

Fotos: Luis Argüello
El locutor de Radio Redonda, Luis Baldeón, mantiene un programa matinal de comentarios deportivos que despierta polémica.
Para muchos de sus críticos, la Superintendencia de Información y Comunicación (Supercom) revivió en muchas de sus acciones el ánimo medieval y patibulario de los tiempos de Torquemada. Como la Inquisición española, la institución, que no tiene precedentes en ningún país democrático del hemisferio occidental, emitió resoluciones con consideraciones morales e ideológicas que, recientemente, han motivado que la propia justicia contencioso administrativa, ante la que fueron apeladas algunas de sus sanciones, las haya anulado y obligado a presentar "disculpas públicas", tras no encontrar fundamentos objetivos en su decisiones. Ha sido el caso de una sanción aplicada contra Diario El Comercio, medio que publicó una noticia sobre un aumento de precio en una de las obras del correísmo, o contra el canal Teleamazonas.
La entidad, que según el superintendente Carlos Ochoa ha servido para "ampliar los derechos" de los ciudadanos supuestamente agredidos por el "poder mediático", ha sido criticada por haberse convertido en una especie de policía moral del correísmo, que pretendió imponer los contenidos a los medios nacionales y haber hecho gala de moralismo y corrección política más allá de lo razonable en una sociedad democrática.
A la par que los llamados "medios públicos" se convertían en instrumentos de propaganda y adoctrinamiento ideológico, la Supercom se instituyó como una suerte de tribunal de moral y buenas costumbres, que ejerció el control de contenidos de los medios de comunicación.
En un edificio del norte de Quito, funciona la Radio Redonda. Se trata de una radio FM que emite contenidos fundamentalmente deportivos. Sus dos locutores más importantes, Luis Baldeón y Aurelio Dávila, fueron sancionados en doce ocasiones por la Supercom, que objetó el lenguaje, los contenidos y hasta las metáforas que los comunicadores empleaban cuando comentaban el fútbol.
Baldeón y Dávila se declaran perseguidos por el correísmo, aunque no están absolutamente seguros que tras las decisiones de la Supercom haya estado la mano del ex presidente Rafael Correa.
Luis Baldeón y Aurelio Dávila aseguran que tienen claros los límites éticos del periodismo.
Baldeón y Dávila se declaran perseguidos por el correísmo, aunque no están absolutamente seguros que tras las decisiones de la Supercom haya estado la mano del ex presidente Rafael Correa.
Algunas de las sanciones emitidas por Carlos Ochoa están siendo revertidas por la justicia. ¿Cuántas multas les impusieron a ustedes?
Luis Baldeón: Fueron doce multas. Si multiplicamos por USD 3600 nos sale USD 40000. Dos fueron por temas administrativos, así que diez fueron por contenidos.
¿Qué objetó la Supercom en tus contenidos?
LB: Dos multas pagó la radio, una última pagó el pueblo gracias a donaciones, hemos contribuido Aurelio y yo con unos 32 mil dólares para el erario nacional. Carlos Ochoa nos aplicó sus subjetividades, se convirtió en el amo y señor de lo que se debe o no decir en el espectro radial ecuatoriano. Ese hombre llegó a tener la última palabra. Si se revisa caso por caso, es para ponerse a llorar. Uno no sabe si es de matarse de la risa o ponerse a llorar. Una vez dije "amo a mi moza y considero que es preciosa, tiene 23 años, estoy muy enamorado"... Me pusieron USD 3600 de multa porque Ochoa cree que no se puede hablar de mozas, de amantes, que ha sido una falta de respeto a la mujer. Y dije que estábamos hablando Barman y Droguin, el Barman de la comunicación deportiva que es Aurelio y el Droguin que soy yo. USD 3600 de multa porque es una apología al consumo de alcohol y estupefacientes. Así sentenciaron, lo pusieron por escrito.
¿Entonces, había una motivación moralista, como de catecismo barrial, en lo que resolvía la Supercom?
LB: Sí, porque nos decían, como es verdad, que somos vulgares y ordinarios, que manejamos un lenguaje grotesco, que somos una mala influencia para las nuevas generaciones. Sí, aceptamos que somos así, pero la Constitución no prohíbe ejercer su oficio a comunicadores vulgares y ordinarios.
"Sí, aceptamos que somos vulgares, pero la Constitución no prohíbe ejercer su oficio a comunicadores vulgares y ordinarios".
¿Les obligan ustedes a la gente a escucharles o la gente puede cambiar de radio?
LB: No les obligamos. Pero llegaron a utilizar a un ciudadano, de ingrata recordación, un señor que rebasa los 60 años, partidario de la Revolución Ciudadana y del correísmo, un fanático seguidor de ellos, que venía a pedir grabaciones de nuestros programas, las escuchaba y denunciaba a la Supercom que había periodistas vulgares, con lenguaje grotesco, que se vanaglorian de tener amantes, de consumir alcohol y drogas. Decía que cómo era posible que esos malvivientes estén en la radio. Siempre le dieron la razón a este ciudadano que nos denunció dos o tres veces.
¿Había denuncias prefabricadas, con dedicatoria, contra ciertos periodistas?
LB: Sí, concretamente de esta persona que es un señor de apellido Bastida. Nos acosaba, y la Supercom siempre le dió la razón. Otra vez dije que reconozco que soy un ladrón, porque conté que cuando tenía doce años me apropié de cinco sucres del bolsillo trasero de mi papá. Reconocí que me apropié, que hurté cinco sucres. También asalté a taxistas, les hacía parar y me iba corriendo sin pagar la carrera. Lo reconocí como un error, como una travesura. Otra vez nos multaron, que era un mal ejemplo para la juventud.
¿Fue una orden del ex presidente Rafael Correa? ¿De alguien de su entorno?
LB: No creo que Rafael Correa haya tenido tiempo para eso. No creo que no haya podido dormir porque un par de payasos hablamos tonterías en una radio. Pero Carlos Ochoa, en representación de la Revolución ciudadana, se encargó de castrarnos. Otro día dije: yo soy el Chapo Guzmán del periodismo, porque me escapé de unos hinchas del Quito que me querían linchar, y salí por la puerta de escape del edificio de nuestra radio. Lo dije porque me escapé, porque soy pequeñito y el mismo diablo, igual que el Chapo Guzmán. Y por eso también llegó la multa de USD 3600 porque no se puede hacer apología de un narcotraficante y asesino. Ya eran cosas increíbles, decir que hacíamos apología. Que esto haya ocurrido en el Ecuador en pleno siglo XXI. Es por la Ley de Comunicación, yo la he leído, y la Ley dice que uno no puede inventarse cosas, hacer afirmaciones sin pruebas, no hablar de sexo explícito, hay que ser muy burro para no darse cuenta. No se puede alentar el odio contra los homosexuales, las mujeres, los migrantes o contra quienes tienen otra religión.
¿En algún momento creen haber transgredido esas tres limitaciones que, en principio, parecen razonables?
LB: Aurelio dice que en un par de ocasiones tal vez sí nos debieron multar. Creo que habría que debatirlo, pero ensañarse con nosotros, obligarnos a pagar más de USD 30 mil, yo creo que sí hubo persecución, no sé si sabría Correa, que era como Dios, un tipo que no dormía, que estaba pendiente de todo. Los Alvarado sí sabían, a nosotros nos persiguió la Revolución ciudadana, nos persiguió Carlos Ochoa.
¿Apelaron ustedes las sanciones como han hecho otros medios?
LB: No apelamos nunca porque ya sabíamos qué iba a ocurrir. Lo que ha pasado ahora es con Lenin Moreno, Correa ya se largó de aquí, Ochoa está con el rabo entre las piernas, con un juicio político, con una glosa, ahora recién vemos casos como las disculpas a El Comercio y Teleamazonas. Eso con Correa era imposible, no apelamos por esa razón. Nos han abusado, nos han atropellado.
Ustedes dijeron en un comunicado que esto era "una vuelta a la Edad Media". ¿Qué otro aspecto medieval tiene la forma en que Carlos Ochoa ha ejercido la Supercom?
LB: La subjetividad, la forma de actuar como en la Edad Media, cuando algún cura decía que una mujer es bruja, que tenía naturaleza pecaminosa y que debía morir. Exactamente igual que un Sanedrín criollo, con sus juicios al apuro. Dependía del estado de ánimo de Ochoa.
¿Entonces hubo moralismo, un procedimiento inquisitorial, y, sobre todo, la falta de garantías para apelar a pesar del supuesto Estado de Derecho que hay en el país?
Aurelio Dávila: La Supercom nos habría el expediente, nos juzgaba y ante ellos debíamos apelar, pues la figura es que el intendente nos multaba y había que apelarle al superintendente. Apelamos para que nos nos abran el expediente, pero el plazo era muy corto. Como la multa era al medio no nos dejaban hablar a los periodistas sino al gerente del medio, eso fue absurdo.
Ustedes hicieron una protesta en ropa interior en la Supercom. ¿Qué respuesta tuvieron de la ciudadanía?
LB: Creo que una buena respuesta, la gente se agolpó a vernos, los taxistas pitaban a a nuestro favor.
AD: Fue la segunda noticia más leída del 2016 luego por supuesto del terremoto. Fuimos tendencia, fuimos desnudos a protestar porque ya no teníamos más plata.
LB: Dijimos también que el futbolista Antonio Valencia había pagado a una mujer nórdica por placer, le había pagado el pasaje. Nos dijeron que por la franja horaria no se podía decir eso. Que nos podemos decir la palabra mierda a las ocho de la mañana.
AD: Una vez hablé con Ochoa, nos dijo que seamos recursivos, que no digamos la palabra moza y empezamos a decir otras cosas como la sub 20, la sucursal, la ajena. Para ellos el problema era la palabra, no el contenido.
LB: Además, moza según el diccionario significa mujer de pocos años.
AD: Entonces, si decíamos me voy con mi moza había multa, entonces decíamos me voy con la sub 20.
LB: Aurelio le dijo a Ochoa que qué pasa con las letras subidas de tono del reguetón, y nos dijo que cantado no había problema.
AD: Entonces nos pusimos a cantar el reguetón más sucio posible porque cantado no había problema.
Luis dice que Aurelio cree que sí les debieron multar, ¿en qué caso fue eso?
AD: Fue un día que llegó Baldeón al micrófono a decir que los de la Revolución ciudadana eran unos ladrones... Creo que eso sí estuvo demás.
LB: Pero no me equivoqué, sí han sido unos ladrones. Pero yo digo ¿cómo se daban el tiempo para hacerle seguimiento a un par de payasos?
AD: La Supercom nunca fue a los medios a preocuparse si a los periodistas les pagan por lo menos el básico. No les importa que hay periodistas que no perciben salarios, que trabajan por canjes.
¿Hay que derogar la Ley de Comunicación o eran el superintendente y sus abogados los que la aplicaban mal?
LB: Creo que es lo segundo. Aplicaban de acuerdo con el cliente y los amigos.
AD: Usaban a personas, cómo se explica que un taxista pudiera pagar los honorarios del abogado Caupolicán Ochoa, para perseguirnos y sacarnos del aire.
"Llegaron a acusarnos de fomentar la homosexualidad por decir que un volante argentino tiene una cintura preciosa. Por eso también nos denunciaron, supuestamente porque hablar de homosexualidad es un crimen".
LB: Llegaron a acusarnos de fomentar la homosexualidad por decir que un volante argentino tiene una cintura preciosa. Por eso también nos denunciaron, supuestamente porque hablar de homosexualidad es un crimen. La homofobia viene de quienes nos hicieron estas maldades más bien.
Ustedes mencionan tres línes rojas que no creen haber cruzado. ¿Esto debe estar en un Ley o es una cuestión de ética periodística?
LB: La Ley de Comunicación está demás en lo referente a contenidos. Si te pones a difamar, a mentir, para eso hay leyes. No se puede hablar de sexo explícito en un programa matinal, no se puede preguntar ya ni siquiera con quién te gustaría dormir o con quién tomarse una copa o un habano. La Ley ha sido un aparato castrador, eso es lo que nos han hecho a nosotros.
Con una colecta lograron pagar una multa. ¿Eso demuestra que tienen apoyo de sus oyentes?
LB: Hemos recibido llamadas de personas que antes de una operación nos piden unas palabras. Nos ha llamado gente que dice que le alivianamos la vida. La aceptación que tenemos con la gente está fuera de discusión.
AD: Nos han llamado personas que nos dicen que somos su compañía, que hemos evitado suicidios. Pero eso no lo tomó en cuenta la Supercom.
¿Qué debe ocurrir con la sanciones en su contra?
LB: Creo que deberían devolvernos el dinero, aunque lo veo difícil. Cocodrilo que traga no vomita. Si lo hacen lo donaremos. La radio pagó todas las multas, pero nos descuentan USD 200 mensuales por ser vulgares. Los dueños de la radio nos advirtieron, pero yo creo que hay libertad o no la hay.
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