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19 de Mayo del 2020
Historias
Lectura: 14 minutos
19 de Mayo del 2020
Dr. Daniel Rodríguez
El "milagro" del dióxido de cloro: receta para una estafa
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Jim Humble es el fundador de la secta religiosa Genesis II y él afirma poder curar el cáncer, el sida, la malaria y otras muchas enfermedades con lo que llama Suplemento Mineral Milagroso.

 

El dióxido de cloro, un químico tóxico, se vende camuflado como producto milagroso, que cura todos los males, incluido el cáncer y la Covid-19. Un producto, además, arropado en una creencia religiosa, que habla de un fundador que llegó de la Galaxia Andrómeda con el ClO2 para salvar a la humanidad.

Desde el aceite de culebra, pasando por la sangre de drago y el agua de uña de la gran bestia, evolucionamos a las mega dosis de vitamina C, los potenciadores del sistema inmunológico, los túneles de desinfección y llegamos al ¡santo grial de la medicina popular! Sirve para la gripe, el autismo, el acné, el H1N1, cura el cáncer, el SIDA, y ahora inclusive cura la Covid-19; efectivamente, este multifacético producto es nada más y nada menos que un desinfectante, el dióxido de cloro (ClO2).

A pesar de que existen regulaciones y organismos responsables de evitar la publicidad de productos médicos o alternativos que induzcan su compra y uso, promoviendo ventajas o propiedades no comprobadas para el tratamiento de enfermedades, estamos bombardeados de curas milagrosas y oportunistas que han montado su negocio aprovechándose de la esperanza de las personas, que siempre van a buscar ese remedio prodigioso, esa cura o alivio anhelado.

No solo es el dióxido de cloro, basta hurgar un poco para encontrarse con cientos de ofertas y productos milagrosos, cada uno con sus seguidores incondicionales y por tanto defensores a ultranza.

En realidad, hay una sólida estructura publicitaria en estas campañas, que se basan en conceptos definidos y a la final logran su objetivo: vender. Lo grave de todo esto es que, al parecer, las únicas personas que no se dan cuenta de lo que sucede, son las autoridades; no se enteran o no quieren enterarse.

Revisemos un poco los conceptos aplicados en estas estrategias de fraude; fraudes que siguen ganando fieles; sí, fieles, como si se tratara de una iglesia y exactamente esa es la historia de este maravilloso químico desinfectante, traído a la realidad mágica del Ecuador por el señor Andreas Kalcker, biofísico en medicina alternativa.

El Master Mineral Solution (MMS) apareció en el 2006 en un libro publicado por Jim Humble: The Miracle Mineral Solution of The 21st Century. Humble asegura que es un dios de un billón de años de edad, proveniente de la Galaxia de Andrómeda y ha sido enviado a la Tierra para salvar a la humanidad con el MMS. Humble es además el fundador de la iglesia Genesis II Church of Health and Healing, que está en varios países del mundo incluidos algunos de América del Sur. Ser parte de esta secta es tan fácil como pagar los USD 35 de afiliación y estar en contra de las vacunas, en contra de los rayos X y otras prácticas de la medicina científica que son perjudiciales para la salud, a decir de esta iglesia.

la FDA, de EEUU, reaccionó por los reportes del 8 de abril de 2020 de afectación a la salud por ingestión de este desinfectante, lo que culminó con una acción judicial el 17 de abril cuando un juez federal acusa a la Iglesia Génesis II de vender un desinfectante industrial como medicamento para la Covid-19 y lo retira del mercado.

Y bueno, ¡había que vender el MMS! Así que, manos a la obra, pero ¿cómo vendo algo milagroso?, pues… volviéndolo milagroso y proporcionándole credibilidad basada en pseudociencia, y afortunadamente existen maneras de hacerlo. Hablaremos de esto más adelante, comencemos con las reacciones a la estrategia de venta, que se han intensificado especialmente en EEUU luego de que los creadores del MMS aseguraban que también cura la Covid-19.

Mayo 2010: la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios emite la alerta y retira del mercado al MMS por considerarlo un medicamento ilegal y peligroso para la salud.

Mayo 2013: la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (FICR) desmienten un comunicado hecho por los creadores del Master Mineral Solution, de que este compuesto cura la malaria y aseguran nunca haber participado en ningún supuesto ensayo clínico realizado en Uganda.

Noviembre 2018: la agencia de gobierno Health Canada emite la advertencia de no consumir MMS y sentencia a dos años de arresto a Stanley Nowak responsable de vender un producto no autorizado para el consumo humano, catalogado como desinfectante y blanqueador y que ha generado problemas de envenenamiento y hasta falla renal.

Por su parte la Food and Drug Administration de EEUU (FDA), desde octubre del 2010 ha emitido las alertas sobre el dióxido de cloro (MMS), que comercializaba por internet la Iglesia Génesis II. En el 2014 hace una nueva advertencia por la publicidad asociada a la cura del autismo. En agosto de 2019, la FDA emite otra advertencia, seguida de una notificación de fraude al recomendar el uso del MMS como medicamento, sin respaldo científico y por los reportes del 8 de abril de 2020 de afectación a la salud por ingestión de este desinfectante, lo que culminó con una acción judicial el 17 de abril cuando un juez federal acusa a la Iglesia Génesis II de vender un desinfectante industrial como medicamento para la Covid-19 y lo retira del mercado.

Mayo 2020, la Therapeutic Goods Administration (TGA) de Australia, impuso una multa de $151.200 dólares australianos a la Iglesia Génesis II por 12 incumplimientos debidos a publicidad ilegal del MMS, ante lo cual, el alegato de la iglesia sostenía que este químico es un elemento sacramental al igual que el pan y el vino para los católicos.

más que un complot contra el dióxido de cloro, nos habla de toda una millonaria empresa multinacional escudada en una fachada religiosa, organizada para promocionar y vender un producto químico como la solución de cualquier enfermedad.


Las distintas presentaciones del "medicamento milagroso".

La estrategia

Según la FDA, un producto médico es fraudulento si es engañosamente promocionado como efectivo para alguna enfermedad o condición de salud, sin que se haya comprobado su seguridad y efectividad.

La malhadada estrategia comienza por lograr presentar a un producto sin sustento científico como si lo tuviera y para esto recurren al uso de una jerga técnica que suene inteligente o que construya una argumentación basada en falacias, en conceptos conocidos pero no relacionados o aplicables, entonces encontramos falacias como:

• Si se usa en la desinfección de las bolsas para transfusión de sangre, un proceso extremadamente delicado, eliminando todo microorganismo, de la misma manera actúa en nuestro organismo.

• Las megadosis de vitamina C actúan como diurético, favoreciendo la eliminación de sodio y mejorando la vasodilatación, de esta manera se reduce la presión arterial en pacientes hipertensos.

Otro elemento constante en la promoción es que siempre se trata de un descubrimiento nuevo, es el descubrimiento del siglo, que se ha venido estudiando desde hace tiempo, o puede ser algo más novedoso como el envío desde la Galaxia Andrómeda. Se trata así de presentar algo que ofrece una esperanza; además una esperanza que se ha visto obstruida por los intereses de las grandes compañías farmacéuticas y los gobiernos (aquí suelen colocar a la CIA y al FBI) que no quieren que se sepa de su utilidad. La teoría del complot para aparecer como víctimas.

Proviene de la naturaleza, o es un compuesto natural que ha sido utilizado por nuestros ancestros, y como es natural, entonces no causa daño, son “medicamentos inocuos”. No estamos hablando de medicina ancestral, ni de herbolaria, estamos hablando de productos fraudulentos que aprovechan estos conceptos para urdir sus ventas. Hay productos serios que se comercializan en el marco de lo legal, identificándose como un complemento nutricional por ejemplo; el problema son los productos que aseguran ser la cura de múltiples enfermedades, creados a base de productos naturales. Es importante recordar que un medicamento tiene sus componentes identificados y estudiados, por lo tanto es posible determinar sus dosis terapéuticas y sus dosis letales. Por supuesto, este pequeño detalle no es posible si el “compuesto natural milagroso” no está identificado, o es secreto. Muchas veces en realidad se tratará de algún compuesto de efectos conocidos, disfrazado de natural.

Los canales que se usan para promocionarlos suelen ser ventas por internet, ventas informales, grupos de clientes y algunos lugares con poco o nulo control de autoridades. Lo que hace que su identificación o seguimiento sea más complicado.

Estos productos maravillosos, se promocionan como la cura de varias enfermedades o se centran en problemas comunes como por ejemplo el sobrepeso, la impotencia sexual, la diabetes, el cáncer, los dolores de todo tipo. Es impresionante la cantidad de productos que se comercializan hasta de manera ambulante en el país.

Otro de los conceptos ampliamente utilizado es la rapidez de acción, efectos inmediatos, la primera semana notarás la diferencia y ¿quién no quiere bajar de peso rápido y sin esfuerzo?

Los canales que se usan para promocionarlos suelen ser ventas por internet, ventas informales, grupos de clientes y algunos lugares con poco o nulo control de autoridades. Lo que hace que su identificación o seguimiento sea más complicado.

Una estrategia muy recurrente en este tiempo de pandemia ha sido el uso de influencers. Aquí en Ecuador, son personajes que por sus labores han logrado cierto nivel de fama y recomiendan el uso de un producto en el momento preciso… “Ahora que debemos subir las defensas para no contagiarnos de la Covid-19, les recomiendo usar la mega dosis de vitamina C o este producto natural que mejora la inmunidad”.

Esto nos lleva a otro de los grupos a quienes recurren, son los “expertos”, entre los cuales figuran incluso algunos médicos que al ser entrevistados, hablan de sus propias experiencias a manera de evidencias personales, que distan muchísimo de ser verdaderas evidencias científicas y se alejan del concepto de la medicina basada en evidencias (MBE), para retroceder casi un siglo en la evolución de la calidad de la medicina hasta una medicina basada en eminencias. Esto nuevamente cae en el terreno de la pseudociencia que ya lo mencionamos.

Tal vez una de las estrategias más poderosas en la promoción de estos productos fraudulentos se centra en las experiencias vivenciales de los usuarios, que proporcionan de primera mano la información y… qué mejor publicidad que la prueba testimonial de la persona que dice haber bajado de peso en una semana, o haberse curado de la Covid-19 o incluso del cáncer. Y es que la relación entre la publicidad y la psicología es muy estrecha y todas estas formas de incidir en las decisiones de compra o de uso de determinado producto, explora las sensaciones y mecanismos de razonamiento de las personas, llevándolas a un convencimiento racional aparente y a tomar decisiones basadas en ese convencimiento. Publicidad boca a boca masificada en redes sociales, ¡genial!

Esta incapacidad para separar el discurso de la persona que proporciona el relato vivencial, nos arrastra al terreno de la verdad y la mentira, no al de la evidencia científica, es decir al de la racionalidad.

Desde esta perspectiva, resultaría infructuoso emprender una cruzada de alfabetización médica o científica y hay que asumir que los patrones no se modificarán sin cambios sociales profundos. Por lo tanto, el rol de la normativa y el control de las autoridades son extremadamente importantes y desempeñan un papel clave en el desarrollo de comportamientos sociales tendientes a proteger la salud de las personas.

Ecuador cuenta con la Ley Orgánica de Salud y reglamentos vigentes que prohíben la comercialización de medicamentos de cualquier tipo si no poseen el registro sanitario, prohíben todo tipo de publicidad engañosa en la que se atribuye propiedades curativas inexistentes a un medicamento. El marco normativo en el país también prohíbe la realización de estudios en personas, sin la debida autorización del Comité de Ética en la Investigación de Seres Humanos y la Agencia Nacional de Regulación, Control y Vigilancia Sanitaria, ARCSA. Entonces, sería bueno que se comience a poner la casa en orden, ahora que sabemos cuál es la receta para una estafa.

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El "milagro" del dióxido de cloro: receta para una estafa
 


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