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27 de Enero del 2016
Historias
Lectura: 17 minutos
27 de Enero del 2016
Redacción Plan V
El intento de unidad que no pasó la prueba de la "afinidad"

Fotos: Luis Argüello

La reunión por la unidad en la sede de Pachakutik fracasó debido a que, en la cita, se hicieron patentes las divisiones internas del movimiento indígena.

 

Dirigentes de varios partidos de centro y centro izquierda deliberan en la cita de PK. Finalmente fueron obligados a abandonar la sala.

 

La cita convocada en la sede de Pachakutik entre opositores al correísmo concluyó en una hora con la salida de los invitados. Las tensiones al interior del movimiento étnico y el rechazo a los políticos de otras tendencias terminaron por liquidar el primer intento de una reunión de unidad amplia.


Delegados de comunidades indígenas firman su ingreso a la reunión del Movimiento Plurinacional Pachakutik, PK.


Margarita Carranco y César Montúfar (derecha) esperan para ingresar a la reunión.


Paco Moncayo, exalcalde de Quito, hace su ingreso a la reunión por la unidad. A Moncayo también lo acusaron de ser de "derecha".


El dirigente de Sociedad Patriótica Gilmar Gutiérrez también fue parte de la frustrada reunión.


César Monge, de CREO, movimiento que postula a Guillermo Lasso, da declaraciones en la fracasada cita por la unidad.


Dirigentes estudiantiles también asistieron a la cita. Con los brazos cruzados, el joven que hace meses hizo un gesto reprobatorio a Rafael Correa,  quien se bajó de su vehículo para recriminarle.


Las dificultades para entrar al salon de reuniones se hicieron evidentes desde el principio. 

Jorge Herrera y Luis Macas se abrían paso a empujones. El presidente de la Conaie y el líder histórico del movimiento indígena llegaron cerca de las 10:00 a la sede de Pachakutik, ubicada en el sector de La Floresta, al centro norte de Quito. Los acompañaban varios integrantes del Colectivo Unitario Nacional, que agrupa a algunas organizaciones indígenas y sindicales, entre ellos, el presidente del FUT, Pablo Serrano. 


Jorge Herrera, presidente de la Conaie, recibe explicaciones de por qué no puede pasar al salón con toda su delegación.

Pero a esa hora, ya era difícil ingresar a la sede del movimiento étnico, en cuyo tercer piso hay un auditorio. Antes que los cuadros de la Conaie habían llegado a la cita convocada por Pachakutik, en busca de la unidad de la oposición, algunos políticos de varias tendencias. 

Por ejemplo, estaba César Monge, de CREO y César Montúfar de la Concertación, así como una delegación de la Sociedad Patriótica, encabezada por Gilmar Gutiérrez, Fernando Balda y el ex canciller Patricio Zuquilanda. Se hizo presente el general (r) Paco Moncayo; el coordinador del Podemos de Paúl Carrasco, César Rodríguez; la Unidad Popular (ex MPD) con Geovanny Atariguana y Natasha Rojas; el movimiento Madera de Guerrero con la asambleísta Cristina Reyes; representantes de la Convergencia de Rodas, Nebot y Carrasco; y figuras de la tendencia como la ex secretaria de Inclusión del Municipio de Quito, Margarita Carranco, Fausto Camacho y Solanda Goyes entre otros, quienes se sumaron al llamado amplio que había sido formulado por Fanny Campos, la coordinadora de Pachakutik.

Había sido precisamente Campos quien había mantenido contactos con todos los sectores políticos no correístas, con la esperanza de lograr un acuerdo más incluyente, a pesar de las críticas que le formularon desde la Conaie y la Ecuarunari, organizaciones opuestas a cualquier acuerdo con la "derecha" de Guayaquil y organizaciones como el PSP de los hermanos Lucio y Gilmar Gutiérrez. 

César Monge de CREO; Gilmar Gutiérrez, Fernando Balda y el ex canciller Patricio Zuquilanda del PSP;  el general (r) Paco Moncayo; el coordinador del Podemos de Paúl Carrasco, César Rodríguez; la Unidad Popular (ex MPD) con Geovanny Atariguana y Natasha Rojas; el movimiento Madera de Guerrero con la asambleísta Cristina Reyes entre otros, que se sumaron al llamado amplio.

Poco a poco, se había ido llenando el auditorio del tercer piso, al que se entra por una angosta escalera que vibraba ante el peso de quienes pugnaban por ingresar. En el acceso al edificio, impidiendo el paso, se habían colocado sillas y unas pantallas en las que se pensaba transmitir lo que ocurriera en el interior del salón. Al final, las pantallas no transmitieron nada. 

La Casa del Arcoiris, que así se llama la sede étnica, temblaba ante el peso de cientos de visitantes. 

Para cuando se hicieron presentes Herrera y Macas, ya no había dónde poner un pie en el auditorio. Un grupo de personas intentaba en vano controlar el paso, alegando que ya no había dónde en el salón. Pretendían que suban solo dos o tres delegados por cada uno de los grupos que pugnaban por entrar a la sala.

Un hombre mestizo increpó a quienes cerraban el paso, diciendo que ya se parecían a Correa porque no eran "incluyentes". Una mujer costeña le respondió que no era falta de inclusión sino de espacio, y, entonces, el hombre propuso que la reunión se traslade al parque de El Arbolito, para que quepan todos. 

Pero Macas y Herrera se abrieron paso, y, tras ellos, los camarógrafos de los canales de televisión, tanto oficiales como privados.

Desde el descanso de la escalera, Herrera dijo a sus militantes que iba a proponer que la reunión se postergue y sea en otro lugar. Sus intenciones estaban muy claras desde el principio. 

Arriba, en el tercer piso, la gran cantidad de gente creaba un clima de calor y aire viciado. Se llegaba al salón por una angosta escalera, cuyos pasamanos estaban decorados con huipalas, las banderas multicolores adoptadas por los indígenas andinos. 

Aunque la sala ocupa toda la planta alta, se hizo pequeña para tanta gente. La gran mayoría, indígenas de la Sierra y el Oriente. Algunos de ellos portaban lanzas de chonta, otros, vistosos tocados de plumas en la cabeza. Al fondo de la sala, un hombre mestizo con un cuerno andino, lo hacía sonar de cuando en cuando, para apoyar las cosas que le parecían bien, según explicaba a las personas junto a él.

El cuerno estaba decorado con lo que parecía el cráneo de un puma, a juzgar por el aspecto felino de la osamenta y sus largos colmillos. 

En la mesa directiva se podía ver a algunos de los más conocidos dirigentes del movimiento étnico, como los prefectos de Zamora Chinchipe, Salvador Quishpe, y Morona Santiago, Marcelino Chumpi. Estaba también el presidente de la Conaie, Jorge Herrera, el dirigente amazónico Marlon Santi, y otros militantes del Pachakutik.

Los invitados fueron ubicados en otra mesa, a nivel del suelo, por lo que era difícil verlos desde el fondo de la sala. Se les notaba incómodos en la mesa, como invisibilizados, como colocados en un escalón más abajo de sus anfitriones, a políticos como César Montúfar y el ex alcalde de Quito y diputado, Paco Moncayo. Arriba, en el estrado principal, se colocaron en cambio los integrantes del Colectivo Unitario y los dirigentes indígenas. En un podio a la derecha del observador, una pareja de jóvenes mestizos, vestidos él de traje y ella de vestido largo de color rojo, pretendían ser los animadores de la cita. Apenas pudieron dar unas pocas palabras de bienvenida antes de que les arrebatan el micrófono y reinara el caos. 

Frente al estrado, varias filas de sillas plegables de color blanco, y, al fondo, una mesa de café con aguas aromáticas y paquetes de galletas de sal, así como banderas del arcoriris, completaban la decoración del lugar. 

Pero el ambiente estaba caldeado. Desde el caos para ingresar hasta los gritos y consignas al interior del salón. Un grupo de la Ecuarunari grita contra la derecha y reclama que "las bases decidan". Exclaman a todo pulmón contra la oligarquía y exigen que algunas de las figuras de oposición presentes se retiren. También censuran a los ex correístas. Los aludidos miran para otro lado, revisan el celular nerviosamente, se ponen de pie y hablan con Fanny Campos, quien está sentada en el centro del estrado. 

A las 10:45 se tocó el Himno Nacional, pero esto no permitió que la sesión se inicie propiamente. En la parte del fondo, cerca a la puerta, se colocó la asambleísta guayaquileña Cristina Reyes, quien lucía una bandera nacional a modo de pañoleta. Intentó acercarse hacia el estrado, pero no la dejaron pasar. Era físcamente imposible llegar al sitio, debido a la gran cantidad de personas presentes. Su presencia, por el contrario, estimuló todavía más el griterio de quienes reclamaban que la "derecha" no debía ir a la sede de Pachakutik.

No faltaban los exaltados que parecen parte del folclore político. Uno de estos gritaba: "Socialcristianos asesinos", mientras otro censuraba la presencia de la delegación de políticos costeños presentes en el lugar.  


Marcelino Chumpí, prefecto de Morona Santiago, de PK, que propugna la unidad con otras fuerzas políticas. Fue uno de los derrotados de la jornada.


César Rodríguez, en primer plano, de Podemos, junto a dirigentes sociacristianos asiste a la reunión de PK.


Fuera derecha y fuera Correa fueron los gritos de dirigentes opuestos a la unidad, que también exhibieron carteles.

A las 11:00 logró tener el micrófono en sus manos Carlos Pérez Guartambel. Por primera vez se hizo algo de silencio. Quienes más bullicio hacían eran un grupo que, con cartulinas, demandaba la convocatoria de un congreso nacional de Pachakutik. Cuando Pérez empezó a hablar, le escucharon respetuosamente. 

El presidente de la Ecuarunari recordó que, si bien es cierto, había habido una resolución de Pachakutik del año anterior en la que se decidía invitar a "movimientos afines", les parecía que había personas que no eran "afines" -remarcaba- en la cita.- No es culpa de los invitados, sostuvo Pérez, "pero estamos haciendo un papelón". Y para superar lo que él mismo llamó "un papelón", propuso que la reunión se suspenda, pues, en su criterio, "el gavilán no debe sentarse con los pollitos".

Pérez ya había usado metáforas similares durante toda la semana anterior, cuestionando cualquier alianza con los sectores patronales y de derecha, y alegando que el Pachakutik, como "brazo político del movimiento indígena" debía hacer lo que le mande el resto del cuerpo. 

A los 15 minutos de instalada la cita, Carlos Pérez Guartambel volvió a sus metáforas pastoriles y anunció que los pollitos no se iban a sentar en la misma mesa con los gavilanes. 

La postura de Pérez Guartambel fue respaldada por el prefecto Salvador Quishpe, quien sostuvo que quienes no se sientan "afines" a los postulados del movimiento étnico, deberían simplemente irse. El criterio de la "afinidad", explicaron ambos dirigentes, no pasaba por alianzas electorales, sino por una forma de ver el pais y de transformarlo que, ambos temían, no coincidía con las de algunos de sus nerviosos invitados. 

Pero ni Gilmar Gutiérrez, ni César Monge, ni Cristina Reyes se dieron por aludidos, ni cuando los mencionaron como "gavilanes" ni cuando les dijeron que hicieran un acto de conciencia y vieran si eran o no "afines".

Marlon Santi y Jorge Herrera tomaron a continuación el micrófono, que fallaba constantemente, y se declararon en la misma línea de preservar la pureza de la "afinidad" en la cita.

Para Jorge Herrera, simplemente, no había condiciones para la reunión. Fanny Campos, la operadora política de Pachakutik y artífice del evento, se sintió en la necesidad de defender la cita, y llamó a la unidad. Pero sus pedidos de diálogo solo arrancaron más violentos griteríos en la sala y una nueva andanada de pifias.  

Ante las grandes indirectas de las que eran víctimas, César Rodríguez, ex correísta que ahora es uno de los dirigentes de la Convergencia, tomó el micrófono. Y admitió que, sí, que en efecto, no había condiciones para conversar seriamente sobre un proyecto conjunto de la oposición. Por ello, apoyaba la postura que había anunciado Pérez Guartambel: la reunión se debía suspender hasta que hayan circunstancias adecuadas. Mientras Rodríguez hablaba, los invitados de la mesa de abajo empezaron a recoger sus bártulos y a disponerse a salir. Estaba claro que si había unidad, aunque sea declarativa, no sería esa mañana en la Casa del Arcoiris.  

Mientras tanto, los indígenas de la Amazonía, que en nutrido grupo apoyaban a Marcelino Chumpi, tenían altercados verbales con los indígenas de la Sierra, que estaban en la línea de Pérez y Herrera. Chumpi trató de tomar la palabra, pero no le dejaron. Uno de los invitados, que hablaba a nombre de la Convergencia de Cuenca, se solidarizó con el prefecto de Morona quien, dijo, es víctima de una persecución política del Gobierno de Rafael Correa.  

Los indígenas de Ecuarunari exigían que se convoque a un nuevo congreso de la organización étnica, mientras eso no se resuelva, no tenían intención de discutir nada más. La operación para desautorizar a Fanny Campos había dado resultado. 

En medio del griterio, unas mujeres indígenas se acercaron a la mesa de café y abrieron los paquetes de galletas saladas, de las que ofrecieron a una pareja de gutierristas que, ante lo caldeado de los ánimos, se adelantó a bajar hacia la calle para evitar cualquier incidente. Antes de irse, no obstante, aceptaron un par de galletas. 

Exactamente a las 11:45, cuando apenas había transcurrido una hora de la instalación, se declaró que la cita se suspendía. Entonces, en una larga fila, los dirigentes de oposición blancos y mestizos fueron saliendo del salón. Tras ellos, las cámaras de televisión.

En el jardín de la sede de Pachakutik, los invitados especiales de las 10:45, airadamente expulsados a las 11:45, hacían su balance de la cita.

Para César Monge, los problemas internos del movimiento étnico habían impedido que la reunión por la unidad tuviera el mejor resultado. Monge dijo que había entregado un documento a Pachakutik en busca de un consenso, y que estaba disponible para otra reunión. Un reportero de una canal oficial se deleitaba preguntándole si no le había quedado claro que, con Guillermo Lasso, los indígenas no querían nada de nada. 

Gilmar Gutiérrez, flanqueado por Zuquilanda y Balda, sostenía que la unidad era indispensable para derrotar al correísmo. También dijo que le inviten a la próxima, pues el gutierrismo creía que se debía lograr la unidad en las candidaturas tanto a la presidencia de la República cuanto a la Asamblea Nacional, pues, -y aquí adoptó un aire de militar trazando la estrategia del frente sobre un mapa- la dispersión de las fuerzas solo le beneficiaba a Alianza PAÍS. 

En la misma línea se manifestó Cristina Reyes, mientras que el general (r) Paco Moncayo optó por salir sin dar declaración alguna.

Hasta el jardín siguió a los invitados otro exaltado, que a gritos, les decía que se vayan, que la representación de Pachakutik proveniente de una provincia del sur del país era más que suficiente para enfrentar a Correa. 

Entre tanto, en el auditorio, donde se quedaron solo los indígenas, se aprobó la convocatoria a un Congreso Nacional de Pachakutik, para el 5 de marzo de 2016, en Quito. 

En la puerta de salida, un indígena entregaba unas hojas volantes: ofrecía cursos virtuales de quechua, al más puro estilo del Open English. Y si alguien no le quería coger la hoja volante, le reprendía: "lleve, lleve, no sea racista".

 

 

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