Las nuevas caras que el Partido Demócrata propuso, provenientes de minorías y de sectores que usualmente no se asocian con la alta política de Washington, lograron entusiasmar a los votantes.
Sandra Borda G.*
Elecciones importantes
En un país donde el Congreso tiene tanto poder y con un presidente con tantas ansias de quitarse de encima los controles y contrapesos, era evidente que las elecciones legislativas de mitad de periodo en Estados Unidos darían mucho de qué hablar.
Nadie esperaba que los demócratas aumentaran su presencia en el Senado, porque la mayoría de las 34 curules en disputa correspondían a Estados decididamente republicanos, o incluso a algunos otros con tradición demócrata donde Donald Trump le ganó a Hillary Clinton en 2016.
Pero tanto en las elecciones para la Cámara como en las de gobernadores de los Estados, los resultados del martes de esta semana redujeron el poder del presidente Trump y dejaron al Partido Demócrata en una posición un poco más cómoda pero también más comprometedora frente a las elecciones presidenciales y parlamentarias del 2020.
Antes de hablar de ganadores y perdedores, importa destacar algunos cambios en la composición del electorado activo en Estados Unidos.
Las mujeres
Las mujeres fueron las grandes protagonistas de esta elección: por lo menos 118 llegaron a la Cámara, un récord en la historia que además incluyó a la primera musulmana, a las dos primeras indígenas, a la más joven de todos los tiempos o las primeras afroamericanas de Estados predominantemente blancos como Massachusetts o Connecticut.
Las mujeres también se han acercado en grandes números al Partido Demócrata. 60 por ciento de sus votos a la Cámara fueron por los demócratas, mientras que en el 2016 lo hicieron solo cerca del 53 por ciento. Más específicamente, las mujeres blancas con educación universitaria aumentaron su apoyo a los demócratas en un 8 por ciento desde el 2016.
Los jóvenes se están sintiendo más y más identificados con el Partido Demócrata.
Evidentemente, las declaraciones y actitudes sexistas y altamente discriminatorias del actual presidente y de varios miembros de su partido hicieron mella y tuvieron un impacto grande en el cambio de las preferencias de las mujeres blancas, un grupo de votantes tradicionalmente republicano. También parece que las audiencias del juez Brett Kavanaugh para su confirmación como magistrado de la Corte Suprema y las múltiples acusaciones por acoso sexual dejaron a los republicanos en una posición indefendible frente a las mujeres.
Es posible que la política migratoria de separación familiar adoptada por el hoy despedido fiscal general Jeff Sessions, con las imágenes devastadoras de los niños enjaulados y alejados de sus padres, tampoco haya sido bien recibida por las propias votantes republicanas, cuyos valores familiares son decisivos en materia de preferencias políticas.
Los jóvenes, los suburbios y los votantes nuevos
Manifestación - Foto: Facebook Alexandria Ocasio-Cortez
Por ejemplo, parece consolidarse una tendencia que se hizo muy visible en la primera elección de Obama: los jóvenes se están sintiendo más y más identificados con el Partido Demócrata. 65 por ciento de los votantes entre 18 y 39 años votaron por los demócratas en la Cámara, en comparación con el 55 por ciento que votó de igual forma en 2016. Es posible que el gran número de candidatos jóvenes que propuso este partido haya logrado reactivar un electorado siempre difícil de seducir.
Otro sector de la población que llamó la atención durante las pasadas elecciones fueron los votantes de los suburbios de las grandes ciudades. En todas las regiones del país (con excepción del Sur), estos electores optaron por los candidatos demócratas a la Cámara. El caso más sobresaliente se dio en todas las ciudades del Noreste, que votaron un 52 por ciento demócrata y apenas un 35 por ciento por el Partido Republicano.
Este fenómeno pudo deberse a la resistencia de los demócratas a engancharse en el amargo y demagógico debate que Trump y muchos candidatos republicanos plantearon alrededor de la migración y la supuesta “caravana” de centroamericanos que venían a invadir a Estados Unidos. En vez de hablar de esto, los candidatos demócratas insistieron en los temas relacionados de cerca con el estadounidense promedio: por ejemplo, la necesidad de salvar la reforma al sistema de salud de la administración Obama (“Obamacare”) que los republicanos se empeñan en deshacer, dejando al descubierto a muchos de los trabajadores que votaron por Trump hace dos años.
Finalmente, los demócratas lograron movilizar a muchos electores nuevos. Alrededor de 113 millones de votantes fueron a las urnas el martes pasado, de modo que esta fuera la primera elección de “mitaca” con más de cien millones de votos en la historia de Estados Unidos. Esto equivale a un 48 por ciento de los votantes registrados, comparado con el 39 por ciento que votó en las mismas elecciones en 2014.
¿Qué van a hacer los ganadores?
Alexandria Ocasio elecciones - Foto: Facebook Alexandria Ocasio-Cortez
Los demócratas retomaron el control de la Cámara con un total de al menos 227 escaños (todavía hay algunos en disputa), nueve más de los que necesitaban para ser la mayoría.
Su posición frente al gobierno Trump se vio fortalecida, y su capacidad para ejercer contrapesos probablemente tendrá efectos muy tangibles (en especial por las investigaciones que ya se están anunciado y que podrían escalarse ante la destitución del fiscal general y su reemplazo por una ficha de Trump, quien a su vez podría abortar la investigación del Departamento de Justicia sobre posibles nexos entre Trump y Rusia).
Sin embargo, la estrategia demócrata frente a las elecciones del 2020 no está clara todavía. Parece obvio que Trump tratará de reelegirse y los demócratas tienen que pensar muy bien si una estrategia puramente obstruccionista y la insistencia en investigar al presidente son una buena forma de fortalecer el partido con rumbo a 2020.
Los estadounidenses quieren más gestión y menos alta política.
El buen desempeño de los demócratas en estas elecciones se debió a su concentración en los temas tangibles para el ciudadano, como decir la salud, y en sus promesas concretas para salvarlo y aumentar sus beneficios. Los estadounidenses quieren más gestión y menos alta política. De modo que tal vez escogieron votar por los demócratas, no para que le hagan imposible la vida a Trump, sino para que lo limiten y lo presionen a lograr acuerdos interpartidistas que mejorar la situación de la gente. El reto no es pequeño si no quieren provocar una gran desilusión entre sus electores.
Las nuevas caras que el Partido Demócrata propuso para el Congreso, las Asambleas locales y algunas Gobernaciones, provenientes de minorías y de sectores que usualmente no se asocian con la alta política de Washington, lograron entusiasmar a los votantes. Pero también algunos sectores moderados, liderados por exfuncionarios de la administración Obama, lograron abrirse camino.
Habrá que ver qué equilibrio diseña el Partido Demócrata entre sus sectores moderados y aquellos ubicados en la izquierda, y cómo esto acaba siendo una ventaja o una nueva desventaja en las elecciones de aquí a dos años.
*Profesora asociada del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de Los Andes.
[RELA CIONA DAS]
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