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27 de Junio del 2016
Historias
Lectura: 25 minutos
27 de Junio del 2016
Gonzalo Ortiz Crespo

Escritor, historiador, periodista y editor. Ex vicealcalde de Quito. 

El día que oímos crujir las puertas de la historia

Más de cinco mil millones de dólares invirtió Panamá en la ampliación del canal interoceánico que comunica el Atlántico con el Pacífico. 

 

¿No oyeron crujir los goznes cuando se firmó en La Habana el acuerdo de cese al fuego permanente y definitivo entre el Gobierno de Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FARC)? ¿Y cuando los votantes del Reino Unido decidieron dejar la Unión Europea? ¿Y cuando la mayoría de los países de la OEA decidió proseguir el trámite de aplicación de la Carta Democrática Interamericana a Venezuela? ¿Y cuando, por último, un barco pasó de incógnito del Atlántico al Pacífico inaugurando de hecho la ampliación del canal de Panamá, antes de su inauguración oficial el domingo 26?

Hay días como esos en que es posible oír cómo crujen las puertas de la historia. Son pocos, pero los hay. Y uno de esos fue el jueves 23 de junio cuando, en Europa y América, sucedieron cosas trascendentales, algunas positivas y otras no, que implican giros en la dirección en que marchaban países o regiones enteras.

¿No oyeron crujir los goznes cuando se firmó en La Habana el acuerdo de cese al fuego permanente y definitivo entre el Gobierno de Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FARC)? ¿Y cuando los votantes del Reino Unido decidieron dejar la Unión Europea? ¿Y cuando la mayoría de los países de la OEA decidió proseguir el trámite de aplicación de la Carta Democrática Interamericana a Venezuela? ¿Y cuando, por último, un barco pasó de incógnito del Atlántico al Pacífico inaugurando de hecho la ampliación del canal de Panamá, antes de su inauguración oficial el domingo 26?

Todos son cambios radicales en la forma en que se estaban haciendo las cosas.

El acuerdo para el fin del conflicto


En La Habana se selló la paz entre el Gobierno de Bogotá y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. 

Un exorcismo al recurso a la violencia y la crueldad es el acuerdo firmado por el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, y el líder de las FARC, Rodrigo Londoño (nom de guerre Timochenko). Nada más simbólico que el “balígrafo” (un bolígrafo en forma de bala) que le regaló Santos a Londoño: en vez de balas, la palabra escrita, el razonamiento, el diálogo, la discusión si se quiere, el debate, el enfrentamiento de ideas, pero no los tiros, la metralla, las minas antipersonales, los secuestros extorsivos, el reclutamiento de niños, las masacres.

Luego de 52 años de conflicto armado, luego de 225.000 muertos, luego de casi siete millones de desplazados y de miles de desaparecidos, de dos años de conversaciones secretas y de casi cuatro de conversaciones públicas, es la primera vez que la guerrilla de las FARC se compromete a un cese al fuego bilateral y definitivo. Es la primera vez que acepta plazos. Desde que tomaron las armas jamás las FARC aceptaron dejarlas, hasta este 23. Desde que empezaron a transitar la roja ruta de la violencia jamás las FARC renunciaron a su uso, hasta este 23. Desde que se sublevaron, jamás aceptaron la institucionalidad del Estado colombiano, hasta este 23.

Desde que tomaron las armas jamás las FARC aceptaron dejarlas, hasta este 23. Desde que empezaron a transitar la roja ruta de la violencia jamás las FARC renunciaron a su uso, hasta este 23. Desde que se sublevaron, jamás aceptaron la institucionalidad del Estado colombiano, hasta este 23.

Por eso el acuerdo es histórico, porque, aunque es verdad que no es ya el fin de la guerra, es el principio del fin y esta puede llegar a corto plazo. Tal vez no el 20 de julio, como desea Santos, pero sí para agosto o septiembre, pues ya empiezan a correr plazos, primero para entregar los explosivos y el armamento hechizo (60 días) y luego (180 días, en tres fases) para la dejación de armas, todo con un sistema verificable, al cuidado  de la ONU, cuyo secretario general Ban Ki-moon estuvo presente en la firma en La Habana, de la que fueron también testigos los gobiernos que han seguido el proceso (Cuba y Noruega como garantes, Chile y Venezuela como acompañantes, México, República Dominicana, El Salvador, y hasta los propios EEUU, como países interesados).

Me ha llamado mucho la atención el sesgo con el que en el Ecuador periodistas, analistas y el presidente Rafael Correa han tomado la noticia; con dudas sobre si se cumplirá o no el acuerdo e incluso con afirmaciones contundentes, como las de Correa de que “un cuarto” de los guerrilleros no aceptará la reinserción en la sociedad y formará bandas criminales “como sucedió con los paramilitares”. Ceguera que iguala a guerrilleros, gente de izquierda convencida o adoctrinada de la revolución por la vía de las armas, con paramilitares que no eran sino delincuentes alquilados por los terratenientes. Equivocada sí, por supuesto, pero convencida. Apuesto a que no será “un cuarto” sino un grupo muy minoritario que no acepte reinsertarse. Si fuera como Correa y ciertos analistas opinan, las FARC no habrían podido controlar su máquina de guerra y violencia estos últimos once meses, pues es desde julio de 2015 que han mantenido el cese al fuego unilateral (correspondido por las fuerzas armadas del Estado colombiano con una reducción de sus acciones ofensivas lo que, en conjunto, ha significado la más grande disminución de acciones bélicas y de víctimas de los 52 años previos).

Un logro de Santos que no se ha destacado suficientemente es que las FARC acepten la vía del plebiscito, en el que los colombianos puedan decir que sí o no a lo firmado en La Habana. Con esto, las FARC abandonaron la tesis de la asamblea constituyente que hasta la semana antepasada sostenían. Con el acuerdo de paz, que está tan cerca, empezará la concentración de los guerrilleros en 23 zonas predeterminadas y la dejación de las armas, que serán recibidas por la ONU, para fundirlas y hacer tres monumentos, uno para la sede del organismo, otro para La Habana y otro para un lugar por determinar de Colombia.

Lo que toca después de este gran triunfo, a las fuerzas políticas de nuestro vecino del norte, a su empresariado y al pueblo colombiano en su conjunto, es reconciliar esa Colombia profunda y salvaje, donde nacieron las FARC en 1964 encabezadas por Manuel Marulanda como reacción a los abusos de los terratenientes, con la Colombia sofisticada que ha vivido de espaldas al drama de esas amplias zonas rurales. Fue la secular ausencia del Estado, con la delegación de su poder en los caciques locales, la que lo permitió, y de esa misma ausencia nacieron el paramilitarismo; los cultivos y laboratorios de coca; la terrible guerra civil prolongada por tanto tiempo. Ahora

Colombia es más rica, más organizada, cuenta con más medios tecnológicos y logísticos, y no se podrá permitir el lujo de dejar abandonadas de nuevo sin Dios ni ley a esas tierras. Cumplir los mecanismos acordados para dar acceso a la tierra a los campesinos pobres, la justicia, la lucha contra el narcotráfico, el desminado y la búsqueda de desaparecidos será crucial para eliminar la ley de la selva.

Entonces las FARC podrán, transformadas en un partido político, confrontar sus ideas y proyectos en el foro público, sometidos a la voluntad soberana de los ciudadanos sin recurrir a la violencia asesina.

El voto británico para dejar la UE


Una apretada mayoría de votantes británicos resolvió la salida de su país de la Unión Europea. 

El resultado del referéndum sobre la permanencia o no en la Unión Europea (UE) del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte no fue tan sorpresivo. En este mismo ciberespacio lo dije la semana pasada: el brexit podía ganar, según las encuestas, y resultaron fallidas las esperanzas de la remontada del Remain sobre la hora, alimentadas, en parte, por el rechazo de toda persona civilizada al asesinato por un fanático desequilibrado de la parlamentaria laborista Jo Cox y, en parte, por la creencia de que, en el último momento, los indecisos se inclinarían por evitar el riesgo que implicaba salir de la UE, riesgo que, según la campaña por permanecer en la UE, iba a costar a cada familia 6.200 libras esterlinas al año.

Finalmente, el Leave logró el 51.9% de los votos, 1’269.000 voluntades más que el Remain que alcanzó el 48,1% de las papeletas. El primer ministro británico, David Cameron, reconoció su derrota y ha anunciado su dimisión para octubre. Él fue el principal responsable de esta situación porque para ganar las elecciones en 2013 prometió que antes del 2017 haría el referéndum sobre seguir o no en la UE, y porque, aunque hizo campaña por permanecer en ella, la llevó tan mal que fue contraproducente. Igual habría que decir del líder de los laboristas Jeremy Corbyn, que solo se pronunció claramente por quedarse en la UE en la última semana de campaña. En resumidas cuentas, los pronunciamientos de Cameron en la campaña venían a decir que la UE no es tan gran cosa pero que salir de ella sería peor, lo que no es precisamente algo para entusiasmarse. El Project Fear, como se llamó a la campaña del miedo, tampoco resultó. Mucha gente no creyó la cifra de 6.200 libras anuales, porque les parecía no solo muy alta, sino muy precisa y prefabricada. Si los conservadores y laboristas hubieran hecho una campaña más positiva y enérgica, probablemente habrían convencido a ese 2,5 % que necesitaban para ganar.

El brexit fue una lección para Hillary Clinton en su enfrentamiento con Donald Trump, pero también para los candidatos que van a enfrentar el populismo y la demagogia de Alianza PAÍS en el Ecuador: la campaña negativa tiene sus límites y puede resultar contraproducente.

Esta es una lección para Hillary Clinton en su enfrentamiento con Donald Trump, pero también para los candidatos que van a enfrentar el populismo y la demagogia de Alianza PAÍS en el Ecuador: la campaña negativa tiene sus límites y puede resultar contraproducente. No se trata solo de atacar a los populistas, a sus políticas y de meter miedo a la gente: para lograr que alguien vote por uno hay que darle una ilusión, algo positivo por qué luchar. Los propagandistas de dejar la UE, con todas sus mentiras y desinformaciones, lograron crear un atractivo: liberar a Gran Bretaña de las cadenas que le habían colocado al entrar en la UE, rebelarse contra su tiranía y reclamar la antigua gloria británica como potencia independiente.

En efecto, según creen hoy los propios analistas de la Gran Bretaña, la mayoría de votantes más que a Europa misma lo que rechazaron fue a Bruselas, a una suerte de gobierno anónimo y burocrático sobre el que no tienen control; a las políticas de austeridad que les impuso la troika, con un gobierno conservador muy dispuesto a ello, y, en especial (las encuestas sobre el motivo del voto lo demuestran), a lo que consideran el deseo de Europa de inundar con inmigrantes al Reino Unido.

Los votantes se dejaron convencer por los populistas que atizaron el miedo a la inmigración y a la pérdida progresiva del carácter británico de sus islas y de la autonomía política. Curiosamente, son los mismos motivos de subempleo, nativismo, populismo, rechazo a los inmigrantes, que han proyectado a Donald Trump a ser el virtual candidato republicano a la presidencia de EEUU.

Resultó chocante que el jefe del partido independentista, Nigel Farage, dijera que el 23 de junio era el día de independencia de Gran Bretaña, la que se había logrado “sin disparar un solo tiro” a días de que habían cosido a tiros y cuchilladas a Jo Cox.

Los análisis posteriores del brexit muestran que las generaciones mayores votaron por un futuro que las más jóvenes no quieren: según una encuesta de la empresa de investigación de mercado YouGov, 64% de los británicos de entre 18 y 24 años preferían quedarse en la UE. Teniendo en cuenta la esperanza de vida y que este no parece un proceso fácilmente reversible, pasarán el resto de su vida, casi 70 años, fuera de ella. En cambio, 49% de las personas entre 50 y 64 años y 58% de las de más de 65 votaron por la salida de la UE.

También hay una cuestión geográfica: las zonas más pobres votaron por dejar la UE; las más ricas, por quedarse. Por eso la marcada diferencia entre Londres y el resto del país. Incluso hay una teoría sobre la propensión al autoritarismo: aquellos que están por la pena de muerte en Gran Bretaña tenían 70% más probabilidades de votar por el Leave.

La gravísima decisión de los votantes ingleses ha hecho que, en Escocia, donde ganó claramente la opción de quedarse en la UE, se esté preparando un nuevo referéndum para mantenerse en ella, lo que implica una fractura en la Gran Bretaña. Es decir, para la Gran Bretaña salir de Europa es también quebrarse por dentro, no ser ese país unido por la fuerza, con que Inglaterra sometió hace siglos a sus vecinos, y que mantuvo por the common law, la costumbre y los intereses compartidos.

Aunque, como era previsible, se ha descartado el pedido del Sinn Fein de llevar a un referendo la salida de Irlanda del Norte del Reino Unido, las dos naciones, Irlanda del Norte y Escocia, que nada menos tienen sus propios equipos en las competencias deportivas europeas, están convencidas de que sus intereses son distintos de los de Inglaterra y Gales.

Lo que quede del Reino Unido tiene el trabajo monumental de construir nuevas relaciones comerciales con Europa, ya no como parte del mercado común, y mantener a la City como el centro financiero del mundo, cuando las fuerzas de gravedad de la economía van a concentrarse en otros centros, Frankfurt, por ejemplo, ya que los británicos no quieren jugar con las reglas del capitalismo europeo. La caída de la libra y de las bolsas de los países del capitalismo central es una muestra de las graves consecuencias que tendrá esta decisión de los votantes británicos.

¿Es este el comienzo del fin de la UE? Las elecciones en Francia y Alemania el próximo año, las de Italia en 2018 ¿no serán influenciadas por similares corrientes populistas y nacionalistas? Fue muy tarde para que este tema se manipulase en España, que tuvo este domingo 26 nuevas elecciones, a seis meses de las anteriores, pero soy de la opinión de que España jamás dejará Europa, luego de que durante varios siglos ansió pertenecer a ella y lleva en el alma la llaga de que se dijera que “Europa termina en los Pirineos”. Además, debe resolver el problema de Cataluña, más agudo incluso que el de Escocia dentro de Gran Bretaña.

El caso Venezuela llega a la OEA


Delegados de los 34 países del hemisferio discutieron la situación de Venezuela. 

Que los miembros del consejo permanente de la OEA hayan votado por permitir al secretario general del organismo Luis Almagro presentar su análisis de la situación de Venezuela y explicar las razones por las que cree que debe aplicársele a ese país la Carta Democrática Interamericana, es otro momento histórico.

El dictadorzuelo Nicolás Maduro, que persigue y encarcela a sus opositores, que acalla a los medios críticos y que tiene sumido a su país en una crisis económica sin precedentes ––con una inflación que probablemente excederá de 1.000% este año, una escasez pavorosa de medicinas y alimentos básicos, un clima de violencia absurdo y una impunidad indignante––, había logrado que la indiferencia y la apatía de los otros países miembros de la OEA soslayara el examen del caso de Venezuela. A eso se unió últimamente la ambición de la canciller argentina por llegar a ser secretaria general de la ONU, lo que hizo que ese país se olvidara de las promesas hechas por el presidente Mauricio Macri de apoyar la causa de la democracia en Venezuela.

Los insultos recibidos por Almagro no le hacen mella: es un hombre que sabe que está cumpliendo una misión más alta. Ahora viene un período de consultas, intercambios y diligencias sobre su informe.

Sin embargo, lo mal que cayó en la propia Argentina y en el resto del continente una posición tan oportunista, hizo que este jueves el presidente del consejo, el embajador argentino Juan José Arcuri, diera paso a la votación. Allí 20 países (Argentina, Barbados, Bahamas, Belice, Brasil, Canadá, Colombia, Costa Rica, Chile, EEUU, Guatemala, Guyana, Honduras, Jamaica, México, Panamá, Paraguay, Perú, Surinam y Uruguay) aceparon examinar el caso venezolano bajo el artículo 20 de la Carta de la OEA. Doce votaron no (Antigua y Barbuda, Bolivia, Dominica, Ecuador, El Salvador, Granada, Haití, Nicaragua, República Dominicana, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas y Venezuela) y dos se abstuvieron (Trinidad y Tobago y Santa Lucía). Las primeras conclusiones al ver la lista son que se superó el miedo a tratar el tema y que se rompió el bloque caribeño, tan dependiente hasta ahora de Venezuela. 

Fue un triunfo de la democracia y la decencia. Y el pago de una obligación con el pueblo de Venezuela. Las maniobras de la canciller del régimen para que no se aprobara el orden del día y luego para que no se le permitiera hablar a Almagro fracasaron. La presentación de este fue contundente. Se apoyó en cifras: “un cuarto de la población vive con menos de dos comidas al día… Se han registrado más de 150 saqueos en lo que va del año… Ha habido 300 detenciones arbitrarias” y pidió a la OEA apoyar la solución de la crisis humanitaria, presionar por la liberación de los presos políticos y ayudar a Venezuela a retornar al camino de la democracia. Los insultos recibidos por Almagro no le hacen mella: es un hombre que sabe que está cumpliendo una misión más alta. Ahora viene un período de consultas, intercambios y diligencias sobre su informe. Todos están de acuerdo en el diálogo y las próximas sesiones ordinarias del consejo de la OEA ya no podrán rehuir tratar de este caso tan escandaloso de violación de la democracia en su seno.

Primer barco atraviesa el nuevo canal de Panamá


Un gigantesco buque de carga cruza el nuevo canal de Panamá, una de las obras de ingenería más importantes del siglo. 

Sin que se anunciara, el Cosco Houston pasó en la tarde del mismo histórico jueves 23, sin sirenas ni banderas, sin flashes ni tomas de TV, el canal de Panamá del Atlántico al Pacífico por el tercer juego de esclusas, las de Agua Clara y Cocolí, convirtiéndose en el primer barco que las emplea y adelantándose a la inauguración oficial del domingo, cuando hizo la travesía otro barco de la misma compañía china, el Cosco Shipping Panama, al que la empresa le cambió su nombre de Cosco Andronikos, como un gesto hacia el país del istmo, cuando salió sorteado para participar en la inauguración oficial.

El paso de este segundo barco sí fue visto por dos mil invitados internacionales y decenas de miles de panameños orgullosos al ver concretada, a pesar del retraso de dos años, esta gigantesca obra pública, la más grande obra de infraestructura del mundo en el siglo XXI, realizada por la Autoridad del Canal de Panamá (ACP), con una inversión de US$ 5.250 millones.

Lo del jueves no solo fue el ensayo general de la nueva ruta acuática y la prueba definitiva de que todo funcionaba bien antes de la inauguración, sino que fue el comienzo real de una nueva fase en la historia, tanto de la navegación mundial y del comercio del hemisferio occidental como de la propia Panamá. Ahora podrán pasar barcos más grandes, de hasta 15 m de calado. Si antes los barcos de dimensiones que cabían en el canal se llamaban panamax y los que no cabían en él postpanamax, hoy con la inauguración ya han empezado a denominarse neopanamax, como el de la inauguración que tiene una manga de 48,25 m y casi 300 m de eslora, que llevaba 9.742 contenedores, aunque de hecho podrán pasar barcos hasta con 14.000 contenedores.

Como lo fue desde su apertura en 1914, el canal es la vía que conecta las exportaciones ecuatorianas con la costa este de los Estados Unidos, Europa y el Medio Oriente. Es indispensable que también el Ecuador sepa aprovechar esta macroconstrucción.

La ACP descubrió hace años que, ante el nuevo patrón del comercio mundial que favorece a barcos de mayor capacidad, el antiguo canal se estaba quedando obsoleto pues solo permitía el paso de buques de hasta 5.000 contenedores. Por eso, con notable visión estratégica, emprendió la construcción de un tercer juego de esclusas, tanto del lado atlántico como pacífico, financiándolas en parte con su propio flujo de caja y reduciendo el endeudamiento a un total de US$ 2.300 millones. Aunque, mientras se hacía la ampliación, logró aumentar el tránsito de buques (en 2015, un 3% más que en 2014, a pesar de la crisis de las materias primas, lo que también aumentó sus ingresos netos), esta es una apuesta de futuro: ahora se espera que por año pasen 14.000 embarcaciones con una carga promedio de 11.500 contenedores, con lo que Panamá triplicará para el 2025 sus actuales ingresos anuales de US$ 1.000 millones de dólares.

Esta triplicación de la capacidad de paso por el canal de Panamá es una gran noticia para el Ecuador y los demás países. Como dijo Luis Alberto Moreno, presidente del BID, “El canal ampliado es una fórmula ganadora para toda la región. Los mayores volúmenes comerciales fruto de la ampliación tendrán un efecto dominó sobre todo en el Caribe y Estados Unidos. Los puertos de Kingston (Jamaica), Cartagena (Colombia), Miami, Los Ángeles y Nueva York han invertido miles de millones de dólares para poder recibir a barcos más grandes y ser parte de una ruta más eficiente hacia Asia y Europa”.

Como lo fue desde su apertura en 1914, el canal es la vía que conecta las exportaciones ecuatorianas con la costa este de los Estados Unidos, Europa y el Medio Oriente. Es indispensable que también el Ecuador sepa aprovechar esta macroconstrucción.

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