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18 de Enero del 2021
Historias
Lectura: 10 minutos
18 de Enero del 2021
Rubén Darío Buitrón
Debates, ¿cuáles debates?
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El debate obligatorio del CNE fue la primera experiencia, aunque fallida para algunos, de un intercambio democrático e igualitario de ideas. Foto: Twitter CNE

 

Queda el temor de que la confusión que han generado los equívocos debates electorales realizados en las últimas semanas, no ayudará a que los ciudadanos puedan votar por quien merece manejar un país, al cual falta mucho para convertirse en una democracia de calidad.


Si algo quedará en evidencia el próximo domingo 7 de febrero, cuando 13 millones de ecuatorianos vayan a las urnas para elegir presidente de la República, vicepresidente de la República y 137 asambleístas, será el escaso o nulo debate que se produjo entre los candidatos a ocupar el sillón de Carondelet y las curules parlamentarias.

Las instituciones organizadoras de los debates perdieron una gran oportunidad. Y esa falta de conocimiento de los ciudadanos en relación con los postulantes puede producir lo que, con demasiado frecuencia, le suele suceder al Ecuador: la llegada al poder de políticos inmaduros, incapaces, mediocres, sin visión de futuro, autoritarios o corruptos.

Podrá decirse que sí hubo encuentros entre los aspirantes a jefe de Estado, pero ni en los foros organizados por el diario El Comercio en Quito ni por las Cámaras de la Producción en Guayaquil hubo interacción, diálogo o enfrentamiento de tesis, planes de gobierno o conceptos para dirigir a un país asfixiado por una inédita y delicada crisis política, económica y sanitaria en el entorno de la pandemia del Covid-19. 

El cierre de esta maratón de foros fue el evento organizado por el Consejo Nacional Electoral (CNE), en las instalaciones de TC Televisión, en Guayaquil, el sábado 16 y el domingo 17.

Su objetivo, según los directivos del Consejo, fue promover un voto informado entre la ciudadanía y en igualdad de condiciones en un espacio de tres horas diarias (seis en total).

Para eso reunió, en los días previos, a representantes de organizaciones sociales y a periodistas como la expresidenta Rosalía Arteaga y los periodistas Grace Jaramillo, Francisco Rocha, César Ricaurte y Simón Espinosa, quienes realizaron las preguntas que se les planteó a los candidatos.

El CNE, a diferencia de los otros debates, logró que asistieran todos, pues el candidato de la lista 1, Andrés Arauz, y el candidato de Pachakutik, Yaku Pérez, no habían concurrido a los foros de la Cámara de Comercio de Guayaquil y al de diario El Comercio.

Sin embargo, ninguna de las entidades organizadoras puso el dardo en el centro del tablero. Puede concederse que quizás el obstáculo principal fue el insólito número de candidatos presidenciales (16), pero, justamente, el desafío para cualquier institución u organismo que asumiera el compromiso de que se conozca a los aspirantes era lograr que los postulantes expusieran con claridad y profundidad sus propuestas a fin de que los votantes conozcan con certeza lo que plantea cada uno.


El CNE organizó un debate en cuatro partes, durante dos días. En el primer día, ocho candidattos hicieron la primera parte y los siguientes ocho la segunda parte. Lo mismo al día siguiente. Foto: CNE

ninguna de las entidades organizadoras de los cuatro debates puso el dardo en el centro del tablero. Puede concederse que quizás el obstáculo principal fue el insólito número de candidatos presidenciales (16).

El sábado 16 y el domingo 17, desde las 20:00, mientras los candidatos respondían la serie de preguntas elaboradas por el comité especial elegido por el CNE y realizadas por los periodistas Ruth del Salto (NTN) y Andrés Jungbluth (TC Televisión), afuera de la estación televisiva grupos de partidarios de los distintos candidatos coreaban el nombre de su aspirante, a quien aplaudían y vivaban sin cumplir las normas biosanitarias (uso de la mascarilla y distanciamiento social).

En el encuentro del CNE los candidatos estuvieron divididos en dos grupos de ocho.

En el primero participaron Guillermo Lasso (CREO-PSC), César Montúfar (Partido Socialista Ecuatoriano-Concertación), Ximena Peña (Alianza PAIS), Gerson Almeida (Ecuatoriano Unido), Pedro Freile (Amigo), Lucio Gutiérrez (PSP), Gustavo Larrea (Democracia Sí) y Xavier Hervas (Izquierda Democrática).

Y en el segundo estuvieron Guillermo Celi (SUMA), Giovanny Andrade (Unión Ecuatoriana), Carlos Sagnay (Fuerza Ecuador), Isidro Romero (Avanza), Juan Fernando Velasco (Construye), Andrés Arauz (Centro Democrático y Compromiso Social), Yaku Pérez (Pachakutik) y Paúl Carrasco (Juntos Podemos).

Pero la estrategia del Consejo Nacional Electoral no dio resultado. Este “no-debate”, en cadena nacional de radio y televisión y por Facebook, debía ser el más esclarecedor y el que alcanzara el objetivo de que se produjese un intercambio a fondo de las posiciones ideológicas y las visiones de Estado. 

Pero, si sostenemos que, en realidad, pese a los esfuerzos no hubo un verdadero encuentro de posiciones y de tesis, ¿qué es un debate electoral? 

La analista mexicana Tania Celina Vásquez Muñoz afirma que es un insumo necesario para la construcción de un modelo de comunicación deliberativa.

Según ella, “el debate electoral es una pieza clave en el modelo de comunicación política de las democracias. La exposición de ideas, plataformas electorales y propuestas de los participantes en las contiendas resulta fundamental no solo como una estrategia de propaganda, sino como una forma de crear un espacio para la transparencia, el flujo desinhibido de la información y la deliberación. No obstante, es primordial que los formatos de debate permitan la libre discusión de plataformas mediante la participación de la ciudadanía en la elaboración de un modelo más flexible, que configure los debates como herramientas importantes para incentivar un voto más informado y razonado”.

El consultor y analista uruguayo, Daniel Eskibel, afirma que los debates televisivos son momentos de alto impacto en las campañas políticas, generan un plus de atención y logran un plus de atención y de cobertura mediática.


El sorteo oficial no cruzó a Guillermo Lasso con Andrés Arauz, y en los debates organizados por El Comercio y la Cámara de Comercio de Guayaquil el candidato correísta no asistió. Foto: Cortesía

“el candidato que gana los debates televisivos es el que logra los objetivos que se planteó su campaña. En realidad gana el que logra sus objetivos, pero también pueden ganar algunos e, inclusive, pueden perder todos”:  daniel eskibel.

Sin embargo, dice, “en ese contexto ocurre un fenómeno curioso llamado furor interpretativo, que es esa especie de violenta agitación del ánimo de muchas personas que se desesperan por saber de inmediato quién ganó el debate”.

Pero cuando los debates no cumplen las condiciones requeridas para ser tales, “es preferible una actitud más cautelosa, más reflexiva, más cercana al método científico”, según Eskibel, quien sostiene que, en general, “el candidato que gana los debates televisivos es el que logra los objetivos que se planteó su campaña. En realidad gana el que logra sus objetivos, pero también pueden ganar algunos e, inclusive, pueden perder todos”.

“Vistos desde afuera de las campañas, los encuentros televisivos no son tan fáciles de interpretar en cuanto a sus resultados. Por eso, lo más prudente y lo más serio es observar y reflexionar y, en todo caso, analizar los efectos de ese debate”.

Más allá de esos conceptos, queda el temor de que la confusión que han generado los equívocos debates electorales realizados en las últimas semanas no ayudará a que los ciudadanos puedan votar por quien merece manejar un país al que le falta mucho para convertirse en una democracia de calidad.

Como dijo en su cuenta de Twitter el médico Esteban Ortiz, “les preguntan una cosa y responden otra. ¡Hagan la del dermatólogo, por favor, vayan al grano!”.

O, peor, como afirma el analista Pedro Donoso: “Ya esto dejó de dar chiste para provocar una profunda angustia”.

El criterio del experto en comunicación Andrés Seminario pone sal en la herida: “Ver un “debate” entre candidatos que lideran intención de votos versus candidatos poco representativos es como pedirle a Coca Cola o Pepsi que expliquen sus estrategias en evento de marketing contra cola Gallito o Barrilitos OK...”.

Y el del periodista Juan Carlos Aizprúa es concluyente: “Más allá de las críticas a las propuestas y discursos de los candidatos, esto es incómodo de ver. El sistema electoral de Ecuador debe cambiar. Con 16 candidatos el #DebatePresidencial2021 se convierte en un monólogo que burla nuestra democracia”.

El 7 de febrero, día crucial para la democracia ecuatoriana, se juega el futuro del Ecuador. Pero también se pondrá a prueba el impacto de los “no-debates” y la calidad del discurso de los candidatos frente a preguntas que no las hizo la gente común y en cuya construcción no participaron ni la diversidad ni la multiplicidad de ciudadanos ecuatorianos.

En el resultado de las votaciones también vendrán, implícitos, el futuro de la demagogia, de la retórica, del discurso hueco, de la corrupción y del cinismo como prácticas del engaño y la antiética.

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