A pesar del estado de excepción y de los operativos militares y policiales, las muertes violentas se mantienen en el país. En la imagen, un operativo en Guayas. Foto: EFE / Gobernación Guayas
Guayas se ha convertido en una de las zonas más violentas de la región. Ha superado el promedio latinoamericano -el continente más peligroso del planeta- que se sitúa en 17.2 víctimas por cada 100.000 habitantes. Guayas llegó a una tasa de 21 víctimas por cada 100.000 habitantes en octubre pasado. Es decir, ha duplicado el promedio nacional que se ubica en 11, según cifras oficiales. Solo en septiembre hubo 201 homicidios intencionales en esta provincia. Eso significa que igualó o superó las tasas que tienen ciudades mexicanas como Sinaloa (21.4), Jalisco (22.9) o Tabasco (19.6).
Pero a diferencia de ciudades como Sinaloa que registra un descenso en los homicidios, Guayas está al alza. El presidente Guillermo Lasso decretó -el pasado 18 de octubre- el estado de excepción a escala nacional debido a la inseguridad. Pero en las siguientes tres semanas se registraron 110 asesinatos, 42 de ellos solo en Guayas.
Ecuador vive una nueva ola de violencia en las calles solo comparable con los niveles registrados en 2012. Además, el 2021 se convirtió en el primer año en que la violencia criminal (61%) ha superado a la violencia interpersonal (39%), cuando ambos indicadores iban a la par.
¿Qué pasó en el país para que los niveles de violencia crezcan nuevamente? Plan V habló con fuentes reservadas que han seguido este fenómeno por meses y ahora revelan los principales hechos de la última década y los más recientes que han impactado en este contexto.
Una delincuencia local, pero no por mucho tiempo
El primer hito que identifican las fuentes sucedió entre 2009 y 2010 con la salida de la Base de Manta. Además del control de los puertos y la salida de cargamentos ilícitos, la Base era un gran apoyo para las investigaciones policiales. Por ejemplo, la Unidad de Investigaciones Especiales (UIES) -una instancia élite de la Policía- estaba dedicada a las pesquisas del crimen organizado. Era un apoyo logístico, pero también informativo por las fuentes que manejaba. Tenía capacitación estadounidense. Pero el exmandatario Rafael Correa ordenó su eliminación en 2009.
Estados Unidos dejó la Base de Manta en septiembre de 2009. Un año antes, la Asamblea Constituyente prohibió la presencia de bases extranjeras en territorio ecuatoriano. Foto: Archivo EFE
Cuando esta unidad y otras desaparecen junto a la Base de Manta, la capacidad de Inteligencia y de investigación decayó, según las fuentes consultadas por este este portal. Esas labores fueron retomadas por otras unidades. Pero en los siguientes años, los homicidios disminuyeron porque -a decir de los entrevistados- hubo controles para el porte de armas de fuego. En la actualidad, el 73% de las muertes violentas se producen por armas de fuego.
En materia de seguridad, durante el mandato de Correa se consolidó un modelo desconcentrado en unidades de policía comunitaria presente en las distintas parroquias, barrios o localidades. Desde el 2012 se registró un descenso de la violencia. El robo de carros, motocicletas y accesorios, las extorsiones, etc, ocurrían a escala local. No había necesidad de una “violencia instrumental”, es decir aquella violencia que usan grupos o asociaciones delictivas para controlar un territorio. Estos grupos eran atomizados y dispersos.
Ese fue el origen de bandas como Los Choneros o Los Queseros, cuyo ámbito primero fue local. Las fuentes explican que aún no se trataban de organizaciones con estructuras, jerarquías y lógicas empresariales, como lo son ahora. Explican que hasta el 2016, Ecuador tuvo un flujo de delitos que se encontraba dentro de un umbral normal.
2016: el terremoto aceleró la expansión
Pero en la línea de tiempo hubo un factor decisivo para que el contexto cambie: el terremoto de 2016. Por la catástrofe, todo el Estado se asentó en la Costa, específicamente en Manabí, la provincia más afectada. De esa manera, según las fuentes, esto derivó en el desplazamiento de las bandas delictivas como Los Choneros, cuyo nombre hace referencia al cantón manabita Chone.
“Y obviamente frente a los obstáculos que se presentaban en todo el sector Costa lo que hicieron es trasladarse hacia zonas donde no había afectación. El primer lugar fue Guayaquil”, aseguró una fuente. Entre 2016 y 2019, estos desplazamientos provocaron un aumento de la violencia. Hubo una proliferación de organizaciones delictivas que estaban actuando sobre territorios donde había otras bandas con dominio local. Esto sucedió sobre todo en lugares como el Guasmo, Portete, 9 de Octubre, en la ciudad Guayaquil; o en Babahoyo, Quevedo, Buena Fe, en la provincia de Los Ríos.
Una vez terminada la emergencia del terremoto y la salida de los centros de mando de las instituciones en Manabí, las bandas de esa provincia que se desplazaron a nuevos territorios se quedaron allí y alcanzaron un mayor control territorial, aumentaron su logística y miembros. A partir de ese momento, todas las organizaciones delictivas entraron en disputa.
En este contexto, el papel de alias Rasquiña, exlíder de Los Choneros que fue asesinado en diciembre de 2020, fue decisivo. Él agrupó a las bandas locales que estaban dispersas y él asumió el mando máximo. “Él fue el pionero en cuanto a generar vinculaciones con otras organizaciones”, dijo un investigador.
A ello se suma un hecho más. Entre 2015 y 2016, el Gobierno llegó a un acuerdo con los Latin Kings para reintegrarlos a la sociedad, ofreció no perseguirlos y los reconoció como nación. “Pero ellos nunca abandonaron su noción de organización delictiva. Si bien tienen una estructura jerárquica, tienen un mayor desarrollo como red y una lógica delictiva que incluye lazos de familia”. Sus operaciones trascendieron hasta España.
El exministro del Interior, José Serrano (camiseta amarilla), junto con los Latin Kings. Foto: Publicada en MilHojas.is
La evidencia de esto, dicen los expertos, es el líder de los Lagartos. Geovanny Mantilla, mejor conocido como alias ‘Gorras’, fue un Latin King y su pandilla eran los ‘Gorras’ en Guayaquil. Fue detenido en 2015 y en la cárcel reunió a las personas con enfermedades terminales y a quienes tenían sentencias por sicariato, asesinatos y drogas. Alias ‘Gorras’ empezó a ofrecer dos servicios: protección y muerte por encargo, según las fuentes.
Cuando un grupo de miembros de esta banda salió libre, replicaron este modelo en las calles de Guayaquil. Luego se unieron a Los Lagartos, otra banda que ya tenía una fuerte presencia en Guayaquil. Alias ‘Gorras’ pasó al mando de Los Lagartos tras la brutal muerte de alias Cubano, de la banda Los Cubanos, en la cárcel de Latacunga, en 2019. Los Lagartos eran el principal enemigo Los Choneros, que disputaban el control del Puerto Principal. Las fricciones entre estas agrupaciones elevaron las cifras de homicidios. Alias ‘Gorras’ falleció en 2020 con Covid.
Diferentes operativos capturaron a los principales integrantes de estas organizaciones, pero en las cárceles volvieron a replicar su modelo. “No cambiamos su lógica. Solamente ubicamos a sus líderes en un solo sitio y las estructuras se mantuvieron y se fortalecieron”, dijo la fuente. Estas bandas -que se iniciaron en el robo de autos, extorsiones y en el microtráfico- pronto incursionaron en el narcotráfico, un vínculo que se aceleró también después del terremoto.
Cuando el narcotráfico toca las puertas de las bandas locales
“El 2016 puso a Ecuador en el mapa del delito”, dicen las fuentes. Aseguran que los narcotraficantes colombianos miraron a Ecuador como un territorio para expandir su negocio: ofrecía zonas y rutas asequibles para el transporte de los cargamentos ilícitos y había organizaciones locales que podían ayudar en el tránsito directo de la droga. Antes de este cambio, la droga salía principalmente por San Lorenzo, Esmeraldas, pero era más dificultoso y caro.
Ecuador se encuentra en una zona de más fácil acceso al mar, tiene una economía dolarizada y existían subsidios a la gasolina, por eso era más barato enviar embarcaciones hacia el Caribe. Ecuador además está cerca de las zonas más productivas del sur de Colombia. Esas características atrajeron a los grupos narcotraficantes colombianos que ya tenían una relación desde años con las bandas locales de la frontera norte. Los ecuatorianos ofertan servicios para ese negocio hasta el punto de que ahora Guayaquil es un centro de procesamiento de droga: reciben la pasta base -que es la sustancia intermedia- y de ahí elaboran el clorhidrato para su comercialización.
Aseguran que los narcotraficantes colombianos miraron a Ecuador como un territorio para expandir su negocio: ofrecía zonas y rutas asequibles para el transporte de los cargamentos ilícitos.
Los Choneros, Lagartos y Cubanos entraron a disputar el negocio y los primeros en caer fueron los Cubanos. Esta banda controlaba Santa Elena y Machala. Después de que sus líderes fueron asesinados a lo largo de los años, alias Rasquiña los invitó a sumarse a Los Choneros y los que no aceptaron, fueron eliminados. Aunque no dominaron todo el perfil costanero por la presencia de Los Lagartos, el brazo armado de Los Choneros se extendió desde Esmeraldas hasta Huaquillas.
Los Ñetas, al igual que los Latin Kings, fue una de las primeras bandas en el país. Ellos fueron el origen de los Chone Killers, agrupación que saltó a la luz después de la primera masacre del 2021 que ocurrió el 23 de febrero. Es una de las facciones de Los Choneros que se separó de la banda principal a raíz del asesinato de alias Rasquiña, quien los sumó a su agrupación como su cuerpo de sicarios.
Dada la gran extensión territorial de Los Choneros, alias Rasquiña hizo lo que cualquier administrador habría hecho: crear subdivisiones territoriales y nombrar comandantes que respondan a su mando. Pero entre estos grupos también hicieron alianzas con el fin de dominar los negocios del narcotráfico y microtráfico, que aumentaron y se volvieron más rentables en la pandemia. Hasta septiembre pasado, la Policía incautó 131,1 toneladas de droga, una cantidad que ya superó lo decomisado en todo 2020.
Después de la muerte de Rasquiña, al interior de Los Choneros creció un malestar: la repartición de las ganancias de los negocios. “Porque malo bien cuando tenían la misma estructura o la misma cabeza estas tenían un cierto control y una repartición media equitativa, pero obviamente cuando murió la cabeza cada uno trató de ver por sí mismo”, relató la fuente. Eso produjo la separación de todos los brazos armados, aunque después hicieron coaliciones como los Tiguerones y Los Lobos, los Chone Killers con los Latin Kings y otros líderes se quedaron solos. En la actualidad, hay 12 organizaciones identificadas que trabajan en dos alianzas. Solo en Los Choneros, se estima que llegan a los 15.000 miembros sin contar aquellos que están en las cárceles.
Alias Rasquiña salió de la cárcel de Latacunga en junio de 2020. Seis meses después fue asesinado en Manta.
Los Lagartos -cuando se vieron asediados por la capacidad de Los Choneros- mandaron a matar al líder de Los Choneros, a Rasquiña, dijo la fuente. La razón: buscaban recuperar el control del Puerto de Guayaquil para poder abastecer a sus clientes mexicanos, el cartel Jalisco Nueva Generación (JNG). Los Choneros, dice la misma fuente, trabaja con Sinaloa, cartel contrario a JNG.
“Lo que nunca se imaginaron es que después de la muerte de Rasquiña se iba a producir una desestabilización en toda la estructura y a matarse contra ellos”, agregó. Solo en 2021 se han registrado casi 250 muertes en las cárceles en riñas entre Los Choneros. En Guayaquil, las muertes violentas suman 739 hasta el 31 de octubre y 204 en el resto de la provincia del Guayas. De esa cantidad, 628 son muertes por violencia criminal, es decir contra personas que tenían un grado de liderazgo y son objetivos de las estructuras criminales.
Pero los mexicanos y colombianos vieron esa desestabilidad como una amenaza a su negocio. Según la fuente investigadora, esas organizaciones internacionales han incrementado -desde hace dos años- su número de emisarios en Ecuador para regular la situación. Su arribo ha aumentado el flujo económico para el incremento de otros negocios conexos como el tráfico de armas desde Perú.
El nivel de violencia que vive Ecuador responde a una construcción histórica desde el 2010. Para las fuentes, sin embargo, el terremoto y la pandemia solo aceleraron este camino al que al parecer estaba destinado el país y que ahora asola comunidades completas.
[RELA CIONA DAS]
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