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2 de Mayo del 2017
Historias
Lectura: 15 minutos
2 de Mayo del 2017
Fermín Vaca
Periodista político. Es editor de PLANV. Ha trabajado en los principales periódicos de Ecuador en la cobertura de política y actualidad. 
¿Por qué Europa está a la expectativa del duelo entre Le Pen y Macron en Francia?

El ex banquero Emmanuel Macron y la ultraderechista Marine Le Pen se enfrentan este domingo por la presidencia de Francia. 

 

En países como Francia y Holanda, las fuerzas políticas emergentes tienen cierta similitud con el populismo latinoamericano. La diferencia está en que son movimientos nacionalistas de derecha, que proponen sacar a sus países de la Unión Europea, abolir el euro y cerrar las fronteras a los migrantes, sobre todo de Turquía, Siria y África.

Europa vuelve los ojos a Francia esta semana, en el desenlace de las elecciones presidenciales que se disputan en el país galo. La segunda vuelta electoral será el domingo 7 de mayo y, aunque las encuestas tiene un claro ganador, hay muchas dudas.  Para varios medios internacionales, en Francia los dos finalistas, Marine Le Pen y Emmanuel Macron agitan el miedo de sus compatriotas. 

Según el periódico español El País, ambos candidatos le apuestan al temor: "Miedo al extranjero, a la disolución de la identidad francesa y a la pérdida de la soberanía que, según Le Pen, ocurrirán ineluctablemente si gana Macron, el candidato de la “casta”, dijo. O miedo a la llegada al poder de un partido de extrema derecha —de “la anti-Francia”— que hace peligrar la paz y las libertades", según Macron,  señala el rotativo.

Los cierres de campaña, que ya tuvieron lugar en París, movilizaron a miles de franceses, mientras otro importante grupo desconfía de ambas opciones y llama al voto nulo. Le Pen, la hija de un ultraconservador francés -Jean-Marie Le Pen- que llegó a sostener que los campos de concentración alemanes fueron "un detalle" de la Segunda Guerra Mundial, dice que este domingo,  se enfrentan "el pueblo contra las élites, los trabajadores contra los banqueros, la nación independiente contra la globalización ciega. “Nuestro Gobierno no será el de la casta, sino el de todos los franceses”, dijo ante unas seis mil personas en su gran mitin en París, según reseña El País

“Nuestro Gobierno no será el de la casta, sino el de todos los franceses”, dijo Marine Le Pen, quien apela al nacionalismo galo. 

De su lado, Macron, un economista de 39 años, ex ministro de Finanzas de François Hollande y cuadro de la banca francesa, ha sostenido que el partido de Le Pen "es un partido de extrema derecha, con un pasado radical y violento apenas disimulado, un partido cuyas medidas económicas dinamitarían el bienestar francés y cuya respuesta al terrorismo podría precipitar al país en la guerra civil. “El Frente Nacional”, dijo, “es el partido de la anti-Francia”, señala el periódico español. "Macron, según Le Pen es un títere movido por oscuros intereses, el hombre del establishment político, económico y mediático. Mientras, Macron intenta arrinconar a Le Pen recordando el ADN ultra y el pasado colaboracionista de su partido con gestos como la visita el domingo al memorial de la shoa y la deportación, o la participación este lunes a un homenaje a Brahim Bourram, asesinado en 1995 por militantes ultras".

¿Qué dicen las encuestas?

Las encuestas dan una ventaja de 59% para Macron frente a un 41% de Le Pen,  según han publicado los periódicos de París Le Point y Le Figaro. Le Figaro ha calificado a Macron como "el claro favorito" en la segunda vuelta. Macron, que se proclama de centro, busca atraer a los votantes de izquierda y derecha, por lo que ha llamado a la reforma de la Unión Europea y a liberalizar el modelo estatista francés. 

De su lado, Le Pen quiere sacar a su país de la Unión Europea y salir del euro. Ha llegado a afirmar que el euro se seguirá usando para las transacciones internacionales, pero que creará una moneda de uso común para los franceses. 

“Mañana, muchos de los que me apoyan combatirán mi proyecto o algunos de estos aspectos. Lo sé y lo respeto”, ha dicho el joven banquero. “Mi combate”, añadió, “es el que hará posible vuestro combate sin aplastar ni negar nuestras diferencias”, con lo que marca distancia frente a las posturas duras de su rival. 

“Mi combate es el que hará posible vuestro combate sin aplastar ni negar nuestras diferencias” ha dicho Emmanuel Macron. 

Le Pen de su lado, debe lidiar con sus limitaciones más evidentes: en muchos sectores su discurso contra los extranjeros y en contra de la unidad con los países de Europa son impopulares. Por ello, reseña El País, ha matizado sus declaraciones en la recta final de la campaña, sosteniendo que pretende defender las fronteras nacionales y renegociar ciertos tratados europeos. La derechista sostiene que las finanzas y los banqueros franceses tiene un rostro y que es la cara de su rival político. Para Le Pen, y en esto encuentra puntos de contacto con retóricas como las de Donald Trump en Estados Unidos o del político holandés Geert Wilders, el verdadero pueblo francés tiene la oportunidad, al votar por ella, de recuperar el poder frente a las "castas" que se han impuesto en Francia. Por ello Le Pen habla de los pobres, del ciudadano común francés que mira con recelo a los inmigrantes, a los islámicos y todos quienes parecen ser una amenaza a sus fuentes de trabajo. Busca, según sus seguidores, el voto de las clases populares y las clases medias desclasadas de Francia en una cruzada contra sus enemigos reales o ficticios. 

La aparición en Holanda de Wilders

Mientras tanto, en los Países Bajos, los resultados de las recientes elecciones parlamentarias, en las que el líder conservador Geert Wilders obtuvo un modesto avance en sus curules en el Parlamento, han puesto  a reflexionar a los analistas de aquel país sobre la misma problemática que se desarrolla en Francia. 

La vida en los Países Bajos transcurre plácida. Son  la quinta economía del euro y la sexta de la Unión Europea, un país con un superávit comercial superlativo y con control político de altos cargos en la Unión Europea —como el primer vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans, y el jefe del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem— por lo que ocurre en el Gobierno de Amsterdam tiene relevancia en el resto de países de la región.

Países Bajos tiene importancia, estiman medios internacionales, en la política europea, por aspectos como "su papel central junto a Alemania en el lado de los acreedores, e incluso en lo social, por las futuras relaciones de la UE con Turquía y, por ende, sobre la crisis migratoria".

El Trump holandés

En Holanda tienen su propio Trump  Se trata de Geert Wilders, un hombre que, aunque no ganó mucho más espacio en los recientes comicios legislativos, ha puesto sobre el tapete una serie de "soluciones" al problema de la inmigración, que compiten en radicalismo con el muro de Donald Trump. Proveniente del sur del país, de mayoría católica, ya era político antes de que Trump se lanzara a la lid electoral. En un país relativamente muy seguro, el líder de derechas anda siempre rodeado de guardaespaldas. 

Aunque, en ciertos sentidos, discursos como el de Wilders son ciertamente marginales -mucha más gente en Países Bajos parece cómoda con la presencia de inmigrantes de Turquía o de África que pueden verse en las calles de Amsterdam- y el dominio de los partidos del mainstream político está lejos de resquebrajarse, muchas dudas son sembradas por sus propuestas. 

Los Países Bajos son una monarquía constitucional en la que el rey Guillermo Alejandro reina pero no gobierna, y el primer ministro Mark Rutte, de un partido de centro en algunos temas y de derecha en otros, realizan un juego político bastante civilizado, para los estándares ecuatorianos, al menos. 

Pero no solo en Francia y Holanda hay movimientos denominados "euroescépticos". También operan en Alemania con AfD, e Italia, con el Movimiento 5 Estrellas.

Aunque en lo oficial los Países Bajos son muy receptivos a la inmigración, antes de las elecciones el Gobierno de Rutte tuvo un roce con la Turquía de Erdogan, al impedir ingresar a su territorio a dos ministros de Ankara que fueron a hacer campaña para el voto de los turcos en el exterior en un referendo. En un país de 17 millones de habitantes, se estima que viven por lo menos 400 mil musulmanes, muchos de ellos de origen turco. En la vecina Alemania,se estima que viven por lo menos tres millones de personas de origen turco. La migración de los turcos, por una parte, y de millones de sirios que huyen de la guerra civil que destruye su país, es un tema central en el debate en Holanda. 

Un problema real: ¿cuál es la solución?

Para el editor político del portal holandés The Correspondent, Marc Chavannes, en diálogo con PLAN V el problema de la inmigración en Holanda es real. El periodista, quien es uno de los más experimentados redactores de The Correspondent, destaca que su país ha acogido a migrantes de Turquía y África, pero que muchos de ellos no provienen de las zonas más cosmopolitas de esos países, sino de sectores rurales y religiosos. Chavannes cree que es verdad que, en muchos casos, hay un choque cultural para muchos migrantes que llegan a Países Bajos, una nación en donde muchas iglesias han sido convertidas en bares y discotecas, con visiones religiosas.

 

El editor político de The Correspondent, Marc Chavannes cree que es verdad que, en muchos casos, hay un choque cultural para muchos migrantes que llegan a Países Bajos, una nación en donde muchas iglesias han sido convertidas en bares y discotecas, con visiones religiosas.

En efecto, en el transporte público de Amsterdam es posible ver musulmanes ortodoxos, y  mujeres cubriéndose con velos la cabeza y el cuello son cajeras en los supermercados de la ciudad. Muchos de ellos, destaca Chavannes, se han beneficiado del estilo de vida holandés, de sus sistemas de educación, salud y seguridad social, pero, al mismo tiempo, se niegan a abandonar sus identidades nacionales. 

El hecho se demostró cuando Holanda impidió el acceso de los ministros turcos, quienes iban a mitines en que los participantes enarbolaban la bandera de Turquía aunque muchos de ellos tienen ciudadanía holandesa. No obstante, la medida de impedir los mitines de los turcos y la campaña de sus políticos resulta un tanto difícil de entender: es como si el Gobierno de Estados Unidos impidiera un mitin de candidatos ecuatorianos en Nueva York como medida de rechazo ante el país. 

Para Chavannes es evidente que la migración trae consigo problemas. Pero el periodista no está seguro de que la solución sea colocar un muro que rodee los Países Bajos, como parece proponer Wilders. El periodista destaca que el partido de Wilders no existe: "es un partido de un solo hombre", sostiene al destacar que las listas de esa tienda política fueron decididas por Wilders de manera directa. En esa medida, sostiene el periodista, no hay democracia interna en el partido de Wilders ni el uso de herramientas democráticas para designar a sus cuadros. Esto, sostiene, da una señal de la naturaleza de esa organización política. 

El periodista describe el sistema político holandés, que obliga a varias fuerzas políticas a buscar mayorías en el Legislativo y destaca la fragmentación, que se evidencia en la presencia de tres partidos mayoritarios en el país: los liberales de derecha, los socialdemócratas y los demócratacristianos. Hay otros partidos de centroizquierda e izquierda, como los verdes. 

Para Chavannes hay partidos como la democracia cristiana que están perdiendo apoyo electoral, lo que se evidenció en su pérdida de asientos en el Parlamento. 

El periodista cree que hay similitudes entre Donald Trump y el político holandés. Ambos, dice, se dirigen a la gente pobre que ha perdido su trabajo, pero la diferencia es que Wilders es un candidato más de una derecha con más caras que la de Estados Unidos. Su base electoral, sostiene Chavannes, son las personas que han perdido su trabajo, que tiene trabajos inciertos, que viven barrios en donde han empezado a llegar muchos inmigrantes, y que se sienten poco apreciados por su propio país mientras los inmigrantes reciben prebendas. El partido Liberal en el poder, al parecer, no ha podido solucionar los problemas de estos sectores de la población holandesa y es por eso que el apoyo electoral al derechista crece de manera lenta, pero consistente. 

El nacionalismo, el cantar el himno nacional en las escuelas, el volver al servicio militar obligatorio, son temas que han vuelto al debate en la política holandesa, pero no necesariamente de la mano de Wilders, sino de la democracia cristiana local, asegura Chavannes. 

Muchos de estos temas, que sobrevuelan la Europa unida, encontrarán el domingo una nueva etapa, cuando se decida quién llegará al poder en Francia. 

 

 

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