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15 de Noviembre del 2021
Historias
Lectura: 19 minutos
15 de Noviembre del 2021
Fermín Vaca Santacruz
La accidentada historia de los radares en Ecuador
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El radar Indra Lanza LTR instalado en el cerro Montecristi, Manabí.  Foto: Ministerio de Defensa

 

Los cielos del país son vigilados por una red de radares que detectan tanto a los aviones que transmiten su identificación cuanto a los que se ocultan. Por lo menos cuatro radares primarios de uso militar y siete secundarios de uso civil vigilan los cielos nacionales, pero la adquisición de los equipos pasó por varias dificultades en los últimos años. La marca española Indra es la más usada por el sistema nacional.

El Gobierno descartó, finalmente, que el radar militar instalado en la cúspide del cerro de Montecristi haya sido objeto de algún tipo de atentado. Pero ahora sostiene que, en cambio, hubo un sabotaje, según el presidente Guillermo Lasso. El fuerte ruido que se escuchó cuando la maquinaria del aparato falló fue confundido con una "explosión" lo que desató las especulaciones sobre un posible "atentado terrorista" contra el equipo, que este gobierno instaló en el cerro con la intención de vigilar por lo menos 450 kilómetros a la redonda, especialmente, en las provincias de Manabí y Santa Elena. El ministro de Defensa, general (r) Luis Hernández, apunto a errores de quienes instalaron el aparato como la posible causa. 

Aunque el Gobierno señaló que la ausencia de cobertura de radar primario en la provincia de Manabí tenía la intención de facilitar los sobrevuelos del narcotráfico en la zona, se calcula que el 95% del espacio aéreo nacional está siendo vigilado por radares secundarios, que requieren de que el avión transmita su identificación por medio de un aparato llamado transpondedor.

A pocos kilómetros de Montecristi, en Manta, opera uno de estos radares de la Aviación Civil, que guía los vuelos de los aviones comerciales que operan en el balneario manabita. Pero una avioneta clandestina no es detectada por el radar de Manta, pues generalmente vuelan sin su transpondedor, de manera errática y a bajas alturas. Factores como la orografía, el clima y hasta el rebote en las olas del mar afectan a las señales de los radares. 

Si bien el régimen responsabilizó a los gobiernos de Correa y Moreno de la carencia de radar primario en Manabí, lo cierto es que buena parte del sistema de radares actual fue implementado por el correísmo, que inclusive compró la antena de radar que actualmente está instalada en el cerro Montecristi. 

La trama del cerro Montecristi es un capítulo más de la complicada historia de los radares militares ecuatorianos, marcada por falta de mantenimiento, fallos, contratos fallidos, y  según la tesis del régimen de Lasso, por sabotajes. 


El ministro Luis Hernández revisó personalmente el fallo en el radar de Montecristi.  Foto Ministerio de Defensa

Una avioneta clandestina no es detectada por el radar de Manta, pues generalmente vuelan sin su transpondedor, de manera errática y a bajas alturas. Factores como la orografía, el clima y hasta el rebote en las olas del mar afectan a las señales de los radares.

Los cielos sin protección

Las antenas de radar son de dos tipos: las llamadas primarias, que transmiten una señal que detecta cualquier objeto en el aire, y las secundarias, que funcionan junto con los equipos de la aeronave, que el recibir la señal del radar le contestan con datos como la identificación del vuelo, su dirección y altitud. Los radares primarios son, sobre todo, de uso militar, mientras que el radar secundario es de uso civil, por lo que todas las aeronaves que ingresan al Ecuador deben tener activado su transmisor de identificación para poder ser seguidos por los radares. 

Sin embargo, vuelos ilegales, como los del narcotráfico, pueden evadir el control del radar civil apagando el transpondedor o volando muy bajo, por lo que se hace necesario usar el radar militar, que puede determinar la posición y rumbo de un vuelo ilegal.


Por lo menos siete radares secundarios como este son operados por la Aviación Civil. Foto: Catálogo INDRA

Radares sin repuestos

La historia de los radares militares en Ecuador se remonta a los conflictos contra el Perú, desde los años 80 del siglo pasado, que motivaron la compra de radares primarios, la mayoría de los cuales, para 2015, ya no funcionaban. El ataque de la Fuerza Aérea Colombiana contra un campamento de las FARC instalado en el Ecuador, en marzo de 2008, no pudo ser detectado por la Fuerza Aérea Ecuatoriana, sobre todo, por la falta de radares primarios con alcance en el extremo norte de la Amazonía, donde se encontraba el paraje en donde se habían instalado Raúl Reyes y otros líderes de las FARC.

En 2015, en la ESPE, el coronel Mauricio Salazar presentó la tesis "Sistema de Alerta Temprana en la Seguridad y Defensa del Ecuador".  La tesis analiza alguna de la información disponible sobre los radares primarios y secundarios del país hasta esa época.

Según la investigación de Salazar, para 2015, la Fuerza Aérea contaba con un solo radar primario operativo. Se trataba de una estación AN TPS 70, ubicada en la provincia de El Oro desde la época del conflicto con el Perú, con la intención de monitorear un eventual ataque aéreo peruano. Era un radar de largo alcance, que podía monitorear hasta 250 millas náuticas (cerca de 500 kms a la redonda) fabricado en Estados Unidos.

Para 2015, la Fuerza Aérea contaba con un solo radar primario operativo. Se trataba de una estación AN TPS 70, ubicada en la provincia de El Oro. Era un radar de largo alcance, que podía monitorear hasta 250 millas náuticas (cerca de 500 kms a la redonda) fabricado en Estados Unidos.

Para 2015, la Fuerza Aérea tenía por lo menos cinco radares primarios más, todos fuera de servicio, adquiridos al Reino Unido en los años 80 y a Ucrania en los años 90, que tenían alcances de entre 100 y 240 millas naúticas pero que para esa fecha ya estaban obsoletos y había dificultades para conseguirles repuestos. 

El fiasco de los radares chinos

A raíz del ataque de las Fuerzas Militares colombianas contra el campamento subversivo de Rafael Reyes en territorio ecuatoriano, el Gobierno de Correa obtuvo varios radares de origen chino, que terminaron siendo inservibles. El Estado pagó USD 39 millones como anticipo, que según Correa, logró recuperar, así como una garantía bancaria de USD 3 millones. 

Los radares chinos terminaron siendo seis, cuatro que fueron comprados y dos que fueron prestados por los asiáticos. Se trataba de radares 3D de corto y largo alcance, de los modelos YLC-2V y YLC-18. Los primeros que llegaron fueron instalados en Lago Agrio y en Manabí, mientras que los siguientes operaron en Playas, Napo, Lumbaquí y Esmeraldas. 

Los radares chinos terminaron siendo seis, cuatro que fueron comprados y dos que fueron prestados por los asiáticos. Se trataba de radares 3D de corto y largo alcance, de los modelos YLC-2V y YLC-18.

Para febrero de 2015, el entonces ministro de Seguridad, César Navas, declaró que se habían adquirido cuatro radares primarios para la Fuerza Aérea, a un costo de 80 millones de dólares. Pero no sería sino hasta el 30 de marzo de 2017, pocos meses antes de terminar su gestión, que el ex presidente Rafael Correa inauguró el sistema de radares militares y dio más detalles sobre la contratación.

Correa se refirió a los radares chinos, y destacó que no se perdió dinero en ese caso, debido a que se  terminó el contrato de manera unilateral, al tiempo que se demandó al proveedor asiático por USD 180 millones más casi USD 15 millones más por multas.

Los radares españoles

Correa relató entonces que el contrato para los radares militares se firmó en noviembre del 2014 con la empresa española Indra por USD 88 millones y se acordó la dotación en 2 años de un sistema integrado de radares, el entrenamiento a 300 técnicos de la FAE durante todo el proyecto, la garantía técnica de los bienes y software, incluido el mantenimiento y el soporte técnico por 2 años. También el servicio de soporte operacional y logístico del sistema por 5 años más.

El ex presidente explicó entonces que se trataba de cuatro estaciones de radar del tipo Lanza LTR, ubicados en "sitios estratégicos" y controlados desde Quito y Guayaquil con enlaces de internet, satélite y microondas. 

Según la información disponible en la web de la empresa española Indra, este tipo de radar LTR es un aparato táctico de largo alcance, que puede llegar a alcanzar entre 210 y 240 millas náuticas (entre 389 y 444 kilómetros).


El radar tipo Lanza de Indra, del cual la FAE tiene cuatro, puede movilizarse en camiones. Foto: Catálogo INDRA

Según la información disponible en la web de la empresa española Indra, este tipo de radar LTR es un aparato táctico de largo alcance, que puede llegar a alcanzar entre 210 y 240 millas náuticas (entre 389 y 444 kilómetros).

Los radares tienen una tecnología tridimensional, y según destaca Indra en su información pública "en la actualidad la Familia Radar LANZA está en servicio con diferentes configuraciones en los cinco continentes cumpliendo con los requisitos de clientes exigentes. Así la Fuerza Aérea Española dispone de 10 Radares Lanza 3 D de largo alcance para su programa Sistema Integrado de Mando y Control (SIMCA). Indra ha entregado un LANZA 3D de largo alcance a la Fuerza Aérea Portuguesa como parte de un proyecto de la OTAN, y se han contratado recientemente más unidades para el Sultanato de Omán como parte de un sistema de defensa aérea de alerta temprana para su Real Fuerza Aérea (RAFO)". Este tipo de radares pueden montarse en camiones, sobre el suelo (como se hizo en el caso de Montecristi) o en plataformas. 

Ya en octubre de 2017, el coronel Temístocles Hervas, entonces jefe de Defensa Aérea de la FAE, escribió un artículo en "Sobrevuelo", la revista institucional de la FAE. 

El oficial precisó que "A partir de este año 2017 y, tras un importante esfuerzo institucional, se pone en operación el nuevo sistema de defensa aérea, equipado con radares tridimensionales de largo alcance de la familia Lanza, un moderno sistema de comunicaciones que hace posible el enlace de los radares con los centros de mando y control de la defensa aérea, y las telecomunicaciones a nivel nacional, a través de una veintena de estaciones repetidoras de micro-onda y estaciones satelitales, sin precedentes en la Fuerza Aérea Ecuatoriana".

Una tesis presentada en la ESPOL en 2016 por Juan Carlos Romero Mediavilla, aspirante al título de magister en telecomunicaciones, analizó la situación de la interconexión entre los radares de la Dirección de Aviación Civil y los de la Fuerza Aérea. 

Según la FAE, los cuatro radares militares que se compraron en 2017 se conectan con los centros de mando y control de la defensa aérea, y las telecomunicaciones a nivel nacional, a través de una veintena de estaciones repetidoras de micro-onda y estaciones satelitales.

Según el investigador, "para noviembre del 2016, la Fuerza Aérea Ecuatoriana tendrá un Sistema Integrado, que contará con la información de los radares militares y los planes de vuelo de la DGAC, esta información se correlacionará utilizando interfaces AMHS para la Identificación de Trazas de manera automática, subsanando el requerimiento de contar con la información de los radares de la DGAC de manera individual y paralela, más se mantiene la necesidad de proporcionar esta información al resto de repartos de la FAE".

El investigador pudo precisar para su tesis que, si bien se avanzaba en esa época en la interconexión de los radares de la DAC y de la FAE, cuyos datos convergen en un centro de control ubicado en Guayaquil, era necesaria todavía lograr una interconexión entre todas las bases aéreas de la FAE para que accedan a los datos del radar.

La tesis de Romero trata, mayormente, asuntos técnicos relacionados con el interfase entre los sistemas de radar, pero señala que, para esa fecha, los controladores de la Defensa Aérea de la FAE ya contaban con una interconexión con los radares de la DAC de la que antes carecían. 

Este portal solicitó al Ministerio de Defensa información actualizada sobre los radares militares de la FAE, su operación con el sistema de la Aviación Civil y otros detalles técnicos, así como sobre el destino de los aparatos que estaban en el inventario antes de 2015, pero se nos contestó que toda esa información era "confidencial". Tampoco se quiso conceder una entrevista con un vocero de la FAE al respecto de este tema. 

Los vuelos comerciales

Hasta 2014, según la investigación de coronel Mauricio Salazar presentada a la Espe, la Aviación Civil contaba con radares en Quito, Guayaquil, Manta, Cuenca, Shell, San Cristóbal y El Inga, con alcances de hasta 250 millas naúticas y fabricados en España, Francia e Italia.

"La Dirección General de Aviación Civil tiene organizado el sitema de vigilancia y control para tener cobertura en todo el país; pero por la ubicación de los radares, estos son afectados por la geografía propia del terreno, creando áreas ciegas de detección, que no tienen mayor influencia para cumplir con su misión, la cual se orienta principalmente en mantener el control y seguridad de los vuelos nacionales e internacionales durante su permanencia en el espacio aéreo ecuatoriano. Pero estas áreas sin detección sí afectan a la tarea de la FAE ya que se convierten en una vulnerabilidad del sistema, que es aprovechada por los vuelos ilícitos o no autorizados para ingresar y sobrevolar el territorio nacional", explicaba el oficial.

Según los de la Dirección de Aviación Civil, que publica un apartado de información especializada para uso de los pilotos en su página web, la DAC cuenta con siete radares secundarios que se suman a los cuatro primarios que tiene la FAE. Adicionalmente, hay dos radares de corto alcance que sirven para guiar la aproximación de los aviones a aeropuertos complicados (multilateración) que son los de Latacunga y Loja-Catamayo.

Todos estos radares son controlados desde una estación ubicada en el aeropuerto de Guayaquil y también desde las torres de control de las ciudades en donde están ubicados. Así, hay radares en Cuenca (El Tablón) con una cobertura de 200 millas náuticas, en Guayaquil (aeropuerto) con 200 millas náuticas, en Manta (aeropuerto) también con 200 millas náuticas. En Quito hay dos radares cercanos al aeropuerto, ubicados uno en el cerro Monjas y otro en el cerro El Inga, con 200 millas náuticas cada uno. En Galápagos, cerca de San Cristóbal, en el sector de San Joaquín, está otro radar que cubre 200 millas náuticas en las islas, mientras que en Shell, en el sector de Santa Rosa, otro radar con el mismo alcance cubre la región amazónica.

La DAC cuenta con siete radares secundarios que se suman a los cuatro primarios que tiene la FAE. Adicionalmente, hay dos radares de corto alcance que sirven para guiar la aproximación de los aviones a aeropuertos complicados (multilateración) que son los de Latacunga y Loja-Catamayo.

Los dos radares pequeños, en Latacunga y Catamayo, están diseñados para servir a los aeropuertos y cubren 20 millas náuticas.

La mayor parte de la red de radares civiles también fue contratada con Indra, que en 2013 informó que se habían invertido por lo menos 30 millones de dólares en "los centros de aproximación de Quito, Shell y Manta, que se suman al centro en ruta de Guayaquil modernizado el pasado año". En el gobierno de Correa, el régimen informó oficialmente que la inversión en los radares de la DAC fue de USD 20 millones y que se benefició con ello a diez millones de usuarios del transporte aéreo.

Según explica la DAC en su información para pilotos, "todas las aeronaves que operen en espacio aéreo de responsabilidad de la República del Ecuador, deben estar equipadas con equipo respondedor SSR e indicador automático de altitud Modo C y mantenerlo activado en todas las fases del vuelo", algo que los vuelos irregulares no cumplen. 

Para el coronel Hervas, de la FAE, "la complejidad en el proceso de identificación de los aviones que operan en cielos del Ecuador, en un escenario de aeronaves cooperantes y no cooperantes, cuyos vuelos (en el caso de estos últimos) se originan en la clandestinidad y siguen trayectorias erráticas, buscando evadir la vigilancia de los radares, constituyéndose en un reto importante para estos medios tecnológicos y para sus operadores".

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