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7 de Diciembre del 2014
Historias
Lectura: 12 minutos
7 de Diciembre del 2014
Redacción Plan V
Unasur: de la mansión Plaza al Edificio Kirchner

Fotos: Presidencia de la República

Con la figura del ex presidente argentino sonriente y desaliñada, como señaló su viuda, los presidentes de la región acudieron a la inauguración del edificio de Unasur.

 

La inauguración de la Unasur parece augurar al nuevo organismo regional posibilidades en lo relacionado con proyectos de integración. Pero hay quienes tienen reservas sobre si realmente se logrará impulsar el foro de países de la región.

Y el día llegó. El edificio de formas futuristas al que el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, con su habitual campechanía, comparó con una "nave especial" fue inaugurado en la Mitad del Mundo, junto al monumento que indica el paso de la línea equinoccial. 

El desértico paraje del valle de San Antonio de Pichincha pasó de ser un centro turístico al corazón de lo que, se dice desde los entusiastas de la integración, será el epicentro de un nuevo proceso de unidad de los países de la región. 

La edificación, levantada a un costo de USD 43 millones pagados en su integridad por el Gobierno del Ecuador, busca albergar a un nuevo ente regional, que funcionó durante sus primeros años en la casa del ex presidente Galo Plaza, ubicada en el sector de La Mariscal, en Quito.

De la pequeña mansión de los Plaza, Unasur pasa al edificio de 20 mil metros cuadrados de los "volados", como llaman a los brazos que la estructura, diseñada por el arquitecto ecuatoriano Diego Guayasamín, que es una metáfora de la libertad, según se ha explicado oficialmente.

En el desértico paraje del valle de San Antonio de Pichincha se levanta el edificio de Unasur


El complejo de cinco pisos cuenta con escaleras eléctricas y tecnología de punta. 

La edificación fue llamada Néstor Kirchner, en honor al ex presidente argentino, quien fue el primer secretario de la Unasur y murió en 2010 de un repentino infarto. Precisamente una estatua suya, donada por su país, decora la entrada del Edificio Kirchner, y fue develada con la presencia de varios presidentes del bloque regional y de la viuda del ex mandatario y actual presidenta de Argentina, Cristina Fernández.

El escultor argentino Omar Villalba fue el autor de la escultura de Kirchner, que es muy similar a otra que se levanta en Río Gallegos, una ciudad argentina en donde el ex presidente aparece serio, mientras en la Mitad del Mundo está sonreído.

El político argentino se ve desaliñado, lo que, paradógicamente agradó a su viuda, quien dijo: “agradezco que le pongan el nombre de quien fue mi compañero, esa imagen suya con el saco abierto por el viento, casi desaliñado como a él le gustaba, con sus mocasines, acá está en el centro del mundo. Qué paradoja. A él que no le gustaba estar en el centro de la política y termina acá casi en el centro junto a ustedes, casi como un símbolo”.

En la ceremonia de inauguración, los presidentes de la región insistieron en la necesidad de unidad latinoamericana, mientras el presidente Rafael Correa, como anfitrión de la cita, pareció asumir el rol de liderazgo regional que dejó vacante la muerte de Hugo Chávez. 

Y para no quedarse atrás del comandante venezolano, Correa recurrió a la retórica boliviariana en un discurso en que, como es habitual, hechó mano de todos los tópicos de la izquierda latinoamericana a pesar de gobernar, en criterio de sus opositores, más bien como la derecha tradicional.

¿Pero, a parte de irse de la mansión de los Plaza al Edificio de los Kirchner, para dónde va la Unasur?

Las temas pendientes

¿Pero qué es realmente la Unasur y cuál puede ser su agenda? Según el tratado constitutivo firmado en 2008, la Unasur, más que un bloque de integración económica, es una instancia de carácter político, por lo que, en cierta medida, compite con la la Organización de los Estados Americanos (OEA). Uno de sus objetivos, señaló la académica colombiana Sandra Borda, sería convertirse en un escenario en el cual se verifique el "deceso de la OEA" como instancia política de los países de la región, en especial cuando algunos gobiernos cuestionan al organismo con sede con Washington por la excesiva injerencia que en sus decisiones parecen tener los Estados Unidos.

En un ensayo publicado en 2012, Sandra Borda precisa la hoja de ruta que la nueva organización debe seguir. Dos años después, la mayoría de esos desafíos siguen intactos. 

Según precisa Borda, no todos los gobiernos de la región estarían dispuestos a desligarse totalmente de la OEA o a provocar su eventual desaparición. Por otro lado, hay otras instancias de integración como la propia Comunidad Andina o el Mercosur, que, por ser naturaleza económica, no se contrapondrían con el funcionamiento del organismo cuya sede es Quito.

Hay otras instancias que, en cambio, si tienen una naturaleza política, como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) y organismos como el Sistema Económico Latinoamericano (SELA) y la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI) y aún no se conoce de qué forma podrán o sumarse a las acciones de Unasur o complementar sus gestiones.

Por lo pronto, Unasur tiene un Consejo Sudamericano de Defensa, cuyo propósito es evitar conflictos en la región, y en donde los países "grandes" tienen un importante peso específico.


El Consejo Presidencial es el máximo órgano de Unasur: analistas estiman que pactos personales pueden primar.

La postura de los distintos países frente a Unasur, señala Sandra Borda, tiene matices.

Así, por ejemplo, para Brasil, ha sido muy importante impulsar un marco de defensa continental, manteniendo siempre el respeto a la soberanía nacional de cada país, al tiempo que no se percibe en ese país a Unasur como una contraposición de la OEA, pues varios países de Norte y Centroamérica no forman parte del nuevo organismo.

Para Venezuela, en cambio, tanto la Alba cuanto la Unasur tienen el propósito fundamental de resistir a los Estados Unidos, dice Borda, por lo que su diplomacia se orientó desde el principio de la organización a promover procesos de integración económica: fruto de ello es el sucre, una moneda virtual que pretende reemplazar al dólar en el comercio regional o el Banco del Sur, una propuesta venezolana que no acaba por cuajar, pues países como Brasil no estarían interesados en romper con los organismos multilaterales de crédito. A propósito del 30S ecuatoriano, Venezuela empujó también una "cláusula democrática" similar a la de la OEA, contra propósitos de desestabilización política en la región y también una "claúsula ética" contra los medios de comunicación.

En el caso de Colombia, los vaivenes del conflicto interno de ese país hicieron que, durante el Gobierno de Álvaro Uribe, Bogotá mirara con recelo a las instancias de Unasur, para preferir el foro de la OEA, en especial, por las sospechas de apoyo de Hugo Chávez a las FARC. Con el Gobierno de Juan Manuel Santos, en cambio, Colombia tuvo un compromiso más cercano, en especial, con el nombramiento de María Emma Mejía como secretaria de Unasur.

El discurso del Gobierno ecuatoriano, como es habitual, ha sido cambiante. Si en 2008 Correa criticó duramente a la Unasur por haber nacido "burocratizada" en su criterio, así como por tener que tomar las decisiones por consenso, pronto se interesó por fortalecer el organismo regional, al extremo de darle su apoyo y de insistir en la necesidad de debilitar a la OEA tanto en lo político cuanto en lo económico, siguiendo la línea de Venezuela.

En Argentina, hay, en especial, gran interés en los beneficios que Unasur pueda tener en temas de energía e integración en Defensa.

Chile, desde el principio, ha tenido reservas frente a Unasur. Aunque la presidenta Michael Bachelet estuvo en Guayaquil, no asistió a las ceremonias en Quito. Para Sandra Borda, el hecho de que el secretario general de la OEA es el veterano político chileno José Miguel Insulza ha hecho que en Santiago no se perciba a Unasur como un instrumento para debilitar a la OEA. En Chile, además, no se apoyan agendas ideológicas que terminen apartando a los países de Unasur de otros bloques regionales.

El ex canciller ecuatoriano José Ayala Lasso coincide con algunas de estas lecturas sobre Unasur y sus desafios. En diálogo con PLAN V Ayala Lasso precisó que "todo esfuerzo integracionista serio debe recibir el apoyo de los países. El esquema de mayor éxito, en mi criterio, ha sido la Comunidad Andina".

Para el ex canciller José Ayala Lasso es importante ser realistas en los alcances que tiene llegar a tener el nuevo organismo continental. 

Para Ayala Lasso, es importante destacar el hecho de que la sede de Unasur esté en Quito, así como sus gesiones en  temas de defensa. Sobre el posible debilitamiento de la OEA, Ayala Lasso cree que es poco probable que esto ocurra, pues el organismo hemisférico tiene una naturaleza continental y objetivos distintos. "Deben trabajar de manera armoniosa y coordinada", estimó. 

El ex canciller señaló también que es muy viable el pasaporte de Unasur, debido a que ya se permite la libre circulación entre todos los países de la región. Es más escéptico sobre la posibilidad de construir proyectos de integración energética o sobre el funcionamiento del Banco del Sur. "Debemos ser realistas sobre este proyectos".

Con relación a la gestión de Ernesto Samper al frente de la Unasur, Ayala Lasso estimó que "los discursos que están marcados por concepciones ideológicas están equivocados. A nosotros como continente no nos interesa alinearnos ideológicamente, sino armonizar políticas de desarrollo. Samper es un hombre con autoridad política, con renombre continental. Se pensó en un principio en Rodrigo Borja, que no se pudo posesionar. Creo que la gestión de María Emma Mejía fue beneficiosa, y la presencia de Samper también es importante".

El hecho de que la sede de Unasur está en Quito, dice Ayala, no significará tampoco que el Ecuador vaya a tener una gran influencia en el organismo, como se afirma que ocurre con  los Estados Unidos la OEA por estar su sede en Washington. 

Finalmente, Ayala Lasso criticó que se haya nombrado Kirchner al nuevo edificio: el argentino, recordó, nunca llegó a posesionarse de su cargo ni se instaló en Quito. 

El futuro de Unasur está por definirse. 

 

 

 

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