
Foto: Luis Argüello
El cineasta Pocho Álvarez sostiene que el tema de la presencia de los migrantes cubanos en Ecuador debe ser analizado por toda la sociedad.
El ‘Pocho’ Álvarez grita, a través de su cámara, la realidad de los cubanos migrantes en Ecuador. También denuncia la incapacidad del Estado y la sociedad ecuatoriana de respetar y poner en práctica los principios consagrados en la Constitución que se refieren a la libre movilidad y la ciudadanía universal. El documental Migrantes, los otros nosotros –cubanos- evidencia que en Ecuador se discrimina.
Durante poco más de 14 minutos, el documentalista ecuatoriano expone al espectador a una realidad que incomoda, que duele: la presencia de migrantes cubanos en territorio ecuatoriano. Según cifras de la Cancillería, entre el 2008 y fines del 2015 cerca de 40 000 personas provenientes de Cuba habrían ingresado al país. Paradójicamente, el Pocho “tropezó” con esta realidad fortuitamente. Lo hizo gracias a la Unidad de Gestión de Movilidad Humana, del Gobierno de Pichincha. “Es una iniciativa de una política local inédita. Esto llama la atención porque es como una isla en un mar tempestuoso”, dice.
Según cifras de la Cancillería, entre el 2008 y fines del 2015 cerca de 40 000 personas provenientes de Cuba habrían ingresado al país.
El documentalista se refiere a un proyecto que atiende las historias de vida con que se encontró durante el transitar junto a la cámara. Algo que él describe como una realidad no muy alegre del equinoccio. “La presencia de los migrantes nos revela cuál es el carácter de este Estado y la sociedad, y es doloroso. El gobierno central rompe la Constitución, eleva muros y establece trabas a la migración de los cubanos. Eso, como política de Estado, significa una violación flagrante no solo de los derechos humanos de esas personas, sino de la Constitución que reconoce la ciudadanía universal y la libre movilidad. Esa hipocresía política hay que gritarla. Esa oscuridad hay que romperla con la luz de quienes trabajan el tema y con la voz de los migrantes”.
Precisamente es a través de la voz de los cubanos que el Pocho narra el viacrucis que padecen en suelo ecuatoriano. Lo que significa ser rechazado por ser extranjero y el desamparo político. Según Pocho, lo que más duele es que en nueve años se ha construido una política xenófoba y de desprecio al migrante desde el Estado y la sociedad. Y da ejemplos.
“En muchos enlaces ciudadanos se responsabiliza a los extranjeros de impedir el desarrollo. Por ejemplo, Rafael Correa cita y lapida a Carlos Zorrilla (ecologista) por ser cubano-americano que se conecta al exterior en inglés y señala, ‘hasta cuándo vamos a permitir eso’. También juega con el chantaje a los médicos locales. ‘Ustedes no acatan mi voluntad omnímoda, mis leyes, no hay problema, están despedidos’, y traen 3 000 médicos cubanos. Es una política de poner en contra a la migración”, comenta.
Otra de las pruebas para sostener que los cubanos han sido discriminados sistemáticamente por este Gobierno es el anuncio, en noviembre de 2015, de la aplicación de visa para ingresar al país.
Otra de las pruebas para sostener que los cubanos han sido discriminados sistemáticamente por este Gobierno es el anuncio, en noviembre de 2015, de la aplicación de visa para ingresar al país. En el documental, los migrantes denuncian que para impedir su libre tránsito se les impuso el visado más caro del mundo. Deben pagar 450 dólares para solicitarlo y ya hay casos denegados. La cámara de Álvarez pretende mostrar eso: la necesidad que tiene la gente de gritar el desprecio del cual es objeto; de sentirse acosados, perseguidos y estigmatizados.
“Si el arte pudiera cambiar la realidad, otro sería el cantar. Pero sí contribuye a generar conciencia. Aspiro a que el documental genere más luz respecto de nosotros y el gobierno que tenemos”, confía Álvarez.
Desde el pasado 14 de febrero el corto documental circula en Internet a través de YouTube. A una semana de su publicación cuenta con más de 11 280 reproducciones. “El video ha generado polémica y ha conmovido. Muestra ese otro nosotros que llora, que duele. Nadie puede estar exento del dolor del vecino, por más que este no sea bien querido”, dice el cineasta.
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