Toda una vida dedicada al servicio público fue cuestionada por la imagen de decrepitud presentada por el presidente Joe Biden en el debate contra Trump. En la foto, Joe Biden, tras el debate electoral. Foto: EFE
Para un caso análogo hay que remontarse a 1968, cuando el presidente Lyndon B. Johnson decidió no correr por la reelección, a causa de un pronóstico médico que preveía su muerte a los 65 años (en su posible segundo mandato). Fue sorpresivo, en un discurso retransmitido por radio y televisión. Con los ojos llenos de lágrimas y la voz entrecortada, lanzó un inesperado mensaje: “el objetivo final de todo esto es conseguir la paz en Vietnam y por ello voy a trabajar en los días que me queden en la Casa Blanca”, dijo ante la mirada atónita de sus colaboradores, que desconocían de su plan de retirada.
Ante las críticas generadas por la edad del presidente Joe Biden y su fracaso en el primer debate frente al republicano Donald Trump, muchas miradas en el partido demócrata buscan un mecanismo, que no existe, para persuadir al mandatario de renunciar a su intento de reelección. Biden ganó las primarias y para que sea sustituido haría falta un acuerdo y que se retire. Si esto pasa, la de agosto sería una “brokered convention” (convención rota) que podría escoger a quien quiera como candidato.
Esto es necesario, sostienen los estrategas demócratas, para contener a Donald Trump y obtener donaciones para hallar el nombre del sustituto. Frente a esto, el mandatario hizo una campaña para tratar de convencer a los pesos pesados del partido de que un cambio de último momento sería un suicidio político.
Un debate que se esperaba sea la gran noche para desenmascarar al expresidente Trump, se tornó en una pesadilla y el más grande tropiezo de la carrera de Biden, un político muy trascendente en su país, con una carrera en la Cámara de Representantes y en el Senado, desde donde se catapultó a la vicepresidencia y presidencia de los Estados Unidos.
El cuestionamiento no es solo por la avanzada edad del mandatario, sino por una presunta falta de idoneidad para continuar en el cargo, señalan los críticos. El debate mostró a un Biden vulnerable, poco reactivo y que parecía dormirse en algunos pasajes, mientras Trump hacía gala de su verborrea y, según analistas, de muchas mentiras comprobadas en los datos que dio, que no fueron contrarrestadas por el presidente.
El cuestionamiento no es solo por la avanzada edad del mandatario, sino por una presunta falta de idoneidad para continuar en el cargo, señalan los críticos. El debate mostró a un Biden vulnerable, poco reactivo y que parecía dormirse en algunos pasajes.
Lo cierto es que Biden no está dispuesto a retirar su candidatura a la reelección, y debe convencer a los votantes de que ese empeño obedece a algo más que a un impulso egoísta, y que está capacitado para ganar en las urnas a su rival y para completar un segundo mandato, a cuyo término tendrá 86 años.
Biden trata de acercarse a los pesos pesados de su partido. Sin embargo, los Clinton y Barack Obama han mostrado más preocupación que afanes de apoyo. La ex presidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi, dijo que sería injusto descalificar al presidente por un mal debate. Para el representante de Carolina del Sur, James Clyburn, líder de la minoría demócrata en la Cámara baja, puede que a Biden no le haya ido bien, pero es peor tener a Trump de vuelta en la Casa Blanca. Para otros, como el senador de Delaware, Chris Coons, y Wes Moore, gobernador de Maryland, no es razonable cambiar de candidato a estas alturas.
La campaña para la reelección —que recaudó 33 millones desde el debate, pese a la inquietud de algunos donantes— busca mitigar daños poniéndose en contacto directamente con los votantes. El mensaje es que Biden no va a renunciar. Si lo haría provocaría fuertes disputas internas hasta la convención de agosto y con esto Trump tendría el camino libre hacia la victoria. Sin embargo, los principales donantes de la campaña siguen presionando para que el presidente dé un paso al costado.
No hay casi precedentes de un cambio de candidato a estas alturas y los beneficios de algo así no están garantizados. Las elecciones de medio mandato en 2022 fueron un espaldarazo para la gestión del mandatario. Si hubiesen sido malos, ya se hubiera estado discutiendo entonces el relevo. Las encuestas han mostrado una merma algo notoria en el apoyo al presidente, pese a que todavía está por debajo de Trump. Si la tendencia cambia, aún hay tiempo para un relevo, pero ninguno de los aspirantes —incluida la vicepresidenta Kamala Harris— tiene suficiente apoyo.
¿Quién podría reemplazar a Biden?
El entorno de Biden reaccionó a las críticas al equipo de personas que ayudó a preparar el debate, con uno de sus antiguos aliados, Ron Klain, a la cabeza, que recibió ataques porque no se dio cuenta de lo que pasaba. Además, Biden no lo responsabilizó del fracaso.
Aunque faltan dos meses y medio para el próximo debate, la estrategia del entorno presidencial se ha modificado, aumentando sus actos públicos y preparando un mensaje inolvidable para la convención demócrata de finales de agosto. Biden tampoco aparece mucho en los medios y eso genera la sospecha de que podría flaquear ante entrevistadores sagaces.
La actuación del presidente Joe Biden en el debate dejó a algunos demócratas preguntándose quién podría ser más apto para las elecciones de noviembre. Primera en la lista, la vicepresidenta Kamala Harris que, por ser el binomio de Biden, podría convertirse en una candidata fácil a la que se puede recurrir en momentos de angustia.
Pero, para que eso suceda se requiere que Biden se retire de la carrera, algo que su campaña desmiente. Algunos de los posibles sustitutos nunca pasaron por la investigación y un proceso de elecciones primarias y muchos que se presentaron en las recientes elecciones primarias quedaron muy por debajo del presidente.
Entre los potenciales aspirantes a reemplazar a Biden está Kamala Harris, la vicepresidenta, exfiscal y senadora de California que en ocasiones ha tenido dificultades para definir su rol junto a Biden. Al principio se le encargó temas como la migración ilegal y los derechos al voto.
Entre los potenciales aspirantes está Kamala Harris, la vicepresidenta, exfiscal y senadora de California que en ocasiones ha tenido dificultades para definir su rol junto a Biden. Al principio se le encargó temas como la migración ilegal y los derechos al voto. Los partidarios de Biden la ven como una posible carga política. Sus índices de aprobación son bastante bajos, apenas superiores a los del presidente. Las actuaciones más recientes de la primera vicepresidenta negra a favor del aborto y su campaña para atraer votantes jóvenes y afroamericanos no ha surtido los efectos esperados.
Kamala Harris. Foto: Reuters
El siguiente en la lista es Gavin Newsom, gobernador de California, ex alcalde de San Francisco que anteriormente fue vicegobernador y se ha convertido en uno de los principales sustitutos de Biden en esta campaña. Fue el primero en defender a Biden tras su debacle en el debate. Si no se da esta posibilidad, los analistas lo colocan como un postulante para 2028.
Sus principales problemas son los que ha tenido California en los últimos diez años: falta de vivienda, altos impuestos, aumento de los costos de la vivienda y tampoco puede negar haber asistido a una costosa cena con lobistas en un lujoso restaurante de San Francisco.
La gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer, es una estrella nacional del Partido Demócrata, porque Trump la calificó como “esa mujer de Michigan”. Whitmer, gobernadora en dos mandatos, lideró una campaña de 2022 que dio a los demócratas la posibilidad de ejercer el control total de la legislatura y el gobierno estatal por primera vez en 40 años. Lo más importante en su caso es que proviene de un Estado indeciso al que le cae bien: ganó la reelección con más del 54 % de los votos en 2022.
El gobernador JB Pritzker, de Illinois, multimillonario heredero de la fortuna de los hoteles Hyatt, ha sustituido a Biden con sus insultos con cuchillo contra Trump. Cuando el expresidente fue condenado en su juicio penal en Nueva York, Pritzker rompió con los temas políticamente correctos y tachó al expresidente de delincuente, racista, homófobo y estafador.
El gobernador JB Pritzker. Foto: Gety Images
Josh Shapiro, gobernador de Pensilvania y ex fiscal general del estado, es un líder mesurado que defiende el bipartidismo y en cuestiones no ideológicas durante su mandato. Su aprobación en su Estado es del 64%. Es de origen judío y se ha enfrentado a sus coidearios demócratas por su apoyo a Israel en su ataque a Gaza.
Otra ventaja de Pritzker es su enorme riqueza de alrededor de USD 3.500 millones. Se trata del funcionario electo más rico de EE.UU. y usaría esos fondos en una posible campaña, como lo hizo en sus dos períodos como gobernador.
Josh Shapiro, gobernador de Pensilvania y ex fiscal general del estado, es un líder mesurado que defiende el bipartidismo y en cuestiones no ideológicas durante su mandato. Su aprobación en su Estado es del 64%. Es de origen judío y se ha enfrentado a sus coidearios demócratas por su apoyo a Israel en su ataque a Gaza. Shapiro es gobernador de Pensilvania. Y si hay un estado en el que cualquier rival demócrata de Trump debe ganar es Pensilvania donde derrotó a su oponente republicano en 2022, Doug Mastriano, con el 56 % de los votos.
Josh Shapiro. Foto: AP
No es larga la lista, pero hay otros nombres, como el secretario de Transporte, Pete Buttigieg (miembro de la comunidad LGBT) y los senadores Cory Booker, de Nueva Jersey y Amy Klobuchar, de Minnesota. Los tres lo intentaron en las dos últimas primarias del partido y son conocidos para los votantes demócratas.
El gobernador Andy Beshear, de Kentucky, que fue reelecto en 2023, también llama la atención por su improbable éxito como demócrata en un estado donde Biden es impopular. Beshear derrotó a su oponente republicano, Daniel Cameron, por cinco puntos, incluso cuando otros candidatos demócratas en elecciones estatales perdieron por márgenes abrumadores.
Finalmente se nombra a dos personas que vivieron en la Casa Blanca: Hillary Clinton y Michelle Obama. El ex presidente Barack Obama, aunque sigue teniendo mucha aceptación no puede postularse para un tercer mandato.
Convencer a Biden
¿Quién podría convencer a Biden de dar un paso atrás? A Barack Obama no se le deja intervenir y hay fricciones con su esposa, Michelle. La esposa de Biden, Jill y su hermana Valerie pueden ser decisivas, porque siempre han estado muy presentes en sus decisiones políticas.
Cualquiera que hubiera prendido la televisión al final del debate hubiese pensado en un triunfo de Joe Biden: con Donald Trump solo y con expresión lúgubre saliendo del estudio de CNN por la parte trasera mientras Jill saltaba al escenario para abrazar al presidente y felicitarlo y juntos saludar a los dos conductores del programa de televisión más esperado del año.
Los elogios excesivos a un marido exhausto e inmóvil ante los seguidores demócratas ("estuviste bien, respondiste todas las preguntas, conocías bien los hechos"), acentuó sin querer el desastre mediático de la velada. La ex senadora de Missouri, Claire McCaskill lo planteaba con claridad: “Biden sólo tenía que convencer a los estadounidenses de que podía seguir desempeñando su papel de presidente durante otros cuatro años. no tuvo éxito." Y Jill empeoró la situación al comportarse, con el comandante en jefe, como una madre que intenta animar a un niño que regresa a casa de la escuela con una boleta de calificaciones no muy buena.
Los presentadores de CNN también están en la mira, porque fueron intimidados por Trump, que los considera enemigos y habló de un partido desigual —él contra tres oponentes— no lograron desmentir al ex presidente ni siquiera con las falsedades más sensacionales que mencionó.
La ex senadora de Missouri, Claire McCaskill, dijo: “Biden sólo tenía que convencer a los estadounidenses de que podía seguir desempeñando su papel de presidente durante otros cuatro años. no tuvo éxito." Y Jill Biden empeoró la situación al comportarse, con el comandante en jefe, como una madre que intenta animar a un niño que regresa a casa de la escuela con una boleta de calificaciones no muy buena.
Analistas como Thomas Friedman, una de las firmas más conocidas del New York Times, escribió un comentario tras el debate en la Casa Blanca, invitando a su amigo a hacer espacio a otros candidatos: “lloré frente al televisor. Biden es un buen hombre y un buen presidente, pero no lo logrará. Su familia y su equipo deben encontrarse rápidamente y decidir qué hacer", mientras que James Carville contaba: “traté de convencerlo" y David Axelrod, estratega de las victorias de Obama: "fue impactante escuchar esa voz débil, verlo desorientado".
¿Quién puede convencerlo de que se dirige hacia un probable desastre que destruiría un legado político construido durante medio siglo de actividad parlamentaria y luego como vicepresidente y presidente de EE.UU.?
Muchos piden a los líderes demócratas de la Cámara y del Senado, Hakeem Jeffries y Chuck Schumer, que expliquen el temor de muchos parlamentarios demócratas de verse electoralmente abrumados por su derrota en las elecciones presidenciales. Pero Biden, que tiene motivos de resentimiento hacia su partido, no los escuchará.
Algunos esperan que Obama actúe en su papel de hacedor de reyes. Pero el expresidente ya se ha hecho oír varias veces discretamente y no fue escuchado: Biden sigue recordando la herida de 2016, cuando el entonces presidente prefirió a Hillary Clinton para el desafío con Trump. Y existen roces con Michelle Obama, irritada por cómo el clan Biden trató a una gran amiga suya: la exmujer de Hunter, el hijo de Joe.
Al final, Biden decidirá solo escuchando únicamente a su hermana Valerie y a Jill, que siempre han estado muy presentes en sus decisiones políticas. Cuando empezaron a salir, en 1975, ella tenía 23 años y él 32, pero ya era senador, padre y viudo. Jill dudó en vincularse de por vida a un político profesional: en 1977, para convencerla, Joe decidió no volver a presentarse al Senado. Cortó la llamada telefónica que habría acabado con su carrera política y aceptó su destino.
Anotaciones al margen
La conclusión no deja margen para errores: los estadounidenses merecen algo mejor, lo merecen, el mundo lo merece. No tiene sentido estar con rodeos: después de la desastrosa actuación de Joe Biden en el primer debate en Atlanta contra Donald Trump, la conversación predominante entre los demócratas fue si la única opción que queda para tratar de retener la Casa Blanca es cambiar de candidato en la carrera, suponiendo que hay tiempo para hacerlo y un líder capaz de reabrir el desafío.
Incluso la CNN, en la encuesta realizada entre sus espectadores, confirmó que para el 67% de los estadounidenses Trump ganó el partido, mientras que sólo el 33% prefirió a Biden. Fue casi irrelevante centrarse en los temas tocados, los chistes correctos e incorrectos o cuánto mintió Donald. El punto fundamental es la impresión que deja en los votantes, y el jefe de la Casa Blanca ha alimentado todas las dudas sobre su capacidad para liderar una superpotencia durante los próximos cuatro años, puesta a prueba por el caos que parece gobernar el mundo y los desafíos de rivales. como China, Rusia, Irán y cualquier otro con la capacidad o la ambición de desafiar el liderazgo estadounidense.
La cuestión es que, hasta ahora, Biden sigue resistiendo la presión de quienes lo piden que se haga a un lado. La mujer clave es Jill. La primera dama lo protegió y lo ayudó a mostrar lo mejor que podía. Para muchos colaboradores, sólo ella podría convencer al presidente de dar un paso atrás.
Los mensajes desesperados que los demócratas —entre ellos, colaboradores de la Casa Blanca— intercambiaron a poco de iniciar el debate entre Joe Biden y el rival republicano Donald Trump no dejan dudas: muchos en el partido esperan que el presidente dé un paso atrás para llegar a la convención del 18 de agosto con un nuevo nombre y una determinación capaz de desafiar a Trump. Pero, ¿hay algún nombre demócrata que no sea el de Biden? ¿hay alternativas creíbles al actual comandante en jefe?
No hay ningún mecanismo preestablecido para que el partido cambie de bando. El presidente Lyndon Johnson no se presentó nuevamente en 1968. Joe Biden ganó las primarias y para ser reemplazado debe pactar y retirarse. Si lo hace, la convención de agosto se volverá una “convención rota o negociada” y podrá votar a quien quiera como candidato. Sin embargo, es vital aumentar las posibilidades de contener a Trump y canalizar el dinero de los donantes y que el nombre se encuentre antes.
La cuestión es que, hasta ahora, Biden sigue resistiendo la presión de quienes lo piden que se haga a un lado. La mujer clave es Jill. La primera dama lo protegió y lo ayudó a mostrar lo mejor que podía. Para muchos colaboradores, sólo ella podría convencer al presidente de dar un paso atrás, dejando espacio a quienes tienen más posibilidades de enfrentarse a Trump en las urnas.
[RELA CIONA DAS]
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