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9 de Abril del 2020
Historias
Lectura: 14 minutos
9 de Abril del 2020
Susana Morán
10 claves para entender por qué Guayaquil llegó a una crisis humanitaria sin precedentes
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Una escena de dolor en el hospital Los Ceibos. Esta casa de salud es una de las siete de Guayaquil que recibe a los contagiados por COVID-19. Foto: AFP

 

Cerca del 70% de los contagios del país se encuentra en Guayas. Pero la crisis que vive esta provincia se asienta en factores estructurales como el empleo, la pobreza y un sistema de salud debilitado. La emergencia y las restricciones de movilidad agregaron otros puntos críticos. El periodista Juan Manuel Yépez agrega otro factor más: la pandemia de la corrupción.

1. La desigualdad y la pobreza. Primero es necesario revisar el contexto. Guayas es la provincia más poblada de Ecuador con profundas desigualdades sociales, a pesar de ser el centro industrial y comercial: allí está el principal puerto. Según el INEC, a julio de 2019, alcanzó los 4,3 millones de habitantes. Le sigue Pichincha con 3,1 millones. Guayaquil, capital de la provincia, es la segunda ciudad más poblada del país después de Quito. A junio 2018, Guayaquil presentó la mayor tasa de pobreza (14,1%) y la segunda en probreza extrema del país (2,9%), solo superada por Quito. Otro indicador importante son las condiciones precarias de buena parte de su población. Como lo reportó la Revista Gestión, el 3,8% de los guayasenses viven en un solo cuarto, 3,2% en una mediagua, 1,4% en covacha y 0,3% en una choza con escasos accesos a servicios básicos. Guayaquil ha sido la ciudad con mayores tasas de informalidad: al 2019 llegó al 16,2%, es decir más de 198.000 personas viven de su trabajo diario. Según el último censo, el 44,8% de los guayasenses se dedicaban a servicios, ventas y ocupaciones elementales como limpiadores, asistentes domésticos, vendedores ambulantes, entre otros.

2. Gran número de defunciones anuales. Guayas, al ser la provincia más poblada, también tiene el mayor número de defunciones en el país. Según el últmo boletín del INEC, en 2019 registró 20.335 fallecimientos por diversas causas, un aumento del 7,1% respecto al 2018 cuando fueron 18.984. Una cifra alta si la comparamos con las 12.134 defunciones de Pichincha, la segunda provincia con más número de defunciones. Pero esto no quiere decir que tenga la tasa de mortalidad más alta del país. Este indicador, en 2017 y 2018, lo lideraron las provincias de Bolívar, Chimborazo y Tungurahua. Guayas tuvo en 2018 una tasa de 4,4 muertes por cada 1.000 habitantes y se ubicó en sexto lugar.

3. La influenza, la cuarta causa de muerte en la provincia. De acuerdo a cifras del INEC, en 2019, en promedio fallecieron 56 personas por día en Guayas. En 2018, la influenza y la neumonía fueron la cuarta causa de muerte en esa provincia. Las tres primeras fueron las enfermedades hipertensivas, la diabetes mellitus y otras causas. En quinto lugar se ubicaron las enfermedades cerebrovasculares.

De 6.270 camas que tenía guayaquil en 2004 pasó a 5.857 en el 2018, es decir, en 14 años en lugar de aumentar la capacidad de los hospitales hubo un descenso de este recurso esencial.


Con improvisados trajes, los familiares se llevan a sus fallecidos del hospital General del Guasmo. Foto: dpa

4. Un débil sistema de salud para una epidemia. Guayas es la provincia con más establecimientos de salud, pero entre 2004 y 2018 el aumento no ha sido significativo: de 128 centros pasó a 144. Sin embargo, por número de camas, la cifra decrece: de 6.270 camas en 2004 pasó a 5.857 en el 2018. Al desglosar esas cifras por tipo de establecimiento, la realidad es más grave aún. La provincia tiene 9 hospitales de especialidades, 9 hospitales especializados (con más tecnología), 18 hospitales generales, 50 hospitales básicos y 58 clínicas generales. Pero para el tratamiento de pacientes con COVID-19, el Gobierno habilitó solo siete hospitales, los llamados “centinelas”. Estos son: el Hospital de Especialidades Abel Gilbert Pontón, el Hospital del Niño Francisco Icaza Bustamante, el Hospital General Guasmo Sur, el Hospital Infectológico Rodríguez Maridueña y el Hospital Ceibos. También se incorporaron los hospitales Monte Sinaí y el Teorodo Maldonado. Este último se unió al grupo el pasado 27 de marzo, pero el 4 de abril ya tuvo que cerrar su sala de emergencia para desinfectarla por la gran cantidad de pacientes y de contagios que se registró en el personal médico. Las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) también se han quedado cortas. Antes de la epidemia, en el 2018, a escala nacional había 1.183 para cuidados intensivos. De ellas, 357 estaban en Guayas. El Ministerio de Salud anunció que en Guayaquil se estaba aumentando esas unidades en Monte Sinaí y Guasmo Sur. En este última se informó que esperan crecer a 400 camas de UCI y en Sinaí a 200 camas.  La gran demanda ha golpeado gravemente la capacidad de esos centros de salud. Ante esta situación se ha llegado a instalar hospitales móviles pues el número de muertos confirmados y con sospecha por COVID-19 va en aumento.

5. El colapso del sistema mortuorio. Un sistema de salud débil y el crecimiento exponencial de los contagios y fallecimientos por COVID-19 provocó un colapso también en el sistema morturio. Guayas llegó a registrar el 70% de los contagios a escala nacional. A esto se sumaron las muertes por otras enfermedades en las casas. Aunque no hay un cifra específica sobre Guayas, en el Ecuador el 46% de los fallecimientos se producen en los hogares. Por las restricciones de movilidad, las funerarias funcionaron con menos personal y en un horario limitado. Asimismo, el temor por avance de la pandemia en la ciudad tuvo como consecuencia que muchos de estos establecimientos cerraran por miedo a un contagio. Además empezaron a quedarse sin cajas fúnebres. Los proveedores sufrieron desabastecimiento de materiales. Las familias ante la falta de conseguir servicios exequiales se quedaron con sus fallecidos en las casas.

6. La crisis en los cementerios. La situación se agravó desde el 21 de marzo pasado. Decenas de familias empezaron a reportar que no podían sepultar a sus difuntos. Ya no solo encontraban funerarias sino cementerios. Para entonces, ya se registraban largas filas en los crematorios de Guayaquil, donde solo hay tres. Los cementerios además solo atendían a los clientes que había prepagado sus servicios lo que dejó a una gran cantidad de familias a la deriva.

7. La tortura de los trámites. Lo que antes se encargaba la funeraria, ahora los parientes debieron meterse a trámites engorrosos afectados todos por las medidas restrictivas de movilidad que empezaron el 17 de marzo. Ese día se suspendió toda jornada laboral en el sector público y privado. De esta manera, las entidades disminuyeron su atención. En Guayaquil solo operó una oficina del Registro Civil para la obtención de los certificados de defunción; luego de la crisis abrió más oficinas y permitió hacer el trámite por internet. En principio este certificado solo podía ser obtenido con un certificado médico, lo que aumentó el vía crucis de las familias. Las demoras en esos trámites y la búsqueda de cementerios hicieron que los cuerpos permanezcan hasta por cinco o siete días en las casas. Algunos ciudadanos sacaron los cuerpos a las veredas para exigir ayuda y porque la descomposición amenaza a la familia, muchas de ellas con niños y personas de la tercera edad.

8. El 911, una línea sin respuestas. El drama hizo que el presidente Lenín Moreno le encargara a un alto funcionario de su gabinete la tarea específica del levantamiento de los cuerpos. Fue así que Jorge Wated, presidente de BanEcuador, quedó a cargo de la Fuerza de Tarea Conjunta que se creó para esta misión. Desde el 31 de marzo hasta el 6 de abril, esta Fuerza levantó 500 cuerpos. Las familias debían llamar al 911 para reportar un cuerpo en un domicilio. Plan V conoció que esa semana, los parientes llamaron 3.500 veces al 911. La línea, por su puesto, colapsó. El Gobierno tuvo que habilitar un número de celular, 0994461851, para recibir por mensajes los pedidos.

500 cuerpos levantó la Fuerza de Tarea Conjunta en Guayaquil en la primera semana de abril.

9. No sabrá con certeza si los fallecidos en casas murieron con COVID-19. El 4 de abril, el COE para desatascar el proceso de levantamiento de los cuerpos, autorizó a militares y policías a hacer esta tarea y “de fe de las defunciones extrahospitalarias, cuando no sea factible la intervención de un médico autorizado por el Ministerio de Salud”. Estos funcionarios podrán emitir el formulario del INEC de defunciones que alimenta las estadísticas nacionales. El militar o policía deberá remitir este documento al Registro Civil. El protocolo de esta tarea dice: “Se realizará un proceso de investigación y recuperación de causas de defunción”. Sin embargo, el ministro de Salud, Juan Carlos Zevallos, adelantó en una entrevista que no se podrá confirmar si esas muertes fueron por COVID-19. “Se necesitaría tomar una muestra del pulmón. Y eso es un procedimiento costoso y riesgoso”, dijo a Primicias. “Tenemos una alternativa: la autopsia verbal. Hablamos con los deudos sobre los síntomas que el paciente presentaba”, agregó. Las autoridades han reconocido que hay subregistros. Asimismo las autoridades locales y nacionales han dicho que están construyendo un cementerio para ubicar los cuerpos en espacios unipersonales. Otros ya han sido inhumados en cementerios. Habilitaron esta página para consultar la ubicación de los cuerpos en los camposantos: https://coronavirusecuador.com/fallecidos.


Guayaquil: Homenaje a los fallecidos antes de ser enterrados por la Fuerza de Tarea Conjunta.

10. La peor de las tragedias: buscar en morgues repletas. Mientras esto pasaba en los hogares de Guayas, en los hospitales las familias de los fallecidos vivieron otro calvario. Los cuerpos empezaron a acumularse en las morgues. Médicos y familiares enviaron videos y fotografías a medios y periodistas con imágenes de decenas de cadáveres en los pisos en fundas negras. Con las morgues de los hospitales colapsadas, se dispuso el envío de contenedores refrigerados para el almacenamiento de los cuerpos, pues los cementerios no lograron abastecer la demanda. La Alcaldía de Guayaquil entregó cuatro contenedores al Ministerio de Salud. Dos de ellos fueron ubicados en los hospitales Teodoro Maldonado Carbo y Monte Sinaí. Pero los familiares informaron que no encontraban a sus difuntos en los hospitales y debían peregrinar en las morgues. Incluso debieron ingresar a ellas y buscar, de cuerpo en cuerpo, a su familiar. Otros les tocó pagar hasta más de USD 100 dólares para que les entregaran los cuerpos. Esa denuncia está siendo investigada por la Fiscalía. 

   PUNTO DE VISTA   

“No solo es la pandemia del coronavirus, sino también la pandemia de la corrupción”

Juan Manuel Yépez, editor de Contenidos de Gráficos Nacionales S.A. (editora de los diarios Extra y Expreso)

Guayas y Guayaquil generan una cantidad enorme de impuestos al ser puerto, que finalmente no estoy seguro si regresan en su totalidad a su origen. Uno de los logros más importantes de los guayaquileños es haber adaptado su sistema de salud precario del Estado y convertirlo en la Junta de Beneficencia de Guayaquil.  Fue una manera de resolver la ausencia del Estado en la salud. La Junta creó hospitales y fundaciones para brindar un servicio de calidad a los enfermos guayaquileños.

El hospital del IESS, el Teodoro Maldonado Carbo, no colapsó ahora sino hace mucho tiempo. La corrupción en esa casa de salud viene registrándose desde hace unos 40 o 50 años. Nunca se adaptó a las necesidades modernas. En la década anterior, los médicos fueron despedidos, se les exigía ser postgradistas, pero se suspendieron los programas de postgrados en las universidades.

Entonces llega el coronavirus y da la estocada final al sistema de salud. No es que ahora tocamos fondo, nosotros tocamos fondo hace mucho tiempo. Solo que ahora a los hospitales les ha tocado enfrentarse a número de fallecimientos tan grande. Son pocos los hospitales con morgues con una capacidad para cuatro u ocho cadáveres. Pero acá está ocurriendo más de 100 fallecimientos diarios. Entonces todo colapsa.

El nivel de corrupción que ha existido en el sistema de salud ecuatoriano ha sido tan grande que hicieron hospitales sin equipos. El coronavirus nos llegó con un sistema de salud acabado. No solo es la pandemia del coronavirus, sino también la pandemia de la corrupción.

 

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