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27 de Septiembre del 2023
Historias
Lectura: 16 minutos
27 de Septiembre del 2023
Fermín Vaca Santacruz
Censo 2023: ¿Cuáles serían las claves para una auditoría?
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El INEC entregó la primera de tres parte sobre resultados del censo que inició en 2022.  Foto: Luis Argüello. PlanV

 

Aspectos técnicos, metodológicos y de la propia administración de personal y recursos propone un colectivo que cuestiona la validez de las primeras cifras del censo nacional realizado por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC). Los funcionarios de la institución defienden sus resultados.

La primera entrega de información sobre el censo nacional realizado en 2023 por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC) despertó polémica y confirmó algunos de los temores que habían expresado los críticos de la metodología efectuada en esta ocasión, cuando a diferencia de procesos anteriores, el censo no se realizó en un solo día sino a lo largo de varios meses.

En su primer informe, el INEC sostuvo que la población del país alcanza los 16´938.986 habitantes, con un total de viviendas de 6´611.535 y un total de hogares de 5´188.402. De la población reportada por el INEC, se estimó que los hombres son 8´252.523 y las mujeres 8´686.463. Aunque desde ciertos sectores se vende a ratos la idea de un país de familias numerosas, lo cierto es que el promedio de personas en cada hogar es solamente de 3.2.

La primera cifra sobre la población encendió la polémica, pues es casi dos millones menor a las estimaciones de población, que sostenían que en este año el Ecuador debía haber alcanzado por lo menos 18 millones de habitantes.

Otro aspecto polémico fueron los datos sobre la autoidentificación étnica, que arrojaron una reducción de las personas que se consideran afroecuatorianas, que alcanzó el 4.8%, mientras la población indígena aumentó al 7.7%, una cifra igual a la montubia, siendo la etnia mayoritaria la mestiza, con 77.5% de la población. Hasta un 2,2% de la población se declaró blanco.

En el Ecuador se censaron además por lo menos 425.045 extranjeros, de los que el 54.5% provienen de Venezuela. En el documento del censo, el INEC anticipa que aún no ha publicado toda la información, pues para el cuarto trimestre del 2023 publicará los datos de características sociodemográficas complementarias y en 2024 un informe sobre temáticas especializadas. En su página web, el INEC ha publicado un visualizador que permite analizar los datos que presenta en esta ocasión. 

Temas como una pregunta sobre la orientación sexual y de género, que fueron incluidas en el formulario, aún no han sido reportados por el INEC, aunque los críticos del censo han advertido también que la información que se produzca en ese caso podría ser muy poco confiable. En países como México, se han logrado metodologías que han permitido establecer que hasta un 5% de la población de ese país declara pertenecer a la comunidad LGBT. 

El director del INEC, Roberto Castillo, salió al paso a algunas de la críticas a los resultados del censo, en especial, las que tienen relación con la reducción de la población afroecuatoriana, algo que fue rechazado por organizaciones étnicas tanto de la negritud cuando del movimiento indígena, quienes habían advertido que la pregunta sobre la autoidentificación necesitaba de una campaña previa para que los censados valoraran la importancia del reconocimiento de sus características étnicas.

Castillo defendió sus cifras comparando la tendencia de decrecimiento de la población afroecuatoriana que se pueden evidenciar en varias encuestas anteriores, y sostuvo que también la población que se declara blanca ha disminuido, lo que el funcionario atribuyó a la mayor conciencia sobre el mestizaje.

Además, Castillo lanzó la hipótesis de que mucha de la población afro pudo haberse asimilado a la montuvia, en especial en varios cantones del interior de la Costa.

El director explicó que "Entre 2010 y 2022, en cantones donde caen afroecuatorianos aumentan montubios. Ejemplos (Manta, Portoviejo, Sto. Domingo, Chone, El Carmen, Vinces, Babahoyo, Balzar, Ventanas, Baba, entre otros)" y agregó que "Entre 2010 y 2022 aumenta la participación y la población afroecuatoriana en Esmeraldas, San Lorenzo, Rio Verde, Atacames, Eloy Alfaro, Ibarra y Bolívar; por otro lado cae en Guayaquil y Quito", con lo que sustenta su tesis.

El funcionario del INEC, Julio Sánchez, también defendió los datos del censo. Sánchez sostuvo que el censo "es una información de calidad" y dijo que la reducción de la población afro también se podría deber a fenómenos como la migración. Sobre el caso de la población afro, el funcionario dijo que la población afro ha aumentado en Esmeraldas en 70 mil personas pero se ha disminuido de manera significativa en ciudades como Quito y Guayaquil.

El funcionario defendió la metolodogía del censo durante varios días, pero deslegitimó lo que llamó "críticas de actores políticos", en referenciaa un colectivo que pide una auditoría al censo, realizada por instancias internacionales. Sánchez dijo que la población es solo una más de los ocho componentes con los que se calculan la asignación de rentas a las provincias y los muicipios, así como la representación política en la Asamblea Nacional, pues estos cálculos no se hacen con el censo sino con la proyección de población.

Sánchez mencionó aspectos como el uso de anticonceptivos, la mayor escolaridad de la mujer, su mayor participación en el mercado laboral y el aumento de la edad del matrimonio como elementos que evidenciarían una reducción de la tasa de natalidad en el país.

Según el censo, las familias extensas se han reducido en el Ecuador y los hogares conformados por una, dos y tres personas son la mayoría en el Ecuador, lo que desbarata la teoría de un país de familias y evidencia un aumento significativo de las personas solas. 

Pedido de auditoría al censo

De su lado, un grupo de ex directores y funcionarios del INEC, encabezados por Byron Villacís, ex director de la entidad, publicó un comunicado en el que piden que se realice una auditoría internacional al proceso de censo.

Según el colectivo, los primeros datos publicados evidencian una "ficticia reducción de la población" en el Ecuador, lo que afectará los recursos de las provincias, ciudades y parroquias y, además, la participación política en la Asamblea Nacional. La auditoría, precisaron, la deben realizar universidades internacionales y no consultores contratados por el propio INEC, pues no habría imparcialidad en ese caso.

Pero, ¿cuáles serían los elementos técnicos de lo que podría partir esa auditoría? PLANV habló al respecto con Villacís, quien reside en Estados Unidos.

Byron Villacís fue director del INEC durante el correato.  Foto: Archivo Líderes

¿Cuáles cree que deben ser los ejes para la auditoría que se ha planteado?

Hay dos ejes que debe tocar la veeduría, en primer lugar una administrativa y operativa, que debe evaluar el proceso de gestión, pues no se cumplieron cronogramas y plazos que el propio Instituto se había fijado. Hay una responsabilidad al administrar recursos públicos para hacerlo de manera transparente y de acuerdo con los tiempos establecidos. Hay preocupaciones sobre el manejo informal de los cronogramas, sobre una mala administración de las campañas de comunicación, la capacitación de los encuestadores, las fechas que no se cumplieron entre octubre y diciembre de 2022, cuando realmente lo hicieron hasta mediados de este año. Se anunciaron aspectos como un censo de comunidades y nada de eso se ha mencionado. Entonces, debemos analizar la gestión como tal.

El segundo componente es paralelo y se refiere a los aspectos estadísticos. Hay que revisar cuánto de lo que ha recogido el censo se puede comprobar con la realidad. Varios ex funcionarios del INEC, activistas y personas que siguen el tema tenemos preocupaciones técnicas como la subcobertura del censo, pues consideramos que estos primeros resultados no son un reflejo de la realidad, que el censo debió llegar a más personas y que hay una subcobertura que no ha sido transparentada. Esta evaluación estadística se tiene que hacer por medio de una auditoría técnica del trabajo de campo, para verificar la calidad del censo. Son dos dimensiones: una administrativa y otra técnica.

Sobre los afroecuatorianos, los funcionarios del INEC han explicado que podrían haberse asimilado a los montuvios en algunos cantones, mientras que en Esmeraldas hay un incremento de las personas que se identifican como afroecuatorianos. ¿Qué pudo haber ocurrido en ese caso?

Ese es un argumento polémico. Debemos entender que una cosa es un censo que cubre todo un territorio mientras que las encuestas solo llegan a cubrir hasta 100 mil casos y hay una diferencia entre ambos que impide comparar un censo con una encuesta.

Es absurdo justitificar eso con encuestas anteriores y me llama la atención que están usando encuestas urbanas, lo que implica que la justitificación no es válida. Se debe entender también que la autoidentificación requiere de un proceso de sensibilización, por lo que es necesaria una campaña de comunicación.

Se quiere decir que el pueblo afro se quiere autoidentificar de otra forma, cuando desde antes las comunidades se estaban quejando de que no hubo esas campañas de comunicación a tiempo. El INEC debió acercarse a las comunidades antes del censo y coordinar con los pueblos afros e indígenas. La tasa de autoidentificación bajó por falta de información, porque no se informó a los censados. 

Pero, ¿no debería haber ocurrido lo mismo con los indígenas que aumentan en este caso?

Los indígenas también rechazaron el censo, si hubiera habido la campaña la tasa de los indígenas pudo haber sido más alta. En 1999 hubo conflictos sociales por no haber realizado una campaña previa, en 2010 sí se coordinó con las comunidades. 

El INEC también dice que también ha bajado la población blanca, ¿cómo explicar eso?

En el caso de la población blanca, se trata de un grupo que no tienen espacios de asociación para defender su etnia. Los países mestizos como los latinoamericanos tienen minorías blancas con menos interés en defender su representación, entonces el dato no va a ser conflictivo. Tradicionalmente esos grupos no son excluidos socialmente, lo que sí ocurre con afros, indígenas y montubios, pues la cifra significa una mecanismo de visibilización. 

El hecho de que las proyecciones de población no se han cumplido es explicado por fenómenos como el decenso de la tasa de natalidad, el aumento de la escolaridad de la mujer y el retraso de la edad del matrimonio, ¿cuán fiables serían estos otros hallazgos?

Es absurdo que se remitan al censo para darnos cuenta de eso, pues lo que estamos viendo es una transición demográfica, entre un país premoderno hacia uno moderno. Típicamente hay cambios en la tasa de natalidad y un aumento de la participación de las mujeres en el trabajo, pero es algo que ya se había advertido en el Ecuador desde los años 90. Se trata de una evaluación de largo plazo y ya se conocía que estaba bajando la tasa de natalidad, pero se está usando como excusa cuando lo que pasó es que hubo una subcobertura en este censo.

¿Entonces, por qué el censo dice que pasamos a ser 16 millones y no 18?

Considero que es porque el censo no hizo una cobertura adecuada. Si se pregunta a las personas en un entorno social, muchos dirán que no fueron censados, aún en zonas urbanas y formales. En las zonas rurales mucha gente ni se enteró que hubo censo. La comparación con las proyecciones es lo primero que se tiene que hacer, los resultados del censo se comparan con la proyección. Primero se debe hacer una conciliación censal y por eso pedimos una auditoría con auditores, no con consultores contratados por ellos en relación de dependencia. La auditoría deberían realizarla universidades independientes.

¿Cuál es el verdadero impacto de los datos del nuevo censo en rentas y representación política?

Van a significar millones de dólares y menos asambleístas. Se van a elegir hasta diez asambleístas menos pues si supones que hay 16 millones cuando realmente hay 18 millones, producirás un evento político, pues en el Ecuador las mayorías políticas a veces dependen de un solo voto.

En la cifra de 16.9 millones no consideran las 600 mil personas que admiten que no fueron censadas. Nosotros estimamos que el censo realmente llegó a menos de 15 millones de personas. Por cada persona que no es identificada en el censo cada gobierno descentralizado recibe menos recursos.

Eso va a generar conflictos sociales. Si hay tanta confianza en la gestión no sabemos por qué tienen pánico a la auditoría independiente.

¿Se puede hablar del envejecimiento de la población ecuatoriana en este momento?

El envejecimiento se producirá realmente cuando tengamos evidencia de que la tasa demográfica esté por debajo de 2,1 por cada mujer en edad fértil. Si cada mujer tiene esa tasa, se está reemplazando a ella misma y a su pareja, pues en algún momento van a fallecer. En el Ecuador la tasa se acercaba a 2.4, pero para hablar de envecimiento, la tasa debería ser menor a 2.1 acompañado de un efecto temporal, que implica el retraso del momento en que se tienen los hijos. No se puede hablar aún de que el Ecuador está envejeciendo hasta no tener datos certeros.

¿Pudo la ola migratoria ser una de las causas de esta eventual reducción de la población?

Tampoco se puede justificar así, pues los saldos migratorios revelan salidas de 250 mil personas, cuando la brecha sería de dos millones. Hay que considerar también extranjeros indocumentados que han llegado al país y se encuentran en Santo Domingo, Quito y Guayaquil. Hay que entender que la población indocumentada venezolana es un elefante en la sala del que no se está hablando. Hubo recelo de estas poblaciones con el censo y se aumentó la subcobertura censal. La migración no solo es sobre los ecuatorianos que se han ido, sino de los venezolanos que viven aquí.

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