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4 de Febrero del 2021
Historias
Lectura: 24 minutos
4 de Febrero del 2021
Christian Escobar Jiménez

Profesor de la Facultad de CC.HH. de la PUCE. 

Encuestas y candidatos 2021: ¿qué podemos esperar el 7F?
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En este escrito repaso los datos de algunas de las encuestas que circulan libremente entre nosotros (y otras bastante más confidenciales), para tener una aproximación a cada candidato y al proceso de elección. A la final, supone solo dar una especie de opinión más o menos informada sobre qué creo que ha sucedido en esta extraña campaña electoral.



Hablar de encuestas es un asunto que podría llevar muchas muchas horas. Una encuesta puede ser una forma para tener la mejor aproximación probabilística a la realidad, una forma de crearse una imagen errada de la realidad o funcionar sencillamente como un tipo de fake new. Ponerle un dato estadístico a algo suele tener un impacto retórico y nada más que retórico que una campaña política.

Hacer una buena encuesta es algo difícil, pues supone no solo los recursos necesarios, sino un conocimiento más o menos cabal del universo, y la mejor forma de repartir la muestra para tener una representatividad aceptable. Una encuesta no solo puede estar mal diseñada, con muestras mal distribuidas, etc., sino también puede ser una forma de crear opiniones. Por ejemplo, imagínese que no quiere que gane el candidato A que va a la cabeza. Usted tiene su candidato Z, pero sabe entre usted, mamá Z y Z mismo, tendrá solo 3 votos. Entonces, se decide por el “voto útil” y va a darle el suyo al candidato B, y lo hace porque una encuesta le dice que B va segundo. Esperando esta opción, la encuestadora sugiere quién es B. O supóngase que usted fue encuestado y tenía su candidato X, pero la opinión pública habla muy mal de X. Cuando declara por quién va a votar, prefiere decir que lo hará por Y, aunque en el fondo lo haga por X. O por último, imagínese que alguien está haciendo una encuesta telefónica, pero usted no tiene teléfono (si no lo tiene, seguramente no podrá leer esto), o es teléfono fijo y como trabaja, no está en casa, lo que lo excluye automáticamente de la muestra. Si la población que no tiene teléfono fijo o trabaja es grande, imagínese en los resultados de esa pobre encuesta. Si bien, estos tres casos son diferentes, todos tienen un mismo resultado, una encuesta con datos falsos. En el primer caso, intencionalmente espuria; en el segundo, el sesgo viene del encuestado al informar mal; en el tercero es un problema del diseño.

En este breve escrito repaso los datos de algunas de las encuestas que circulan libremente entre nosotros (y otras bastante más confidenciales), para tener una aproximación a cada candidato y al proceso de elección. A la final, supone solo dar una especie de opinión más o menos informada sobre qué creo que ha sucedido en esta extraña campaña electoral. En el caso en el que lo pueda hacer, me refiero a la encuestadora y la fecha; en los casos en los que tenga restricción porque no puedo compartir cierta información, solo diré “en una encuesta”. Tales encuestas existen, yo no las he inventado, pero no han sido liberadas, por lo que no puede referirme a ellas  directamente. En todo caso, repito, este es un escrito de mera opinión, basada en encuestas que pueden presentar algunos de los problemas que he expuesto (y otros muchos más). Sobre las propias encuestas, los partidos políticos también toman decisiones (no siempre considerando cuáles son sus fallos), por lo que más allá de los problemas de las encuestas o su “anonimia” para este escrito, sugiero algunas decisiones que podrían haberse tomado en base a ellas.

Sobre las propias encuestas, los partidos políticos también toman decisiones (no siempre considerando cuáles son sus fallos), por lo que más allá de los problemas de las encuestas o su “anonimia” para este escrito, sugiero algunas decisiones que podrían haberse tomado en base a ellas.

La impronta de Otto

En junio de 2020, en una encuesta de intención de voto por precandidatos, no necesariamente ligados a partidos políticos, en las que se intercambiaban nombres entre las papeletas (no en todas aparecían los mismos nombres) Otto Sonnenholzner encabezaba todas las alternativas, con un promedio a escala nacional de 24%, manteniendo niveles similares en Quito y Guayaquil. Dependiendo de la papeleta, aparecían Álvaro Noboa con el 11% o el 12%; Yaku Pérez con 17% y Guillermo Lasso con 8%. Ahora bien, cuando se presentan listas con diferentes candidatos, y se pregunta a una misma persona, los resultados suelen ser muy diferentes. El voto por convicción o partidista suele ser relativamente reducido, esto quiere decir que difícilmente un encuestado mantiene la misma opción con independencia de quiénes más acompañen a su candidato en la lista, sobre todo en etapas tempranas de sondeo. Uno escoge opciones en relación a las otras de las que dispone. Sin embargo, digamos que consistentemente el ex vicepresidente encabezaba la intención en todas las opciones.

En una encuesta de Informe Confidencial de noviembre de 2020 (que tenía el pequeño gran problema de encuestar a través de teléfono fijo), cuando ya Otto había declinado la candidatura, seguía apareciendo con un reconocimiento de 87% a nivel nacional (es decir que el 87% de personas sabía quién era). Lenin Moreno tenía el 95% y Correa el 97% (un tipo que llenó el espacio nacional en el país por más de 10 años). Esto puede aproximarnos a que Otto podía ser reconocido a nivel de candidatos como Lasso, pero con una opinión mucho más favorable. Otto recibía una opinión favorable del 34% (Correa del 47%, Moreno del 14% y Nebot del 29% y Lasso del 25%).  
¿Qué tiene esto de importante? En primer lugar, como era de imaginar, la descarada campaña del gobierno por su ex vicepresidente durante los primeros meses de la pandemia parecía haberlo posicionado con cierto éxito dentro del imaginario público. Luego Otto declinó su candidatura. Al parecer, desavenencias con el Partido Socialcristiano habrían impedido que la candidatura se consolide. Por supuesto, habría otras razones, algunas de índole personal sobre las cuales nada podría decir.

Sin embargo, me atrevo a decir que Sonnenholzner dejó una impronta en estas elecciones. En unas declaraciones de Juan Fernando Velasco durante las rondas de debate oficiales, él aclara que su candidatura responde a la declinación de Sonnenholzner y me arriesgaría a opinar que, al menos en un inicio, Andrés Arauz es una especie de “respuesta” a esta potencial candidatura y a lo que representa. La juventud como virtud en sí misma es algo que se ha posicionado bastante bien, al más puro estilo de la vehemencia y dinamismo de alguien como Nayib Bukele en El Salvador. Un candidato joven parece sintetizar en aspectos fundamentales la corriente de la anti política: 1) un joven no puede pertenecer al reparto de la vieja política. Si bien ser joven no es necesariamente ser un outsider, es más fácil que se establezca tal asociación. 2) Hay un dinamismo implícito y una comprensión de las nuevas problemáticas. La juventud es una virtud a la hora de gobernar de forma decidida, informada y vigorosa.

En unas declaraciones de Juan Fernando Velasco durante las rondas de debate oficiales, él aclara que su candidatura responde a la declinación de Sonnenholzner y me arriesgaría a opinar que, al menos en un inicio, Andrés Arauz es una especie de “respuesta” a esta potencial candidatura y a lo que representa.

El filósofo italiano Franceso Cataluccio catalogaba a esta idea de la juventud como virtud – un poco en detrimento de la antigua idea de la adultez masculina como fundamento de lo político (recuérdese a Aristóteles, Kant, etc.) -, y al elogio de la inmadurez como “la enfermedad de nuestro tiempo”. Cada vez más el ideal de vida, de lo deseable se acerca más a la adolescencia y a la juventud, como una forma de suspensión del tiempo. La prolongación inusitada de la vida en el último siglo ha ayudado sin duda a ello. En sí mismo, este tema es de lo más interesante, pero no es el objetivo de este escrito, y solo ejemplifica la importancia del posicionamiento de un tipo de candidatos como Otto o Arauz.

Resulta interesante pensar en cómo un completo desconocido de treinta y tantos años como Arauz (según datos de Informe Confidencial, es el candidato con menos presencia en el conocimiento público) termina por convertirse en el candidato correista. Arauz pertenece a la generación “dorada” del correísmo, a los jóvenes encargados de vérselas con las riendas de un país en mandos medios y altos. A la gente de mi generación le tocó tomar las riendas del Estado y ya ven cómo nos fue, por si quedaba alguna duda de la juventud como virtud. ¿Por qué Arauz como candidato, cuál es su ventaja por sobre otras opciones? Podría aparecer como una especie de correísmo renovado e informado (las educadas nuevas generaciones). Pero lo que es una virtud, para mí es un temor. ¿Estaría alguien de mi generación con la experiencia de haber llevado unos ministerios en el Estado correísta en capacidad de gobernar (suponiendo que tal capacidad exista)? Por supuesto, esta sola pregunta sigue la lógica de la perspectiva generacional, que es igual de errada que la causa que lo lleva a ser candidato, pero no deja de alarmarme la sola idea de que un tipo incluso menor que yo crea poder llevar a un país en crisis como éste.

En el documental de Manolo Sarmiento sobre la muerte de Jaime Roldós, en el Salón Amarillo de Carondelet, Santiago, el hijo del ex presidente, cae en cuenta que su padre vivió todos los problemas que llevaron a su muerte a su misma edad (Roldós fue el presidente más joven de la historia reciente ecuatoriana, no cumplía los 39 al asumir el cargo). A Santiago parece recorrerle un escalofrío al imaginarse a sí mismo en los zapatos de su padre. Creo que es el escalofrío que nos recorrería a todos. O Arauz tiene verdaderas agallas o es un inconsciente absoluto (en el caso de que sus intenciones sean las mejores, cosa imposible si hablamos de política). 

Lasso, el candidato en declive

Quizá la campaña de Lasso por la presidencia empieza con la publicación en 2010 en la Editorial Planeta de un libro indigerible dedicado a sus hijos. ¿Por qué un banquero abandonaría su seguridad, arriesgaría e invertiría parte de su fortuna para lanzarse por la carrera presidencial? ¿Cuáles son los intereses de un banquero que sin duda vivió y se benefició del esplendor del sector financiero ecuatoriano después del feriado bancario? La mayoría del tiempo de este esplendor coincidió con el gobierno de Correa.

En dos diferentes encuestas realizadas por Informe Confidencial (noviembre 2020 y enero 2021, ambas telefónicas), Lasso es el candidato que peor imagen pública tiene. En la de enero, con un margen de error de 3.5, Lasso aparece en segundo lugar con 17% a 5 puntos de Arauz. El 88% de los ecuatorianos sabe quién es, pero solo el 28% del total de encuestados lo ve favorablemente y el 63% declara que nunca votaría por Lasso. Por ejemplo, en la encuesta de noviembre, Correa mantiene una opinión favorable de 47 puntos, para dar cuenta de las distancias en el imaginario social de lo que representa uno y otro.

En un sentido lato, si los votantes somos electores racionales (digamos que buscamos la opción que más nos convenga o que maximice nuestros beneficios, aunque no tengamos toda la información disponible para ello o no podamos calcular nuestra decisión con cualquier cantidad de información que tengamos), y Lasso está directamente asociado al gobierno de turno, lo que ocurriría es un voto de castigo. Votar en contra de Lasso es hacerlo en contra de un gobierno que tiene una popularidad más baja que el propio Lasso, un tipo o no muy simpático o sencillamente ridículo cuando trata de serlo.

Votar en contra de Lasso es hacerlo en contra de un gobierno que tiene una popularidad más baja que el propio Lasso, un tipo o no muy simpático o sencillamente ridículo cuando trata de serlo.

Probablemente, a la espantosa imagen popular de Lasso, tenga que sumársele su asociación con todo lo protervo de la política ecuatoriana, como Nebot. Su condición de banquero tampoco ayudará mucho, digamos. Ahora bien, este argumento no es del todo plausible si consideramos, al menos, la buena imagen que parecía tener Otto, un candidato también asociado al gobierno. Juventud gana a la plata, plata no mata galán.

Las únicas encuestas en la que Lasso aparecía sospechosamente en primer lugar eran la de Cedatos, que es prácticamente la encuestadora oficial del gobierno y de Teleamazonas, que, para el caso, da lo mismo, hace rato que son intercambiables. Según información de Polibio Córdova, Lasso y Arauz tienen un empate técnico y estarían en la segunda vuelta. Parece plausible lo de la segunda vuelta, lo del empate técnico, menos. Siguiendo la lógica del voto útil, mantener a Lasso en el empate técnico no permitiría que sus votos migren a otras opciones anticorreístas, por ejemplo. Quizá Lasso siga siendo la alternativa más firme contra Arauz, para quienes tienen voto negativo (no por Lasso, sí contra Correa). Ahora bien, existen otras encuestas en las que Lasso ya no aparece segundo y está en franca caída.

El candidato que no fue

¿Cómo alguien que no es candidato, cuyo partido desapareció por la ley del mínimo en elecciones sucesivas y que obtuvo en las últimas en las que participó 3.7% de votos llegaba segundo en algunas encuestas?

En un sondeo que se realizó en diciembre de 2020 en Guayas y Pichincha, con un 3% de margen de error, y en la que se incluyó a Noboa dentro de la papeleta de intención de voto, él se ubicaba en primer y segundo lugar en esas provincias, respectivamente. En Pichincha solo estaba detrás de Arauz, con una diferencia inferior al margen de error. En las encuestas de Omar Maluk, Noboa también encabezaba en Guayaquil y a nivel nacional. En la encuesta de noviembre de Informe Confidencial  (3.5% de margen de error), Noboa tenía una opinión favorable del 37% y era conocido por el 90% de los encuestados. En cambio, en encuestas de diciembre de Clima Social (1.8% margen error), Noboa aparece cuarto con 10%. En las de Celag de diciembre (cercano al correísmo), con 2.2% de margen de error, Noboa aparece segundo con 22%. Lasso apenas está en cuarto lugar.

El impasse alrededor de la candidatura de Noboa evidenció varios problemas. En primer lugar, la debilidad de la institucionalidad ecuatoriana y el secuestro del Consejo Nacional Electoral por parte de Creo y el PSC. A pesar de las resoluciones del Tribunal Contencioso, y la cesación de los vocales principales, se recurrió primero a la Corte Constitucional (que desestimó la petición por no tener competencia) y luego a un juez ordinario a través de una medida cautelar para que los vocales sigan en funciones hasta, por lo menos, después las elecciones. En segundo lugar devela la ausencia completa de fundamentos del sistema de partidos ecuatoriano, problema que venimos acarreando desde los noventa y que no ha hecho más que agudizarse en los últimos años. Que un candidato que obtuvo menos de 4% en una elección de hace 8 años tenga posibilidades reales y corra por un partido que no es suyo (fundado por gente cercana al correísmo) ejemplifica la crisis de candidatos, lo impredecible de las tendencias y la ausencia de partidos en sentido tradicional.

El impasse alrededor de la candidatura de Noboa evidenció varios problemas. En primer lugar, la debilidad de la institucionalidad ecuatoriana y el secuestro del Consejo Nacional Electoral por parte de Creo y el PSC.

En sí mismo, todo lo que representa Noboa es de difícil discernimiento. En la encuesta de diciembre en Quito y Guayaquil, lo que más se valoraba de Noboa era su capacidad de trabajo, probablemente asociada a su condición de empresario y la posibilidad de generar empleo. Otra cosa interesante en esta encuesta era que la gente que en anteriores elecciones se había decantado por Lasso o Moreno, entregaban su voto indistintamente a Noboa. Me parece que el impedimento para la candidatura de Noboa está asociado a una buena lectura socialcristiana. Quienes más perdían con Noboa como candidato eran ellos. Pero de ahí también surge un problema. Parece ser que Noboa era un candidato más fuerte para contrarrestar a Arauz en la opción anticorreísta.

Noboa fue un potencial candidato con quienes todos tuvieron acercamientos y conversaciones, incluyendo el mismo PSC. Noboa era un candidato que aglutinaba votos de sectores más diversos y con potencial de acarrear más votantes nuevos entre los indecisos (que son muchísimos, como siempre en este país) que Lasso. Incluso Noboa podía restarle votos al mismo Arauz, pues siempre se suele asociar que el voto duro correista está alrededor del 20% (según EureK en el 15% para Arauz). El votante de Lasso parece más sectorizado y ferviente anticorreísta. Lasso es un candidato que difícilmente acarrea nuevos votos. Así, posiblemente, impedir la candidatura de Noboa era resguardar a Lasso, pero también facilitar la victoria de Arauz, porque Lasso —digamos que el único candidato fuerte con continuidad desde hace varias elecciones— en estas llegó sobredimensionado.  ¿Asistimos a la última derrota de Lasso? Difícil decirlo, el mismo ejemplo de Noboa no hace más que volver más difícil cualquier predicción en este sentido. 

Arauz, el desconocido

¿Puede Arauz ganar en primera vuelta? Según los datos de Celag, este candidato tiene alrededor de un 35% de intención de voto. En una encuesta cuyo título lleva “Informe gráfico”, con un 1.9% de margen de error (aunque no se conoce su metodología), Arauz aparece con el 39% de votos válidos, seguido de Pérez con 21.7, Lasso 19.8 y Hervas con 5. Suponiendo que la encuesta es representativa, hay dos cosas interesantes. La primera es la enorme escalada de Hervás, que para el caso de las presidenciales no sería más que anecdótico, pero que podría referirnos a un próximo candidato a la alcaldía de Quito. La segunda es la posibilidad de victoria en primera vuelta de Arauz. El margen del 10% parece estar fácilmente saldado y a pocos puntos de llegar al 40% mínimo. Por supuesto, la intención del correísmo es reeditar la victoria en una sola vuelta.

La enorme escalada de Hervas, que para el caso de las presidenciales no sería más que anecdótico, pero que podría referirnos a un próximo candidato a la alcaldía de Quito.

Ahora bien, Arauz ejemplifica los mismos problemas del sistema de partidos que Noboa. Si nos atenemos al trabajo de Informe Confidencial de noviembre del año pasado, Arauz tenía un reconocimiento que llegaba apenas al 68% de los electores. En la segunda encuesta de Informe (enero), alcanza el 84%, lo cual habla de un buen trabajo en la campaña, al menos en posicionamiento de imagen. Pero esto también da cuenta que el voto a Arauz ni siquiera sigue a la identidad del candidato (para hablar de personalismo), sino a quién está asociado, lo cual es todavía más perverso.

¿Una suerte de bonapartismo? Que el viejo partido de Correa (Alianza País) esté condenado a sepultarse con una candidata que tiene el 1% de intención de voto, habla de la inexistencia de tal partido. Por otra parte, este partido, que fue el que puso al presidente actual a gobernar, ni siquiera lo es ahora, porque el inocuo “Juanfer” Velasco es el candidato del “morenismo” (si algo puede convertirse en adjetivo asociado a nuestro abúlico presidente). AP no existe más, es el síndrome del primer correísmo desmontándose. Dado este endosamiento de votos, no sé cómo podríamos calificar la suerte  de Arauz, un candidato que por trayectoria y carisma, no habría superado a cualquiera de los candidatos por debajo de Hervas.

Yaku Pérez

¿Podría Pérez llegar a la segunda vuelta? Parece ser que Pérez se debate con Lasso el acompañar a Arauz en la segunda vuelta. En una encuesta de Clima Social de enero de este año, Yaku aparece tercero con 17.2%. En la encuesta de EureK, aparece tercero con 10%, pero esta encuesta con una muestra de 1.400 encuestados, tendría un margen de error superior a 2 puntos. En la encuesta realizada en diciembre en Guayaquil y Pichincha, en esta última provincia, sobre todo por los cantones rurales, Pérez aparecía empatado con Lasso en intención de voto. Probablemente, a Pérez no le alcance para llegar a segunda vuelta, en la mayoría de encuestas, pero sí podría seguir creciendo para elecciones futuras. Por su parte, Pérez podría ejemplificar un nuevo fraccionamiento del Movimiento Indígena y Pachakutik, pero que, a pesar de todo, a mi juicio, sigue siendo el partido más ideológico y tradicional, con votantes de base y potencialidad importante.

Quedan los nulos y los indecisos, pero eso ya es todavía más malabarismo, y más todavía con unas encuestas con datos tan, pero tan disímiles.

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