Master en Desarrollo Local. Director de la Fundación Donum, Cuenca. Exdirigente de Alfaro Vive Carajo.
Foto: PlanV
Los comicios seccionales fueron un buen termómetro de la situación actual de las fuerzas políticas.
Si la fragmentación electoral del país preocupa, la de Quito alarma. Nos guste o no, se trata de una plaza fundamental tanto para las definiciones políticas como para el próximo proceso electoral.
Que cuatro candidatos a alcalde hayan alcanzado votaciones parejas es un hecho inédito que no solo dificulta enormemente la administración de la ciudad, sino que refleja la profunda crisis de identidad política por la que atraviesa. La Carita de Dios parece un retrato cubista: diferentes perspectivas sobre un mismo plano, varios mundos superpuestos en un mismo territorio. La misma noción de quiteñidad, inclusive como propuesta retórica, tiene que ser replanteada, porque hoy representa todo y nada al mismo tiempo.
Y Jorge Yunda no tiene posibilidades de sacar a Quito de este laberinto. Con 22% de apoyo electoral y sin mayoría en el cuerpo edilicio tendrá que hacer muchas acrobacias para ejercer su gobierno. En calidad de contorsionista, difícilmente para ofrecerles a los quiteños un proyecto de ciudad convincente.
No obstante, alguien celebra que la capital de la República perpetúe indefinidamente la falta de un liderazgo con proyección nacional. ¿Quién puede sacar provecho de esta fragmentación? Pensando en las elecciones de 2021, pues un candidato a la presidencia que no necesite tener a Quito como bastión electoral, que sin sacar mayor tajada pueda impedir que otro se lleve el pastel entero.
Ante la ausencia de una figura local que convoque a los quiteños como totalidad, el escenario se vuelve tentador para un político como Jaime Nebot. Su crónica imposibilidad para entrar en el electorado quiteño podrá compensarse con el vacío que inevitablemente produce la fragmentación. Una vez más, Quito vuelve a dejar que la política nacional se decida en Guayaquil.
En efecto, los últimos resultados electorales, sin ser óptimos, colocan al Partido Social Cristiano, PSC, en una situación ventajosa. No solo que recuperó el terreno perdido en manos del populismo correísta en Guayas, Esmeraldas y parcialmente en Manabí, sino que ha logrado incursionar en plazas antes vedadas, como Cañar y Bolívar.
La plurinacionalidad resiste
Junto con el PSC, Pachakutik es el otro partido que consigue importantes avances. Por un lado, ratifica su influencia histórica en la Sierra central y en la Amazonía. Controlar una provincia estratégica como Tungurahua no es pelo de cochino. Por otro lado, sacude el sistema político azuayo con el triunfo de Yaku Pérez a la prefectura. Por primera vez en su historia, la provincia tendrá una primera autoridad indígena.
El triunfo de Pérez está estrechamente articulado a otro hecho aún más trascendental: la consulta en Girón que pone fin a la explotación minera en Kimsakocha. El aplastante triunfo del NO, con más del 85% de apoyo, marca un punto de inflexión que inclusive podrá redefinir las relaciones de poder en el plano nacional.
Pachakutik es otro partido que consigue importantes avances. Ratifica su influencia histórica en la Sierra central y en la Amazonía. Controlar una provincia estratégica como Tungurahua no es pelo de cochino. Sacude el sistema político azuayo con el triunfo de Yaku Pérez a la prefectura. Por primera vez en su historia, la provincia tendrá una primera autoridad indígena.
Es más, la defensa inapelable de los derechos ambientales en esta zona pone en cuestión al propio paradigma del desarrollo económico esgrimido por la mayoría de las fuerzas políticas del país. La consulta vinculante se puede convertir, ahora sí en la práctica, en un factor democrático invaluable frente a las lógicas productivas capitalistas.
Captar la Prefectura del Azuay tiene a su vez otro impacto importante: haber desalojado al correísmo de su fortaleza más inexpugnable. Azuay fue la única provincia de la Sierra que se pronunció a favor del SI en la consulta de 2011. Durante diez años Alianza PAIS arrasó en las elecciones seccionales y generales. Hoy queda convertida en una fuerza marginal.
El ocaso anunciado
Y este fenómeno se produce no solo en el Azuay. Alianza PAIS, tanto en su vertiente morenista como correísta, entró en terapia intensiva. Es la primera gran derrotada de las pasadas elecciones. Luego de haber controlado una importante porción del territorio nacional, hoy apenas gana tres prefecturas, con la particularidad de que tanto en Manabí como en Pichincha no tienen alcaldías. Leonardo Orlando y Paola Pabón también tendrán que hacer malabares para gobernar sus respectivas provincias. Parecen presidentes sin Estado.
Al final, el cuco correísta no pasó de ser justamente eso. Por ello, tampoco le funcionó la estrategia para tomarse el Cpccs. En ninguna de las papeletas sus candidatos encabezan los resultados. Y con tan solo dos representantes en ese organismo, tampoco podrá hacer demasiado alboroto. Dos consejeros representan un triunfo pírrico frente al enorme caudal de votos nulos y blancos. La deslegitimación del Cpccs está consumada.
El cuco correísta no pasó de ser justamente eso. Tampoco le funcionó la estrategia para tomarse el Cpccs. En ninguna de las papeletas sus candidatos encabezan los resultados. Y con tan solo dos representantes en ese organismo, tampoco podrá hacer demasiado alboroto.
Al parecer, más funcionó la campaña en contra del correísmo obtuso, que, al final de cuentas, demostró tener un 20% de voto duro únicamente en ciertas circunscripciones electorales. El caso de Quito da para varios análisis, empezando por el desgaste acelerado de Moreno y por el hecho de que Yunda nunca representó al correísmo. Es vox populi que su candidatura a la Asamblea Nacional con Alianza PAIS se debió más a las amenazas que pesaban sobre su monopolio mediático que a una coincidencia ideológica.
Ni patrás ni padelante
Guillermo Lasso también tendrá que poner las barbas en remojo. Al paso que va, puede terminar convertido en el hámster de la política nacional: seguir dando vueltas en la rueda hasta agotarse.
Los últimos resultados son pobres para una figura que hace apenas dos años disputó la presidencia en segunda vuelta. ¿Dónde están los cinco millones de votantes que entonces lo apoyaron, y que hoy confirman que lo que primó en aquella elección fue el rechazo al oficialismo? Hoy, Lasso seguramente querrá echar mano de la campaña para eliminar el Cpccs para recuperar el espacio perdido. Difícil tarea para una iniciativa que ya tiene demasiados progenitores.
Guillermo Lasso también tendrá que poner las barbas en remojo. Al paso que va, puede terminar convertido en el hámster de la política nacional: seguir dando vueltas en la rueda hasta agotarse.
Su disputa al interior de la derecha se le complica aún más. Los grupos económicos que lo apoyan deben estar conscientes sobre los límites de su liderazgo. Sin el hartazgo del correísmo en el panorama electoral, tendrá que inventarse algo para seducir al electorado.
Mientras tanto…
El gobierno sigue en lo mismo. Tal parece que la inercia se ha convertido en su principal estrategia. Y tal vez única. Como anunció la ministra del Interior, anticipándose al fracaso electoral del oficialismo, ahora trabajarán mano a mano con las autoridades locales. Lo cual, en buen romance, significa jugar a los dados con granadas. Porque de aquí en adelante las presiones a un gobierno aún más debilitado serán insoportables.
Aunque por un lado Moreno logra desmontar el chantaje correísta, queda como rehén del socialcristianismo. De ser muleta, el PSC pasa a ser bombona de oxígeno del gobierno. Su apuesta será, obviamente, mover todas las piezas en función de la candidatura presidencial de Nebot.
Como anunció la ministra del Interior, anticipándose al fracaso electoral del oficialismo, ahora trabajarán mano a mano con las autoridades locales. Significa jugar a los dados con granadas.
Lo único que todavía no logran resolver son las acusaciones que pesan sobre él por crímenes de lesa humanidad. Su juicio por violación de derechos humanos sigue congelado en la Fiscalía General y, eventualmente, podría ser reactivado. Todo depende de la nueva autoridad que sea designada para ese organismo del Estado. Y esa decisión no está en las urnas, sino en manos del Consejo de Participación transitorio.
[RELA CIONA DAS]
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