En ciudades como Denver, Colorado, también se han registrado incidentes entre manifestantes y la policía local. Foto: Jason Connolly/ AFP
Todo empezó el 25 de mayo cuando un joven tendero en Minneápolis decidió llamar al 911. Un hombre afroamericano, George Floyd, le había pagado con un billete de USD 20 que parecía ser falso. Floyd compró un paquete de cigarros. Lo que en nuestro medio se habría solucionado con el cajero rechazando el billete presuntamente falso, terminó con la llegada de una patrulla policial, que tras ubicar al comprador de los cigarrillos, se puso a interrogarlo.
La disputa por el presunto billete falso se convirtió en un arresto, y como se ha visto en innumerables ocasiones en vídeos virales, el policía blanco Derek Chauvin recurrió a un despliegue de fuerza bruta para someter al afroamericano. Los transeúntes sacaron sus celulares: el policía le había puesto la rodilla en el cuello mientras el hombre decía: "no puedo respirar". El "uso progresivo de la fuerza" del policía, que investigaba el supuesto billete falso, concluyó cuando Floyd perdió el sentido. Entonces él y sus tres colegas empezaron a buscarle el pulso, y como no lo tenía, llamaron a una ambulancia. Era demasiado tarde para el desempleado de 46 años, ex guardia en un bar de la ciudad, que había sido despedido recientemente como consecuencia de la crisis por el coronavirus.
En esta esquina de Minneápolis, Minnesota, ocurrió el incidente con la policía en el que murió George Floyd. Foto: Carlos Barria/Reuters
El "uso progresivo de la fuerza" del policía, que investigaba el supuesto billete falso, concluyó cuando Floyd perdió el sentido. Entonces él y sus tres colegas empezaron a buscarle el pulso, y como no lo tenía, llamaron a una ambulancia.
Chauvin fue detenido y acusado de homicidio y los otros tres policías despedidos. La familia del afroamericano logró un peritaje independiente de la muerte, que determinó que está ocurrió por asfixia, relacionada con el procedimiento del policía. Aunque en un primer momento la Fiscalía estatal quiso atribuir la muerte a otras causas -entre ellas que Flyod estaba drogado con metanfetaminas- tuvo luego que rectificar y suscribir la versión del abuso del policía. “Los policías fueron los causantes de la muerte”, dijo Antonio Romanucci, abogado de la familia, que ha denunciado “fallos graves y sistémicos en la Policía de Minneapolis”. El policía está siendo procesado por el crimen, mientras guarda prisión en una cárcel de máxima seguridad, pero el hecho en las afueras de la tienda de Minneápolis gatilló un estadillo social.
En Minnesota estallaron los primeros choques entre manifestantes y policías. Los reclamos se extendieron a todo el país. Foto: Stephen Maturen/Getty Images
Disturbios en la Casa Blanca; saqueos y patrullas quemadas
La muerte rápidamente se hizo viral y se convirtió en un nuevo episodio de los casos de abusos de los policías blancos contra afroamericanos y latinos. Y es que no es la primera vez que un incidente trival como una infracción de tránsito o una revisión de rutina de la policía termina en una muerte de alguien afroamericano o latino. Tanto en Minneápolis cuanto en las ciudades cercanas, estallaron disturbios, que este fin de semana, inclusive, llegaron hasta las puertas mismas de la Casa Blanca, en Washington, la capital del país.
Por primera vez en décadas, el palacio presidencial norteamericano se vio bajo asedio. Solo una verja de metal separa el complejo de la Casa Blanca, rodeada de parques y jardines, de las calles cercanas. Miles de personas se concentraron en el parqueLafayette que está frente a la entrada principal, el Pórtico Norte, para protestar contra el racismo, con las medidas del Gobierno y contra Donald Trump.
Ante la Casa Blanca, que siempre está iluminada en la noche, al igual que el resto de monumentos de la capital, tuvieron lugar las principales protestas en Washington. AP Photo/Alex Brandon
En Estados Unidos, al igual que en América Latina, hay cuarentenas por el coronavirus y se pide a la población que no salga, que use mascarillas y que mantenga distancia de las otras personas. Pero, a pesar de ello, miles de personas, no necesariamente afroamericanos, asediaron la Casa Blanca durante la noche del pasado viernes y durante el fin de semana.
Desde las ventanas de la Casa Blanca, Donald Trump, según contó en Twitter, miraba las protestas. El Servicio Secreto, la guardia presidencial de Estados Unidos, desplegó sus elementos para proteger el palacio. Las luces que iluminan las fachadas del edificio por las noches, que nunca se apagan, se desconectaron.
Desde las ventanas de la Casa Blanca, Donald Trump, según contó en Twitter, miraba las protestas. El Servicio Secreto, la guardia presidencial de Estados Unidos, desplegó sus elementos para proteger el palacio. Las luces que iluminan las fachadas del edificio por las noches, que nunca se apagan, se desconectaron. Solo el reflector que mostraba la bandera nacional en lo alto quedó encendido, mientras Trump, según revelaron medios norteamericanos, tuvo que encerrarse en un búnker bajo la Casa, construido para proteger al mandatario de atentados terroristas. Trump dejó la mansión para asistir a un evento en el centro espacial de Florida, pero luego regresó, a pesar de las protestas en las calles cercanas. También, rodeado de escoltas, inspecció los daños en una iglesia cercana a la Casa Blanca, que fue atacada por manifestantes.
En las calles de Washington se han producido incendios, saqueos y destrucción de vehículos. Foto: AP Photo/Evan Vucci
En los parques que rodean la Casa Blanca, las fuerzas antimotines y el Servicio Secreto, con caballos y perros, controlaban a los manifestantes. Bombas lacrimógenas caían sobre los grupos de protestantes, que a pesar de ello, retomaban el embate. Las imágenes recuerdan a las protestas del año pasado en países como Ecuador y Chile.
Las protestas no solo se concentran en el centro de Washington, sino en ciudades como Los Ángeles, Miami y Nueva York, en donde la policía ha realizado arrestos de cientos de personas. Hay por lo menos 75 ciudades sumidas en el caos, así como 40 que han adoptado toques de queda para contener a la población.
En Minneápolis han detenido a 155, casi 800 en Nueva York y más de 900 en Los Ángeles. En Nueva York, algunas de las tiendas de lujo de la Quinta Avenida fueron saqueadas por manifestantes, al igual que en Miami, Santa Mónica y otras localidades, en donde los disturbios han provocado la destrucción y el cierre de comercios, la quema de patrullas policiales y otros actos violentos.
En Nueva York, algunas de las tiendas de lujo de la Quinta Avenida fueron saqueadas por manifestantes, al igual que en Miami, Santa Mónica y otras localidades, en donde los disturbios han provocado la destrucción y el cierre de comercios, la quema de patrullas policiales y otros actos violentos.
Trump le apuesta a la represión: "hay que mandarlos a prisión por 10 años”
Fiel a su habitual línea dura, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha respondido criminalizando las protestas y ha sostenido que detrás de los disturbios está lo que considera un grupo terrorista doméstico: la Antifa, una organización de extrema izquierda que, según el Gobierno, estaría organizando los saqueos, incendios y ataques con el pretexto del caso del afroamericano.
En un mensaje este lunes, Trump anunció que “Movilizo todos los recursos federales disponibles, civiles y militares”, y advirtió que prepara un despliegue de fuerza que “dominará las calles” hasta que “la violencia sea sofocada”. Mientras la policía rociaba con gas lacrimógeno a los cientos de manifestantes que se concentraban en el exterior de la Casa Blanca, ha advertido de que desplegaría al Ejército para terminar con la “rebelión”, dijo El País de España.
Para contener las protestas, además de las policías locales, en 15 estados se han desplegado en varios estados las Guardias Nacionales, fuerzas militares estatales que también controlan el orden público, y Trump no ha descartado recurrir además al Ejército, aplicando una antigua ley de 213 años, la Ley de Insurrección, que le faculta a sacar a las Fuerzas Armadas a las calles para tareas de orden público.
También cuenta con el activo apoyo del fiscal general, cercano al Gobierno, quien suscribe la tesis del "terrorismo" y aboga por enjuiciamientos penales contra los manifestantes. En un conversación con todos los gobernadores del país, de la que se filtró una grabación a los medios, Trump les pide mano dura y aplicarse a fondo en la represión de las protestas. El presidente criticó a los gobernadores por no “juzgar” a los manifestantes y los cominó a “arrestarlos, presentar cargos contra ellos y mandarlos a prisión por 10 años”. “No pueden cerrar un acuerdo en el que estén en prisión por una semana. Estos son terroristas, son terroristas. Y buscan hacerle cosas malas a nuestro país. No debería ser difícil ocuparse de esto y lo vamos a hacer”, dijo.
Para el corresponsal de BBC en Washington, Anthony Zurcher, "Durante más tres años, Donald Trump ha gobernado una nación de relativa paz y prosperidad. Las crisis que tuvo hasta ahora fueron en gran medida de su propia creación y las enfrentó reuniendo a sus partidarios y condenando a sus oponentes. Ahora Trump enfrenta una situación inadecuada para un libro de jugadas de división". Zurcher sostiene que "La economía estadounidense se ha visto afectada por una pandemia mortal y la muerte de George Floyd a manos de un oficial de policía de Minneapolis ha extendido los disturbios raciales en todo el país. La gente ahora vive momentos de incertidumbre, tiene miedo y está cada vez más enojada".
En Spokane, en el estado de Washington, la policía disuelve una protesta. Foto: Dan Pelle/ AP
Para el corresponsal de BBC en Washington, Anthony Zurcher, "Este presidente, sin embargo, corre el riesgo de perderse en el mar. Sus llamados públicos a la unidad han sido socavados por una inclinación por los insultos y la belicosidad en Twitter".
Pero Zurcher es escéptico sobre que Trump pueda controlar el estadillo: "Estas son circunstancias que pondrían a prueba las habilidades de incluso los líderes más hábiles. Este presidente, sin embargo, corre el riesgo de perderse en el mar. Sus llamados públicos a la unidad han sido socavados por una inclinación por los insultos y la belicosidad en Twitter. La disciplina en cuanto a los mensajes, un atributo valioso en este momento, no es su fuerte. Puede que no haya una manera fácil de guiar a la nación a través de su peligro actual".
Por su parte, el profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Los Hemisferios de Quito, Daniel Crespo, sostiene que hay dos elementos en el actual conflicto en Estados Unidos. Por un lado, el asesinato de George Floyd, que destapa una situación estructural en ese país. "Es un racismo estructural que sí existe en los Estados Unidos", afirma Crespo, quien destaca que a pesar de la lucha por los derechos civiles, la mayoría de la población afroamericana está en condiciones de desarrollo social y económico menores que los blancos, al igual que en el acceso a educación y salud. Las diferencias entre los estados también deben ser consideradas, pues no es la misma situación en sitios como Alabama de lo que ocurre en Baltimore. Como es un país federal, hay marcos legales diferentes, recuerda.
Para Daniel Crespo, de la Universidad de Los Hemisferios de Quito, "La receta de hablar de terrorismo es un clásico. En un momento de enfrentamiento es útil encontrar un enemigo para cohesionar a tu bando", pero estas medidas, similares a las que adoptó el Gobierno de Lenin Moreno en octubre de 2019, pueden fortalecer al gobierno o debilitarlo más.
Otro elemento a considerar, cree Crespo, es que las fuerzas policiales suelen tener en Estados Unidos un gran respaldo del aparato judicial, "lo que en principio no debería ser negativo, pues permite que quienes cometen un delito paguen su pena. Pero también puede pasar que ciertos excesos de las fuerzas policiales no son sancionados adecuadamente por la justicia. Se pasa de una mayor sincronía al posible encubrimiento", explica.
Para Crespo, desde la golpiza policial a Rodney King, un taxista afroamericano que fue golpeado por la policía de Los Ángeles en 1992, lo que provocó violentos disturbios similares a los actuales, la brutalidad policial continúa y es evidente la desproporción en el accionar de la justicia. En resumen, cree el académico, hay un racismo estructural más arriagado en varios estados de Estados Unidos, así como una cierta complicidad y encubrimiento de la justicia a favor de los policías, lo que es una auténtica receta para un estadillo social.
Otro elemento es el manejo de la pandemia. En algunas zonas del país ha habido marchas de grupos anticuarentena, que sostienen que tienen derechos a circular y asociarse. Eso ha provocado también mucha conflictividad social que se suma a los tradicionales enfrentamientos por el racismo.
Sobre la forma en que Trump está manejando el conflicto, Crespo recuerda que a Trump le gustan las polémicas en redes sociales. Así, empezó a hablar del "virus chino", negó los peligros de la pandemia, se enfrentó con Pekín por temas políticos y comerciales, así como con la OMS, a la que acusó de no haber manejado bien la peste y su extensión. Y Trump, evidentemente, responde en su estilo habitual frente a las protestas: "ha encendido las redes sociales y Twitter ha tenido que poner advertencias sobre sus trinos". De ahí que ahora habla de terrorismo interno, lo que Crespo destaca como un paso adicional a su retórica habitual de hablar de noticias falsas.
"La receta de hablar de terrorismo es un clásico. En un momento de enfrentamiento es útil encontrar un enemigo para cohesionar a tu bando", explica, pero estas medidas, similares a las que adoptó el Gobierno de Lenin Moreno en octubre de 2019, pueden fortalecer al gobierno o debilitarlo. "Trump ha abusado de esta estrategia, sobre todo en políca exterior", finaliza.
[RELA CIONA DAS]
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