

¿Dónde están? Los familiares exigen que aparezcan los cuerpos desaparecidos, que quedaron en manos del Estado ecuatorinano. Foto: Expreso
En nombre de: Soraya Elizabeth Diaz Razo, por la desaparición del cuerpo de su madre, Enriqueta Josefina Razo Cabezas; Eduardo Javier Barrezueta Chávez por la desaparición del cuerpo de su padre, Yin Reynaldo Barrezueta Mice; Yusneirys Angulo Peña, por la desaparición del cuerpo de su madre María Del Carmen Gladis Peña; Blanca Segunda Suarez, por la desaparición del cuerpo de su esposo, Franco López Oswaldo Isidro; Leopoldo Enrique Panchana Campo por la desaparición del cuerpo de su padre, Leopoldo Ricardo Panchana Pizzarro; Flavio Arturo Ramos Ollague, por la desaparición del cuerpo de su padre, Flavio Edmundo Ramos Yagual; por la desaparición del cuerpo de Segundo Marco Peralta Piza; Aurita Bertha Salinas por la desaparición del cuerpo de su hermana, Inés Salinas Gonzabay y de su cuñado Filadelfio Asencio Neira; Gissel Rocío Armijos Anda, por la desaparición del cuerpo de su hermano, Pablo Alexi Gavilanes Anda; Adrián Esteban Camejo López, por la desaparición del cuerpo de su madre Zoila Amada López Valdiviezo; por la desaparición del cuerpo de Víctor Raúl Tique Páez (ppl); Lenin Benito González Ceme, por la desaparición del cuerpo de su padre, Teófilo Ricardo González León; Julio Carrillo Domínguez,por la desaparición del cuerpo de su hermano, Carlos José Carrillo Domínguez; Roberto Edison Villegas Morales, por la desaparición del cuerpo de su madre, Jesús Cristina Morales Villacreses; Silvia Josefina Yagual Villamar, por la desaparición del cuerpo de su hermano, Yagual Villamar Raúl Alberto; Díaz Cabezas Jessica Gabriela, por la desaparición del cuerpo de su padre, Jorge Teodomiro Díaz Terán; Hugo Gregorio Villavicencio Cabello; Daisy Bartola Cerezo Morán, por la desaparición del cuerpo de su esposo Bolívar Bazurto Lucas; Oswaldo Pazmiño Tapia, por la desaparición del cuerpo de su tía Ana Leticia Terreros Alvear; Macas Gusqui Edison Williams, por la desaparición del cuerpo de su padre Macas Ramírez Carlos Enrique; Elizabeth Narváez Goldsworthy, por la desaparición del cuerpo de su padre, Luis Fernando Yépez Peralta; Carmen Elizabeth Peralta Arana, por la desaparición del cuerpo de su padre, Silvio Santiago Peralta Escobar; David Antonio Feijoo Rubín, por la desaparición del cuerpo de su padre, Antonio Feijoo; por la desaparición del cuerpo de Víctor Emilio Calderón Vaca; Marjorie Elizabeth Raza Núñez, por la desaparición del cuerpo de su padre, José Gonzalo Raza Parra; Cónyuge, Ana Gómez Domínguez, por la desaparición del cuerpo de su cónyuge, Jorge Alberto Cedeño Zambrano; Greta Rita Encalada Basurto, por la desaparición del cuerpo de su hermana, María Dolores Encalada Basurto; por la desaparición del cuerpo de Daniel Néstor Miliapa Visuna; Claudia Patricia Castillo Herrera, por la desaparición del cuerpo de su padre Luis Alfredo Castillo Tinajero; afectados por las acciones y omisiones que vulneraron sus derechos constitucionales y que en próximo apartado serán debidamente detallados.
En su nombre, y de oficio, la Defensoría del Pueblo puso una acción de protección contra autoridades del Estado ecuatoriano, por la violación de sus derechos humanos. Para que dejen de ser números, Plan V reproduce cada uno de los nombres de estas personas (30 en total) que la Defensoría adjuntó como evidencia, con toda la documentación respectiva. Estas son sus historias:
PRIMERA PARTE
Sus hijos la buscan dos meses y una semana
Enriqueta Razo Cabezas tenía 85 años de edad. Murió el 25 de marzo en la Clínica Kennedy. Su cuerpo fue trasladado al Hospital del Guasmo, para ser retirado por los familiares. Hasta mediados de abril ellos insistieron en que se les entregara el cuerpo. Pero luego se enfermaron de covid-19 y no pudieron continuar con la búsqueda de Enriqueta. Su hija, Soraya Díaz, hizo denuncias, se enviaron oficios a distintas autoridades, pero dos meses y una semana después, el cuerpo de Enriqueta sigue sin aparecer.
El cuerpo de Reynaldo lo entregaron a criminalística. Lleva perdido dos meses y un día
Reynaldo Barrezueta Mice murió en su casa, porque en tres hospitales no pudieron o no lo quisieron atender. Tenía 57 años de edad, cuando murió el 31 de marzo. Días antes le habían diagnosticado covid-19, y su hijo, Eduardo Javier, lo llevó a los hospitales de Guayaquil, Monte Sinaí, y Guasmo, en un recorrido desesperado. En todos le dijeron que no había camillas. Cuando murió le pusieron formol y lo envolvieron en una sábana. Luego pusieron su cuerpo en una caja, pero la funeraria no se hizo cargo de nada. La policía de criminalística lo retiró y no indicó a dónde lo llevaron. Su cuerpo fue retirado de su casa por la policía criminalística. Su familia tuvo síntomas del virus, pero no pudieron hacerse la prueba.
María del Carmen: cuatro días muerta en su casa y luego desapareció en el Hospital del Guasmo.
El mismo día que Reynaldo, el 31 de marzo, murió María del Carmen Peña. Era venezolana y tenía 54 años de edad. Murió por insuficiencia renal, en el contexto de un sistema de salud colapsado. Murió en su casa. Su hija Yursneirys Angulo llamó al 911 y no le ayudaron. Recién a los cuatro días se llevaron el cuerpo y le dijeron que lo llevaban al Hospital del Guasmo. Nunca más supo de ella, nunca le respondieron a pesar de haber escrito cartas a las autoridades y hecho denuncias. La Policía dijo que el cuerpo estaba en el hospital del Guasmo. María del Carmen lleva perdida dos meses y un día.
El comandante de la Policía de la Zona 8, Víctor Manuel Aráuz Macías, respondió que el cadáver se encontraba en el Hospital del Guasmo. Pero dos días después, el Hospital reportó que el fallecido no murió en hospital.
Es un arduo trabajo el de los cadáveres por identificar, los cuales pasan por tres pasos de verificación.
Foto: Expreso
La esposa de Oswaldo cree que nunca podrá encontrarlo. Lleva 63 días perdido
Su esposa, Blanca Suárez llamó insistentemente al 911 para avisar que su esposo, Oswaldo Franco López, de 65 años, había fallecido. Le enviaron a la gente de Medicina Legal y cuando llegaron finalmente solo le dijeron que lo llevarían al Hospital del Guasmo. Ella notó que no le pusieron ni un solo distintivo ni identificación en el cuerpo. Lo han buscado, no lo encuentran, y ella cree que nunca podrán encontrarlo.
El cuerpo de Leopoldo "entró" a la morgue del hospital, pero no entró. 63 días sin saber de su cuerpo
Leopoldo Panchana Pizarro, de 81 años, murió en su casa. Su familia esperó tres días a que recogieran el cuerpo. Ese 29 de marzo, su hijo lo tuvo que envolver y luego se llevaron el cadáver, supuestamente a la morgue del Hospital del Guasmo. El 18 y el 27 de abril, la Defensoría del Pueblo envió dos oficios preguntando por el cuerpo de Leopoldo. El comandante de la Policía de la Zona 8, Víctor Manuel Aráuz Macías, respondió que el cadáver se encontraba en el Hospital del Guasmo. Pero dos días después el Hospital reportó que el fallecido no murió en ese hospital. Pero, a modo de consuelo, se dijo a sus familiares que el cuerpo podría estar en uno de los contenedores o morgues refrigeradas que el Hospital proporcionó a Medicina Legal para el uso exclusivo de los cuerpos de fallecidos en otros hospitales o en sus casas. Y que estos contenedores fueron utilizados por el servicio de medicina legal de la Policía Nacional del Ecuador y de la Comisión de Transito del Ecuador. Según el reporte interno de control de seguridad, existe un fallecido con esos nombres, cuyo cuerpo arribó el 31 de marzo. De los dos contenedores, solo uno fue trasladado al camposanto Parque de la Paz de Pascuales, pero que en las afueras del hospital aún permanecía el otro contenedor. Lleva 63 días desaparecido.
Busca a su padre Edmundo ya dos meses. Solo quiere que le den la dignidad de enterrarlo
Flavio Ramos Ollague estuvo pendiente todos los días de su padre Edmundo Ramos Yagual, de 55 años. Pero él falleció el 1 de abril porque no lo quisieron atender, cuando llegó al hospital ni siquiera lo miraron. Murió a la entrada del Hospital. Su hijo buscó su cuerpo por ocho días y el 8 de abril fue el último día que asistió al hospital. Dejó de buscar para evitar la carga viral que lo podía contagiar. El día en que murió, recuerda, no pudo hacer el reconocimiento legal del cuerpo de su padre porque no encontraron su cuerpo, ni un ningún rastro suyo, nada en absoluto. Habló una y otra vez con los encargados, pero no obtuvo respuesta. Les explicó todo lo acontecido en el Hospital de General del Guasmo Sur y no le dieron una respuesta, todos callaron: ellos sabían que Flavio decía la verdad, pero no les afectó. Salió del hospital entristecido por la muerte de su padre, y decepcionado por la desatención, los tratos inhumanos y el quebrantamiento de la dignidad de su padre y de su familia. Al salir por última vez, un guardia encargado del ingreso le dijo: “revise en la página del gobierno que se anunció en la televisión, porque puede que de pronto halle a su papá, si ha sido trasladado o sepultado”. Pero su padre no se encontraba registrado. En el hospital le dijeron que el cadáver no había sido trasladado a parte alguna, pero nadie le ha dado una respuesta certera. No solo ha exigido respuestas, le parece inconcebible que no aparezca el cuerpo y que nadie sepa su destino. A estas alturas, dos meses después, solo quiere dar a su padre un último adiós y un lugar digno donde permanezca.
su padre no se encontraba registrado. En el hospital le dijeron que el cadáver no había sido trasladado a parte alguna, pero nadie le ha dado una respuesta certera.
En el Hospital General del Guasmo Sur, contó Flavio, se negaron a atender a su padre. Tenían la obligación de hacerlo y la capacidad de hacerlo. Era un paciente en estado de emergencia. Para lograr ingresaron había pasado un verdadero vía crucis. Primero buscando la medicina como paracetamol, que no había, luego buscando un médico, que no había. Decidieron llevarlo al hospital del IESS, en Los Ceibos. Este ingeniero mecánico tenía una empresa y había aportado 27 años al Seguro Social, pero no lo atendieron. Terminaron en el Hospital del Guasmo Sur. Ahí, según el testimonio que Flavio le dio a El País, de España, el desorden y el caos era de tal magnitud, que hasta ahora le causa espanto. Luego de cuatro días sin encontrar el cuerpo de su padre, también lo obligaron a buscarlo en las morgues externas, en los contenedores. Flavio también se enfermó de covid-19.
El cuerpo lleva dos meses perdido, pero solo responden que en este hospital no se murió
Segundo Peralta Piza murió el 4 de abril a sus 81 años. Murió de covid-19 en su casa. El cuerpo fue retirado, pero hasta ahora sus familiares no saben dónde está. Tras dos oficios reclamando por el cuerpo, el gobernador de Guayas, Pedro Pablo Duart, informó que uno de los oficios fue remitido a la gerente general del Hospital General del Norte Guayaquil Los Ceibos. Con eficacia burocrática, la gerente respondió de inmediato que “se procedió a revisar nuestro sistema AS-400 y en nuestra matriz de fallecidos puedo certificar que el señor en mención no falleció en nuestra institución Hospitalaria".
Filadelfio e Inés: 63 días desaparecidos y nadie puede buscarlos
Filadelfio Neira, de 71 años de edad e Inés Salinas, de 67 años de edad, murieron el 30 de marzo. En su casa, los dos ancianos comenzaron a sentirse mal. Sus familiares los llevaron al médico. El galeno les dijo que era una gripe normal, común y corriente. Luego de varios días empeoraron y murieron. Se demoraron varios días en retirar los cuerpos. Su hermana Aurita Salinas llamó y no le dan razón donde están los cuerpos. No sale a buscarlos porque también es anciana y tiene miedo. Según había reportado el comandante de la Policía la Zona 8, el cadáver estaba en el Hospital del Guasmo. Pero nadie puede confirmarlo.
Dos meses y no sabe nada del cuerpo de su hermano
Gissel Armijos Anda, la hermana de Pablo Gavilanes Anda, de 41 años de edad, reportó que él murió en su casa el 30 de marzo, con síntomas de covid-19 y sin prueba confirmatoria. No se demoraron nada en recoger el cuerpo, fueron los del Ministerio de Salud Pública. La Policía dijo que el cuerpo llegó a la morgue del Hospital del Guasmo. Pero ella lo ha buscado por todos lados. No lo encuentra.
Las protestas de los familiares por la dificultad de recuperar los cuerpos de sus seres queridos en el Hospital General Guasmo Sur, Guayaquil, no han cesado. Foto: V.G. del Pino / Reuters
los de la funeraria no tuvieron tanta suerte, ni lo tuvo el cuerpo de su madre. Adrián pidió información en todas partes, pero no encuentran el cuerpo y tampoco nadie sabe dónde está enterrado o quién se lo llevó.
Adrián busca el cuerpo de su madre ya dos meses. Nadie sabe, nadie responde
En el hospital del Guasmo no pudieron entregar el cuerpo a la funeraria, porque no lo encontraron. Adrián, el hijo de Zoila López Valdiviezo, de 62 años, tuvo suerte, si es que se puede llamar suerte, de encontrar ese 30 de marzo una funeraria para que vaya al hospital de Los Ceibos, del IESS, a retirar el cuerpo. Pero los de la funeraria no tuvieron tanta suerte, ni lo tuvo el cuerpo de su madre. Adrián pidió información en todas partes, pero no encuentran el cuerpo y tampoco nadie sabe dónde está enterrado o quién se lo llevó.
El de Víctor, un cadáver que se les perdió a sus carceleros
Murió en la cárcel y su cuerpo está desaparecido. ¿Cómo puede escapárseles un cuerpo a sus carceleros? ¿Un cadáver? El de Víctor Tique Páez, de 60 años de edad, que murió en el Centro de Privación de Libertad No. 1 de Guayaquil, el 5 de abril. Era ciudadano colombiano y aunque su hijo ha buscado el cuerpo de su padre a través del consulado de Colombia, nadie, en ninguna parte, da razón.
Lo mandaron al parque de la Paz-Aurora, pero ahí nadie sabe nada
El 3 de abril murió Teófilo González León, de 72 años de edad. Fue en el hospital del IESS Teodoro Maldonado Carbo. A su hijo, Lenín González, le dijeron en el hospital que iba a ser sepultado en el cementerio Parque de la Paz-Aurora. Cuando fue al lugar no sabían de quién se trataba. Van a ser dos meses y no aparece el cuerpo.
Su hermano nunca supo a dónde se lo llevaron
Carlos Carrillo Domínguez, de 67 años de edad, murió el 30 de marzo en su casa. Falleció cuando estaban por llevarlo al hospital. Luego llegó la gente de criminalística para llevarse el cuerpo. Julio Carrillo no sabe dónde está enterrado, no le dan razón a dónde se lo llevaron, cuál fue el último recorrido del cuerpo de su hermano. A pesar de que se valió de una persona conocida, que trabaja en el Hospital del Guasmo, Roberto Villegas no ha podido saber el destino del cuerpo de su madre, Cristina Moráles Villacreses, de 62 años, que murió el 30 de marzo en ese hospital, por covd-19. La persona que trabaja en el hospital le dijo que en los archivos ella no aparecía como ingresada. Si hijo mira incrédulo la hoja de ingreso, la notificación burocrática de que él mismo ingresó a su madre al hospital. Papel que no le sirve de nada. Tampoco está en la lista oficial de los fallecidos por coronavirus. ¿Alguien puede esfumarse así?
Se lo llevaron al Hospital del Guasmo y se esfumó. Llevan 65 días buscándolo
En el hospital del Infectología le dijeron a su esposa y a su hermana que el cuerpo de Raúl Yagual Villamar, fallecido el 27 de marzo, había sido trasladado por el personal de criminología hasta uno de los contenedores que estaban ubicado en el patio del Hospital General Guasmo Sur. Desde entonces, su madre, su esposa, sus tíos y sobrinos buscan el cuerpo.
Los familiares reclamaron ante el Hospital del Guamos que los cuerpos de sus familiares aparezcan.
Foto: captura de video
a él y a su esposa les hicieron firmar una autorización para una intubación inducida. El recurso final. A las cuatro de la mañana de ese día murió, sin que lo hayan intubado.
A Jorge lo engañaron hasta el instante mismo de su muerte
El cuerpo de su padre, Jorge Díaz Terán, de 71 años de edad, lleva desaparecido dos meses, desde cuando murió el 2 de abril, en el hospital. Pero lo que ha quedado grabado en la memoria de su hija es la indignación de saber que no fue atendido, y que si lo hubieran atendido, él pudo haberse salvado. Ya estaba hospitalizado y Jorge le dijo a su familia, por teléfono, que ya habían arreglado el punto de oxígeno que se había dañado en el hospital por enésima vez. Estaba tranquilo porque el personal le había dicho que lo llevarían a la Unidad de Ciudados Intensivos, UCI en los siguientes minutos. Volviño a comuncarse para decirles que no lo habían trasladado y que veía cómo privilegiaban a otros pacientes que eran trasladados a clínicas privadas o eran enviados a la UCI. Jorge y otros pacientes que estaban en la misma sala, permanecían en la misma situación de como entraron. Y peor, porque más tarde pidió a su familia que le conseguieran un tanque de oxígeno porque el del hospital, de nuevo, se había descompuesto. Cuando llegaron con el tanque, Jorge ya no saturaba oxígeno. Le pusieron el oxígeno, grandes cargas cuenta su hija Jéssica Cabezas, pero no reaccionaba. Así que a él y a su esposa le hicieron firmar una autorización para una intubación inducida. El recurso final. A las cuatro de la mañana de ese día murió, sin que lo hayan intubado. Nunca lo intubaro, porque no tenían los equipos, contó su hija. Nunca lo pasaron a la UCI. Nunca le dijeron la verdad.
Solo encontraron una tricimoto para llevar el cuerpo al hospital. Lo ingresaron y ahora no saben de él
Tenía 42 años de edad y murió el 31 de marzo en su casa. Hugo Villavicencio Cabello, estaba saturando al 85% y fue por su poropio pie al hospital el 28 de marzo. Fue antendido y le dieron oxígeno, pero no lo ingresaron porque no había cama a pesar de que pasó toda la noche en la sala de espera. Le detectaron una leve neumonía y lo mandaron de vuelta a la casa, sin medicina alguna no la orden para hacerse la prueba por coronavirus. Tal vez porque era joven y no se le veía muy grave. Al día siguiente fue a un médico particular, le dieron medicina y le dieron la orden para una prueba. Pero sus problemas respiratorios empeoraron. Se sintió tan mal que el 30 de marzo no pudo salir a hacerse la prueba. Murió al día siguienten, al las 4:40 de la madrugada. Su familia había llamado antes al 911 y a la plataforma 171 pero nadie llegó en su auxilio. Cuando al parecer había dejado de respirar, su mamá fue a buscar un transporte, ya que era toque de queda y solo consiguió una tricimoto. Se lo llevó al hospital junto con su hermana Eva. Ella y el chofer de la tricimoto lo ingresaron al área de emergencias del Hospital Guasmo Sur, del cual estaban a apenas siete minutos. Eso fue lo que demoraron. El personal de emergencias lo puso sobre una camilla y revisaron su boca y sus ojos. Preguntaron qué tiempo llevana en ese estado; cerca de veinte minutos, les respondieron. El médico les anunció que Hugo ya estaba muerto porque no respiraba y estaba morado. Su hermana les rogo que lo reanimaran, que lo resucitaran. El médico dijo que no podía hacer nada, porque cuando al cerebro no llega oxigeno más de cinco minutos no se puede hacer nada. Entre lágrimas, junto a su madre, se despidieron de Hugo. Preguntó qué tenía que hacer. El médico le dijo que fuera a Admisión. Fue, abrió una historia clínica y se devolvió a emergencias para entregarla al doctor de turno. Él le dijo que regrese más tarde porque era un trámite que demoraba. Así se la pasó desde entre el 1 al 7 de abril, haciendo cola para preguntar y poder retirar el cuerpo de su hermano, hasta que supo que habían puesto un letrero donde se informaba que el gobierno se haría cargo de los cuerpos. Hasta hoy que no tiene respuesta. La familia estaba conformada por su mamá de crianza (una tía por parte de su papá), dos hermanas de padre y madre y cuatro hermanos por parte de padre. En su casa vivían su abuelita, y sus tres hijos, nueve sobrinos, cuatro sobrinos nietos y el cuñado de Hugo, con discapacitado el 83% de discapacidad. Su numerosa familia se pregunta, ¿dónde está el cuerpo de Hugo?
[RELA CIONA DAS]





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