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27 de Abril del 2021
Historias
Lectura: 9 minutos
27 de Abril del 2021
Gabriela Muñoz
Ximena Moreno abrió el camino para que más mujeres pudieran volar
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Fotos: Cortesía

 

Para ella, la academia es su vida. Se siente orgullosa con lo que ha construido y el aporte que ha dado a las nuevas generaciones. Está llena de ideas, de vitalidad, de deseos de aportar al país.

@GabyMunoz777

Para decenas de generaciones de abogados en el Ecuador hay un nombre respetado, querido y admirado, símbolo de cómo una mujer abrió el camino para que otras mujeres alcanzaran sus sueños: Ximena Moreno.

Si uno busca en Google encontrará que es la primera mujer en el país que logró ser decana de una Facultad de Jurisprudencia, fue la primera notaria en la capital y una de las profesoras con mayor trayectoria en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, PUCE.

Pero las biografías de Wikipedia solo cuentan datos, no la historia detrás del dato. Ximena tiene la voz fuerte. Habla claro, pronuncia correctamente cada palabra. Imagino estar en una de sus clases y escucho atentamente el relato de su vida.

En un inicio quería ser monja (su tío fue el cardenal Bernardino Echeverría) y luego escritora, pero su padre, el doctor René Moreno Andrade, quien fuera profesor de la Universidad Central y gestor de la Ley de Cooperativas, le aconsejó que considerara estudiar Derecho.

“En mi infancia tuve una crianza igualitaria, gracias a mi hermano René (“Renato”, como lo llamamos). Él me enseñó a trepar los árboles, a jugar fútbol y otras tantas cosas… Y eso fue muy bueno porque me ayudó a enfrentar los retos de mi carrera profesional, que en ese entonces estaba dominada por los hombres. Nunca tuve miedo”.


Ximena  Moreno toma la mano de la centenaria Isabel Robalino, de la Comisión Anticorrupción. Las acompaña Jorge Rodríguez, quien fuera empresario de seguros y coordinador de la CNA, fallecido en el 2020.

Cuando quiso inscribirse en la facultad de Derecho de la Universidad Central hubo una huelga y fue a la Universidad Católica. Allí, uno de los profesores les dijo: aplicarán 400, quedarán 130 y terminarán 40. “Y así fue. Al final de la carrera egresamos 33 hombres y las siete mujeres que nos inscribimos desde el inicio. Todas obtuvimos el doctorado.

En las aulas de la Católica conoció a Carlos Solines, hoy un prestigioso abogado quiteño que hace poco acaba de escribir el libro Sin partidos no hay paraíso, un texto elaborado en la coyuntura del Covid-19, que muestra un apasionante recorrido por la historia política, los sistemas de organización, las ideologías y la democracia como forma de vida.

“De ese hombre inteligente me enamoré y hemos construido una vida juntos. Recuerdo que, al inicio, me acompañaba a la casa. Y así se fue gestando, primero, nuestra amistad (ríe). Luego nos casamos gracias al apoyo de mi madre Carlota Echeverría Ruiz, quien, con 102 años, se halla escribiendo el tercer libro sobre sus memorias. Los dos anteriores son la biografía de su hermano Bernardino”.

Aquella letra del bolero Triunfamos: Amor, nada nos pudo separar, luchamos contra toda incomprensión…, resume la historia de los inicios del matrimonio de Ximena. Se casó con Carlos a los 20 años y un año después tuvo a su primer hijo: Juan Carlos.


Junto a sus nueras, en un paseo familiar. De izquierda a derecha: Maria Lucía Donoso, Carmen Corral, Ximena Moreno, Verónica Reed, Karina Larrea y Maria del Carmen Altamirano

Los recién casados eran estudiantes de Derecho. El entonces decano Julio Tobar Donoso, comprendiendo la apretada situación económica que vivían,  les concedió media beca a cada uno para que pudieran organizar las finanzas del hogar. “Mi marido era profesor en un colegio y completábamos los ingresos pintando unos tapetes de corcho que entregábamos al supermercado La Favorita. Así fueron nuestros inicios”.

Luego de Juan Carlos vino Renato. Posteriormente, y con buena distancia, los mellizos Santiago y Pablo. “Cuatro años después llegó mi último hijo, Nicolás. Hoy todos son abogados. Defendí mi tesis doctoral a días de dar a luz a Renato. Julio César Trujillo dirigió y presidió mi tesis que la realicé sobre el tema  Derecho Laboral en países del Pacto Andino”.

Y añade. “Luego me presenté ante el tribunal presidido por el doctor Gonzalo Zambrano Palacios y obtuve mis títulos de abogada y doctora en Jurisprudencia. Al doctor Zambrano lo acompañé en su último período de decano como subdecana. Estos dos extraordinarios maestros fueron muy importantes para mi desarrollo académico dentro de la universidad”.

Cuando obtuvo su título fue contratada como docente de la Facultad de Jurisprudencia, siendo la única mujer en el cuerpo de catedráticos. ¿Se puede ser profesional y a la vez madre de cinco hijos? Ximena Moreno dice que sí, pero que es necesario el apoyo del esposo y tener disciplina y orden en la crianza de los hijos. “No es una tarea fácil. Teníamos un horario para todo: para bañarles, para revisarles los deberes… Una vez, uno de mis hijos me dijo que no me debería llamarme Ximena Moreno sino García Moreno. Pero estoy orgullosa porque he criado hijos maravillosos, los cinco, buenos profesionales, lograron consolidar el despacho jurídico que iniciamos con mi esposo Carlos”.

Ximena da clases en la universidad desde hace 47 años. Y le encanta. Su especialidad es el Derecho Laboral, que en los textos especializados se define así: “Es un conjunto de normas jurídicas que se establecen en la relación entre los trabajadores y los empleadores. Lo constituyen preceptos de orden público y legal, que se basan en la premisa de asegurar a quien trabaja un pleno desarrollo como persona y una integración real a la sociedad”.


Junto a su esposo, el Dr. Carlos Solines.

En 1995 fue elegida por los alumnos, docentes y administrativos como Decana de la Facultad de Jurisprudencia y esa designación, que la ejerció en dos periodos,  fue un punto de inflexión para refrescar la plana de docentes. Ella promovió a sus mejores alumnas, incorporándoles al plantel de profesores.  Abrió camino y lo despejó para dar espacio a otras mujeres y eliminar la brecha de género. Es la sororidad.

“Estos cambios generaron que actualmente la matrícula de mujeres que estudian en la Facultad sea mayor. Ya no es una carrera exclusiva de hombres, como fue cuando ingresé a la universidad. He tenido mujeres maravillosas en mi vida, cuya trayectoria ha sido un ejemplo permanente en la mía. Mi madre, mis hermanas Beatriz (psicóloga), Mónica (abogada) y hoy mis nueras: Carmen Corral, Verónica Reed, Lucia Donoso, Mary Altamirano y Karina Larrea, profesionales que tienen carreras admirables. A todas ellas, mi cariño y respeto”.

Acaba de realizar su trigésima edición de las "jornadas laborales" en homenaje a los 75 años de la puce y de su facultad de jurisprudencia.

A Ximena le gusta escribir. Le apasionan la poesía y la escritura. Cuando estudiaba en el colegio Alemán, a los 15 años, le tocó censar en uno de los barrios más pobres de Quito. Luego de terminar las visitas se fue a su casa conmovida y escribió su primer ensayo: El censo de la miseria, que luego incluyó en un pequeño libro Inquietudes, que dejó como recuerdo en su colegio. “Ese episodio me marcó la vida. Quedó para siempre guardado en mi corazón”.

Cuando habla de sus proyectos es efusiva, se emociona. Cada año organiza con sus alumnos, las llamadas “Jornadas Laborales” para tratar los temas de coyuntura. Acaba de realizar la trigésima edición de las Jornadas en homenaje a los 75 años de vida de la PUCE y de su Facultad de Jurisprudencia. El tema fue: “Perspectivas legales en beneficio de la mujer trabajadora”, donde se analizó el Proyecto de “Ley Orgánica de Economía Violeta”, además del tema “La aplicación del despido ineficaz”.

Para ella, la academia es su vida. En esta etapa de la historia que nos tocó vivir, da clases por zoom.
Se siente orgullosa con lo que ha construido y el aporte que ha dado a las nuevas generaciones. Está llena de ideas, de vitalidad, de deseos de aportar al país. Ximena es la mujer que abrió el camino para que más mujeres puedan volar.

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Ximena Moreno abrió el camino para que más mujeres pudieran volar
 


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