Flavia Freidenberg, investigadora y politóloga argentina.
Usted está a punto de leer un texto para procesarlo una y otra vez. De esos textos que se leen y hay que dejarlos reposar para volver a masticar las frases. Estas líneas que se escriben, al inicio de una década, son un contundente análisis y una profunda reflexión respecto al papel de las mujeres en las sociedades contemporáneas. Se trata de una de las politólogas, investigadoras y pensadoras más importantes de América Latina: Flavia Freidenberg.
En medio de webinars, charlas y clases para la Universidad Nacional Autónoma de México se toma un mate, como buena argentina que es, y vía whattsapp conversa sobre su cariño hacia el Ecuador, país que la recibió de joven y que influyó en su formación académica. En esta entrevista traza una hoja de ruta para que tú, mujer, sepas qué hacer si deseas avanzar en tus sueños.
Es martes. 08:30. Flavia Freidenberg está en su casa de la Colonia Xoco de Ciudad de México. Mientras da vueltas por la cocina cuenta que nació en Santa Teresita, un pueblo costanero de Buenos Aires (Argentina), donde sus padres Leonardo y Susana ayudaron desde la sociedad civil a construir esta localidad, con playa y malecón de madera. Y ese trabajo, para Flavia, fue su primera experiencia de cómo relacionarse con la “cosa pública”.
“Y como en mi pueblo no había universidad, salí a la capital a estudiar Periodismo en el Taller Escuela Agencia [TEA] y la Licenciatura en Ciencia Política en la Universidad de Belgrano. Y, una vez egresada de ambas carreras, me fui para la Universidad de Salamanca en España”.
En Salamanca, los aspirantes a la maestría y doctorado en Estudios Latinoamericanos deben realizar sus investigaciones viajando, aprendiendo y viviendo en el país que van a analizar. Y así llegó a Ecuador en 1998 a entrevistar a los diputados y diputadas de la Asamblea Legislativa como parte de un proyecto de investigación del Instituto de Iberoamérica de la USAL. “Y me rompió la cabeza, pero para bien. Me encontré con un país fascinante, descubrí culturas, ciudades, tradiciones y maneras de ver y entender las cosas diferentes a las que estaba acostumbrada”.
Ecuador “me rompió la cabeza, pero para bien. Me encontré con un país fascinante, descubrí culturas, ciudades, tradiciones y maneras de ver y entender las cosas diferentes a las que estaba acostumbrada”.
Y en medio de las largas tertulias en el Pobre Diablo y en Seseribó nació su investigación doctoral, que luego fue transformada en libro y publicada por la Corporación Editora Nacional con el título “Jama, Caleta y Camello: las estrategias de Abdalá Bucaram y el PRE para ganar las elecciones”.
Esa investigación hay que leerla porque es una sesuda mirada —vista desde una politóloga extranjera— de cómo un liderazgo político organizó un partido político que movilizó a múltiples sectores sociales y que, en determinados momentos, fue un actor crítico de las negociaciones del país. Imperdible.
Flavia conoce muy bien cómo nació el movimiento indígena, el rol importante que tiene Manabí, por ejemplo, para los procesos electorales, el comportamiento político en ese entonces del Congreso Nacional, los afectos y desafectos entre quiteños y guayaquileños. “Solo me faltó ir a Galápagos y las provincias de la Amazonia. Mis grandes pendientes. De ahí, conozco todo el país. Cuando me preguntaban en la calle de dónde era yo decía que era de Manabí. Ecuador ha sido una de las mejores experiencias de vida que pude tener para aprender de política y conocer más América Latina”, sonríe.
Dieciocho años pasó Flavia dictando clases en Salamanca. Viajó con regularidad a Ecuador y a otros países de la región e hizo investigaciones comparadas en el marco de sus actividades profesionales. “Pero en 2014 decidí cambiar mi destino y acepté comenzar una nueva vida en México. Yo había elegido Ecuador, pero México me escogió a mí. Y el viaje no solo fue vital, sino también profesional. Aquí descubrí nuevas agendas de investigación. Me dijeron que pensara en estudiar la paridad y con ello la representación política de las mujeres”.
Se queda mirando al horizonte y recuerda que un día, un colega le dijo: “¿No te has dado cuenta que en este panel no hay mujeres? Deberías pensarlo”.
Ese fue el inicio de una acción cívica denominada #NoSinMujeres. Desde el 2015, cada vez que una persona de sus más de 25 mil seguidores en su cuenta de Twitter identifica que en un foro no existe paridad de género, toma la foto de prueba y postea #NoSinMujeres. Y también conformó, junto a un grupo de colegas, la Red de Politólogas con la intención de visibilizar las desigualdades de género en la Ciencia Política. Esta iniciativa integra hoy más de 600 colegas de 26 países de América y Europa.
Para mí, el movimiento feminista es una ideología y un movimiento político que es diverso, plural y de sororidad, que está evolucionado con el tiempo.
Hay mujeres conservadoras y hay mujeres progresistas. Tener cuerpo de mujer no representa que todas comparten las luchas de los movimientos feministas. Para mí, el movimiento feminista es una ideología y un movimiento político que es diverso, plural y de sororidad, que está evolucionado con el tiempo.
"Acabamos de realizar un estudio sobre las mujeres en la política. La idea común y el estereotipo más extendido entre el electorado, los políticos, los medios o los consultores es que las candidatas cambien la política, que sean algo así como una mujer maravilla, que transforme el mundo.
"Se espera que ellas luchen por los derechos de las mujeres. Es más, se les exige que luchen por otras mujeres, algo que no se anhela en los otros grupos de representación. Ahí estamos mal. Y son sesgos que no deberían replicarse porque limitan nuestras democracias. Las mujeres políticas, si quieren consolidarse en su carrera, deben estudiar, conocer el sistema político, las reglas de juego, investigar la Constitución, las normas, investigar el cargo para el cual van a aplicar porque es distinto postularse a la Alcaldía que a la Asamblea. Si están pensando en llegar a la Asamblea sin conocerla, van a perder mucho tiempo hasta que puedan tener su aprendizaje. Así que, mi recomendación está en que hay que formarse”.
Y agrega: “También debe tener una causa que las motive. Si dicen «yo quiero cambiar el mundo», mirá, todos queremos cambiar el mundo, pero cómo lo va a hacer usted, cuál es su propuesta de política pública para resolver un problema específico y concreto. Usted tiene que hacer política y tiene que saber cómo resolver los problemas de la gente. Debe tener redes de contacto en todos los partidos políticos, generar lazos de confianza con otras mujeres políticas y construir base social desde el territorio. Y no olvide algo fundamental: la democracia paritaria con igualdad sustantiva. Tiene que saber que Ecuador firmó tratados que obligan al Estado a construir una democracia paritaria. No es una demanda de los grupos feministas, no es algo solo de las mujeres progresistas o ideas de las académicas: construir una democracia paritaria es un nuevo pacto social, un nuevo compromiso internacional, y una deuda con los grupos feministas”.
Después de su reflexión, Flavia respira y sonríe. Nunca deja de sonreír. Es generosa con sus conocimientos y está totalmente dispuesta a seguir ayudando, compartiendo, sumando.
Este artículo se escribe a pocos días de que se legalice el aborto en la querida y conmovedora Argentina de Flavia Freidenberg.
[RELA CIONA DAS]
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