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"Prefiero un hijo muerto a un hijo gay" es una de las más polémicas frases del ganador de la primera vuelta en Brasil, el ex militar de derechas Jair Bolsonaro.
El discurso de sectores que cuestionan la corrección política y los dogmas de las izquierdas parecen haber impactado en el Brasil, en un fenómeno que podría empatar con el discurso de la "derecha alternativa" que se convirtió en el sostén de la propuesta de Donald Trump en Estados Unidos.
Si en Estados Unidos la llamada "Alt Right" es un movimiento heterogéneo con distintas visiones conservadoras, religiosas, nacionalistas y contrarias a los discursos de inclusión, en el Brasil de Bolsonaro se habla de un resurgir de una extrema derecha que no tiene empacho en cuestionar las categorías y el lenguaje que el activismo judicial y la corrección política, uno de los ingredientes del Socialismo del Siglo XXI han impuesto en la región.
Jair Bolsonaro, un ex militar brasileño admirador de las dictaduras militares que controlaron su país, hizo noticia cuando fue víctima de un atentado, cuando durante un acto de campaña fue apuñado por un militante de izquierdas en el interior del país.
Jair Bolsonaro, un ex militar brasileño admirador de las dictaduras militares que controlaron su país, hizo noticia cuando fue víctima de un atentado, cuando durante un acto de campaña fue apuñado por un militante de izquierdas en el interior del país. El ataque, en lugar de anularlo políticamente, parece haber potenciado una campaña que se ha basado en redes sociales -se destaca el uso del Whatsapp- y en alianzas con sectores conservadores de la sociedad brasileña, como las potentes iglesias pentecostales, que tienen una fuerte organización política y una nutrida bancada en el Congreso en Brasilia.
El colapso del socialismo del siglo XXI en la región, las imputaciones judiciales contra el ex presidente Lula Da Silva y su entorno, laa destitución de la ex presidenta Dilma Rouseff, entre otros fenómenos, parecen haber impactado en los votantes del Brasil, país en el que el fantasma del caos en Venezuela también fue utilizado como un elemento político.
Si la región gira hacia la derecha, tendencia que se ha registrado en los procesos electorales en Chile, Argentina y Colombia, el dramático golpe de timón que Bolsonaro puede imponer a la gestión política del coloso brasileño podrá impactar a toda la región.
A la ex presidenta y ex ministra de Lula Da Silva, Dilma Rouseff, no le alcanzaron los votos para llegar al Senado. Foto Reuters
La receta de Trump
La crítica de Bolsonaro a la corrección política empata perfectamente con la de Trump. Durante toda la campaña, algunos medios y activistas se empeñaron a fondo en citar sus ataques contra los gais (llegó a decir que prefiere un hijo muerto que uno homosexual), el feminismo, y los derechos de los grupos étnicos como los afrodescendientes y los indígenas. Tildado de racista, misógino y fascista de plano, muchas de las intervenciones de Bolsonaro recuerdan a las de Trump en su apelación a los valores más conservadores y reaccionarios. Pero tras más de una década de gobierno de las izquierdas, el electorado brasileño, para consternación del activismo judicial y político, parece no haberse espantado por los modos y dichos del polémico ex militar, que ha obtenido más de 20 puntos de ventaja sobre el candidato de las izquierdas, Fernando Haddad.
Para el consultor político Gustavo Isch, el caso de Bolsonaro se explica por una nueva forma de populismo, que es común a la izquierda y la derecha no solo en la región, sino también en países como Estados Unidos, Italia y Francia. En efecto, movimientos en Italia como el Cinco Estrellas apelan a un populismo nebuloso que ha tenido amplio apoyo del electorado.
Isch cree que se ha perdido la esperanza y cierto desencanto en los electores que motiva la necesidad de las certezas. Al elector, precisa el consultor, lo que le interesan son las certezas. En ese marco, un discurso corto, seco y agresivo, que exacerba los antagonismos, puede tener una importante audiencia en el momento actual.
Un discurso corto, seco y agresivo, que exacerba los antagonismos, puede tener una importante audiencia en el momento actual, estima el consultor político Gustavo Isch.
Para Isch, también hay un importante voto de rechazo al manejo del Partido de los Trabajadores en Brasil, en especial, por los escándalos de corrupción que afectaron al ex presidente Lula Da Silva. La campaña en el Brasil también fue distinta, porque se ha superado las fórmulas tradicionales de una campaña en medios de comunicación social y en territorio.
Bolsonaro, precisa Isch, se enfocó en una campaña de redes sociales similar a la que se hizo en Estados Unidos por medio de Donald Trump, algo en lo que debió aplicarse a fondo casi por obligación pues, por la gravedad de sus heridas, pasó en el hospital buena parte del periodo de campaña.
Las estrategias en redes intensifican una campaña emocional que se basa en rumores y afirmaciones. Es lo que ha pasado en Brasil y es el instrumento que se está usando también en Argentina, recuerda Isch.
El espejo de Venezuela, cree Isch, también afectó de manera significativa las elecciones brasileñas. Ninguna de las naciones de la región se quiere parecer a Venezuela, destaca el consultor, así como tampoco a la situación actual de Nicaragua, por lo que el hecho de que Bolsonaro sacara en cada ocasión posible el fantasma del fiasco chavista fue una estrategia acertada.
Ya no se trata de un simple péndulo entre izquierda y derecha, sino que hubo un juego de encuestas, y hubo un amplio margen de error de las encuestas en el Brasil, recuerda Isch, quien destaca que varias encuestadoras pretendieron darle a Haddad unas posibilidades que nunca tuvo.
Isch cree que lo más probable es que Bolsonaro gane las elecciones, pues considera que es difícil que Haddad se deshaga del peso negativo de Lula Da Silva. "El elector está votando por alguien que garantice sus condiciones de vida en momentos críticos", estima Isch, y cree que Haddad tendrá dificultades para hacer una alianza con el centro y el resto de las izquierdas.
Los líos judiciales de Lula Da Silva, procesado por corrupción, complicaron a las formaciones de izquierda que lo apoyan.
El impacto en el Ecuador
Pero, ¿tendría futuro un candidato con un discurso duro, como el de Trump o Bolsonaro en el Ecuador? ¿Tendría votos un personaje que cuestione los dogmas de la corrección política, al feminismo y el discurso de la pluriculturalidad por ejemplo? La respuesta de Gustavo Isch es contundente: "sí".
¿Tendría futuro un candidato con un discurso duro, como el de Trumpo o Bolsonaro en el Ecuador? ¿Tendría votos un personaje que cuestione los dogmas de la corrección política, al feminismo y el discurso de la pluriculturalidad por ejemplo? La respuesta de Gustavo Isch es contundente: "sí".
Isch cree que en el Ecuador puede haber un fenómeno similar de polarización electoral al que se acaba de ver en el Brasil. La derecha en el Ecuador podría estar esperando para las elecciones presidenciales del 2021 con un candidato muy fuerte, y no sería posible descartar que se produzca un fenómeno similar al que evidencia la campaña de Bolsonaro.
La derecha podría jugar un rol protagónico en el corto plazo en el Ecuador, cree Isch. En este momento, la derecha tradicional está tratando de entender al electorado, estima Isch, pues el PSC, por ejemplo, es el partido que actualmente más mujeres tiene en cargos de liderazgo político. Ya ni Nebot ni el PSC hablan de neoliberalismo, sino de una economía social de mercado, lo que implicaría más colocarse en el centro político más que en un extremo, pero ¿es una estrategia coyuntural del PSC o un cambio auténtico? Es difícil saberlo. En el mundo el tema de las ideologías se está cayendo, afirma Isch, quien recuerda que hay "sociedades líquidas" con nuevas sensibilidades.
En el caso de CREO y de su abanderado Guillermo Lasso, Isch sostiene que se está disputando la hegemonía del centro derecha con el PSC.
Pero, un candidato que ataque, por ejemplo, al feminismo como han hecho Trump o Bolsonaro podría tener una enorme posibilidad, reconoce Isch. La crítica de lo políticamente correcto podría ser un filón que también tiene posibilidades abiertas en la política en los próximos procesos electorales y es un escenario que, desde la derecha, seguramente no se descarta.
Se podrían generar las condiciones adecuadas. Con respecto al voto castigo que se ha visto en el Brasil, Isch cree que aún no se han medido los alcances en el Ecuador de un fenómeno similar, pero con respecto al correísmo. No se ha producido en el país una ruptura total con los operadores del antiguo régimen, pues la ciudadanía no entiende que Moreno no podría romper de golpe con los grupos cercanos al ex presidente Correa en el Estado, los empresarios y la academia. ¿Cuál será el impacto electoral de esta limitación? Aún es difícil saberlo, finaliza Gustavo Isch.
Las reacciones en el país no se hicieron esperar: políticos de derecha como Ricardo Noboa se pronunciaron en Twitter: "Bolsonaro casi gana en primera vuelta. Ganará en la segunda. Si hubiesen elecciones libres en Nicaragua o Venezuela la respuesta sería la misma. No al robo. Puede no gustar Bolsonaro pero los pueblos latinoamericanos se cansaron de tanto socialista pillo", dijo.
Mientras que desde el activismo judicial, se cuestionó el discurso de Bolsonaro. La abogada de derechos humanos Lolo Miño dijo en Twitter: "Los gobiernos autoritarios de izquierda al menos fingían respetar los derechos humanos. Los de derecha los desprecian de frente. Dan mucho más miedo". Al ser cuestionada sobre si el correato, que era un presunto gobierno de izquierda, era entonces más respetable porque "fingía" respetar los derechos humanos, la abogada explicó: "Afirmar que los candidatos de derecha que desprecian abiertamente los derechos humanos son peligrosos, no niega en ningún momento lo que hayan hecho los socialistas en estos 10 años. Me parecen los primeros, mucho más peligrosos", reiteró.
"En ningún momento he negado lo que ha pasado con el socialismo. Estoy diciendo que estos candidatos de derecha me parecen de miedo por sus particularidades", finalizó.
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