
Director de Plan V, periodista de investigación, coautor del libro El Gran Hermano.

Fotos: Luis Argüello / PlanV
Las cifras que entregó al país Milton Luna, académico universitario, investigador social y ex ministro de Educación, en su columna del diario El Comercio son para una gran conmoción nacional, si no fuera porque en la educación en el Ecuador es la última rueda del coche. Luna, señaló que "a junio del 2022, más de medio millón de jóvenes, el 18,5%, de entre 15 y 24 años no estudia ni trabaja. Según Enemdu, a diciembre 2021, unos 251.228 niños entre 5 y 17 años estaban fuera de la escuela. De estos, según UNICEF, el 55%, adolescentes de entre 15 a 17 años, no esta interesado en estudiar". Y sobre la composición etárea de los más de 36 mil presos en las cárceles ecuatorianas, al 29 de noviembre del 2021, el 93,46% eran hombres, de ellos el 44,24% eran jóvenes de entre 18 y 30 años, el 71% con solo educación básica".
Para Milton Luna, los datos tanto del Estado como de organismos internacionales dan claras señales del origen de la violencia y el sometimiento de una juventud no educada ni empleada, a los negocios criminales como el narcotráfico.
Son unas cifras que espantan...
Hay varias hipótesis que estábamos manejando desde hace un par de años y ahora se ratifican con las cifras. Una que no es nueva pero es crónica, es que los chicos de entre 15 a 24 años, casi 600 mil, están fuera de la educación y no tienen trabajo.
¿Cómo se llega a esta cifras?
Los datos llegan de la Encuesta de Condiciones de Vida, que son confiables. Y los otros datos que tejen un panorama es el de los chicos que salieron del sistema educativo durante la pandemia que más menos son 250 mil chicos de entre seis y 17 años, que se agregan a los otros. De estos chicos llama la atención dos datos que son extremadamente elocuentes sobre un problema que no veíamos, y es que de los chicos que están fuera del sistema educativo, alrededor de un 56% no quiere volver a la educación. Este es un dato tremendo. Otro dato es el la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH: de los 36 mil privados de libertad el 44% es menor de 30 años. Este es un tema de la juventud, la adolescencia y la niñez. De todos los PPL, del grupo de jóvenes, el 70% solo han culminado la educación básica.
¿Qué señales envían estos datos?
Habíamos dicho desde hace tiempo que quien sale del sistema educativo, no retorna. Acabó su proyecto de vida. Recuerdo una frase que me dijo mi papá: la mejor herencia que te puedo dar es la educación. Una frase que ha cruzado generaciones y clases sociales. Esto ha marcado un camino y un destino, y cuando ves que estos chicos se están quedando sin escuela lo primero que se viene a la mente es que se están quedando sin futuro. Cuando a esto se suma que a miles de estos chicos no les interesa retornar a la escuela, es escandaloso.
¿Y por qué no querrían regresar?
Ahí hay varias hipótesis. La primera es que la escuela es un fracaso, algo que de alguna manera ya sabíamos. Es claro el fracaso de las reformas educativas desde hace décadas y sobre todo de los últimos quince años. De hecho, la educación no responde a las necesidades ni del país ni de la gente. Pero lo que llama la atención es que la gente, por último, se quedaba en esa mala escuela. Pero lo que ahora aparece es que ya no quieren volver. Lo cual muestra que se estaría creando otro sentido de vida, otro proyecto. Para estos chicos que están fuera de la educación, la mayoría pobre, es que si ya no les interesa regresar es porque les ofrecieron otro proyecto, ¿cuál? Esta información se cruza con los datos que dio el ex comandante de la Policía de Esmeraldas (coronel William Calle. Ndlr.) de que hay un intenso reclutamiento de niños, adolescentes y jóvenes, a los cuales no solo se les ofrece, desde las bandas criminales, la salida en términos monetarios, sino también un panorama que da sentido a sus vidas. Porque para entrar hay hasta iniciaciones, lo cual les dota de una ritualidad que impacta en este grupo humano. No dudo que la calle se convierte en el nuevo hogar y es una red de alianzas y de sentido de vida. Estamos pagando el fracaso educativo, el fracaso económico y de una sociedad que carece de sentido. Sobre eso tenemos que girar nuestros análisis, para reorientar la necesidad de un cambio en la educación.
hay un intenso reclutamiento de niños, adolescentes y jóvenes, a los cuales no solo se les ofrece, desde las bandas criminales, la salida en términos monetarios, sino también un panorama que da sentido a sus vidas. Porque para entrar hay hasta iniciaciones, lo cual les dota de una ritualidad que impacta en este grupo humano.
¿Un cambio en qué sentido?
No es un cambio cualquiera. Esto nos pone atentos no solo a los educadores y a los actores del sistema educativo, sino a todo el país. Debemos preguntarnos primero ¿cuál es el rol fundamental de la educación pública? Y luego, ¿qué tipo de educación? Porque miles de chicos dicen: a eso yo no regreso, porque ya tengo otro camino. Lo que tenemos por ahora son esos datos que nos permiten un tipo de análisis, para llegar a conclusiones que debieran ser conmovedoras para el país.
Alguien dirá que esto no representa a la gran mayoría del sistema educativo.
Yo lo veo como un gran problema. Porque se están estableciendo estructuras criminales con niños y adolescentes y esto tiene una capacidad de reproducción enorme y veloz. Comparando con otro tipo de estructuras organizacionales de los estudiantes en la historia del Ecuador, en su mejor momento no llegabas a cuatrocientos militantes a escala nacional. Los datos de ahora es que tienes miles de chicos y chicas en las cárceles, en los barrios, y de seguro estarán en escuelas y colegios y eso tiene una capacidad explosiva muy grande, que tarde temprano entra a las ciudades.
Hay otro dato importante en esta dirección: unos quince mil jóvenes aspirantes a ingresar a la Policía Nacional fueron rechazados por tener antecedentes penales o pertenecer a bandas, es decir son no confiables.
Sí, hay ya una tendencia y estamos observado el desarrollo de un problema muy grande y no creo que estemos en los pasos iniciales sino más avanzados. Me preocupa la miopía de creer que este fenómeno no existe y el cinismo de ver que este fenómeno está frente a nuestros ojos y no lo queremos reconocer. Probablemente porque nos asusta, pero el problema es que esto no se estanca, se desarrolla. Hace más de un año había algunos indicadores, ahora no puedes transitar por los barrios de Quito, como en La Floresta; las calles aledañas de colegios, escuelas y universidades están sitiadas por ladrones que les roban celulares y computadoras a los estudiantes; esto ya pasaba, pero ahora es masivo.
¿Por dónde ir entonces?
Estamos apuntando mal, no estamos entendiendo el problema o si lo entendemos lo estamos encubriendo y ahora tenemos estos datos, que si los cruzamos vemos que enfrentar este fenómeno de inseguridad solo con la policía y la perspectiva seguritista, o con dar armas a la gente, o pedir la pena de muerte es absurdo. Hay que regresar a ver a los problemas sociales, particulamente este de los chicos y el sistema educativo. Estos chicos están en los barrios y el fenómeno se está reproduciendo de forma geométrica.
¿Por qué llegamos a esto? Porque puede haber presión, tentaciones de los dineros criminales, pero también estos chicos pueden decir no. ¿Pueden?
Creo que la pandemia destapó muchas cosas, pero no solo la esta. Me atrevería a decir que varios de estos problemas vienen desde hace décadas, había deserción por la mala educación, especialmente en las zonas rurales, pero no estaba presente en las ciudades. Mi hipótesis es que se aceleraron muchos procesos también por decisiones políticas en dos niveles: uno, la desestructuración y desmantelamiento brutal del Estado, producto de los acuerdos y pactos internacionales y lo otro, por la descomposición y fractura de la propia sociedad. Tal vez esto se salva un poco con una especie de rehabilitación del movimiento indígena, pero la sociedad está desalentada, despolitizada, miedosa. La gente de hoy no quiere saber nada de la política, solo quieren saber de sí mismo y de cómo se salvan de este desastre. Hay un individualismo extremo en lo social, pero del Estado hay evidencias de que al menos desde el 2018 fue desmentelado, pero quedó en las mismas condiciones, no hubo una reforma estructural, que bueno hubiera sido, pero se mochó por donde sea. Se bajaron dramáticamente los presupuestos, en el 2019 se le quitaron mil millones a la educación pública. Algo similar pasó, en proporción, con la educación universitaria.
La política de las escuelas del milenio se impuso junto a todo lo que implicaba el reagrupamiento y eliminación de las escuelas pequeñas. Fueron años de desmantelamiento de la escuela pública rural, que no solo afectó a los estudiantes, sino a la organización social que es la comunidad.
La educación pública cambió con la imposición del modelo de las escuelas del mileno ¿no estamos pagando también esto? Ahí sí hubo mucha plata del Estado.
Efectivamente, fueron la intencionalidad y las políticas del Estado las que, definitivamente, aceleraron estos procesos. La política de las escuelas del milenio se impuso junto a todo lo que implicaba el reagrupamiento y eliminación de las escuelas pequeñas. Fueron años de desmantelamiento de la escuela pública rural, que no solo afectó a los estudiantes, sino a la organización social que es la comunidad y donde la escuela era el centro de la reproducción social y cultural. Muchas comunidades quedaron muy debilitadas y otras con muy serios problemas; hubo procesos de abandono, de migración del campo a la ciudad y al exterior. Hay componentes de esta política educativa, y de otros aspectos, que se impulsaron y que ahora están impactando. Eso cuando el Estado era fuerte, peor ahora cuando fue desmantelado.
Como ex ministro de Educación, ¿que pudo y puede hacer el ministerio de Educación?
Me tocó experimentar presiones inmensas para desmochar por donde sea. Ese proyecto continuó. Me ratifico en que se requiere del Estado, pero de qué tipo de Estado no lo hemos discutido en el país. Y, además del Estado, requieres de una sociedad organizada. De los actores sociales, de la democratización del sistema educatico. Porque todo eso coadyuva a una educación pertinente. El mismo modelo de educación y la gestión educativa están vigentes desde el 2010.
¿Y cuál es este modelo?
Es un modelo educativo absolutamente meritocrático, concentrador, poco democrático para la sociedad, para el profesorado, el cual fue desplazado de la posibilidad de construir política educativa. Es un modelo autorreferenciado hacia el escolarismo (que es mirar el tema de la educación solo desde el ámbito escolar, sin ver los otros factores que inciden en la educación. Es como verse el ombligo), muy ligado a procesos homogenizantes, que no reconocen la diversidad del país y, sobre todo, impulsado por un sistema de evaluación educativa mal hecho. Y el resultado es la exclusión, el no acceso a las universidades, la tecnocratización del sistema educativo, el desplazamiento de la pedagogía en beneficio de la burocratización de los maestros, y todo esto pasa hasta ahora. Si queremos encontrar la razón de la debilidad de la calidad educativa hay que hacerlo en este modelo. Y en la gestión seguimos con el modelo altamente concentrado con el único actor, que es el ministerio de Educación. El modelo de gestión educativa que se necesita debe ser abierto, ágil, eficiente, pero sobre todo democrático.
¿Cómo calificará la gestión de la ministra de Eduación, que ha durado en el cargo desde el inicio del Gobierno?
Me parece que le ha tocado trabajar en mantener el barco a flote. Tapando huecos pequeños y grandes con una línea inercial, porque el mismo modelo se mantiene desde el 2010.
¿Cuál salida mira a corto plazo para conmover hacia una transformación?
Me parece que una de las salidas está en los acuerdos recientes entre el gobierno y la Conaie y las organizaciones sociales, en torno al traslado de responsabilidades en la gestión del modelo intercultural bilingue y étnico. Me perece que se puede dar un viento refrescante.
Me parece que una de las salidas está en los acuerdos recientes entre el gobierno y la Conaie y las organizaciones sociales, en torno al traslado de responsabilidades en la gestión del modelo intercultural bilingue y étnico. Me perece que se puede dar un viento refrescante.
Muchos han satanizado que se entregue esta gestión. Se ha dicho que será para adoctrinar a los niños y jóvenes de este país.
No es así, porque hay una serie de mecanismos que van a permitir una mayor democratización y una reflexión del afinamiento del modelo MOSEIB, con el cual se inauguró la educación intercultural. Creo que esos "vientos", si es que se los hace bien (porque tiene que hacerse bien) serán muy refrescantes para que no sea solamente producto de la participación del movimiento indígena. Tiene que ser un proceso de enorme participación de la sociedad en su conjunto. Puede ser un tema que ayude a influir en el conjunto del sistema educativo para que este se conmueva y cambie también. A veces necesitas que al lado tuyo se estén haciendo las cosas diferentes, para que tú cambies.
En la Sierra hay un sentido de comunidad muy fuerte, lo que no sucede en la Costa, y el fenómeno del cual hablábamos está sobre todo asentado ahí, así que los acuerdos mencionados no tendrían mucho impacto.
La experiencia social de la comunidad no ha existido en la Costa por décadas, no se ha dado una actoría social, por ejemplo, con los pueblos afros. Sí hay un despertar, porque la educación intercultural es de etnoeducación e integra a los pueblos afros y montuvios. Podría ser una posibilidad para enfrentar los actuales problemas. La integración y la actoría social de estos pueblos es fundamental, como lo es la de los gobiernos locales, los que se puedan salvar. Enfrentamos un Estado gigante pero desconstituido, lo que se fortaleció en estos años fue el Ejecutivo y las demás funciones y contrapartes del Estado han estado dispersas y ausentes. Hay que repensar la acción de todos los actores, pero en el marco de un fenómeno nuevo, que no lo hemos visto antes, y que implica apretar el acelarador con multiplicidad de espacios. La Policía no puede actuar sola y sin despojarse del concepto de seguridad tiene que integrarse urgentemente el concepto de desarrollo, que involucre a todos los actores. Y esta es una oportunidad para que la gente quiera unirse, porque está asustada con todo lo que pasa. Si no se hace algo urgente se nos viene un tsunami, y al estar solitarios, separados, nos va a arrasar.
¿Como lograr una respuesta integral e integrada a todo esto?
Nuevamente se imponen las miradas corporativas: aquí no pasa nada, no es mi competencia, estamos bien... El tema es superar las visiones corporativistas y parciales, tener mucha más información y es esta, pensaría yo, una gran oportunidad para lograr una acciñon conjunta frente a problemas inmediatos para el trazado inicial de políticas públicas integradas. Creo que hay que hacer una gran convocatoria, pero no solo diciendo que se va poner el hombro, no. Bajo una mirada integral, la pregunta es ¿usted, a qué se sumaría? Creo que hay que ir a una conversación, despojados de los corporativismos, de las miradas parciales, en todo. No solo es un problema de Esmeraldas, es del país. Habrá que aprender de experiencias de otros lados. Me llama la atención Medellín, una ciudad tomada por el más grande cartel del planeta, y ahí los temas sociales fueron centrales.
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