Se eliminó el desecho de los trabajadores antiguos; antes salía en la prensa que se necesitaba máximo 35 años para trabajar, o sea el que era mayor a esa edad no era considerado productivo. Se han eliminado todas esas condiciones que hacían del trabajo un oprobio. Son razones, aunque no muchas, para apoyar un proyecto que tiene contradicciones.
¿Entonces este Gobierno no es revolucionario?
Este es un gobierno revolucionario a su estilo.
¿De qué estilo hablamos?
De un estilo socialdemócrata y de concertación con la sociedad. Ya no cabe la violencia, las armas, el palo ni la piedra. Hemos entendido eso y hemos hecho lo que la sociedad nos demanda, con una actitud responsable de diálogo. ¿Qué hubiera pasado si nosotros no hubiéramos dialogado con el gobierno nacional, si no hubiéramos forzado algunos de los temas que ya están dentro de la reforma? Seguramente, todo se nos hubiera impuesto.
¿Qué de las reformas planteadas por el Presidente han cuestionado para decirse independientes?
Acabo de leer sobre el tema de las utilidades de los trabajadores y el cuestionamiento es que no se las debe limitar, sino a los empleadores. Si estamos hablando de una disputa del capital versus el trabajo, en el sector privado es legítimo que el obrero dispute al patrón la prevalía del trabajo, consideramos incorrecta la disminución de las utilidades. Se lo dije al Presidente Correa. Creemos que por el contrario al que hay que sacarle las utilidades grandes del 65% es a los empleadores, para trasladar un porcentaje para la seguridad social y poder cubrir las nuevas demandas que tendrá el IESS. No le deben quitar al trabajador lo poco o mucho que puede obtener en utilidades, cuando el empleador gana más. Hasta donde el leído el proyecto, eso es lo único que puedo cuestionar. ¿Quién puede rechazar el despido intempestivo nulo? ¿Quién puede rechazar la unificación de utilidades de las empresas vinculadas?
Pero ya no se permitirá la contratación colectiva...
La contratación colectiva está vigente en el sector privado, a través del Código del Trabajo; no se ha topado ese tema. Tenemos un año para pelear las enmiendas en la Asamblea, que pretenden en el Art. 10 y 11 y la disposición transitoria única, pasarnos a los obreros del sector público al amparo o desamparo de la Ley Orgánica de Servicio Público. Ahí no hay derecho a organización sindical, sino a una asociación de trabajadores. En el almuerzo que tuvimos con el Presidente hace dos años discutimos sobre ese tema. Creo van a aceptar el derecho a la sindicalización para el sector público. El contrato colectivo, que es concomitante con la organización sindical, vamos a ver como lo arreglamos. Nosotros dialogamos, no cogeremos las piedras aunque los reclamos sean justificados.
Para el sector sindical de la oposición también se atentaría contra el derecho fundamental a la huelga, porque ya no sería un método de presión para lograr reivindicaciones si se realiza fuera de la instalaciones de la empresa y si los trabajadores no reciben salario el tiempo que estén parados.
¿La huelga será una garantía?
El Presidente de la República nos garantizó, en el almuerzo de hace dos semanas, que los trabajadores del sector público tenemos el derecho a la huelga. El derecho a la huelga no se ha topado. Le dijimos al Ministro Carrasco que yo no podía convocar a huelga a trabajadores para hacerla en la calles o en el parque porque no tiene sentido. El Ministro aceptó y dijo que la huelga se la debe hacer en el sitio de trabajo, pero de manera responsable, con una veeduría que permita revisar si las instalaciones, que no son de propiedad de los trabajadores, han recibido daños.
En un spot suyo de campaña para la Asamblea usted afirma: “Hemos dejado la protesta del palo y la piedra para pasar a ser la misma organización social y popular y la misma marcha” ¿Ahora ustedes contra quién marchan o protestan? ¿En dónde quedó la esencia del movimiento obrero de tomarse las calles?
La lucha obrera no se pierde porque cambia de forma. Los principios y actuación no cambian cuando hay nueva organización. Más bien se fortalece, en la medida que vamos logrando para nuestros colectivos sus intereses. Nosotros de ninguna forma hemos renunciado a la movilización, ni a la lucha. Lo hemos dicho con absoluta claridad que iremos a la movilización cuando en el final del túnel se apague la luz, cuando se agoten todas las instancias de diálogo y no haya acuerdos. Cuando ya no haya conversación racional, haremos un uso responsable de la calle. Yo no lanzaré a mis compañeros a la indefensión para que sean detenidos y después despedidos de sus trabajos. No actuaré con irresponsabilidad para que un partido político me someta a sus intereses y provoque violencia y daño a la propiedad pública. Con mis compañeros hemos pensado hacer nuestro propio tipo de protesta, pero eso no se lo puedo comentar públicamente. Eso será cuando se cierre el diálogo, con el Gobierno, con la OIT (Organización Internacional del Trabajo).
¿Qué distancias y diferencias puede mencionar entre estas dos clases de dirigentes sindicales, los apegados al oficialismo y los de la oposición?
"Lo hemos dicho con absoluta claridad que iremos a la movilización cuando en el final del túnel se apague la luz, cuando se agoten todas las instancias de diálogo y no haya acuerdos".
Con los otros dirigentes yo me llevo muy bien. Le respeto y nos conocen como organización. No tengo diferencias personales, pero sí políticas; de estar o no apoyando un proyecto político, de haber sido parte de la candidatura de Rafael Correa en el 2007 y ahora ya no. Posiblemente mirar las cosas desde las ópticas individuales y no colectivas. Si el Frente Unitario se opone a estas reformas, yo no sé qué es lo que solicitan. Si están en contra del despido nulo, no sé qué más se puede hacer. No hay diferencias sustanciales, más bien se derivan de la propia práctica sindical del pasado, de no querer juntarse en un solo espacio para aprender a representarse. A veces piensan que si uno no es lo que preside algo, ya nada sirve. Nosotros estamos superando eso y estamos aprendiendo a representarnos.
Dirigentes de la oposición sindical abiertamente lo acusan de haber fraccionado a la CTE para crear la Central de Trabajadores del Sector Público ¿Están en lo cierto?
Eso es falso. Porque en esta oficina estuvo sentado el señor Edgar Sarango y llegó a un acuerdo con nosotros de sacar de la dirigencia de la CTE a Santiago Yagual, porque no representaba a nadie, y potenciar un nuevo proceso electoral para elegir a Sarango y se la consiguió gracias a nuestra participación. Luego, acordamos ir después de dos años a un proceso de fortalecimiento de la CTE para volver a juntar la CTE Y la CTP en una sola central sindical. Pero no cumplieron los acuerdos y fui traicionado. Ahí está la CTE, las organizaciones se salen de ahí para venir a nuestras organizaciones, porque aquí encentran consecuencia y verdadera organización. Aquí encuentran reuniones en donde el colectivo participa y no donde un partido político decide los destinos, como el Partido comunista del Ecuador, que gobierna la CTE.
En ese casó ¿quién propició la división del movimiento sindical en el país? ¿A caso el gobierno lo hizo para beneficiar de una práctica política?
Creo que ha hecho todo lo contrario. El gobierno no puede decidir si se van a dividir. Son decisiones de las organizaciones, y del lado de “allá” son por parte de sus dirigentes. Más bien lo que hemos visto es que el propio gobierno impulsó la creación de tres centrales sindicales, eso no significa que nosotros seamos afines, pero sí apoyamos su proyecto. Estas organizaciones no pueden moverse al vaivén de lo que diga el Presidente o el gobierno para dividirse.
[RELA CIONA DAS]




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