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6 de Febrero del 2017
Historias
Lectura: 14 minutos
6 de Febrero del 2017
Susana Morán
El agua que no preocupa a los candidatos
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En el Ecuador el 64% del agua en ecuador es usado para el riego.

 

Ecuador tiene una de las tasas más alta de disponibilidad de agua por habitante. Pero hay zonas donde el acceso es limitado. A esto se suma la contaminación de los ríos a donde van las aguas sin tratamiento. Este es uno de los principales problemas para el país, según los expertos consultados. Estos temas aparecen de forma escasa en los planes de Gobierno de los presidenciables y en sus apariciones públicas. Esta es la cuarta entrega de la serie “Los agujeros negro de la campaña”.

El triste caso de un país rico llamado Ecuador

Los expertos coinciden: Ecuador es un país rico en recursos hídricos. Pero también concuerdan en que existen graves problemas que ponen en riesgo esta riqueza. Un ecuatoriano, por ejemplo, dispone en promedio de 43.500 metros cúbicos al año, cuando la media mundial es de 7.700 m³. Tal abundancia se debe a la ubicación geográfica del país. Juan Calles, ecólogo acuático, explica que existen dos aspectos importantes: el agua que viene desde la Amazonía; y el agua que fluctúa según la temperatura del océano (fenómeno del Niño que provoca más lluvia y de la Niña que trae épocas de sequía).

Pero los promedios generales no cuentan toda la historia. Ecuador aunque tiene una disponibilidad de agua envidiable, hay zonas con preocupante escasez del recurso como los valles centrales de Salinas, la zona seca de Guayllabamba, las provincias de Chimborazo, Cotopaxi y Tungurahua, según Calles. Eso depende de cuánta lluvia cae en cada zona y cuántas personas viven. En las regiones de la Costa y la Sierra la cantidad de agua puede disminuir de 7.000 a 9.000 m³ por habitante al año. “Llueve menos en esta zona y hay más gente”, agrega el experto. Pero en la Amazonía, un habitante puede llegar hasta tener 100.000 m³. La Secretaría  del Agua (Senagua) puntualiza que en la vertiente del pacífico se concentra el 88% de la población y 27% del recurso hídrico nacional; y en la vertiente amazónica 12% de la población y 73% del agua.

“En el Ecuador quienes dan el agua potable a la gente son la gente, no son los municipios. Hay 7.000 organizaciones de juntas y 3.500.000 personas que no reciben agua potable de un municipio”.

Rossana Manosalvas, bióloga

Esta variación de disponibilidad versus población explica algunos problemas que tiene el país con este recurso natural. El primero de ellos son los conflictos locales. Para el ecólogo Juan Calles, no hay suficiente información sobre los caudales de los ríos y se otorgan concesiones por mucha más agua que la que tiene el río.

En el caso de las grandes ciudades ocurre otra situación. Por ejemplo en Quito para cubrir el aumento de la demanda se construyó el proyecto de agua potable ríos orientales que busca trasvasar hacia la capital las aguas de los ríos del sector de Papallacta y Antisana. La bióloga Rossana Manosalvas lamenta que los proyectos estén calculados para abastecer el consumo y no para disminuirlo. “Se piensa mucho en la oferta y se trabaja muy poco en la demanda”. En Quito hay un consumo de agua de 700 litros por persona diarios. “Eso es exorbitante”, exclama. En su opinión, la falta de sensibilización y de campañas para cuidar el agua es uno de los pendientes. Según cifras oficiales, el 70% del recurso se desperdicia en el país.

Pero una de las principales preocupaciones es la contaminación del agua y su calidad para el consumo humano. En el 2011 el mismo Gobierno estableció que el tratamiento de aguas residuales estaba apenas en el 1%. Con excepción de Cuenca, el resto del país sigue enviando sus desechos directamente a los ríos, según los expertos consultados por Plan V. “Casi todos los ríos que pasan por la Sierra están contaminados”, dice el ecólogo Juan Calles. El río Machángara es quizá uno de los retratos más avergonzantes que tiene la capital. Pero lo mismo sucede alrededor de Santo Domingo por la producción agrícola y la presencia de de chancheras, varios ríos de la cuenca del Guayas, el río Cutuchi en Latacunga, como algunos ejemplos. “Quito está por inaugurar una planta en Quitumbe: va a alcanzar a tratar 100 litros por segundo, pero Quito produce más de 7.500 y 8.000 litros por segundo en aguas residuales”, dice Calles.

“En Quimsacocha no habrá minería, puedo dar mi palabra. Primero tendrán que pasar por por cientos de vidas humanas”.

Carlos Pérez, presidente de la Ecuarunari

Asimismo Rossana Manosalvas, bióloga, afirma que toda la contaminación de una gran ciudad como Quito puede llegar hasta Esmeraldas. “No hay una política nacional que diga se hace porque se hace. Y hay tecnología verde para hacerlo”. Mientras que Carla Cárdenas, abogada ambiental, agrega que la principal causa de infecciones de vías urinarias en las mujeres es la mala calidad del agua. En el Ecuador 7 de cada 10 personas tiene acceso al agua potable, pero en la zonas rurales el déficit es mayor: 5 de cada 10 habitantes. En alcantarillado la situación es más radical: 2 de cada 10 personas en las zonas rurales disponen de este servicio.

Otro tema que inquieta es el cuidado de las fuentes hídricas. De esto conoce bien Carlos Pérez, presidente de la Ecuarunari. Su bandera durante los últimos 15 años ha sido defender el cerro de Quimsacocha, ubicado en Azuay, de la explotación minera. ¿Cuál es su riqueza? Pérez la describe así: “Cuenca (capital de Azuay) es la ciudad de los cuatro ríos, dos de ellos nacen en Quimsacocha: el Yanuncay e Iris. Hay 13 microcuencas que los alimentan y hay más de 800 adjudicaciones de agua para riego y consumo humano. Abastece a 250.000 personas”. Explica que el proyecto minero, que se encuentra aún en fase de exploración, está a 3.500 metros de altura y la población a 2.500 y 2.600 metros. “Habrá contaminación a menos que (Rafael) Correa cambie la gravedad”. Pero se apunta como una victoria la reciente resolución del Consejo Cantonal de Cuenca de declarar libre de minería al cantón

Sin embargo, al líder indígena le preocupa los cinco mega proyectos mineros San Carlos Panantza, Loma Larga, Río Blanco, Mirador y Fruta del Norte. “En el Ecuador estamos en la bisagra entre no ingresar al despeñadero o lanzarnos a él”. Según sus cálculos, el 8.4% del país está concesionado o listo para subastarse. Afirma que en todas las provincias de la Sierra, excepto Tungurahua, hay concesiones mineras. “Mi padre me dijo: ahí está el agua y bajo esas lagunas está el oro. Decide: agua u oro. Eso es lo que los ecuatorianos tenemos que decir: la vida o la muerte”.

El agua que no preocupa a los candidatos

Cuando se trata de agua, el tema es escaso en esta campaña presidencial. Las pocas declaraciones públicas se han centrado en la minería y su afectación al ambiente. El candidato Guillermo Lasso (CREO) ha afirmado que revisará los convenios. Cynthia Viteri (PSC) se ha comprometido a suspenderlos “si atentan contra lo fundamental que es la vida” y Paco Moncayo (ID) ha dicho no a la minería de gran escala en las fuentes de agua.

Pero al analizar los planes de gobierno esta escasez del tema salta de nuevo. Dos de los seis candidatos a la Presidencia no hacen una sola propuesta. Se trata de Iván Espinel y Dalo Bucaram. Patricio Zuquilanda (PSP) hace una brevísima mención para decir que, entre otras normativas, reformará la Ley de Aguas. En el siguiente escalón se encuentra Viteri, quien aspira a dotar de agua potable a las poblaciones y a descontaminar los ríos. El resto de candidatos hacen propuestas en al menos tres temas relacionados con el agua. Al analizar las ofertas, la protección de las fuentes es la que más aparece aunque no mencionan cómo lo lograrán. Asimismo solo tres aspirantes identifican como un problema el tratamiento de las aguas residuales. Lenín Moreno (AP) es el candidato con más ofertas donde se menciona específicamente el agua. En el resto de planes, este tema se diluye en los apartados que se acercan a lo ambiental.

Dos de los seis candidatos a la Presidencia no hacen una sola propuesta sobre el tema del agua. Se trata de Iván Espinel y Dalo Bucaram.

Quienes más han impulsado el debate verde en estas elecciones ha sido el colectivo Yasunidos. Han buscado que los candidatos se comprometan con siete temas, entre ellos a proteger los bosques, reducir la deforestación y promover políticas estrictas para la mitigación del cambio climático. Los únicos candidatos que no lo firmaron fueron Moreno y Espinel. Yasunidos también calificó a los presidenciales según los compromisos que ha manifestado sobre el medio ambiente en sus redes sociales, entrevistas, debates. En esta evaluación, En el “compromisómetro”, Paco Moncayo logró la mejor calificación, seguido de Dalo Bucaram y Cynthia Viteri.

El Encuentro por el Agua y la Pachamama fue otro medidor. Tuvo lugar el pasado 4 y 5 de enero de este año. Estuvieron delegaciones de Perú y Bolivia.  El objetivo de la cita, organizada por la Ecuarunari, fue declarar a las fuentes de agua libre de minería y para exigir la consulta previa en esas zonas. Fueron invitados los ochos candidatos presidenciales, pero ninguno asistió. Guillermo Lasso y Paco Moncayo enviaron una carta con su compromiso.

En los candidatos a la Asamblea, Alfredo Carrasco, del movimiento Concertación, es uno de los que promueve el tema ambiental. Cree que no tratar el tema del agua es una falta de visión de país. Carrasco, quien además es geólogo, llama a su propuesta “un ambiente en serio. “No podemos planificar un país próspero sin mejorar la gestión de su territorio, sus cuencas hidrográficas, sus bosques y todo el aparato socioeconómico que en ellos existe”. Entre sus propuestas está establecer la figura legal del “fraude ambiental” para sancionar las obras públicas realizadas sin considerar el cambio climático, volcanismo y otras amenazas naturales.

Una panorámica mundial

“¿Habrá agua suficiente para cultivar alimentos en el año 2025, cuando la Tierra tenga –según se estima– casi 8.000 millones de habitantes?”. La pregunta se la hicieron dos de los más importantes centros de estudio sobre el agua: el Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias de Washington y el Instituto Internacional para el Manejo del Agua de Sri Lanka.  En su estudio “Panorama global de agua hasta el año 2015”, la respuesta depende de las acciones que se tomen para impedir lo que llaman “una crisis inminente”.

“El desarrollo del agua es la base de la seguridad alimentaria, el sustento de los pueblos, el crecimiento industrial y la sostenibilidad ambiental en todo el mundo”, Instituto Internacional para el Manejo del Agua.

Lo cierto es que si las políticas, la demanda y las inversiones en agua y alimentos se mantienen sin variantes hablar de crisis del agua es una posibilidad real. Según sus proyecciones (analiza el periodo 1995-2025), para el 2025 la extracción de agua para diversos usos (doméstico, industrial y ganadero) habrá aumentado en al menos un 50 por ciento. Mientras que el consumo de agua con fines domésticos, industriales y ganaderos —es decir todo el consumo con excepción del riego—registrará un fuerte aumento de un 62%.  “A medida que aumenta la demanda de agua de todos los usuarios, se va agotando el agua subterránea, se contaminan y degradan otros ecosistemas acuáticos, y resulta cada vez más costoso desarrollar nuevas fuentes de agua”.

En la actualidad, dice el documento, en todo el mundo se riegan unos 250 millones de hectáreas y más de 1.000 millones de personas carecen de agua segura suficiente para cubrir sus niveles mínimos de salud e ingresos. En los países en vías de desarrollo esta demanda será aún mayor. La extracción crecerá en un 27%, el consumo doméstico un 90% y la demanda potencial para riego crecerá un 12%. El Informe de las Naciones Unidas sobre los recursos hídricos en el mundo 2015 es más radical: en 2030 el mundo tendrá que enfrentarse a un déficit mundial del 40% de agua en un escenario climático en que todo sigue igual. Y cita:  “La crisis hídrica mundial es una crisis de gobernanza, mucho más que de recursos disponibles”.

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