

Fotos: Tamia Calderón / PlanV
En la mina de Mirador, por lo menos 1300 hectáreas han sido deforestadas para las excavaciones.
El proyecto Minero Mirador tiene efectos nocivos sobre la salud de los ecosistemas y la población. Esta es una de las principales conclusiones del estudio "El campo minado de la salud", de María Paola Granizo Riquetti y publicado este año por la Plaforma por el Derecho a la Salud.
PLea el informe completo sobre las afectaciones a la salud en el Proyecto Mirador. Ver el PDF aquí
El estudio, que analiza la megaminería a cielo abierto en la Amazonía sur del Ecuador y sus impactos sobre la salud, toma en cuenta varios aspectos relacionados con el ecosistema local y también con la salud de los pobladores de la zona.
"El presente estudio es de carácter descriptivo cualitativo; se basa en revisión literaria, visitas de campo y recolección de testimonios de habitantes, personal de salud y trabajadores y extrabajadores de ECSA y de otras compañías de diversa índole (transporte, infraestructura). Pretende visibilizar y reportar los efectos que tiene la instalación de la primera mina a gran escala y cielo abierto en el país sobre la salud en Tundayme, de sus pobladores, la comunidad y los ecosistemas. Aspira a enriquecer el debate en torno al modelo económico impuesto, fortalecer lo procesos de resistencia y aportar con un insumo para la lucha por la defensa de los territorios", anticipa la autora.
El proyecto minero Mirador es una gran mina de cobre ubicada en el extremo sur del país, que es operada por una empresa china. La minera, que fue inaugurada hace poco tiempo, explota la tierra rica en cobre en la zona y crea un lodo que es exportado fuera del país por vía marítima hacia plantas de procesamiento del cobre en el extranjero.
El proyecto minero Mirador es una gran mina de cobre ubicada en el extremo sur del país, que es operada por una empresa china. La minera, que fue inaugurada hace poco tiempo, explota la tierra rica en cobre en la zona y crea un lodo que es exportado fuera del país por vía marítima hacia plantas de procesamiento del cobre en el extranjero.
La investigadora hace una recopilación de las principales afectaciones que provoca la operación minera en el sector.
Según la investigadora, son evidentes los impactos psicosociales y además hay afecciones fisiológicas.
Entre sus conclusiones, destaca que "la instalación del proyecto Mirador ha implicado la destrucción de la biodiversidad de forma irreparable e irreversible, pues la deforestación es la principal causa de alteración de los ecosistemas. La pérdida de bosques influye directamente en la riqueza y abundancia de especies", afirma Granizo Riquetti.
Más de 1300 hectáreas deforestadas
Destaca que para la construcción del Proyecto Mirador "fue necesario deforestar 1.300 ha de bosque entre los años 2009 y 2017, según imágenes satelitales del Proyecto de Monitoreo de los Andes Amazónicos. Esta intervención es moderada si se la compara con las 9.000 ha que contempla la concesión. Las obras continúan hasta retirar el suficiente material como para abrir un tajo a cielo abierto de aproximadamente 1 km de profundidad y 1.5 km de diámetro, de donde a diario se extraerán 60.000 toneladas de material. De esa cantidad, menos del 2% (1.000 toneladas) será exportado en forma de concentrado de cobre; el resto del material, es decir el 98% (alrededor de 58.800 toneladas), serán desechos mineros probablemente ácidos y con alto contenido de metales pesados (tal como se ha evidenciado en otros lugares) almacenados en piscinas de relaves. A esta cantidad se debe añadir aproximadamente 47.000 toneladas de desechos correspondientes a la roca estéril. El total de desechos sólidos producidos cada día ascenderá aproximadamente a 107.000 toneladas (cantidad promedio equivalente a dos meses de residuos domésticos de la ciudad de Quito). También se han construido dos piscinas de relave, cuya capacidad total de almacenamiento será de 491 millones de metros cúbicos".
Miles de toneladas de tierra serán desplazadas en la zona del proyecto minero.
En primer lugar, la investigadora destaca que "el proyecto Mirador ha provocado la pérdida de medios de vida locales, contribuye al desempleo y a la pérdida de mano de obra para actividades económicas alternativas al extractivismo". Con base en una investigación de campo, la autora precisa que "El cambio en los modos de vida de la comunidad ha afectado su organización. Los testimonios hablan de tiempos en donde se gozaba de relaciones cordiales; ahora prima la desconfianza y la insidia. La afectación psicosocial de los habitantes se expresó durante las entrevistas: las personas lloran o enmudecen, mantienen la mirada perdida o sufren ausencias. La organización y cohesión social han variado ostensiblemente después de la incursión minera".
¿Está controlada la contaminación?
Por otro lado, y a pesar de los anuncios de la empresa minera sobre las medidas para evitar la contaminación, la investigadora afirma que "la contaminación del río ha provocado la desaparición local de peces y ha restringido el acceso a fuentes proteicas de muchas familias" de los habitantes del sector.
Otro impacto que el estudio ha podido determinar consiste en que "los hábitos alimenticios de las familias han cambiado de una dieta equilibrada, rica en fibras y proteínas, a una dieta basada en carbohidratos y grasas", lo que atribuye a la llegada de la empresa minera a la zona.
Otro impacto que el estudio ha podido determinar consiste en que "los hábitos alimenticios de las familias han cambiado de una dieta equilibrada, rica en fibras y proteínas, a una dieta basada en carbohidratos y grasas", lo que atribuye a la llegada de la empresa minera a la zona.
Para la autora, además, "la minería promueve la corrupción y deteriora la ética pública", al tiempo que estima que "la implantación y el desarrollo de los proyectos mineros requieren de la vulneración y violación sistemática de derechos y normas jurídicas: derechos individuales, colectivos, laborales y de la naturaleza".
Para Granizo, "el proyecto Mirador erosiona las prácticas de salud de la población indígena, impide su acceso a plantas medicinales ampliamente utilizadas y comercializadas, como la sangre de drago", mientras que en la cercana población de Tundayme, "la violencia, el alcoholismo y la drogadicción han aumentado considerablemente".
En el caso de la sangre de drago, la autora informa que "La sangre de drago es una especie de renombre nacional que se emplea para tratar algunas afecciones a la salud. En Tundayme, su distribución está restringida a la zona donde se instaló la empresa minera, de modo que el acceso a este recurso está bloqueado para las comunidades. En este sentido, cabría preguntarse ¿cuántas especies vegetales ya no están disponibles para las personas?", se pregunta. "La emisión de polvo, producto de la circulación permanente de volquetas y vehículos de gran capacidad, afecta a las huertas de las comunidades mestizas que se hallan más cerca o en la vía que conduce hacia las instalaciones mineras. Debido a este polvo las personas ya no pueden disponer de remedios naturales", agrega la investigadora, basada en testimonios de los pobladores de la zona.
Aunque una parte de la tierra extraida es enviada al exterior para ser procesada, en el lugar quedarán miles de toneladas de desechos.
Los saberes amenazados
Sobre las plantas que los moradores del sector utilizan el estudio precisa que "Las comunidades shuar poseen un amplio conocimiento sobre el uso de plantas para diversos fines: medicinal, alimenticio, espiritual, culinario, para pescar y cazar animales. Son cultivadas en sus aja o huertas: guayusa, canela, ayahuasca, cacao, caña, camote, cebollín, dulcamara, limón, malicahua, membrillo, papachina, plátano, pelma, papaya, piña shuar, poro, rolaquimba, ruda, tabaco, verbena, maíz, yuca, zapallo, ají, algodón, zanahoria, piripiri, escancel, wirin, barbasco, maní, fréjol, jengibre, yerba luisa, menta, albahaca, tuka, espinaca, namuka, tuyo, namau y tapir".
La investigadora, sostiene también que "las mujeres y niñas son particularmente afectadas por la implantación del proyecto Mirador; son víctimas de acoso y violación".
Sobre la situación de la minera, la autora sostiene que "el informe de Contraloría de este año debería ser razón suficiente para anular la concesión del proyecto Mirador (así como los otros proyectos mineros estratégicos)", aunque el actual Gobierno está en contra de esa posibilidad.
La autora, con base en su análisis de la problemática en la zona, formula algunas recomendaciones. Entre éstas, que el Ministerio de Ambiente "debería transparentar la información generada del monitoreo ambiental que realiza". El Estado debería también "impartir campañas informativas de los peligros de la minería sobre la salud comunitaria integral", mientras "las organizaciones no gubernamentales podrían generar estrategias mucho más sólidas y críticas alrededor del extractivismo en general y minero en particular. Deberían revisar documentos clave, como el Plan Nacional de Desarrollo Minero, o los informes de rendición de cuentas de los entes gubernamentales, para crear tácticas más efectivas en los frentes de lucha, proveyendo un análisis técnico a sus redes y, a su vez, informando a las comunidades sobre la afectaciones que genera la megaminería".
Algunas recomendaciones
Granizo sostiene también que es necesario "promover un debate nacional con todas las organizaciones sociales, colectivos y asociaciones de defensa de los territorios en torno a la gobernanza y los instrumentos políticos empleados hasta el momento, y evaluarlos críticamente".
"El proyecto minero Mirador debería suspenderse aludiendo al principio de precaución", asegura.
"El proyecto minero Mirador debería suspenderse aludiendo al principio de precaución", asegura la autora en las conclusiones de su estudio.
Entre las cifras que la autora aporta al debate están las especies animales y vegetales que fueron identificadas en el estudio de impacto ambiental del proyecto Mirador: 142 especies de flora; de ellas, 11 son endémicas, 4 especies están casi amenazadas, 4 son vulnerables y 2 están en peligro de extinción, así como 25 especies de mamíferos: mono, armadillo, ardilla, puerco espín, guanta, guatusa, nutria, ocelote, yaguarundí, puma, cuchucho, perro de monte, oso hormiguero, pecarí, venado, danta y murciélago. De estos, la danta se encuentra en la categoría vulnerable, el pecarí, el perro de monte, el mono machín y el oso hormiguero de banderón están casi amenazados. En la zona se encuentran también 51 especies de aves; de estas, 4 son endémicas, 6 están bajo la categoría casi amenazadas y 6 son vulnerables. También se destaca la presencia de 109 especies de herpetofauna, de las cuales 5 están en peligro de extinción y de 20 especies de peces.
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