

Fotos: Luis Argüello
Juana Guarderas
Quito, 1964
Ella nació en Quito en 1964. En la actualidad tiene 55 años. Es actriz y gestora cultural. Estudió en Estados Unidos. Pero a su regreso se hizo cargo del Patio de Comedias, uno de los teatros más reconocidos con 40 años de antigüedad. Es la Directora Ejecutiva del Patio de Comedias desde 1990. Pero se encontró con un Estado que pone trabas a la cultura y ahoga con impuestos al sector. Sin embargo, su teatro se convirtió en corazón de la comedia en Quito. Es parte del elenco de la obra ‘La Marujita se ha muerto
con leucemia’, una de las piezas teatrales más exitosas del país. Esa versión ha sido adaptada para criticar la política ecuatoriana desde hace tres décadas. Para la actriz, la peor época de censura fue el correísmo.
A la actriz Juana Guardenas la política la rodeó desde muy pequeña. Su padre, Raúl Guarderas, fue un reconocido ganadero en Machachi, que arrasaba con los premios en las ferias. Los invitados de honor de esas exhibiciones eran los presidentes. De niña dio la mano a José María Velasco Ibarra y recuerda los chistes que le hacía su padre al general Guillermo Rodríguez Lara o ‘Bombita’. Pero si hubo una figura política que la impresionó, esta fue la de Jaime Roldós.
El retorno a la democracia alcanzó a la actriz cuando estaba por cumplir 16 años. Rememora a Jaime Roldós como un líder con un discurso valioso para esos tiempos. Más aún la figura de este presidente la impresionó porque en el colegio fue compañera de Diana Roldós, una de los tres hijos del exmandatario.
En su adolescencia, Juana vivió el dolor y el impacto del fallecimiento de Roldós en 1981. Se enteró mientras veía el partido Ecuador-Chile en su televisor. El anuncio de la tragedia apareció en la pantalla en una franja de texto que decía: “acaba de fallecer el Presidente de la República”. “No puede ser esto verdad”, pensó mientras el partido de fútbol siguió. Su curso hizo una calle de honor en el Palacio de Carondelet.
Para entonces, la política ya era un tema de su atención. El ascenso de Osvaldo Hurtado a la Presidencia fue otro momento importante. Para ella y sus compañeras. Hurtado se convirtió en un símbolo, un líder joven que trató de sostener las propuestas de Roldós.
“Pero empezaron a sembrarnos el miedo. Cuidado nos cierran el teatro. Empezamos a cuidarnos. Cuando no lo habíamos hecho antes”
Mientras tanto, las habilidades teatrales de la actriz empezaban a notarse y se aprendió algunos fragmentos del discurso del mandatario fallecido. “Mi poder en la Constitución y mi corazón en el pueblo ecuatoriano”, fue una de esas frases que aún la repite con el acento costeño de Roldós.
Pero antes de la tragedia, ella y su familia se interesaban por los acontecimientos nacionales. El Patio de Comedias durante la guerra de Paquisha, de 1981, se cerró y se convirtió en un lugar de acopio de vituallas para mandar a la frontera. El teatro estaba recién inaugurado. Abrió sus puertas en 1980, pero casi enseguida las cerró para convertirse en un centro de ayuda. María del Carmen Albuja, madre de la actriz, fue parte del Frente Cívico Femenino que organizaba la recolección.
La actriz aprendió el arte de su padre, de quien recuerda sus habilidades para lo que hoy se llama stand-up comedy o monólogo en vivo. Antes del Patio, en Quito solo habían tres espacios para ver espectáculos: el Teatro Sucre, el Prometeo y la UNP (Unión Nacional de Periodistas), que tenía un auditorio. En los años 80, la mayor parte de obras tenían un fuerte componente político de izquierda. Eso limitó el consumo del teatro a quienes ideológicamente se sentían identificados. Cuando se abrió el Patio de Comedias, su objetivo fue invitar a públicos de diversas edades y creencias. Por eso se enfocaron en comedias y obras clásicas. La primera obra con la que se estrenó fue Representando a Karín.
Juana, después de estudiar en Estados Unidos, regresó al país para involucrarse de lleno con el teatro de su familia. No estuvo en la época de León Febres Cordero, pero sí en la de Rodrigo Borja. Un día, recuerda, con sus compañeros salieron a las calles a festejar al nuevo mandatario. “Rodrigo, Rodrigo, el pueblo está contigo”, gritaron. Era el fin de una administración, dice la actriz, marcada por la desaparición de los hermanos Restrepo, que fue un caso emblemático de la represión que ejecutó el régimen de Febres Cordero.
En 1990, la actriz se hizo cargo del Patio de Comedias. En ese año estrenó su famosa obra ‘La marujita se ha muerto con leucemia’, una de las comedias más exitosas del teatro ecuatoriano. Tenía 25 años y se encontró con un país agreste para hacer artes escénicas. Los fuertes impuestos hicieron tambalear a su teatro, más de una vez.
Más adelante, el feriado bancario impactó la economía del teatro. La gente dejó de ir por la crisis económica. Antes de la dolarización, el Patio presentaba obras de diversos géneros. Pero a raíz de la dolarización, la comedia se volvió la única demanda del público, que buscaba refugiarse en el humor. “Si la obra no era cómica, las personas no venían”. Esa era la obra que les salvaba cada vez que había un hueco económico.
Pero tras el feriado bancario, la migración también se convirtió en un tema de las representaciones. Juana montó una obra llamada ‘Esperando al coyot’ (por coyote, apelativo con el se conoce a los traficantes de migrantes), que era una adaptación de ‘Esperando a Godot’, una tragicomedia del irlandés Samuel Beckett. La versión ecuatoriana conmovió al público de la época, que pese a sus partes de comedia, terminaba sacando lágrimas.
Con la obra ‘Las marujas entre tereques’, la crítica política desde el teatro empezó a imponerse. Su estructura permitía que las actrices adaptaran sus guiones a la coyuntura de la época. La actriz ríe al contar las escenas que se les ocurría. Por ejemplo, hicieron una sátira cuando el Ecuador amaneció con tres presidentes: Abdalá Bucaram, Rosalía Arteaga y Fabián Alarcón. Para la obra construyeron una silla presidencial bien pequeña. Entonces la actriz Elena Torres, que hacía de maruja quiteña, representó a Alarcón; Martha Ormaza, la maruja manabita, a Bucaram; y Juana, la maruja cuencana, a Arteaga. Las tres se peleaban por la silla presidencial. “La gente venía y se recontragozaba”.
“Venían todos los de la Revolución Ciudadana porque creo que se pasaban la bola y disfrutaban. En los dos primeros años todavía no había una mordaza muy fuerte”

40 años. Juana Guarderas es su directora ejecutiva.
El gobierno de Rafael Correa fue una decepción para la actriz. Se declaró entusiasta del proyecto político que presentó el movimiento Alianza País, pero el tiempo hizo que cambiara de opinión. Aunque en un inicio estuvieron a favor de esa propuesta, asegura que nunca dejaron de ser críticos. Por ejemplo, con las ‘Marujas asambleístas’ crearon un reggaetón con Patria, tierra sagrada, un himno usado por Correa para sus campañas políticas. “Venían todos los de la Revolución Ciudadana porque creo que se pasaban la bola y disfrutaban. En los dos primeros años todavía no había una mordaza muy fuerte”.
En un avión, la actriz se encontró con un ministro de Correa. “Me dijo: ‘usted es malvada’. ¿Por qué?, le pregunté. ‘Por su obra, pues. Cada vez que tocan Patria, tierra sagrada, me acuerdo de su reggaetón y me tengo que aguantar la risa’”.
El teatro sintió el acoso a la libertad de expresión. La actriz recuerda que siempre dijeron lo que pensaban sobre las tablas. “Pero empezaron a sembrarnos el miedo. Cuidado nos cierran el teatro. Empezamos a cuidarnos. Cuando no lo habíamos hecho antes. A pesar de los temores, siempre metimos nuestros contenidos”. Se refiere a la obra ‘Las marujas, qué viejas para verdes’, que era una reflexión sobre el medio ambiente y una crítica frontal a la minería que despegó en el gobierno de Correa.
“Pero sí debo decir que ya no era como antes. Jua, jua, nos reímos escribiendo los guiones. Pero luego decíamos: ¿no está muy fuerte? Empezamos a autocensurarnos en los procesos de escribir los guiones. Había sembrado el temor”, cuenta Juana.
Sus obras ahuyentaron a los que ella llama los ‘rafalovers’ y a los funcionarios del Gobierno. “Ecuador hasta antes de la época ganada, nos podíamos reír de nosotros mismos con casi todos los presidentes. El tema de la censura fue algo que nos golpeó”.
Con el apoyo de la Fundación Esquel. Visite el portal: 40 años de democracia: una tarea inconclusa
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