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7 de Junio del 2021
Historias
Lectura: 11 minutos
7 de Junio del 2021
Gabriela Muñoz
María Emilia Cisneros Jerves, la abogada que pone en el debate público la pobreza menstrual
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Un colectivo propone bajar los costos y masificar el acceso a los productos de higiene íntima femenina.  Fotos: cortesía de Gabriela Muñoz

 

Ciclo Rosa aborda la menstruación de manera integral. Tiene el proyecto de fabricar toallas amigables con el ambiente, a precios accesibles y con información sobre los derechos de la mujer. También realiza conversatorios por Zoom para enseñar a las mujeres a reconciliarse con la menstruación.

@GabyMunoz777


El Corán 2:222: “Es dañina, así que manténganse alejados de las esposas durante la menstruación. Y no se acerquen a ellas hasta que estén puras". Levítico 15, La Biblia: "Cuando a una mujer le llegue su menstruación quedará impura durante siete días. Todo el que la toque quedará impuro hasta el anochecer".

María Emilia Cisneros 

Menstruar es casi una palabra prohibida, un tabú, algo de lo que no se puede hablar, algo que es mejor mantenerlo en secreto. Algo que está ahí, pero nadie comenta porque se la asocia al dolor, a la suciedad, a lo impuro.

Siglos de silencio en Ecuador, México, Argentina, Suecia, India… en todo el mundo. Ese silencio y esas creencias, transmitidas de generación, en generación y en generación han invisibilizado, han ocultado una realidad compleja y triste que recién ahora empieza a discutirse en el planeta y a horrorizar por las cifras y las historias: la pobreza menstrual y su impacto en el desarrollo de la mujer.

La abogada cuencana María Emilia Cisneros Jerves, junto a otras profesionales,  empezó a analizar el tema durante los meses más duros del confinamiento por el Covid-19.

“Miles de mujeres quedaron atrapadas en sus hogares porque no podían salir y estaban obligadas a convivir con su agresor. Y nos preguntábamos cómo será para ellas afrontar la menstruación en condiciones tan vulnerables. ¿Tendrán acceso a toallas sanitarias? Si no están trabajando, ¿tendrán dinero para comprarlas?, ¿Cómo pedirán ayuda si sus parejas les quitaban el teléfono?”.

Entonces María Emilia y su grupo diseñaron un proyecto para confeccionar toallas sanitarias de tela a precios bajos y con un instructivo que explica los derechos de las mujeres y cómo puede conseguir ayuda. Al proyecto lo bautizaron Ciclo Rosa.

“En esa época tenía menos edad y era la única mujer que visitaba los lugares donde había extranjeros privados de libertad. Y no tenía miedo. Mi familia siempre me ayudó muchísimo a tener seguridad en mí misma”.

La líder del equipo tiene 29 años y es abogada, con una maestría en Relaciones Internacionales en la Universidad Autónoma de Barcelona. Trabajó para la Agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR) y durante dos años se dedicó a apoyar la repatriación de personas privadas de la libertad junto a la Interpol y Policía, en especial con su unidad del Grupo de Operaciones Especiales (GOE).

“En esa época tenía menos edad y era la única mujer que visitaba los lugares donde había extranjeros privados de libertad. Y no tenía miedo. Mi familia siempre me ayudó muchísimo a tener seguridad en mí misma”, dice.

Estuvo a punto de ser veedora en un proyecto internacional, pero apareció el coronavirus y todo quedó ahí, dice. En los meses de encierro ella y sus amigas expertas en derechos humanos se preocuparon por la situación de la mujer en pandemia y se dieron cuenta de cómo esta coyuntura empeoró la pobreza menstrual. Así el  tema empezó a discutirse en Ecuador.

Los datos del ECU-911 muestran que al inicio de la crisis sanitaria se recibieron 38.288 llamadas de emergencia (como usted lo está leyendo: más de 38 mil llamadas) de víctimas por violencia intrafamiliar. Las mujeres que pidieron ayuda en su mayoría eran de Guayas (38%), Pichincha (24%),  Tungurahua ( 6%) y Santo Domingo (4%).

María Emilia consiguió el dato de que una mujer menstrúa un promedio de 35 a 40 años, que en el Ecuador un paquete de toallas sanitarias cuesta entre USD 1.25 a USD 3 y que una toalla sanitaria usada tarda 800 años en descomponerse.

Y también miró en Netflix  el documental Period. End of Sentence, que ganó un Oscar al mejor documental corto. Es un retrato de lo que pasa no solo en la India sino en nuestras sociedades latinoamericanas. Una niña que vive en una comunidad rural empieza a menstruar. Para contener el sangrado usa papel higiénico, una camiseta vieja, papel periódico, lo que encuentre. Cuando va a la escuela, como no existen servicios higiénicos con agua potable, intenta cambiar ese pedazo de tela en un lugar apartado, pero no puede porque sus compañeros la siguen, le hacen bullying y comentan y hablan de ella. El desenlace: la niña abandona la escuela por vergüenza.

María Emilia consiguió el dato de que una mujer menstrúa un promedio de 35 a 40 años, que en el Ecuador un paquete de toallas sanitarias cuesta entre USD 1.25 a USD 3 y que una toalla sanitaria usada tarda 800 años en descomponerse.

Cuando crece, y como no ha estudiado, sus condiciones de vida empeoran. Su futuro: la mayoría se casa, tiene hijos y depende del esposo para todos los gastos. Pero una mujer que no es económicamente independiente no puede ser libre.

El pasado 28 de abril, el pleno de la Cámara de Diputados de México aprobó el dictamen de la Ley Menstruación Digna, que propone la gratuidad de los productos de higiene femenina en 198.000 escuelas públicas de ese país.

Entre las cifras que sustentaron la urgencia de crear una sólida política pública están: más de 43 millones de mujeres, niñas y adolescentes —entre 15 y 50 años— pasan la regla en México y cuatro de cada 10 viven en una situación de pobreza multidimensional.

Para ellas, tener la regla cada mes representa un obstáculo que acrecienta las desigualdades con sus pares varones. En el caso de las más jóvenes, esta desigualdad se traduce en ausentismo escolar ante la imposibilidad de conseguir toallas, tampones y otros artículos de limpieza personal.

La data que se conoce en Ecuador es la que tiene Ciclo Rosa, que recoge la información oficial. El último informe del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC) demuestra que 32 de cada 100 ecuatorianos se encontraba en situación de pobreza a diciembre del 2020. Esto significa que el 32% de la población vive con USD 2,80 diarios de ingresos. Si un paquete de toallas sanitarias cuesta entre USD 1.50 a USD 3, una familia debe decidir entre comprar las toallas o el pan para la familia.

María Emilia, en conversación por videollamada, suspira y reflexiona. “La situación es terrible y por eso empezamos este proyecto. Parte de la lucha de la mujer también es ayudarlas a que la menstruación no sea un problema que incluso defina su futuro y sus sueños”.

Ciclo Rosa aborda la menstruación de manera integral. No solo tiene el proyecto de fabricar toallas amigables con el ambiente, a precios accesibles y con  información sobre los derechos de la mujer, sino que ha realizado en los últimos meses conversatorios por Zoom para enseñar a las mujeres a reconciliarse con la menstruación: “El sangrado de cada mes no debe verse como un castigo, como nos han inculcado nuestros antepasados, sino como un símbolo de que estamos vivas, de que somos parte de un proceso cíclico y que este proceso es absolutamente normal y que debe abordarse sin vergüenza”.

“El sangrado de cada mes no debe verse como un castigo, como nos han inculcado nuestros antepasados, sino como un símbolo de que estamos vivas, de que somos parte de un proceso cíclico y que este proceso es absolutamente normal y que debe abordarse sin vergüenza”.

La investigadora italiana Arianna Ruffinengo, autora del Manual para conocer los dones de tu ciclo menstrual, asegura que el conocimiento de las distintas fases del ciclo es una herramienta extraordinaria para que todas las mujeres se expresen y ganen en bienestar, y también para que se acepten y dejen de juzgarse: “Muchas mujeres que no conocen en profundidad su ciclo y que no están al tanto de las distintas fases por las que pasan cada mes se juzgan a sí mismas cuando se dan cuenta de que no pueden estar todo el tiempo del modo en que la sociedad les demanda: alegres, atractivas, productivas, seductoras, disponibles. Una mujer que se conoce, que entiende que el movimiento de su ciclo es totalmente normal y se siente en armonía con él comprende que existe una realidad distinta a la que propone la sociedad y los medios de comunicación, y deja de reprimirse y de juzgarse por no sentirse siempre de la misma manera”.

En Instragram (@ciclorosa.ec), María Emilia y sus colegas suben información sobre los avances de su proyecto. Ahí están las fotos de las conversaciones con mujeres para abordar el tema y las cifras de la menstruación.

“La mayoría de las visitas que revisan la cuenta son hombres interesados por conocer más de este proceso. Lo que significa que este tema es un tabú completo. Ellos también están interesados en enterarse más de este tema”, dice.

En el siglo XXI, miles de mujeres en el Ecuador requieren mayor acceso a toallas sanitarias y a servicios higiénicos con servicios básicos para que este proceso normal y parte de la vida de una mujer no se convierta en una pesadilla ni en un castigo.

El sueño de Ciclo Rosa es que, al igual que en México y en Nueva Zelanda, la discusión de la pobreza menstrual sea analizada, discutida y aprobada por los políticos ecuatorianos como una prioridad económica y social. Es urgente.

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